Ramiro Guardia Esteso
Domingo, 26 de Noviembre de 2023

Vavilov en España. Una Odisea en busca de la escanda

Pablo Huerga Melcón, Vavilov en España. Una Odisea en busca de la escanda, Ed. Remay Vive, 2022.

 

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El profesor de Filosofía de la Universidad de Oviedo, Pablo Huerga, tras 10 años de investigación nos acerca a la vida de Nicolai Ivanovich Vavilov (1887-1943), un científico ruso de reconocimiento internacional, que fuera miembro de la Academia de Ciencias de la URSS en 1923; incansable investigador, cuyo objetivo sería crear un banco de semillas a nivel mundial. Siguiendo tal cometido, Vavilov, en sus innumerables viajes realizando estudios de plantas y métodos en la agricultura, visitará, como no podía ser de otra manera, también España en 1927 con esta intención. De Norte a Sur, de forma infatigable y rodeado siempre de extraordinarios y curiosos científicos españoles, sabedores de la importancia de Vavílov y su proyecto: “Viajar en busca de plantas cultivadas, con el fin de incrementar los fondos del más famoso e importante museo de plantas cultivadas que ha habido en el mundo, en la sede del Instituto de Plantas Cultivadas (VIR) de Leningrado”, p.20.

 

En principio podríamos pensar que este libro sigue los cauces normales de un investigador, Vavilov, acompañado del exotismo que supondría su venida, la de un científico ruso de talla internacional en España. Pero la vida, en principio, lineal e intelectual, apasionada y serena de este científico, se encontrará muy lejos de la a priori normalidad, pues Vavilov, darwinista y genetista de formación científica, será víctima de la represión más infame, dirá Huerga, del gobierno de la URSS, cuyos métodos de terror harán ver la neutralidad de las ciencias como un mito de la mayor de las envergaduras. Además de saltar por los aires también, la posible armonía intra-científica, en este caso de la Biología, ya que fue eliminado Vavilov y su equipo, a causa de las crueldades ideológicas surgidas entre su visión y la de otros genetistas y la del famoso neolamarkista, Trofim D. Lysenko.

 

No destriparé más el libro para así dejar que el lector goce a la vez de pasión y estupefacción en este electrizante libro, “la historia de la Odisea de un intrépido Indiana Jones”.

 

Sí diré, que ya desde las primeras páginas del libro, el lector percibe que no se encuentra ante un libro biográfico al uso que, a partir de la documentación encontrada -que Huerga analiza y contrasta exhaustivamente- e investigada, describa los acontecimientos. Sin duda esto sucede, pues el filósofo se adentra en las mismas profundidades de los textos para estudiar con rigurosidad exquisita los textos que por aquí y por allá va encontrando, con ojo crítico y causal. Pero este ensayo sobre el gran botánico ruso Vavilov rompe con los presupuestos gnoseológicos del cierre de la historia biográfica, pues Huerga consolida con la lupa de filósofo, unos pilares necesarios que, a mi modo de ver, enriquecen y explican mejor la intensa vida del científico ruso en sus viajes por España.

 

Me explico, Huerga se aleja de los estudios biográficos al uso, de tanto éxito en Los Estados Unidos y exportados a veces sin filtro por la investigación académica y periodística española, que gustan de hablar de la vida de un personaje famoso como si fuera un átomo aislado y la fuerza del ambiente exterior naciera de la potencia del individuo en la historia; en vez de ver, que el personaje gana en altura y en comprensión cuando se aporta un contexto, una dinámica histórica en la que el personaje está inmerso. Sin duda el lector agradece que el puente que atravesara Vavilov, esté en este estudio cimentado con los referentes políticos, económicos, sociales; necesarios para entender mejor el alcance de su vida y obra. Siguiendo este presupuesto gnoseológico necesario, Huerga va colocando hitos que como guía, contextualizando la España de la época en que Vavílov nos visitará -la edad de plata de la cultura nacional-, tanto como el enclave en el que se encontraba la URSS...

 

Dos cosas me sorprenden en este sentido: la riqueza científica y apasionada que había en España, en una época en la que, de seguir el mito vergonzante y anulador de la Leyenda negra, pareciera que en España las ciencias fueran un reducto insignificante: “Aquí, en España, le esperaban un grupo de botánicos, entomólogos, biólogos, e ingenieros agrónomos que le ayudaron y orientaron en su trabajo”, p.20.Y dos, ¡atención!: Vavilov recorrerá la península ibérica a ritmo frenético y fecundo en sus investigaciones -increíble para tan solo dos meses que estuvo en España- haciendo una especial parada en el noroeste español: Galicia, Asturias, Ponferrada, Bembibre…

 

Ya tenemos por tanto unos elementos que, conjugados de manera tan sencilla como rigurosa, darán como resultado una especie de novela de espionaje, en la que el estudioso, como si fuera el protagonista de la obra “El antropólogo inocente”, trata de descubrir, en documentos, cartas, hemerotecas, informes, facturas, entrevistas, y todo lo que a su alcance pueda, la vida y tragedia de un pacífico y filántropo investigador genetista, cuyo estudio se cruzará con el clima de terror más irracional de la URSS.

 

Un patriota convencido de la mejora de su país con la verdad de las ciencias por delante, cuya misma patria le traicionará; un científico que sabrá valorar, con ánimo honesto y cariñoso, las riquezas y generosidades de España: “De entre las diversas disciplinas científicas españolas, una de las más importantes es la Geografía […]. En ningún otro país había encontrado semejante número de manuales y libros sobre Geografía […]. La Cartografía española se encuentra en un nivel bastante alto también. […]. Las Ciencias Naturales, la Geología y la Arqueología tienen un alto nivel. En España se organiza un número importante de congresos internacionales de Química, Geología, Arqueología y Agricultura”, (p- 67-68).

 

Para finalizar, celebro el estudio del profesor Pablo Huerga, que creo habrá que enmarcar en la necesidad de completar los grandes vacíos de la historia de la ciencia de este país, a veces incapaz de reconocer los logros propios. Y cómo no, de tomar el pasado como reivindicación del presente, aunque solo sea para subrayar los principios que en vida Vavilov tendría tan presentes:

  1. El sentido de la verdad objetividad
  2. El sentido de la responsabilidad personal
  3. El sentido de la libertad, p. 149.

 

¡Qué más actualidad se puede pedir!, ¡qué metas más altas se pueden proponer!: sin duda ninguna.

                                                       

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