Conversaciones con Lidia (18)
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Noviembre 2013
Yo - Bueno, ya te he contado los encuentros en Madrid de mi viaje, ahora cuéntame tú cómo ha ido tu estancia en la playa. Cuando te dejé ahí sola, en esa casa rodeada de la nada, me quedé un poco preocupada de cómo te ibas a arreglar para moverte por la zona, y sobre todo para comprar comida porque en estos sitios de verano, fuera de temporada, no hay nada de nada y tú sin coche. Muy bonito el paisaje, muy bonito el mar tan cerca, pero que lata la civilización tan lejos.
Lidia - Me fue muy bien, estupendamente bien. Divinamente bien. Me fui arreglando. Hay una pequeña tienda que no está muy lejos donde compraba las cosas y el pan, que ya sabes que para mí el pan es fundamental, por algo en Rusia es el regalo de rigor para llevar a una casa cuando te invitan a comer. Era lo más apreciado. Claro antes, ahora seguramente no hay esa tradición, todo habrá cambiado.
Y - Eso me consuela, porque cuando me fui me quedó cierta mala conciencia de dejarte ahí como abandonada, sobre todo recordando que Francisco nos dijo que estaba muy ocupado y que no podría ocuparse de ti ni pasar mucho a verte. Y ¿pudiste escribir algo a pesar de que él no iba a colaborar? Supongo que al estar sola te concentrarías pero también te faltaría su apoyo.
De escritura muy bien. Con Francisco muy bien también. Él está entusiasmado con el proyecto de escribir juntos este libro. Yo no comparto todas sus emociones porque yo tengo experiencias y sé cómo se acaba todo eso. Pero bien, le dejo desarrollar sus emociones, es creativo y lo incorporará en lo que tiene que incorporar. Pero sí, muy bien. Le produjo una tal emoción que yo empezara a escribir en su playa que de verdad…, bien, como yo escribo, pues bien. Él, sabes, pone bastante más de su parte que yo. Yo pongo menos porque no quiero esa emoción que él tiene. Es porque él es más joven y todavía no ha vivido en su vida unas ciertas circunstancias. Tampoco, tú sabes, nunca hablamos de eso. Él habla poco y siente mucho. Por eso escribe.
En todo el tiempo que estuve allí le vi muy poco, sólo un día comiendo con sus padres. Tuvimos poco tiempo para estar juntos porque él trabajaba y el domingo también. Pero me conmovió profundamente cuando vino a buscarme en el coche para llevarme al autobús de vuelta. ¡Imagínate! Él tenía un papel en la mano y me dijo “Lidia eso yo te traigo para despedida”. Mira, yo abro eso y, con palabras en ruso escogidas al azar, ¡una impresionante carta de amor, poética! Yo me asombré tanto…, sabes, hay palabras escogidas que yo no sé de dónde las escogió, cada una en primera declinación. Un niño se ha perdido al lado de una acera. Un niño sin su presencia dulce se pierde al lado de un océano. Un niño adorable… Pero con palabras sueltas: niño, pequeño, perdido, océano, usted, dulce…ya no está. Sin mi presencia…Mira, cuando leí eso le besé porque no podía hacer otra cosa. Lo leí en el coche, con él. El conduciendo, y yo le digo: Francisco pero esto qué es. Al final ha surgido un verso chirriando porque son palabras sueltas. Una poesía chirriando. También en ruso. Mira cuando lo leí me emocioné tanto que no pude más que besar el papel así, dos veces. “Francisco, cómo, dónde”, y después me entregó una poesía suelta y me dijo: “esa para el camino”. Yo me quedé asombrada. Es una carta de amor tan bonita, tan rara. En castellano él probablemente no podría, no le saldría. Él me preguntó, “bien ¿se entiende algo? Y le dije, sí, y le traduje.
Y - Bueno pero él al utilizar esas palabras imagino que sabría su significado, que las habría buscado en el diccionario.
L - Un poco como de psicoanalista: niño, perdido, dulzura… Por eso el psicoanálisis, para que salga la poesía, y al final ha salido un verso chirriando. Él me corrigió la palabra, me dijo “como el carro”. “Ah, entonces no, no es esa la palabra que quiero decir”.
Y - Y qué ