Max Alonso
Sábado, 20 de Enero de 2024

La Cámara de Comercio de Astorga

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Me comentan, con cierto afán de réplica, que por qué me acuerdo ahora de la Cámara de Comercio y su fundación. Por mucho más de los que algunos puedan imaginar. La Cámara de Astorga surgió en el año 1910, a principios de un siglo, en el que se quería superar el declive del siglo precedente. Nacía, en contra de lo que se puede opinar, con fecundidad y rotundez, en una Astorga que, después de lo último vivido, florecía.

 

Nació con el entusiasmo y el empuje de multiples ciudadanos, que supieron juntarse y aunar sus propósitos, a lo largo de los años, para fines mayores, que los tuvieron y los consiguieron. Por ejemplo, en el tema de las carreteras, de las que Astorga, siendo Astúrica había sido encrucijada de caminos, que anduvieron perdidos y abandonados en los siglos siguientes, muy lejos de lo que fueron con los romanos, y que reviven, realmente, en el siglo XX. A sus comienzos se hablaba del camino a Madrid o a la Coruña y el de a León y poco más.

 

La Cámara, nuestra Cámara, tuvo un papel protagónico a lo largo del siglo en el campo de las carreteras, cuando se estaban haciendo, pues, por ejemplo, en ese tiempo, los caminos citados de a Madrid y a la Coruña, pasaron a ser carreteras, hechas y rehechas, hasta convertirse en la carretera nacional que son y autovías o autopistas.

 

La Cámara fue en aquel tiempo el elemento vertebrador y aglutinador de las carreteras, que habían de construirse uniendo nuestros pueblos. Con historias pintorescas, como la de Pandorado, conocida como la carretera eterna. Sólo se consiguió concluirla en más de un siglo, ya adentrado el XXI.

 

Papel protagónico tuvo la Cámara, nuestra Cámara, en las otras carreteras, las de hierro. La verdad es que el tren llegó, y acabó con la arriería. Eran cosas de los tiempos, en los que o te subías o te quedabas fuera para siempre. No había nacido la Cámara cuando se efectuó una proeza, para que el tren que iba a Galicia, pasara por Astorga, cuando no estaba previsto que lo hiciera. Lo consiguieron para su tierra, a partir del esfuerzo y del empeño de un prohombre, palentino, Modesto La Fuente, que había estudiado en Astorga, y de unos prohombres e ingenieros astorganos, como eran Pedro y Carlos de Castro.

 

Pio Gullón consiguió más adelante, capitaneando la ‘murga astorgana’, que se prolongara la Vía del Oeste y que de Benavente llegara a Astorga, como estación término, emulando a la Vía de la Plata de los romanos, que había unido Mérida con Astúrica Augusta. Lo conseguido no le gustó mucho a los de León, que prefieren olvidarse del pasado y, en contra de la historia, imponer que la nueva línea llegara a su ciudad. Se vengaron de nuestro Pío Gullón, pues quemaron su efigie en la Plaza de San Marcelo. Resulta oportuno recordar esto cuando llegan tiempos de continuar la guerra y se convoca una manifestación con la nueva batalla de hacer renacer una línea, la del Oeste, que tarde o temprano nacerá, para vertebrar todo el oeste peninsular, si no queremos que desaparezca despoblado.

 

La Cámara ha tenido un singular papel, en la promoción de nuestros productos y, por eso, es nuestra. No olvidemos que nació de la mano de nuestros comerciantes e industriales, tan singulares como los hubo, que fueron los que la fundaron y la mantuvieron. Su importancia se manifiesta en los últimos tiempos, cuando de su mano nace la IGP Cecina de León. En Astorga, donde se genera más de la mitad de la producción, pero se mete bajo el paraguas de León, para aglutinar a los industriales del ramo de toda la provincia. No ocurrió lo mismo con la del Botillo del Bierzo, que en lugar de todos los de la provincia, donde también lo producen, sólo representa a unos, que deben sentirse catalanes. De la mano de la Cámara surge también la IGP de las Mantecadas de Astorga, dando así cobertura a otro producto singular de esta tierra.

 

Antes de proseguir hemos de hacer una salvedad. A Astorga, desde que naciera como Astúrica y con el paso de los siglos, le ha tocado perder muchas cosas, que, originariamente eran suyas. La Diócesis, de las más antiguas y Apostólica, ha ido perdiendo comarcas, fagocitadas por las de León y Zamora, por donde se extendía, como también por Orense. También perdió Astorga partes de su originario Partido Judicial, como La Cabrera, que siempre había estado vinculada a la Maragatería comercial y administrativamente. La perdió en una remodelación y acabó de tenerla, cuando se desatendió su carretera, que unía Cabrera y Maragatería, y el tráfico se desvió en dirección a La Bañeza.

 

Perdió el tren, por la desaparición de la Línea del Oeste. Sólo La Cámara no lo ha perdido, no sólo porque su voz siga levantándose en su defensa y recuperación. Cuando lo demás se perdía, ella, que nació de la ciudad, se amplió al Partido Judicial y luego mantuvo sus territorios, que a ella siguen vinculados. Por eso hablo de La Cámara, nuestra Cámara, que es mucha Cámara. Para que la tengamos en cuenta y en su puesto, como ella nos ha tenido y nos tiene.

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