Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 21 de Octubre de 2023

Conversación con Lidia, 11

 

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28 05 2019

 

Hablando de pobreza, ahora parece un cuento poco creíble pero nosotros hemos vivido en una miseria tal que parecía que todos los de alrededor eran ricos, pero  no, todos estábamos en la miseria. Entonces, sabes, no había estas rivalidades o envidias… Sí, yo envidiaba a una niña armenia que tenía…, nosotros todos los veranos sin zapatos y en bragas, sí, en bragas, y así todo el verano. De repente yo vi a una niña con unos zapatos de charol. Porque vivíamos entonces entre armenios, rusos también, pero muchos armenios. Muchos de ellos eran zapateros, sabes, esos que trabajan el cuero, como marroquíes… “artesanos”, sí artesanos, entonces vi a una niña con unos zapatos de charol y con calcetines, y me quedé deslumbrada porque no sabía que existían, nunca había visto nada igual. “Pero ¿qué años tenías?”. Allí yo vivía desde que tomé conciencia, cinco años, hasta once. “Pero esto dónde era ¿en Sajalin?” No, no, era en el Cáucaso. Después vivimos en Kamchatka y después en Sajalín. Pero bien, en todo caso, estas cosas, quieras o no, te marcan la vida.

 

Yo me acuerdo e… y mi hermana también, pero ella no tenía tanta necesidad de ir vestida. Yo me acuerdo que sin zapatos y en bragas andábamos casi todo el verano porque no teníamos otra ropa. Ah, y un pequeño sombrero, porque una gente que pasaba ahí el veraneo, o no sé, nos pasaron dos sombreros para mí y para mi hermana. Mi hermana no lo ponía pero yo sí. Imagínate una niña desnuda y con sombrero, ja, ja, ja. Esas cosas te marcan porque son unas vivencias fuertes. En general en la vida cualquier vivencia de uno mismo te marca, da igual la edad, en edad adulta también.

 

Ah, mira, en la radio, por la mañana, cuando yo desayuno, además de noticias que no entiendo, hay un programa de esos de entretenimiento, sabes en qué sentido,  que les puedes llamar, preguntar…, ellos son muy agradables esos locutores, o no sé cómo llamarlos, muy campechanos ‘Ah, ahora vamos a hablar con Paco que está en León’ sabes, este estilo. Pero hay un tema, ellos eligen un tema y la gente llama y cuenta esas bobadas, porque sabes, alguien tiene que contar eso porque los programas son para eso.

 

Hoy yo quería llamar, bueno pensaba que podía llamar, porque quería contar cómo mi marido me pilló en la cama con el amante. Ja, ja, ja. “Pero eso no me lo has contado”. Ah ¿no? “¿pero te pilló en la cama con tu amante?”. No, no me pilló pero pilló a una amiga mía. Cuando estaba viviendo sola algunas amigas mías que tenían sus amantes usaban mi apartamento porque entonces no había dónde, literalmente, por eso algunas amigas íntimas usaban mi apartamento  para sus encuentros amorosos. Yo les dejaba la llave porque como yo trabajaba por desgracia ¡todo el día!, desde la mañana hasta la noche, ellas podían usarlo con tranquilidad a lo largo del día. Pero mi marido Jan, aunque ya estábamos separados, seguía teniendo la llave del apartamento, por lo que sea, y  yo no tenía dinero para cambiar la cerradura porque era una cerradura complicada, y era cara. Entonces un día estaba mi amiga Eva ahí con su amante y Jan entra, abre con su llave, entra y ve a la pareja en plena acción. Hasta ahora piensa que era yo. Se quedó muy impactado ‘Es que te vi a ti…’ Yo le prohibí tajantemente. Yo no voy a cambiar la cerradura porque no tengo dinero pero que no se te ocurra venir así. ‘Si, vendré, porque sabes, aquí todavía están mis libros…’  Unas bobadas de estas. No creo que él quería vigilarme, el apartamento había sido de los dos y creo que no quería perder su derecho. “Sí, claro, no quería romper los lazos del todo manteniendo cierto derecho a ir al apartamento”. La anécdota no me pasó a mí pero Jan hasta ahora piensa que era yo la que estaba ese día con mi amante. Mi amiga después me contó su impresión ‘Tú sabes que ha pasado Lidia, estábamos en la cama en el mejor momento y en ese momento se abre la puerta y entra Jan’. Naturalmente no se quedó a contemplar, al ver la situación se marchó.

