Nuria Viuda
Sábado, 23 de Diciembre de 2023

El estallido

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Cómo no escribir sobre algo tan usual en este tiempo como lo navideño. ¿Qué es lo navideño? Lo navideño es el colorín y lo lumínico elevado a la enésima potencia. Nada más, no busquen otros posibles significados porque la Navidad se ha reducido al gasto y el relumbrón a toda costa; si es que en otro tiempo su cometido era otro.

 

La competencia lumínica entre ciudades y comarcas ha tomado las calles, sólo algunas, claro. El extrarradio queda a oscuras de los caprichos de las concejalías. Allí las calles con socavones es mejor que no se vean demasiado, que ninguna lucecita de colores ennoblezca los desconchones, no vaya a ser que haya que ir el siete de enero a repararlos con maquinarias costosas.

 

Parece que los pobres no interesan porque consumen poco o directamente no consumen, no entran en las ruedas de reconocimiento del comercio y los oropeles. Más bien se apostan en las colas de las instituciones de caridad para ver si cae un juguetito para sus niños o un paquete de arroz vaporizado. Qué injusticia señores. Qué bochorno cuando todo en el centro es algarabía y villancico. Un gasto innecesario, este de la luminaria y el falso fogón. Si se realizase con este dispendio inútil de todo punto (debe de ser una pasta gansa) una comida popular para año nuevo,donde toda las ciudades formasen un inmenso comedor comunitario, seríamos mucho más felices.¿No les parece? Al menos el despilfarro sería provechoso y democrático. Una fiesta mayor. Un placer compartido. Nada de comer en casa de la suegra o de la hermana. Todos a la calle a disfrutar las bondades del erario público bien empleado. Todos a cocinar y poner las mesas y los manteles. Así no habría problemas  de familia: que si tú hiciste más y el otro menos, que si yo compré y tú no has traído nada y además pagué comida para todos. Que si patatín  y patatán.

 

Recen y coman. Beban y disfruten, pero sobre todo gasten, gasten sus últimos cartuchos en la feria de las vanidades mientras el mundo estalla y se desvanece en cenizas. Este es el gran contenido de la mal llamada Navidad. Me recuerda al crack del veintinueve. ¿Se acuerdan? No habíamos nacido y los que lo poblaban las ciudades de aquellos años veinte se han desvanecido. Todo ya es nada. Las lucecitas se apagarán el día siete y queda rodar. Rodar hacia el estallido del colorín de la próxima falsa ilusión. Coman y recen. Recen mucho.

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