Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 23 de Septiembre de 2023

Conversación con Lidia , 8

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03 05 2019 (continuación)

Ahora hablamos tú y yo así, despreocupadamente, pero hay muchas situaciones de las mujeres en el Mundo que dan susto. Qué cabrones, todos los hombres. Eso de cortar el  clítoris para que no tengan placer…, pero  qué hijos de puta, cabrones, ¡para que no tengan placer! Es el poder masculino, es el machismo llegado a extremos. “Qué cabrones”.

 

Hace poco he leído, no sé dónde ni cómo, sobre esta mutilación, no había fotos pero estaba tan bien descrito que te lo imaginabas, era algo… ¡por Dios! ¡por Dios! Es una bestialidad total. “Por el sólo hecho de que no tengan placer, pero… ¡de qué estamos hablando!”.

 

No sé, porque me gustan mucho los hombres, por eso no puedo ser feminista, ja, ja, ja. “Tengo una amiga que dice ¡ojalá me gustaran las mujeres! Parece que está harta de los hombres en general y del suyo en particular”.

 

Ahora, a punto de morir, viendo mi vida en general en la que ya he acumulado testimonios de otras mujeres, ya tienes mucha información y mucho material. Es que mira, cómo es posible que realmente esto pueda existir, cómo ¡cómo se ha podido aguantar! “Es que a lo largo de la vida las mujeres han vivido sumergidas en un ambiente que no había mirada desde fuera, se aguantaba sin darse cuenta de que aguantaban. No había posibilidad de tener una perspectiva para poder mirar más allá”. Tienes razón. “La situación era la que era porque lo sociedad lo había montado así y no se podía ver más allá de lo que había”.

 

Sí, tienes que escribir sobre esto y sobre el amor francés, ja, ja, ja. “Y aun así los hombres tienen que aprender mucho para dar satisfacción a la mujer”.  Mucho, mucho. “Porque la mujer puede saber dónde está el placer, pero si el hombre no se espabila…, pues no se avanza”. Y además, mira, algunas veces cuando me pongo en situación general, no en casos particulares míos o lo que sea, es que hay unos cabrones impresionantes.

 

Uno de los amantes de mi amiga Ita, ella se casó con él y ha tenido un hijo con él. Él había sido un actor, sabes, de esos infantiles que después no despegaron, que de adulto ya no era actor. Le amargó la vida y, entre otras cosas, una vez ella me dijo que se desmayó en la cama, y yo le dije  ¿y por qué? , y ella me dice: ‘de deseo’, porque él no la quería satisfacer y le decía ‘ya sé, pero no me da la gana’. ¡A este hay que castrarle! “Qué hijo de puta” Sí, pero figúrate, éste tío tenía mucho éxito. Yo creo que era maricón, “Lidia, no es políticamente correcto, mejor gay”, maricón, porque sólo un maricón puede tener esta relación sexual con la mujer. Él bebía mucho como todos los que viven en el norte, y se ahogó en un charco. “Pero cómo, ¿en un charco de qué, de vino?” No, en un charco de la calle. Iba borracho por la calle se cayó en un charco y se ahogó. “¡Pero ese es un final de novela!”. Sí pero imagínate un tío que en el momento más intenso dice ‘no me da la gana’, y ella se desmaya de tanto deseo acumulado.

 

Y eso puede ser por esas pastillas de ahora para potenciar el sexo, ¿cómo se llaman …? ‘viagra’, sí, pero esa es para los hombres, me refiero a como la viagra pero para las mujeres. Se llaman algo así como Afrodita o así. Bueno, pues estas pastillas son peligrosas porque no hacen otra cosa que llevar toda la sangre al carajo, ja, ja, ja, y entonces se queda el cerebro, el corazón, el pulmón… sin sangre y, si tienen 60 años, cuando quieren reaccionar… muchas aparecen en el hospital. Entonces, naturalmente, en el estado de Ita, toda la sangre se le marchó al clítoris o donde sea… y ahí está, sin volver. “En un estado casi de éxtasis”. Sí, y ella se desmayó la pobre. “Le pasó entonces como a Santa Teresa, que entraba en éxtasis y también se desmayaba”. Ja, ja, ja. Sí, el mecanismo es el mismo. “Claro, los objetivos de la Santa con Dios eran tan inalcanzables que llegaba a ponerse en un arrebatado estado de enajenación, de éxtasis”.

 

Entonces fíjate, Ita, que tenía setenta amantes tenía pocos orgasmo. “Eso ya es delito, eh”. Eso ya es delito.

