Masud Barghinobar, escucha en los árboles las historias de los pueblos

Masud Barghinobar (Tabriz, Irán, de lengua turca) recupera en algunas de sus esculturas temas de origen sumerio, persa o elamita: guerreros, escenas mitológicas de animales o de dioses. En una de esas vemos al agonizante toro lunar mordido eternamente por el león solar. En una versión sumeria como la que inspira a Masud el toro, que representa el poder que fecunda la tierra, apoya su pata delantera derecha en la cima de la montaña cósmica, (el cuerpo de la diosa tierra,) mientras el león-pájaro apresa con sus garras al toro mientras lo devora. Así es como la luna se oculta mordida por la luz del sol, así es como provoca el rocío restaurador de la vida y la fertilizante lluvia.

Partiendo de estas mimbres de la edad de bronce, Masud ha desarrollado la facultad de escuchar y transmitir las historias que todavía impregnan las piedras, los árboles, la risa en los regatos. Por eso ha podido realizar en Santa Colomba de Somoza una alegoría escultórica sobre la historia de los maragatos.

Esa historia se cuenta desde el momento actual, para lo cual ha elegido un vocal, la poeta originaria de Santa Colomba, Mari Paz Martínez, representada en la primera de las esculturas. Mari Paz lee de un libro y se dirige a las otras cinco representaciones escultóricas que le escuchan. Les cuenta, mirando al Teleno, la historia de su pueblo maragato desde sus versos.

El proyecto comenzó a partir de que Masud viera unos robles secos en Santa Colomba de Somoza durante la ‘Feria Artesanal de los Patios’ de 2001. Pensó que mejor que convertirlos en melena de campana, o hacer leña de ellos se podía contar alegóricamente la historia del pueblo en el que habían crecido.

Por eso la segunda de las esculturas es un tronco al que hay que acercarse para verle las caras, pues se asoman timidamente y se desvanecen. Se interesan por lo que les lee Mari Paz desde la primera de las esculturas. Escudriñan desde otras dimensiones, desde otras generaciones. Son vaporosas, desapercibidas, mimetizadas.

Concibe Masud, los árboles como algo vivo, inmortal, en continua y perenne transformación: "Estos árboles habían convivido durante 200 o 300 años con la gente de este pueblo. Intenté escucharlos."  Pero, ¿Qué dicen?: "Es una conversación privada”, bromea Masud, “según los voy trabajando, me sugieren cosas. Es como que me indicaran: por aquí no que estoy podrido…mejor por ese otro lado…. Hay una comunicación mutua que te absorbe. Aquí estaba nevando, aquí llovía. Yo todos los días trabajaba."

Otra estatuilla incorporada al grupo, homenajea a Juan Luis García, "el músico que tanto ha hecho por esto".

La cuarta estatua aprovecha los volúmenes originarios del árbol y representa la sabiduría y la experiencia que produce nuevas vidas. Surge una gran cabeza de un frondoso capullo de aloe de roca, y de su cabeza, como en el parto de Atenea, emergen esas dos vidas nacientes que escudriñan a ambos lados: pasado y presente."

"Los árboles", continúa Masud, "tienen pasaporte internacional, son ciudadanos del mundo… el ser vivo es de todas partes. Nadie sabe de dónde es realmente, porque la inmigración es originaria, constitutiva"; pero, añade, "el árbol que nace aquí es como la persona que nace aquí, echa raíces en la zona y convive con sus coetaneos humanos que también aquí enraízan. Sufre las mismas penalidades, soporta las riadas, las tormentas, las noches invernales, los sofocos que le agostan. Eso lo lleva el árbol dentro de sí, en su respuesta arbórea a nuestras vicisitudes históricas. Entonces si pudieras escucharlos sabrías mucho de lo que pasó a su lado. Con esa información empiezas a construir una historia, luego al trabajar con ellos, te dicen, tienes que admitir su guía y reconstruyes".

La quinta estatua es una mano que rescata a los desenraízados, a los que se fueron o emigraron. Los trae a la luz para que escuchen y vean lo que les cuenta Mari Paz, para que de nuevo enraícen.

Ya la sexta del grupo escultural representa a los maragatos. El maragato y la maragata emergiendo de un tronco común, bajo el amparo de un mismo sombrero, como participación de ambos en 'lo hermoso conseguido'. El caballo por delante de ellos viene de otra dimensión, viene interrumpido, escucha pero todavía no podrá cabalgarlos.

"Es una alegoría dedicada al pueblo, se reafirma Masud, “a la gente que continúa y mantiene vivos estos pueblos."