Hablando con Lidia (12)
![[Img #66177]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2023/1631_2-captura-copia.jpg)
08 05 2017
La otra noche me llamó Juan, oye, siempre llama a las doce o doce y pico, es torpe de funcionamiento, me llama cuando yo ya estoy casi dormida, y me canta. “¿Te canta?, ay que gracioso”. Sí, me canta fados ‘fado me falta tu boca…, fado me faltan tus ojos, fado que fui por el río…’ ja, ja, ja. Pero sabes, de verdad, mira Mercedes, yo criticaba mucho tiempo a todos los hombres en mi vida y voy a morirme sin comprenderlos. Ja, ja, ja, y verdaderamente ya no puedo emplearme en esto. Pero, a todo esto, imagínate, me advierte cuando acaba de cantar que yo entonces ya puedo dormirme, me avergüenzo. Bien, yo me acuesto tarde, por Juan especialmente, aunque esta vez me acosté antes porque estaba cansada. Entonces, a esto de las ocho y media de la mañana me llama mi primer marido Jan porque es el cincuenta y seis aniversario de nuestra boda. Él antes regalaba flores cuando podía pero ahora piensa que cada año hay que celebrarlo porque nunca se sabe cuánto viviremos. Bien, agradezco la atención, pero yo digo que parece como de broma esto de Jan casi después de que Juan me canta por el teléfono.
Cuando mi marido Jan me llama a las ocho y media y yo me asusté porque como sin gafas no veo bien a estas horas y… después yo ya supe que era el día seis pero no pensaba que él va a llamar. Entonces hablamos un poco. Por la mañana yo estoy medio despierta y medio dormida entonces me llama para recordar, y para que sepa, que él me amaba y me ama. “Ayyy, ¡qué bonito!”. Sí, pero ¿dónde está? “Da igual, pero te regala los oídos”. Mercedes, yo soy práctica, tanto amor, tanto amor y estoy sola. “Ya pero igual estás sola si no te lo dicen, y así por lo menos sientes calorcito en los oídos, que no está mal. Es más que nada”. Bien, entonces yo le explicaba a Jan cómo un amigo común nuestro ha hecho una mala jugada. Cuando hacía cincuenta años de nuestra boda Jan me invitó a ir a San Petersburgo, yo no fui pero él fue solo y se recorrió todos los lugares que frecuentábamos de estudiantes y de paso vio a algunas personas que eran de nuestro ambiente, y entre otras cosas vio a un amigo común que era más amigo mío que de él, un tío muy simpático que yo siempre decía que era un buen candidato para casarme. Yo en algún tiempo medio salía con él. Entonces este tío, imagínate, Iura, se llama, marchó de vacaciones un verano, él hacía el doctorado y me parece que ya trabajaba, y cuando vino de vacaciones inesperadamente, apareció que yo me caso ya con Jan. Pero él nunca estableció conmigo una relación amorosa, Mercedes, aunque pasábamos muchísimo tiempo juntos. Para él fue una gran sorpresa, llega y se entera que yo me caso, que estoy a punto de casarme con Jan.
Entonces, pasado algún tiempo, él también se casó y ha tenido algún hijo. Yo hasta alguna vez, ya viviendo en Polonia y estando ya divorciada de Jan, fui a San Peterburgo, donde él vivía y nos vimos con su mujer y eso. Total, ahora Jan, cuando recorrió estos sitios de nuestro amor, como a él le gusta decir, también fue a visitar a este Iura.
Imagínate, éste Iura le dijo, al parecer, que en un momento dado le comenté, cuando estaba a punto de casarme con Jan, que no se preocupara, que yo sólo me caso para salir del país pero que vuelvo… Una cosa tan fuera de posibilidades, si quieres. ¿Cómo iba a casarme para ir a Polonia y luego volver? Pues, no, además era imposible, las fronteras estaban cerradas. Entonces ahora, después de cincuenta años, este amigo nuestro común insinuó, no, le dijo directamente a Jan, que yo me casé con él pero que pensaba marcharme y dejarle. Yo le dije, mira Jan si yo quería marcharme no hubiera vivido 17 años en Polonia. 17 años he vivido en Polonia, son muchos años. Total, de Polonia no se podía uno marchar tampoco. Pero Imagínate que ahora, me dice Jan, cuando me hablaba de su gran amor por mí, me dice que había tenido un sueño, hace unos días, que era tan desagradable como para despertarle. Otra vez ha surgido, esta vez en sueños, nuestro amigo común que le decía lo mismo, que yo me casé con él para salir de Rusia y luego marcharme. “Qué cabrón tu amigo ese”. Sí, sí. El resultado es muy desagradable para Jan, es muy desagradable la situación pero yo le digo: Jan pero tú no lo sabes. Dice: ‘ yo después pensé que este Iura a lo mejor tenía algunas pretensiones porque tú has gustado a muchos hombres’. Y yo le digo: ‘mira Iura pensaba casarse conmigo y eso te lo dijo por celos’. Mercedes, después de cincuenta años yo no esperaba de aquel amigo una jugada tan fea de verdad, muy feo, y todo eso es por celos. A Jan le afectó. Pero verdaderamente Iura era una de esas personas con la que probablemente yo me casaría.
Cuando yo me casé no me pude traer correspondencia a Polonia porque me requisaron todos los papeles y cartas y perdí una carta de Iura en la que lamentaba mucho que él no ha tomado una decisión antes y de repente él viene y yo me caso. En fin, pero yo esa carta no la tengo porque me quitaron toda la correspondencia en la aduana al salir de Rusia. Pero mira, después de cincuenta años, qué cabrón, yo no esperaba nunca eso de él. Te digo que si él me hubiera pedido casarme probablemente yo hubiera aceptado. Pero fíjate, después de cincuenta años que cosas pasan más impresionantes. A Jan le afectó mucho. Ahora han pasado ya seis años y ¡ha soñado con ese asunto! “Pobre Jan, él que estaba disfrutando de revivir su amor por ti y va y le suelta su amigo eso, vaya chasco”.
Yo sé que ese amigo lo ha hecho por eso por los celos, eso lo sé yo. “Pero serán celos pretéritos porque si no te ha visto en cincuenta años, qué celos va a tener” Sí, sí Mercedes, es por los celos de antes, lo que me extrañó muchísimo es que después de 50 años Jan se vaya a amargar por ese asunto, pero en fin, así son las cosas. En realidad a mí me da igual pero Jan está muy afectado y hasta ahora me habló otra vez. Pero bien, esa son cosas…, por lo demás yo estoy en mi vida rutinaria, escucho música y leo. “Pues son unas ocupaciones excelentes”. Ya sabes que yo como buena géminis necesito variedad.
“¿Ya mandaste a todo el mundo el escrito?”. Sí, pero nadie todavía me ha dicho nada. Bien, mientras la leen, mientras lo que sea…, tampoco yo…, pero sí me gustaría saber sus opiniones como a todo el mundo, pero en este caso concreto no tanto. Es un artículo que ha estado elaborándose varios años, sabes, entonces puede gustar, o no, pero ahí hay una gran labor y yo misma estoy contenta. “Sí, además es una narración que deja poso, la lees y te queda ahí algo, deja un poso muy agradable y traslada bien tu sentimiento”. Está bien, eso me tranquiliza aunque como lo sientan otras personas no me importa porque a mí me gusta lo que he hecho. “Eso es importante Lidia, que tú estés satisfecha con lo que has hecho, pero siempre es interesante que lo que haces interese a la gente”. Sí, sí, pero más importante es que me interese a mí. Cuando puedas, esa página tenemos que introducirla en el ordenador para tenerla competa.
