Soplando en el viento
![[Img #66849]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2023/7456_4-dsc_0363-copia.jpg)
¡¡¡Treintayunmil novecientosveeeiiiiitiocho miiiiiiiil!! euros.
Este es el primer villancico de las fiestas. Con estos mantras dineriles repetitivos a lo largo de toda la mañana nos despertamos el día 22. Es el canto que nos abre las puertas a la Navidad.
Es curioso, este cántico nos recuerda que a pesar de tanto amor, tanto cariño, perdón, afecto y redenciones que conlleva el llamado espíritu de la Navidad, hay otro espíritu por encima de tantas buenas intenciones que es el espíritu del dinero. El money, money es lo que marca nuestras vidas infinitamente más que el amor. Gastamos mucho más dinero en comprar boletos para tentar a la suerte y esperar que nos caigan algunos miles de euros (este año los españoles nos hemos gastado 3.318 millones de euros en la lotería, parece ser que es un 4% más que el año pasado) que en hacer con el dinero alguna obra buena a aquellos que más lo necesitan, sobre todo en estas fiestas. Porque no hay peor cosa para una persona que se siente sola que el estar contemplando la algarabía festiva del ambiente que le rodea. Una persona que en su vida cotidiana está sola, estas fiestas le hacen sentirse muchísimo más sola. La soledad rodeada de alegría es una soledad cruel.
En estos momentos yo pienso sobre todo en tantísimas familias palestinas rotas, aniquiladas, en centenares de niños sin familia, centenares de mujeres sin marido, de maridos sin mujeres, de padres sin hijos, de hijos sin padres, de niños sin hermanos… Su tragedia está ahí, a cuatro horas en avión de Madrid. Una tragedia que después de más de dos meses la hemos asumido y la hemos incorporado a los acontecimientos diarios de la vida. Y me estoy refiriendo a Gaza por ser la más próxima en el tiempo y porque esta masacre nos ha hecho olvidar el sufrimiento que desde hace dos años padecen los ucranianos por la ambición de Putin.
Y, a pesar de la continua matanza indiscriminada, las noticias sobre la barbarie en Gaza han ido decayendo en su intensidad, y nosotros, los que vivimos fuera de esa furia bélica, ya miramos en la televisión a los muertos palestinos y oímos las mentiras y bravuconadas de los israelíes con cierto abandono, porque lo que vemos ya lo hemos visto el día anterior, y el anterior al anterior , y el anterior al anterior del anterior… Y sí, es verdad que las imágenes parecen las mismas cada día, pero el drama es que los muertos nos son los mismos, éstos cada día son distintos, son otros que se van sumando en número a los anteriores, y al día de hoy han pasado de 20.000 los muertos palestinos, el 70% mujeres y niños y, además, según la ONU, más de medio millón de personas están muriendo de hambre en Gaza.
Hoy viernes 22 de diciembre de 2023 mientras oímos el cántico navideño de “veinticuatromidoscientosseseeeeenta miiiiil euros”, en Gaza sigue el mantra del sonido de las bombas cayendo sobre casas, hospitales y población. Sí, es así. Los que lo podemos sentir lo sentimos pero… ¿qué podemos hacer? Lo peor de todo es la impotencia. Como no puedo hacer nada no quiero más información ni ver nada, no quiero sufrir si no puedo intervenir. Y así, supongo, les pasará a muchos, por lo que acabamos cerrando los ojos y los oídos, porque la democracia en su espíritu más puro no funciona; el que manda, manda y, si existen intereses por medio, el que manda actúa sin pudor ni moderación saltándose la democracia a la torera.
La sociedad en la que estamos se ha convertido en una sociedad dura, los valores han dado paso al duro mercantilismo en el que todo vale para conseguir la acumulación de poder.
Esta madrugada, arropada en mi cama muy calentita sobre la almohada de plumas y bajo edredón también de plumas, miraba los árboles escarchados bajo la gran helada que estaba cayendo, con temperatura a seis bajo cero, y pensaba yo (ya se sabe que esas son horas en las que la cabeza se pone más ‘lista’) en el inicio de las Catilinarias. ¿Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?... Cicerón se dirige a Catilina en el Senado romano el 8 de noviembre del 63 a.C., pues Catilina conjuraba para hacerse con el poder. Traducido a mi manera lo que le decía Cicerón a Catilina sería “¿Hasta cuándo has de abusar de nuestra paciencia Catilina?, ¿Cuánto tiempo hemos de estar siendo el juguete de tu furor? ¿Cuál será el termino de esta tu desenfrenada osadía?” Me venían esas frases a la mente, temprano por la mañana, y pensaba que estas preguntas son perfectamente aplicables a los nuevos catilinos, es decir a Netanyagu y Putin. La respuesta está blowin in de wind, como canta Bob Dylan, “soplando en el viento”.
En fin. Siguen cantando los niños de San Idelfonso. Empiezan las fiestas navideñas. Mañana me llega la primera familia de hijo. Tengo todavía que comprar los langostinos, el cordero, los higos, las pasas…, y preparar la cocina y sacar los adornos navideños. Una gran trabajera. Todo sea por la Navidad, Navidad, dulce Navidad.
¡Mucha felicidad para todos! y ojalá les llegue algo de felicidad también a los que están sufriendo en esas guerras incomprensibles. Un milagro estaría perfecto.