 

Entonces, ya te digo, en el programa cuentan bobadas en vez de contar que el marido le pilló con la amante, eso sí que es interesante. Ja, ja, ja  “Sí, desde luego, más interesante y más divertido”. Cuentan que ‘mamá compro unos dulces y ella lo vio y se comió uno y después mamá se dio cuenta que faltaba un dulce’. Ja, ja, ja.  “¿Esas cosas tan absurdas cuentan en la radio?”. Sí, bobadas.

 

Ah, mira, estoy leyendo un libro que me trajo mi amiga Natacha, lo sacó de la Biblioteca, es sobre Prokófiev, un compositor genial ruso. Qué vivió en París. Era un genio, sabes, con todas las consecuencias, para él, para su mujer, para la música y para todos. Tenía unas migrañas horrorosas, y tomaba chocolate caliente. “¿Para quitarselas?” Algunas veces le ayudaba. ¿Tú no probaste nunca a tomar chocolate caliente para tus migrañas? “No”. Tú con tu modo de alimentarte para no intoxicarte estás tan pura…Ja, ja, ja, que después comes un trozo de empanada de estas…”y me sienta de la patada”. Es lógico Mercedes, ja, ja, ja, me hace mucha gracia. Además, yo como porque tengo hambre, pero tú nunca tienes tanta hambre que quieras coger un trozo de empanada en cualquier sitio y comerlo. “No, pero no te creas, llevo unos días que siento hambre”. ¿Siiii? “Sí, porque estoy tomando ginseng por la mañana en el desayuno con aceite de no sé qué y al final de la  mañana siento hambre, aunque luego me saturo pronto. La sensación de hambre la estoy redescubriendo ahora con esas pastillas”. Qué cosas. Yo como mucho en el momento si tengo esas hambres que necesito comer ya. Si no como no me muero pero por si acaso he comprado un tocino ibérico. “¿Un qué?” Un tocino ibérico. “¿Y cómo te comes eso?” Pues con huevos o con pan. “Ah, bueno, sí, un tocino, pero hay que freírlo ¿no?” Sí, claro, pero es ibérico, de la mejor calidad. “Muy bien, seguramente al ser ibérico te quita mejor el hambre. Hay que cuidarse. Tú, por si acaso, el tocino ibérico”. Para huevos fritos. “Claro, claro, y con algo de muchas calidad”. Si no, los huevos fritos ¿con qué los haces y con qué los comes? “Con nada, naturalmente, si no hay tocino ibérico no se pueden comer huevos fritos, es de cajón”.

 

“Pero hablando de Prokófiev, a mí me interesa su mujer, que si mal no recuerdo se llamaba algo así como Lima o Lina o algo parecido. Creo que era una mujer muy interesante”. Como casi todas las mujeres de grandes hombres. Ella era de padre español y madre rusa. “Si, parece que nació en Madrid. Hace poco he leído algo sobre ella pero me gustaría conocer más cosas. Aspiraba a ser cantante de ópera como su madre, pero se casó muy joven y pasó a ser ‘mujer de’, aunque con mucha personalidad. Me gustaría leer su biografía, si es que está escrita”. No lo sé, yo estoy leyendo los diarios de él. Ella tenía mucho éxito, era muy guapa, inteligente y muy elegante. Era amiga de los mejores artistas  de la época y vivieron en París en la mejor época hasta que volvieron a Rusia. ”Sí, y Stalin la mandó a un gulag acusándola de espía, y ahí estuvo en Siberia muchos años”. Cuando acabe de leerlo, si quieres, te paso el libro que estoy leyendo sobre Serguéi, su marido. “Ay, sí, me gustará leerlo”.

 

“Y hablando de otra cosa. ¿Ya te has puesto al día con las elecciones?”. No, no sé nada de elecciones, tendré que llamar a Merce para que me explique. Tú eres rara. Tú no tienes paciencia. “No, sobre todo porque es difícil saber, es un poco confuso, ganan unos pero acaban gobernando otros y en el impás todos celebran su éxito como ganadores sin haber ganado. En fin, todo depende de quien se amigue con quien, y depende de los pactos que se consigan finalmente a  alguno se le va a helar la sonrisa y a atragantar las celebraciones. Todo, y todos, gira en función de las capacidades de trueque, yo te doy si tú me das”. Entonces esperemos. “Exacto hay que esperar”. Yo no tengo prisa, no voy a enturbiar mi cabeza con esas cosas. Bien, entonces nada, Mercedes, hasta mañana.

 

O Témpora o mores

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