Detrás de esa mirada de Camarón llevo años escuchándolo, leyendo libros… y todo eso ha dejado un poso en mí, y el artículo en concreto yo lo empecé a escribir en noviembre y me alegra saber que se percibe un poso, porque sí lo hay. “Claro, lo transmites en el artículo”. No es algo hecho a la ligera, le he dedicado muchísimo tiempo a Camarón, no es una cosa fácil, ligera y corta, por eso me tranquiliza lo que me dices, y cómo lo admita otra gente me da un poquito lo mismo.
Tú sabes bien cómo es mi pasión, y mi conexión, por Camarón porque nosotros hablamos de eso y hemos ido juntas a San Fernando tras los pasos de Camarón, hemos visitado su tumba y hemos pisado por donde él había pisado. “Ay, sí, que bien lo pasamos en aquel viaje. Cómo disfrutamos aquellos días en San Fernando recorriendo todos los lugares de Camarón y tomándonos aquellos mojitos en la Plaza que nos sabían a gloria, ¿te acuerdas de aquellos aperitivos? ¡qué ricos! Y, sobre todo, cómo disfrutamos las cenas en la Venta de Vargas, y la cantidad de cosas y anécdotas que nos contaron los amigos y parientes de Camarón, todo el mundo tan simpático. Qué bonito viaje hicimos y qué de cosas vimos, y oímos. Fue un viaje iniciático estupendo”.
Precisamente por esa ‘convivencia’ que he tenido con Camarón, de la que tú has sido testigo y has participado de ella, y de mi entusiasmo, y de mi todo, me parece que ese artículo está profundo “Sí, todo eso se tramite, el artículo tiene alma”. Muy bien, me alegro mucho, entonces a ver si alguien contesta, o nadie contesta, porque sí me interesa, naturalmente, si alguien contesta y si les ha gustado o no.
Y por lo demás, bien, cuando se marche tu hijo y estés más disponible a ver si hacemos una copia del artículo. “Sí, no hace falta que se vaya mi hijo para que vengas, me ha dicho que quería verte, así que mañana te voy a buscar y vienes a comer y así te ve y hacemos lo que quieras en el ordenador”. Bueno Mercedes, entonces, hasta mañana. “Mañana nos vemos”.
O témpora o mores
08 05 2017
La otra noche me llamó Juan, oye, siempre llama a las doce o doce y pico, es torpe de funcionamiento, me llama cuando yo ya estoy casi dormida, y me canta. “¿Te canta?, ay que gracioso”. Sí, me canta fados ‘fado me falta tu boca…, fado me faltan tus ojos, fado que fui por el río…’ ja, ja, ja. Pero sabes, de verdad, mira Mercedes, yo criticaba mucho tiempo a todos los hombres en mi vida y voy a morirme sin comprenderlos. Ja, ja, ja, y verdaderamente ya no puedo emplearme en esto. Pero, a todo esto, imagínate, me advierte cuando acaba de cantar que yo entonces ya puedo dormirme, me avergüenzo. Bien, yo me acuesto tarde, por Juan especialmente, aunque esta vez me acosté antes porque estaba cansada. Entonces, a esto de las ocho y media de la mañana me llama mi primer marido Jan porque es el cincuenta y seis aniversario de nuestra boda. Él antes regalaba flores cuando podía pero ahora piensa que cada año hay que celebrarlo porque nunca se sabe cuánto viviremos. Bien, agradezco la atención, pero yo digo que parece como de broma esto de Jan casi después de que Juan me canta por el teléfono.
