Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 30 de Diciembre de 2023

Se acabó el año

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Se acaba el año. Entre tanto festejo, tanta comida, tantas lucecitas dentro y fuera de las casas, tanto regalo, tantos cánticos y tantas buenas intenciones, apenas nos queda tiempo para hacer un ‘repasito’ al círculo anual que se cierra. Un circulo que podíamos descomponer  en varios círculos concéntricos al más puro estilo de Dante.

 

En el centro de todos los círculos está el más íntimo y personal, donde residen nuestras inquietudes y emociones, nuestros logros y fracasos, nuestra felicidad y nuestras angustias, nuestros proyectos, nuestros misterios y secretos…, también la salud tiene mucho que ver en este círculo primero. Entre las satisfacciones de lo que hemos disfrutado siempre nos quedan cosas por acabar y cosas por empezar, pero el inicio de un nuevo año nos da bríos y esperanzas para todo lo que nos queda por hacer. Nos encontramos ante la salida de un camino abierto por recorrer y es bueno pensar que el recorrido será mejor que el anterior.

 

Ampliando un poco tenemos el círculo del amor incondicional, el de la pareja, el familiar y de las amistades, las personas que nos importan, que nos aportan y que son un soporte emocional en nuestras vidas, con las que podemos contar con ellas para lo bueno y lo malo. Este círculo no suele ser muy amplio y, como diría el gallego Rajoy “dicho de otra forma” suele ser bastante estrecho. Amistades las hay que creemos que son y… ¡decepción! cuando llega el momento, no lo son. Y hay otras amistades que por el contrario te sorprenden que lo sean cuando no las considerabas. Esto de las emociones es bastante engañoso y difícil, porque al ser cosa de dos son muy posibles las interferencias comunicativas. Este es un balance inestable porque está siempre abierto a fluctuaciones. Difícil hacer predicciones.

 

Luego pasamos al siguiente círculo, al de las personas que rodean nuestra vida y que no se las puede calificar de amigas. Son las personas conocidas del entorno en el que nos movemos y que sin tener una comunicación cercana influyen directamente en nuestro bienestar. Esas personas son por ejemplo las trabajadoras del ‘super’, personas que ves casi diariamente y que afectan a tu contento cotidiano el hecho de que o te saluden con simpatía o se dirijan a ti de mal humor como si les molestaras. Qué gusto da la amabilidad, cuando te saludan con una sonrisa y un “buenos días’ en cuanto te ven entrar, incluso muchas veces con tu nombre “buenos días Mercedes”. Sí, personalizar los saludos siempre es más agradable. Por eso ellas, las trabajadoras, llevan su nombre en la solapa, para que sepamos que son Elena o Reyes… y no un “oye tú”. La respuesta “¿qué tal Elena?” es algo más que un formulismo, es sentirte arropado en un ambiente amable, y eso siempre da ‘buen rollo’. Claro, esto en las grandes ciudades es difícil pero en los núcleos pequeños es fácil conocerse lo que enriquece la vida cotidiana. Este es un círculo muy estable, pocas variaciones pueden darse porque se trata de sensibilidad, no es cuestión emocional.

 

Después tenemos un círculo más abierto que es el oficial cercano. El que está impuesto por la sociedad y que parece ajeno pero que nos influye en nuestro bienestar hasta puntos insospechados. En esta franja que es más ancha que las anteriores, metemos a la Administración local. Entra, por ejemplo, el alcalde del Municipio o el presidente de la Junta. Sus decisiones nos afectan directamente casi sin darnos cuenta y de ellos depende que  nuestro entorno vital sea agradable o desagradable. En este punto mi cómputo anual está en la calificación de desagradable. Mi alcalde, lejos de cumplir con lo que le corresponde como alcalde boicotea mis derechos como  ciudadana por una razón de enconamiento personal. No tiene derecho a posicionarse de esa manera pero lo hace haciendo gala del poder que le otorga su cargo. Feo, muy feo. Ello me influye en bastante malestar diario puesto que su desidia, incompetencia y beneficio personal hacen que yo esté, entre otras cosas, día a día fastidiada con un camino lleno hasta arriba de barro y baches y mi coche se destartale. El cómputo anual me provoca una desagradable impotencia y rabia. ¿El nuevo año solucionará algo? Tendré que volver a la carga, escritos y escritos, buenas palabras, condiciones, etc…

 

Pasamos al círculo oficial más amplio. El de la política nacional. No es algo baladí. Esta franja prácticamente la tengo en negro, en negro mate. No son política los insultos, ni las descalificaciones continuas, ni el “y tú más” como en el patio del colegio, ni el estar tratando de derribar al contrario como si estuviéramos en un ring, a ver quién da más golpes. Pues no, eso no es política, y este año nos hemos hartado a ver combate tras combate desde la barrera. Y siempre dando vueltas a la misma noria, como aquellos burros de antaño. Muy poco talante político en general y mucho menos en ciertos políticos particulares. No ha sido un año político que nos haya proporcionado  satisfacción y gozo sino todo lo contrario un año de desafección política. Todo muy aburrido y desolador. Ha sido. No se ven cambios en el horizonte del nuevo año. Desesperanzador.

 

Pero más desesperanzador todavía es el último círculo, el más amplio de todos y el más desolador. La banda ancha de la política exterior. En esa esfera periférica reside el dolor y la angustia de la impotencia frente a la injusticia y la barbarie. O se produce un nuevo Big Bang y el mundo comienza de cero a organizarse con verdaderos valores de justicia, humanidad y equidad, o estamos perdidos. Año tras año va a peor, para atrás como los cangrejos en ese objetivo idílico de justicia, humanidad y equidad. No creo que nosotros lleguemos a ver algún cambio mayor y positivo en la dinámica de la estrategia geopolítica mundial, ojalá llegue a alguna de las generaciones venideras.

 

Bueno, después de este rápido recorrido por nuestros vitales círculos concéntricos, tengo que volver a la cocina para preparar la merluza rellena de marisco, receta heredada de mi madre, una trabajera pero la tradición es la tradición, y el arroz con verduras para los nietos. Estos días no salgo de la cocina salvo para desatar algún pensamiento fugaz.

 

Familia, cocina, cansancio, velas, paquetes, juguetes por los suelos, algarabía, mesa de comedor siempre en función, lucecitas de colores, juegos de mesa, risas, muchas risas, peleas, algunas peleas, villancicos desafinados, sueño… , estos son algunos sinónimos de la Navidad.

 

Mi deseo para todos es que este nuevo año avancemos en felicidad en esa felicidad que engloba todo lo bueno de este mundo. Amén.

 

O tempora o mores

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