 

Como en un momento dado, en una revista, las mujeres empezaron a hacer preguntas. Una mujer preguntaba a una sexóloga probablemente, a quién más podría preguntarle, “¿qué es el orgasmo?, porque yo no sé si lo he tenido o no”. Y ella le contestó “Si no lo sabe es que no lo ha tenido”. Ja, ja, ja.

 

Entonces yo, ahora, pienso en conjunto de vida o de circunstancias y veo que realmente hay mucha delincuencia hacia la mujer en ese sentido. “Sexual”. Sí, sí. “Sí, lo que pasa que la mujer ahora está mucho más informada y ha avanzado mucho en ese campo y el hombre no se ha esforzado y se ha quedado atrás”. Sí, sí, se ha quedado atrás. “No se ha puesto las pilas para ponerse a tono con las circunstancias de la mujer y se asusta. Se asusta porque no sabe si va a estar a la altura, y se retrae”. Se asusta con una mujer madura, hecha, es que le da pánico, y no sólo sexualmente sino en general, relación, convivencia…, entonces van con esas niñas de 19 años…. “Porque su vanidad es lo que les permite. Porque una joven con su ingenuidad tiene capacidad de admiración hacia un hombre mayor y ese hombre de cincuenta revive teniendo la admiración constante en casa. Como decía una chilena “el hombre a partir de los 50 sólo tiene orejas”, Ja, ja, ja, “para recibir las alabanzas de las jóvenes; por ahí alimentan su vanidad”.

 

Pocos son los hombres que tienen la capacidad de aprovecharse de unas circunstancias excepcionales. “De disfrutar de la inteligencia, sabiduría experiencia de mujeres que han tenido un recorrido…”, hasta de la sexualidad, “hasta de la sexualidad, claro, aunque alguna se haya quedado en la retaguardia, en general todas hemos aprendido”. “Por eso las mujeres a ciertas edades están tan pichis y tan contentas solas”.

 

Ahora se llama ‘sororidad’, que es esta relación de empatía y amistad entre mujeres, que no tiene que ver con la sexualidad, sino con la afinidad, solidaridad y entendimiento. Se está escribiendo sobre eso y también están sacando películas sobre la buena sintonía, reconocimiento y comunicación entre un grupo de mujeres. ‘Sororidad’. “Un nivel de relación, muy, muy interesante”. Algo que el hombre no te lo proporciona. “Que tampoco tiene porqué proporcionarlo. El hombre es otra historia. El hombre vale para lo que vale y no es necesario elegir o una cosa u otra. Al hombre se le puede, y se le debe, compaginar con un grupo de amigas que te aportan el sustento anímico y psíquico vital”. Sí, sí, esto es de siempre. “Claro, por algo se dice que las amigas curan”.

 

“Te sirvo un poco más de té… Voy a probar el bizcocho, no sé cómo me ha quedado porque hacía mucho tiempo que no lo hacía.”. Está rico. “Un poco amargo me parece”. Sí, pero rico, está rico.

 

“Sí, sí. Así es la vida”. Y los tíos…, pues bien, estarán por ahí solos… “A los tíos hay que darles una sacudida, pero vamos, grande. A ver si se les cae todo el polvo del camino y se espabilan, porque… pueden dar mucha pereza”.

 

Por cierto,  me han subido 20 euros en la pensión de Polonia. “Bueno, ahora podrás hacer un viaje más a Astorga”. Sí, no creas, ya fui al podólogo. “¡Gracias a la subida!”. Ja, ja, ja. En total me cuesta 50€, el taxi 20 y el podólogo 30.  “Y ya aprovecharás para hacer compra”. Sí, hago alguna compra… voy a la farmacia…, algunas veces hasta tomo café con churros. “¿Con quién? ¿con el taxista?’” No. No, sola, con el taxista no, no entro en unas relaciones tan… , aunque alguna vez bromeo cuando me lleva a Astorga y yo me quedo ahí con mi andador y le digo, bien, cuando yo acabo las cosas yo  te llamo  para recogerme si nadie me invita a comer, y él se ríe porque nunca nadie me invita a comer. Una vez aparecimos en la plaza del Ayuntamiento donde el Banco y había una fiesta de no sé qué. Yo salgo del taxi y estoy rodeada de varias personas. Varias personas se acercaron a mí  ‘ah, mira, Lidia’, con besos y con todo. Bien, después yo acabo mis cosas, llamo al taxista y me dice, ‘qué, ¿nadie le invitó a comer?’ y yo le digo, has visto, esa gente tenía que invitarme a comer pero no me han invitado.  Ja, ja, ja. Sí, sí, mucho abrazo, mucho amor… pero nada. Él, que es muy correcto, siempre pendiente si alguien me invita…, un día, un poco en broma me dice, ‘Lidia, si no la invito yo pasará como siempre’. Ja, ja, ja.

 

O témpora o mores

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