Cuando mi marido Jan me llama a las ocho y media y yo me asusté porque como sin gafas no veo bien a estas horas y… después yo ya supe que era el día seis pero no pensaba que él va a llamar. Entonces hablamos un poco. Por la mañana yo estoy medio despierta y medio dormida entonces me llama para recordar, y para que sepa, que él me amaba y me ama. “Ayyy, ¡qué bonito!”. Sí, pero ¿dónde está? “Da igual, pero te regala los oídos”. Mercedes, yo soy práctica, tanto amor, tanto amor y estoy sola. “Ya pero igual estás sola si no te lo dicen, y así por lo menos sientes calorcito en los oídos, que no está mal. Es más que nada”. Bien, entonces yo le explicaba a Jan cómo un amigo común nuestro ha hecho una mala jugada. Cuando hacía cincuenta años de nuestra boda Jan me invitó a ir a San Petersburgo, yo no fui pero él fue solo y se recorrió todos los lugares que frecuentábamos de estudiantes y de paso vio a algunas personas que eran de nuestro ambiente, y entre otras cosas vio a un amigo común que era más amigo mío que de él, un tío muy simpático que yo siempre decía que era un buen candidato para casarme. Yo en algún tiempo medio salía con él. Entonces este tío, imagínate, Iura, se llama, marchó de vacaciones un verano, él hacía el doctorado y me parece que ya trabajaba, y cuando vino de vacaciones inesperadamente, apareció que yo me caso ya con Jan. Pero él nunca estableció conmigo una relación amorosa, Mercedes, aunque pasábamos muchísimo tiempo juntos. Para él fue una gran sorpresa, llega y se entera que yo me caso, que estoy a punto de casarme con Jan.
Entonces, pasado algún tiempo, él también se casó y ha tenido algún hijo. Yo hasta alguna vez, ya viviendo en Polonia y estando ya divorciada de Jan, fui a San Peterburgo, donde él vivía y nos vimos con su mujer y eso. Total, ahora Jan, cuando recorrió estos sitios de nuestro amor, como a él le gusta decir, también fue a visitar a este Iura.
Imagínate, éste Iura le dijo, al parecer, que en un momento dado le comenté, cuando estaba a punto de casarme con Jan, que no se preocupara, que yo sólo me caso para salir del país pero que vuelvo… Una cosa tan fuera de posibilidades, si quieres. ¿Cómo iba a casarme para ir a Polonia y luego volver? Pues, no, además era imposible, las fronteras estaban cerradas. Entonces ahora, después de cincuenta años, este amigo nuestro común insinuó, no, le dijo directamente a Jan, que yo me casé con él pero que pensaba marcharme y dejarle. Yo le dije, mira Jan si yo quería marcharme no hubiera vivido 17 años en Polonia. 17 años he vivido en Polonia, son muchos años. Total, de Polonia no se podía uno marchar tampoco. Pero Imagínate que ahora, me dice Jan, cuando me hablaba de su gran amor por mí, me dice que había tenido un sueño, hace unos días, que era tan desagradable como para despertarle. Otra vez ha surgido, esta vez en sueños, nuestro amigo común que le decía lo mismo, que yo me casé con él para salir de Rusia y luego marcharme. “Qué cabrón tu amigo ese”. Sí, sí. El resultado es muy desagradable para Jan, es muy desagradable la situación pero yo le digo: Jan pero tú no lo sabes. Dice: ‘ yo después pensé que este Iura a lo mejor tenía algunas pretensiones porque tú has gustado a muchos hombres’. Y yo le digo: ‘mira Iura pensaba casarse conmigo y eso te lo dijo por celos’. Mercedes, después de cincuenta años yo no esperaba de aquel amigo una jugada tan fea de verdad, muy feo, y todo eso es por celos. A Jan le afectó. Pero verdaderamente Iura era una de esas personas con la que probablemente yo me casaría.
Cuando yo me casé no me pude traer correspondencia a Polonia porque me requisaron todos los papeles y cartas y perdí una carta de Iura en la que lamentaba mucho que él no ha tomado una decisión antes y de repente él viene y yo me caso. En fin, pero yo esa carta no la tengo porque me quitaron toda la correspondencia en la aduana al salir de Rusia. Pero mira, después de cincuenta años, qué cabrón, yo no esperaba nunca eso de él. Te digo que si él me hubiera pedido casarme probablemente yo hubiera aceptado. Pero fíjate, después de cincuenta años que cosas pasan más impresionantes. A Jan le afectó mucho. Ahora han pasado ya seis años y ¡ha soñado con ese asunto! “Pobre Jan, él que estaba disfrutando de revivir su amor por ti y va y le suelta su amigo eso, vaya chasco”.
