Reiniciar España 1
![[Img #66666]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2023/800_5-max-copia.jpg)
El viaje del presidente de Asturias, el pasado dos de diciembre, en el primer viaje de la línea comercial de la vía de Alta Velocidad, por la variante de Pajares, que une Asturias con León y con el resto de España, es un símbolo de toda una nueva época que comienza, que evoca demasiado aquella otra que inició el reino de Asturias, en aquella ocasión para deshacerse de los musulmanes, que con tanta voracidad se habían impuesto sobre los territorios de la Hispania Romana.
La afinidad de los dos territorios, lo que ahora es Asturias y es León, es proverbial. Desde los tiempos anteriores a los romanos estaban habitados por los astures, que desde las aguas del Cantábrico se extendían a la llanura de León hasta la cuenca del Esla o Astura, dando nombre a todos los pueblos integrados por unos mismos intereses y costumbres, con la denominación de astures y con ‘Astúrica Augusta’ como capital. Una realidad geopolítica muy poco definida, pero real y existente, a diferencia de muchas, que con más imaginación y cuento, se sienten orgullosas de su pasado.
En este orden natural evocado por el presidente Adrián Barbón, en su viaje inaugural, se alude a las guerras de los astures y cántabros contra los romanos y sugiere mucho otros episodios históricos, como el gran amanecer de Asturias para liberarse de los árabes invasores y su innegable apuesta por lo que llegaría a ser el reino esplendoroso de León, que hasta fue cuna del parlamentarismo, con el que renació la democracia en Europa, de leyes y fueros, que transcendieron sus fronteras y se asentaron en la esencia de los otros reinos, que emergían en los antiguos territorios.
En estos ya había nacido la municipalidad en la Brañosera palentina y fue donde nació la primera Universidad española, en Salamanca. De un reino que fue impulsor, como financiador, de Cluny y de su influjo en Europa. Que alentó la idea de imperio con sus reyes y, como Asturias había hecho con él, alumbró a Castilla, que junto con Aragón configuraron el reino de reinos que ha sido España.
En este itinerario histórico no andan muy boyantes los aires de España en su espíritu de hacerse, cuando hay grandes pueblos que en aquella aventura fueron tardíos, pues andaban ocupados en levantar piedras o concentrados en su propia realidad, desde la que ignoraban las de los demás y del hacerse común y andan en el deshacerlo, como si eso fuera un descubrimiento. Cuando llegaron a lo común fue por la vía del pacto y del interés, nunca por la fuerza y la imposición de las armas. Aunque ellos en su ignorancia de cómo fueron las cosas en su pasado y por sus antecesores, así se comporten en consecuencia.
Con caudillos de las nuevas causas que huyen en maleteros o votan no y se quedan en trance cuando ven que se pierde la votación. Se creen ‘mesías’ y no son nada más que profetas falsos de la nueva causa. En este panorama de descontrol y desconcierto nos representan fundamentalmente dos partidos nacionales. Uno se halla sumido en la búsqueda y el pacto, teniendo que inclinarse ante reyezuelos, duques y varones, que todos tienen voz, no así cordura y sosiego.
El otro anda sumido en el insulto y el lamento. Con sus soflamas de que se rompe España, sin advertir que es él el que se ha roto. Es el más joven de los dos, pero ha tirado por la borda la riqueza de la experiencia de sus mayores y así es como anda. Ni una idea, ni una propuesta útil. Solo ‘zascas’ como referente a lo largo de los meses. Solo insultos y amenazas, por la España que se rompe, en vez de ver que es él el que cada vez está más roto y que ha renunciado a la dignidad de los principios para hacerse con el poder autonómico. Sin que nadie exija su desaparición por lo de fuera de juego que se ha quedado, en los límites de la democracia, como si a veces no lo entendiera y le quedara grande. Con incumplimientos de la Constitución, que encima, cuando le interesa, arroja contra los demás. Como si fuera un arma. Pero sin plantearse su insoslayable refundación propia, cuando se cree el valedor de aquella, como si fuera suya, y tanto que vaciló para aprobarla. Solo le dieron su voto la mitad de sus diputados de lo que entonces se llamaba ‘Alianza Popular’, y la otra mitad votó en contra o se abstuvieron. Viven con la fe de los fementidos, que cuando se creen una cosa, la defienden como si fuera suya, sin que lo sea.
Ahora se creen que es de ellos y no de todos y que es la que modernizó a España. Cuando ellos han estado en contra de todas las leyes que representaban progreso y avances sociales. Desde el divorcio al aborto. La Reforma Fiscal y la Contrarreforma a su Reforma Laboral y las que buscaban acabar con las desigualdades económicas. El matrimonio homosexual. Los derechos LGTBI. La eutanasia. Todas las demás leyes que hacían la España moderna.
Ufanándose de lo bien que gestionaban la economía. Gestionando la peor crisis del 2008 de la peor forma posible. Haciendo que pagaran más los más necesitados y no los más beneficiados. Que nos metieron en la guerra en contra del interés de más del 95 % de los españoles, pero sin meternos y sí que pagamos las consecuencias con centenares de muertos. Que algunos de sus líderes han negado el cambio climático. Que pusieron el impuesto al sol y que han encabezado la corrupción, con las sentencias firmes de los tribunales, de las que no se han podido zafar a pesar de lo que lo han intentado.
Porque ese es otro tema la Justicia, que en sus manos está llegando a sus mayores cotas de desencanto y cada vez son más los españoles crédulos que no se la creen, porque en lo que estamos es en la Crisis de la Justicia. Que si no es Justa es Injusticia.
