Eloy Rubio Carro
Domingo, 22 de Octubre de 2023

"Desobediencia civil" ante la prohibición del filandón con cuentos de Pereira en Villoria de Órbigo

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Eran las seis de la tarde, seis minutos pasados, de este sábado, cuando dio comienzo con el aforo a rebosar, en el Centro Cultural ManaKisanti de Villoria de Órbigo, el Filandón de cuentos en ‘Homenaje a Antonio Pereira’, coordinado por Tomás Néstor Martínez. Comenzó el acto con la proyección del video titulado 'Antonio Pereira'.

 

 

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Inesperadamente, justo antes del inicio del filandón, un mensaje lanzado como una botella al mar por el obispo Antonio de Sanjurjo y Miranda, prelado de Astorga entre los años 1693-1708, llegó por vía telemática. Tarde como Barnabé al Castillo de Praga arremetía su mandato que llegaba justo ahora al comienzo del filandón y que traía remite de Posadilla de la Vega con fecha del 23-X-1697:

 

“Y por cuanto que a noticia de Su Señoría Ilustrísima ha llegado el grave escándalo que se da de que las mozas y mozos se junten de noche a los filandones de que se pueden ocasionar mayores inconvenientes en ofensa de Dios y perjuicio de sus almas; por tanto, para avisarles, manda Su Señoría Ilustrísima que ninguna persona consienta en su casa dichos filandones ni que a ellos concurra persona alguna de su familia [bajo] pena de excomunión mayor y de cuatro libras de cera en que por cada vez da por condenados Su Señoría Ilustrísima a cada uno de ellos que contravinieren este mandato; y el cura ejecute dicha multa en los defectuosos para lo que le da comisión con facultad de excomulgar y absolver y le encarga el cuidado en la observancia del presente mandato por ser tan del servicio de Dios aplicando dicha multa para aumento de dicha fábrica”.

 

 

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Ahora ese obispo ya no posee autoridad, ni tampoco su actual sucesor de obispalía de Astorga, para impedir lo que fue algo más que un filandón. A fin de cuentas todos los filandones que se vienen haciendo públicamente, precisamente por ello, dejan de serlo. Son vanas copias, remedos, imitaciones, a lo sumo participaciones. Más que un filandón fue la expresión de agradecimiento, de amistad y de admiración hacia Antonio Pereira, por su facundia, su dicharachera palabra que podemos disfrutar y sentir y hasta mecernos (o estremecernos) en la vibración de sus palabras. Fue también una expresión de amor.

 

 

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Se representaron como tal filandón doce narraciones, todas ellas introducidas por el incitador cultural Tomás Néstor Martínez.

 

 

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Las narraciones escogidas fueron ‘Cirujeda’, del libro ‘Una ventana a la carretera’, de 1967. ‘La Barbera alemana’ (Picassos en el desván, 1991). ‘Las peras de Dios’ (Los brazos de la i griega, 1982) y ‘Obdulia, un cuento cruel’ (El síndrome de Estocolmo, 1988). ‘Los Cedilla’ (Una ventana a la carretera, 1967). ‘La prevaricación’ (Cuentos de la Cábila, 2000). ‘Palabras, palabras para una rusa (El síndrome de Estocolmo, 1988). ‘Los boleros del dentista’ (La divisa de la torre, 2001). ‘Los tiempos que vienen’ (Las ciudades del poniente, 1994). ‘San Policarpo’ (Cuentos de la Cábila 2000). ‘La bombilla fiada (Cuentos de la Cábila, 2000) ‘Pastoral (La divisa de la torre, 2007) ‘La hipocondría’, (La divisa de la torre, 2007).

 

De algunos de los cuentos emanaban olores a hierbas, a leche, a menta silvestre, besos de un primer amor. Se podía oír el chirrido de la puerta del jardín, el aporreo del teclado de la Olivetti portatil, el tilinteo de la cuenta de las tuercas y tornillos en la ferretería del padre. O emociones más complejas como la prevaricación del héroe, el dilema moral entre la ventaja del negocio y la ayuda al necesitado extremo. O el 'abuso' musical de las palabras en malabarismos de seductor innato, ¿o habría que decir nato?. ¿O no es acaso eso que provocan sus cuentos cada vez que los leemos?

 

 

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Los cuentos viajaron a través del tiempo, vinieron del 'barrio del otro lado' (la Cábila), saltando el abismo del más allá para darse cita en el magnífico salón de ManaKisanti, cuentos sumamente seductores e inevitables de oír, con esa lucidez de encantamiento del insomnio o de la fiebre. La prohibición era contra Natura. Los asistentes perdieron el miedo a la alegría, al disfrute común y al placer colectivo síntesis de ambos. Contra el interdicto excomulgatorio, fechado en Posadilla, resonaron el sábado todas las carcajadas de homenaje y celebración del centésimo cumpleaños de nuestro paisano, Antonio Pereira. El 'pito del valle' revoloteaba en ellas.

 

Como colofón Joaquín Otero Pereira (director de la fundación Antonio Pereira) y David Santamaría (patrono de la fundación), ambos sobrinos del escritor, agradecieron a los asistentes las muestras de cariño y reconocimiento al homenajeado Antonio Pereira.

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