Esteban Carro Celada
Domingo, 21 de Enero de 2024

Los alegres días de 'El Fresco' (17)

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Homenaje a Marcelo Macías

 

Paco Ferreras propone un homenaje-banquete a don Marcelo Macías al que no debe faltar nadie. En ‘El Fresco’ le llaman tío Marcelo. No en vano hay un sobrino, rimador de los versos de la ‘Galería de bellezas’, cuya firma es la de ‘El Caballero de la mano en el pecho’. El precio de la comida se pondrá a duro. Y se pide que la adhesión sea general entre los astorganos.

 

Al Bicho 23, los de ‘El Fresco’ se ponen serios para estar con el sabio astorgano. E. Alonso le hace su caricatura de senador republicano. Se unen en homenaje al "paisano meritísimo, epigrafista, literato, historiador y orador grandilocuente". Sinceramente pide adhesión, por civismo y cultura. Efectivamente el valor de Marcelo Macías es el de un sabio, no el que "dispone de credenciales y concede mercedes". La no adhesión al homenaje les avergonzaría hasta el punto de que en esa catadura quisieran no llamarse astorganos.

 

‘Z’, en el mismo número, juega a futurismo. Pretende describir, por anticipado, "el ágape, guateque o comilona". Y anticipa que, a las doce y media minuto arriba o abajo, Porfirio López arramblará con unas pocas aceitunas. Rodrigo, de levita. Majin Revillo, entre dos curas, de preste. Porfirio querría que la paella tuviera cangrejos. Se lamentan de que no haya ninguna Esperanza a la que pellizcar. En cambio "Pedrín Ramos se santigua con pata de pollo descarnada". Más tarde, el ronquido pacífico de Don Porfirio. Las palabras del Alcalde que "promete colocar una lápida a don Marcelo, juntamente con la de don Lópe".

 

Fuego en foto Ortiz

 

Al Bicho siguiente, así titulan la crónica de la comilona: "En los horrores de la digestión". Don Porfirio, de chimenea. Paco Ferreras, ah, Paco Ferreras con “sombrerín-curro”. El pontifical, de ‘El Pensamiento’. El intercambio de aceituna y yema de coco-cucu entre el Alcalde y el Teniente Alcalde. El Gato, calamocano. El trío Paganini “tocó airiños gallegos”. “Habló don Marcelo y … chitón! Al Gato se le enmudecieron los ojos. Era llorona".

 

Se cumplió el homenaje y ‘El Fresco’ puso su salsa humorística, como otras veces. Sigamos.

La entrevista se la hacen después a un tartamudo: a Demetrio, no Monteserín, a quien encuentra en su ‘Versalles’ particular del jardín. Le preguntan por la guerra, por la dicotomía entre germánófilos o francofilos. Vestía Demetrio chaqueta de dril y, con sus esfuerzos glosolálicos se le escabulló hacia el Hospicio.

 

Hubo fuego, aquel lunes, pues se quemaron los establecimientos de Ortiz y de Agapito Álvarez: "no tardarán en levantar un nuevo palacio industrial sobre los escombros, aún humeantes de lo que fue sostén de muchas rapazas buenas". El fuego, apagado con vino. Se escabulleron parte de los calderos del común -unos 150-. Los de ‘El Fresco’ aseguran haber presenciado escenas como la del bombeo de Aniceto Pastor y Ángel San Román. El espectáculo tuvo admiradores. Una alemana dio muestras de vigor y destreza en la colaboración. Al cabo del día, como decimos, había mucho curda, a cuenta del calor y rescoldo de la casa quemada.

 

Hay otros chanchullos, como el de la cuenta pasada por algunos taberneros al Ayuntamiento. Son 399,75 pesetas a cuenta de lo que gastaron los viajeros del tren detenidos en diciembre, en la estación, a causa de la nieve de Brañuelas.

 

 

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La pajarada de puerta de rey

 

La redacción de ‘El Fresco’ y su administración cambian de lugar. Ni pagan ni piensan pagar. Lo han comunicado en uno de los primeros Bichos de la temporada: Y la publicidad ¿qué? Don Ramón Crespo ha apoquinado diez pesetas más de lo que le daban, en teoría, los fresquitas y, para un depósito de lana, se ha ido el cuartucho redaccional.

 

“Al día siguiente, nuestro inconsolable casero nos instaló lo más cerca posible de su casa, cediendo el honor de tenernos de inquilinos al cabo de serenos en todas las etapas. -Este nos colmó de atenciones ofreciéndosenos con el cuerpo (de serenos, se entiende) y, por último, nos prometió cobrar lo mismo que Juan Antonio por la renta.-tiene su casa: Manuel Gullón, 6.- Ahora como antes, se admite mobiliario".