El viaje del presidente de Asturias, el pasado dos de diciembre, en el primer viaje de la línea comercial de la vía de Alta Velocidad, por la variante de Pajares, que une Asturias con León y con el resto de España, es un símbolo de toda una nueva época que comienza, que evoca demasiado aquella otra que inició el reino de Asturias, en aquella ocasión para deshacerse de los musulmanes, que con tanta voracidad se habían impuesto sobre los territorios de la Hispania Romana.
La afinidad de los dos territorios, lo que ahora es Asturias y es León, es proverbial. Desde los tiempos anteriores a los romanos estaban habitados por los astures, que desde las aguas del Cantábrico se extendían a la llanura de León hasta la cuenca del Esla o Astura, dando nombre a todos los pueblos integrados por unos mismos intereses y costumbres, con la denominación de astures y con ‘Astúrica Augusta’ como capital. Una realidad geopolítica muy poco definida, pero real y existente, a diferencia de muchas, que con más imaginación y cuento, se sienten orgullosas de su pasado.
En este orden natural evocado por el presidente Adrián Barbón, en su viaje inaugural, se alude a las guerras de los astures y cántabros contra los romanos y sugiere mucho otros episodios históricos, como el gran amanecer de Asturias para liberarse de los árabes invasores y su innegable apuesta por lo que llegaría a ser el reino esplendoroso de León, que hasta fue cuna del parlamentarismo, con el que renació la democracia en Europa, de leyes y fueros, que transcendieron sus fronteras y se asentaron en la esencia de los otros reinos, que emergían en los antiguos territorios.
En estos ya había nacido la municipalidad en la Brañosera palentina y fue donde nació la primera Universidad española, en Salamanca. De un reino que fue impulsor, como financiador, de Cluny y de su influjo en Europa. Que alentó la idea de imperio con sus reyes y, como Asturias había hecho con él, alumbró a Castilla, que junto con Aragón configuraron el reino de reinos que ha sido España.
En este itinerario histórico no andan muy boyantes los aires de España en su espíritu de hacerse, cuando hay grandes pueblos que en aquella aventura fueron tardíos, pues andaban ocupados en levantar piedras o concentrados en su propia realidad, desde la que ignoraban las de los demás y del hacerse común y andan en el deshacerlo, como si eso fuera un descubrimiento. Cuando llegaron a lo común fue por la vía del pacto y del interés, nunca por la fuerza y la imposición de las armas. Aunque ellos en su ignorancia de cómo fueron las cosas en su pasado y por sus antecesores, así se comporten en consecuencia.
Con caudillos de las nuevas causas que huyen en maleteros o votan no y se quedan en trance cuando ven que se pierde la votación. Se creen ‘mesías’ y no son nada más que profetas falsos de la nueva causa. En este panorama de descontrol y desconcierto nos representan fundamentalmente dos partidos nacionales. Uno se halla sumido en la búsqueda y el pacto, teniendo que inclinarse ante reyezuelos, duques y varones, que todos tienen voz, no así cordura y sosiego.
El otro anda sumido en el insulto y el lamento. Con sus soflamas de que se rompe España, sin advertir que es él el que se ha roto. Es el más joven de los dos, pero ha tirado por la borda la riqueza de la experiencia de sus mayores y así es como anda. Ni una idea, ni una propuesta útil. Solo ‘zascas’ como referente a lo largo de los meses. Solo insultos y amenazas, por la España que se rompe, en vez de ver que es él el que cada vez está más roto y que ha renunciado a la dignidad de los principios para hacerse con el poder autonómico. Sin que nadie exija su desaparición por lo de fuera de juego que se ha quedado, en los límites de la democracia, como si a veces no lo entendiera y le quedara grande. Con incumplimientos de la Constitución, que encima, cuando le interesa, arroja contra los demás. Como si fuera un arma. Pero sin plantearse su insoslayable refundación propia, cuando se cree el valedor de aquella, como si fuera suya, y tanto que vaciló para aprobarla. Solo le dieron su voto la mitad de sus diputados de lo que entonces se llamaba ‘Alianza Popular’, y la otra mitad votó en contra o se abstuvieron. Viven con la fe de los fementidos, que cuando se creen una cosa, la defienden como si fuera suya, sin que lo sea.
Ahora se creen que es de ellos y no de todos y que es la que modernizó a España. Cuando ellos han estado en contra de todas las leyes que representaban progreso y avances sociales. Desde el divorcio al aborto. La Reforma Fiscal y la Contrarreforma a su Reforma Laboral y las que buscaban acabar con las desigualdades económicas. El matrimonio homosexual. Los derechos LGTBI. La eutanasia. Todas las demás leyes que hacían la España moderna.
Ufanándose de lo bien que gestionaban la economía. Gestionando la peor crisis del 2008 de la peor forma posible. Haciendo que pagaran más los más necesitados y no los más beneficiados. Que nos metieron en la guerra en contra del interés de más del 95 % de los españoles, pero sin meternos y sí que pagamos las consecuencias con centenares de muertos. Que algunos de sus líderes han negado el cambio climático. Que pusieron el impuesto al sol y que han encabezado la corrupción, con las sentencias firmes de los tribunales, de las que no se han podido zafar a pesar de lo que lo han intentado.
Porque ese es otro tema la Justicia, que en sus manos está llegando a sus mayores cotas de desencanto y cada vez son más los españoles crédulos que no se la creen, porque en lo que estamos es en la Crisis de la Justicia. Que si no es Justa es Injusticia.