Yo sé que ese amigo lo ha hecho por eso por los celos, eso lo sé yo. “Pero serán celos pretéritos porque si no te ha visto en cincuenta años, qué celos va a tener” Sí, sí Mercedes, es por los celos de antes, lo que me extrañó muchísimo es que después de 50 años Jan se vaya a amargar por ese asunto, pero en fin, así son las cosas. En realidad a mí me da igual pero Jan está muy afectado y hasta ahora me habló otra vez. Pero bien, esa son cosas…, por lo demás yo estoy en mi vida rutinaria, escucho música y leo. “Pues son unas ocupaciones excelentes”. Ya sabes que yo como buena géminis necesito variedad.
“¿Ya mandaste a todo el mundo el escrito?”. Sí, pero nadie todavía me ha dicho nada. Bien, mientras la leen, mientras lo que sea…, tampoco yo…, pero sí me gustaría saber sus opiniones como a todo el mundo, pero en este caso concreto no tanto. Es un artículo que ha estado elaborándose varios años, sabes, entonces puede gustar, o no, pero ahí hay una gran labor y yo misma estoy contenta. “Sí, además es una narración que deja poso, la lees y te queda ahí algo, deja un poso muy agradable y traslada bien tu sentimiento”. Está bien, eso me tranquiliza aunque como lo sientan otras personas no me importa porque a mí me gusta lo que he hecho. “Eso es importante Lidia, que tú estés satisfecha con lo que has hecho, pero siempre es interesante que lo que haces interese a la gente”. Sí, sí, pero más importante es que me interese a mí. Cuando puedas, esa página tenemos que introducirla en el ordenador para tenerla competa.
Detrás de esa mirada de Camarón llevo años escuchándolo, leyendo libros… y todo eso ha dejado un poso en mí, y el artículo en concreto yo lo empecé a escribir en noviembre y me alegra saber que se percibe un poso, porque sí lo hay. “Claro, lo transmites en el artículo”. No es algo hecho a la ligera, le he dedicado muchísimo tiempo a Camarón, no es una cosa fácil, ligera y corta, por eso me tranquiliza lo que me dices, y cómo lo admita otra gente me da un poquito lo mismo.
Tú sabes bien cómo es mi pasión, y mi conexión, por Camarón porque nosotros hablamos de eso y hemos ido juntas a San Fernando tras los pasos de Camarón, hemos visitado su tumba y hemos pisado por donde él había pisado. “Ay, sí, que bien lo pasamos en aquel viaje. Cómo disfrutamos aquellos días en San Fernando recorriendo todos los lugares de Camarón y tomándonos aquellos mojitos en la Plaza que nos sabían a gloria, ¿te acuerdas de aquellos aperitivos? ¡qué ricos! Y, sobre todo, cómo disfrutamos las cenas en la Venta de Vargas, y la cantidad de cosas y anécdotas que nos contaron los amigos y parientes de Camarón, todo el mundo tan simpático. Qué bonito viaje hicimos y qué de cosas vimos, y oímos. Fue un viaje iniciático estupendo”.
Precisamente por esa ‘convivencia’ que he tenido con Camarón, de la que tú has sido testigo y has participado de ella, y de mi entusiasmo, y de mi todo, me parece que ese artículo está profundo “Sí, todo eso se tramite, el artículo tiene alma”. Muy bien, me alegro mucho, entonces a ver si alguien contesta, o nadie contesta, porque sí me interesa, naturalmente, si alguien contesta y si les ha gustado o no.
Y por lo demás, bien, cuando se marche tu hijo y estés más disponible a ver si hacemos una copia del artículo. “Sí, no hace falta que se vaya mi hijo para que vengas, me ha dicho que quería verte, así que mañana te voy a buscar y vienes a comer y así te ve y hacemos lo que quieras en el ordenador”. Bueno Mercedes, entonces, hasta mañana. “Mañana nos vemos”.
O témpora o mores