O tempora o mores
¡¡¡Treintayunmil novecientosveeeiiiiitiocho miiiiiiiil!! euros.
Este es el primer villancico de las fiestas. Con estos mantras dineriles repetitivos a lo largo de toda la mañana nos despertamos el día 22. Es el canto que nos abre las puertas a la Navidad.
Es curioso, este cántico nos recuerda que a pesar de tanto amor, tanto cariño, perdón, afecto y redenciones que conlleva el llamado espíritu de la Navidad, hay otro espíritu por encima de tantas buenas intenciones que es el espíritu del dinero. El money, money es lo que marca nuestras vidas infinitamente más que el amor. Gastamos mucho más dinero en comprar boletos para tentar a la suerte y esperar que nos caigan algunos miles de euros (este año los españoles nos hemos gastado 3.318 millones de euros en la lotería, parece ser que es un 4% más que el año pasado) que en hacer con el dinero alguna obra buena a aquellos que más lo necesitan, sobre todo en estas fiestas. Porque no hay peor cosa para una persona que se siente sola que el estar contemplando la algarabía festiva del ambiente que le rodea. Una persona que en su vida cotidiana está sola, estas fiestas le hacen sentirse muchísimo más sola. La soledad rodeada de alegría es una soledad cruel.
En estos momentos yo pienso sobre todo en tantísimas familias palestinas rotas, aniquiladas, en centenares de niños sin familia, centenares de mujeres sin marido, de maridos sin mujeres, de padres sin hijos, de hijos sin padres, de niños sin hermanos… Su tragedia está ahí, a cuatro horas en avión de Madrid. Una tragedia que después de más de dos meses la hemos asumido y la hemos incorporado a los acontecimientos diarios de la vida. Y me estoy refiriendo a Gaza por ser la más próxima en el tiempo y porque esta masacre nos ha hecho olvidar el sufrimiento que desde hace dos años padecen los ucranianos por la ambición de Putin.
Y, a pesar de la continua matanza indiscriminada, las noticias sobre la barbarie en Gaza han ido decayendo en su intensidad, y nosotros, los que vivimos fuera de esa furia bélica, ya miramos en la televisión a los muertos palestinos y oímos las mentiras y bravuconadas de los israelíes con cierto abandono, porque lo que vemos ya lo hemos visto el día anterior, y el anterior al anterior , y el anterior al anterior del anterior… Y sí, es verdad que las imágenes parecen las mismas cada día, pero el drama es que los muertos nos son los mismos, éstos cada día son distintos, son otros que se van sumando en número a los anteriores, y al día de hoy han pasado de 20.000 los muertos palestinos, el 70% mujeres y niños y, además, según la ONU, más de medio millón de personas están muriendo de hambre en Gaza.
Hoy viernes 22 de diciembre de 2023 mientras oímos el cántico navideño de “veinticuatromidoscientosseseeeeenta miiiiil euros”, en Gaza sigue el mantra del sonido de las bombas cayendo sobre casas, hospitales y población. Sí, es así. Los que lo podemos sentir lo sentimos pero… ¿qué podemos hacer? Lo peor de todo es la impotencia. Como no puedo hacer nada no quiero más información ni ver nada, no quiero sufrir si no puedo intervenir. Y así, supongo, les pasará a muchos, por lo que acabamos cerrando los ojos y los oídos, porque la democracia en su espíritu más puro no funciona; el que manda, manda y, si existen intereses por medio, el que manda actúa sin pudor ni moderación saltándose la democracia a la torera.
La sociedad en la que estamos se ha convertido en una sociedad dura, los valores han dado paso al duro mercantilismo en el que todo vale para conseguir la acumulación de poder.
Esta madrugada, arropada en mi cama muy calentita sobre la almohada de plumas y bajo edredón también de plumas, miraba los árboles escarchados bajo la gran helada que estaba cayendo, con temperatura a seis bajo cero, y pensaba yo (ya se sabe que esas son horas en las que la cabeza se pone más ‘lista’) en el inicio de las Catilinarias. ¿Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?... Cicerón se dirige a Catilina en el Senado romano el 8 de noviembre del 63 a.C., pues Catilina conjuraba para hacerse con el poder. Traducido a mi manera lo que le decía Cicerón a Catilina sería “¿Hasta cuándo has de abusar de nuestra paciencia Catilina?, ¿Cuánto tiempo hemos de estar siendo el juguete de tu furor? ¿Cuál será el termino de esta tu desenfrenada osadía?” Me venían esas frases a la mente, temprano por la mañana, y pensaba que estas preguntas son perfectamente aplicables a los nuevos catilinos, es decir a Netanyagu y Putin. La respuesta está blowin in de wind, como canta Bob Dylan, “soplando en el viento”.
En fin. Siguen cantando los niños de San Idelfonso. Empiezan las fiestas navideñas. Mañana me llega la primera familia de hijo. Tengo todavía que comprar los langostinos, el cordero, los higos, las pasas…, y preparar la cocina y sacar los adornos navideños. Una gran trabajera. Todo sea por la Navidad, Navidad, dulce Navidad.
¡Mucha felicidad para todos! y ojalá les llegue algo de felicidad también a los que están sufriendo en esas guerras incomprensibles. Un milagro estaría perfecto.
O tempora o mores