Elisabet Alba (@eliialba) / ILeón
Miércoles, 18 de Octubre de 2023

La pasividad de la Junta amenaza el Lago de La Baña

A pesar de que la institución regional prometió en 2014 delegar a expertos académicos la tarea de identificar las razones de su sequía “esa acción nunca se llegó a ejecutar”

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Desde hace más de tres décadas el lago de La Baña, que se localiza en la comarca de Cabrera, está catalogado por la Red de Espacios Naturales de Castilla y León como Monumento Natural. Sin embargo, durante al menos los últimos 20 años es habitual que se seque casi por completo en los periodos estivales.

 

A pesar de que la Junta de Castilla y León prometió en 2014 delegar a expertos académicos la tarea de identificar las razones de esta disminución “esa acción nunca se llegó a ejecutar”, según ha admitido la Consejería de Medio Ambiente. La recurrente permisividad de esta circunstancia y la falta de esfuerzo para identificar la raíz del problema continúa siendo un enigma no resuelto.

 

La resolución que estableció este lago como Monumento Natural se publicó el 11 de octubre de 1990, y se formalizó en el Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl) apenas seis días después. En dicho documento se destaca que, junto con el Lago de Truchillas, representan "son unos de los enclaves de modelado glaciar más significativos del medio natural de la región castellano-leonesa, concurriendo en los mismos una serie de características geomorfológicas y paisajísticas de alto rango que determinan la necesidad de establecer un régimen jurídico de protección que los salvaguarde de las amenazas de degradación a que se ciernen sobre ellos ", y se especifica que la responsabilidad de su conservación y cuidado recae sobre el Gobierno regional.

 

Dejando al margen los errores de que no se trata de un lago glaciar ni que tampoco está ubicado en la mal llamada 'región castellano-leonesa' sino en la parte más occidental de la provincia de León, en el municipio de Encinedo, el artículo 4 del Decreto expone que “quedan prohibidos expresamente en toda la extensión de los Monumentos Naturales: cualquier actividad extractiva de los recursos geológicos de la zona; cualquier movimiento de tierras que comporte una modificación de la geomorfología y el paisaje actual de la zona; cualquier actividad que altere o modifique el cauce o caudal del lago, lagunas, arroyos, ríos o aguas subterráneas; y la introducción de cualquier elemento artificial que limite el campo visual, rompa la armonía del paisaje o desfigure la perspectiva”, entre otros condicionantes.

 

La norma deja poco margen a la interpretación pero, ¿se cumple? El Lago de La Baña está rodeado por completo de explotaciones pizarreras a cielo abierto, hasta tal punto que para llegar a él hay que cruzar un laberinto de pistas hechas por y para el transporte en vehículos pesados de los enormes bloques del mineral que se extraen de la tierra. Montañas enteras minadas con dinamita, con más pisos que un rascacielos, y montones de escombreras con los restos que no tienen aprovechamiento industrial son el paisaje que hay que atravesar, sin apenas señalización, hasta conseguir llegar a una estrecha senda de apenas dos kilómetros antes de llegar al agua, ¿agua?, del lago.

 

Un grupo de investigadores de las universidades de León y Salamanca denunciaron ya en 2005 que el lago, incluido en la Red de Espacios Naturales Protegidos de Castilla y León, se seca casi de manera total porque el agua se filtra y hace que el Monumento Natural desaparezca durante varios meses al año. Sin que lo pudieran asegurar, sospechaban que el motivo de la pérdida del agua podía ser por las explotaciones pizarreras y sugirieron llevar a cabo una investigación para certificarlo o descartarlo. La Junta se comprometió años más tarde, y se llegó a publicar en medios de comunicación de la provincia de León, a encargarlo a la Universidad de Salamanca, pero lo cierto es que jamás se hizo y el lago se sigue secando.

 

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José María Redondo Vega, catedrático de Geografía Física en la Universidad de León, sostiene que el origen del Lago de La Baña no es glaciar, “es más singular, más valioso. Su origen es por un deslizamiento”, que le confiere “una estructura poco favorable para la conservación del agua”. Porque el aporte natural de agua que recibe es únicamente el de la lluvia o nieve que cae y porque el fondo no está colmatado sino que sería similar “a un colador”, que facilita las filtraciones y señalando a las pizarreras como “la causa más que probable de la desecación reciente”.

 

“El valle está absolutamente degradado. Termina el límite del Monumento Natural y empiezan las escombreras. Yo conocí ese lago completamente lleno cuando no había ni una explotación de pizarra, en los años 70. Precisamente el lago ha ido a menos, los distintos niveles que ha ido dejando en las rocas de un nivel cada vez inferior coinciden con el aumento de las explotaciones pero, ¿hay una relación causa-efecto? No lo sabemos”, manifestó a ILEÓN, porque nunca se intentó averiguarlo.

 

Ante esta situación y la importante preocupación de la comunidad investigadora, propuso otro estudio que la Junta tampoco desarrolló nunca. Se pretendía conocer la dinámica del lago, saber qué cantidad de agua entraba y salía, y cómo. “Pero se quedó ahí”, durmiendo el sueño de los justos en un cajón, como el que pretendía descubrir las causas del desangramiento del Monumento Natural, porque “a los profesores de universidad no les hace caso nadie, prácticamente”.

 

¿Cuál fue la única decisión de la Junta en este tiempo? “Poner en 'los sumideros' por donde se pierde el agua del lago un plástico de color azul, para evitar que se siguiera desangrando”, explica Redondo Vega. Una solución a medias, porque “se consiguió que se pierda menos agua pero sigue perdiéndola”, y que va en contra de su propia Ley que prohíbe “la introducción de cualquier elemento artificial que limite el campo visual, rompa la armonía del paisaje o desfigure la perspectiva”.

 

Ya en otoño y después de un verano más lluvioso de lo normal, el Lago de La Baña está seco casi de manera total según se ha podido comprobar en una visita reciente, ante la pasividad de la Junta que está obligada a establecer “las medidas de conservación necesarias” para evitarlo. Asediado por numerosas explotaciones pizarreras, en la comarca de Cabrera, una de las más despobladas de Europa, con una densidad de población de tres habitantes por kilómetro cuadrado, y lejos de las miradas críticas y de la actuación de la administración autonómica.

 

 

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