Plataforma Ciudadana por la Igualdad y Contra la Violencia
Lunes, 04 de Septiembre de 2023

OPINIÓN / Se acabó

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En el verano 2022  un buen número de jugadoras internacionales de la Selección Española de Fútbol quiso que se respetaran sus derechos sanitarios y laborales, y que se las tratara con el respeto que como mujeres profesionales del deporte merecen. Pero entonces no hubo apoyo de la clase política, ni de la opinión pública, ni presencia informativa constante que recogiera la realidad vivida por las mujeres deportistas en un mundo regido por una de las socializaciones androcéntricas más férreas, la deportiva. Es más, ante la osadía de reivindicar los cambios que como profesionales consideraban imprescindibles que se llevaran a cabo, se les cerraron las puertas de la Selección, en concreto a 12 de ellas.

 

En el verano de 2023 se celebró el mundial de fútbol femenino y la Selección Española ganó el campeonato. En la entrega de medallas a las campeonas, el presidente de la Federación Española de Fútbol, además de hacer gestos indignos de tal representación, agredió a una futbolista; porque si te agarran la cabeza con las dos manos, con los dedos muy abiertos para sujetarla entera, y estampan con fuerza los labios contra los tuyos no puede ser más que una agresión. Cuando vemos esa imagen nos da asco. Todo esto con las cámaras de televisión retrasmitiéndolo a todo el mundo. Si la agresión se hubiera producido fuera de foco, sin una cámara cerca, ni testigos  ¿qué habría pasado? Tal vez la joven futbolista no se habría atrevido a denunciar, conocedora del precio que tantas mujeres pagan cuando levantan la voz. Pero el agresor se sentía tan impune, vivía y vive con tanta naturalidad la cultura machista que lo hizo delante de las cámaras, ante los ojos de millones de personas. Una final de un mundial, un palco de autoridades en un estadio y una futbolista menospreciada.

 

Qué no sucederá en los espacios de sombra, espacios de impunidad donde solo queda la palabra de la víctima, que a menudo calla por miedo a sufrir represalias, perder su trabajo, enfrentar la incomprensión o ser culpabilizada tal como ha hecho Luis Rubiales con la jugadora Jenni Hermoso, como a tantas mujeres que estos días sienten que su vivencia individual  es algo colectivo, que no les ha pasado a ellas, les ha pasado a todas. Y les ha pasado por ser mujeres.

 

Mirando a la futbolista agredida podemos ver a tantas mujeres que sí denunciaron, y que fueron cuestionadas, acusadas de provocar la agresión o de actuar por afán vengativo, examinadas públicamente, linchadas en portadas y redes. De fondo, el caso no tan lejano de Nevenka Fernández, la concejala de Ponferrada que sí denunció y sufrió tal calvario que, sin quererlo, pudo disuadir a otras mujeres de denunciar, nadie querría pasar por lo que ella pasó. Si la imagen desolada de Nevenka podía ser disuasoria, la imagen fuerte de Jenni Hermoso, rodeada y apoyada, puede ser decisiva para futuras denuncias, las mujeres y las niñas sentirán que  no estarán solas.

 

En Luis Rubiales reconocemos a todos los agresores, y a quienes los respaldan. A quienes le aplaudieron. A quienes siguen sin ver nada extraño en la imagen y lo minimizan, lo disculpan, lo ven una exageración, linchamiento, cancelación, asesinato social, histeria feminista; ahí podemos reconocer al machismo victimista, resentido y negacionista, al mismo tiempo que culpable, de la violencia contra las mujeres.

 

En lo que llevamos de año 40 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas y se han contabilizado 72 feminicidios. La agresión a una futbolista es solo la punta del iceberg. Es lo que lleva pasando toda la vida en nuestro país. Un país machista. De hombres machistas. Instituciones machistas. Culturas y religiones machistas. Lo que ha hecho Luis Rubiales frente al mundo entero no es nuevo. Lo hacen cientos de hombres cada vez que salen de discotecas. Cada vez que se van de festival. O de fiestas populares... Los hombres aprenden desde pequeños que el cuerpo de las mujeres les pertenece. Que es un espacio público. Que tienen impunidad para usurparlo. Y, lo peor de todo, que cuentan con el apoyo de sus congéneres. A eso se le llama fratría (la unión de los hombres para dominar a las mujeres, que son las otras y no forman parte de la fratría o hermandad).

 

Desde la Plataforma Ciudadana de Astorga por la Igualdad y contra la Violencia, queremos manifestar nuestro apoyo a Jenni Hermoso y a todas sus compañeras y esperamos que lo sucedido en torno a este caso sirva para que  toda una generación de niñas que han visto esta agresión, si un día son acorraladas, sujetadas y abusadas con un beso a la fuerza, recuerden a aquella futbolista valiente y la manera en que fue acompañada y respaldada por tantas mujeres, para que no se sientan solas y ellas tampoco callen. También para que no dejen de tenerlo en cuenta los niños. Y para que lo recuerden los posibles agresores que en el futuro pretendan acorralar, sujetar y abusar con un beso a la fuerza a una mujer y que sepan que se acabó.

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