 

Pasan un verano muy denso de calor, bajo un árbol indultado en la Fuente Mineral; en el Jardín se charla; en ‘El Campesino’ hay agrupaciones en torno a Pepe Cabezas con su puro perrero. ‘Faber’ tambalea el velador y vierte el café sobre los “nibeos pantalones” de Pepe. Es el mismo Cabezas, "el voz pública" que adelanta a don Rodrigo en una sesión: ¡Qué solos se quedan los muertos¡ Como sea el "desconcierto municipal" parece mayúsculo. Nada tiene de estraño que los de Puerta de Rey no hayan abandonado "la caravana cómico-curda-volátil y grotesca de despedida de los tan exquisitos pájaros trepadores, los vencejos". Vestidos con faldones dieciochescos, la carnavalada se hizo preceder del tamborileo. Ese gremio tenía más miga, porque cada uno de los del Ayuntamiento llevaba una indumentaria, la que correspondía a la familia pajaril vista en esta despedida de los vencejos. Así don Rodrigo representó a los pavos reales; Pepico, a los cuervos; Bernardo, a las gallinas de agua; Antonio García, a los cucos; Felipe estuvo por los flamencos; Ferreras, por los mochuelos; Juan Antonio, por los pájaros bobos; Cordero, por los pardillos; Paulino, por los frailecillos; Romano, representativo de las gangas; Román, de los gansos; Antonio Gómez, por los gorriones.

 

Con morapio de la petrolista

 

Ante la nueva acometida de la censura, ‘El Fresco’ se mete con ‘El Faro’ que anuncia en gruesas letras de lo que no puede hablar; le incriminan igualmente que hay silencios amordazadores que no se descubren por conveniencias o connivencias con lod “mansos borregos” de los Concejales. Y, por causa de la censura en ‘Región Maragata’, hay más feminismo; en ‘El Pensamiento’, más derecho canónico; en ‘El Faro’, crónicas de Sofía y de Pekín; en ‘La luz’, cuentos de los lunes. Don Ángel San Román viste un abrigo de cuadros enormes, anchísimo. La entrevista del 12 de agosto se la atrapa el carcelero, es decir el "ministro de Justicia sin gracia". Tal artículo lo escriben en la casa de la "petrolista" con morapio sobre las cuartillas. Lo más destacado de la entrevista es la reducción de cuanto ocurre en Astorga: una cuestión de sastrería o de cortar trapos verbales en el Cantón, en el Jardín, en ‘El Fresco’.

 

 

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Escobajos para la farsa local

 

El tablado de la farsa local la maneja, a su decir, un grupo de Pepinos sin gracia, indolentes, ineficaces. Hay materias inflamables en el centro de la ciudad con peligro de un nuevo incendio, como el de la casa Ortiz y nadie pone remedio. Hay bancarrota dentro y no se paga puntualmente a nadie. Todo resulta inerte, impotente, calamitoso ante la pasividad del público. Se necesitan bonitos escobajos para limpiar.

 

Los fresquistas hacen pasar por Astorga el servicio Leichevich, quien bebe catorce botellas de sidra. En el penúltimo bicho de la temporada, piden la palabra para solicitar buenos anuncios al fin de que el extra de doce páginas solo cueste 10 céntimos. Constará de "portada litográfica del gran Monteserín; colaboración de esa pequeñez de almacenistas de la sal y el chungueo, que hacen ‘página gedeónica’ a nuestra semejanza; gran página musical, de Evaristo Fernández; trabajos de la gente de casa; caricaturas y dibujos de Juvi y E. Alonso -Y para colmo de dichas una dislocante página femenina con las primicias literarias de muy distinguidas señoritas".

 

La entrevista de la semana se la dedican a Barrabás, un ‘demo’ del barrio de Rectivía que parece que tenía almorranas. Los fresquitas pretenden deshacer la falsa creencia del vulgo. ‘Glacial’ la firma. Alonso Garrote apunta problemas locales con sus ‘Los perros del hortelano’ (cuento tártaro en verso). El municipio se carcajea del escuchimizado programa de festejos: farolillos, tamboril, hoguera. Se defienden los fresquitas contra las inculpaciones de mala ley de hacerles propietarios hasta de una imprenta, quizá a tenor de un oficio recibido: "Quedan sujetos a censura previa militar todos los documentos que con destino a publicidad se imprimen en este establecimiento de su cargo". Contestan que ya están cuadrados y que no necesitan de ninguna exención. “Ah. ¿Quien pudiera redondearse?"

 

 

(CONTINUARÁ)

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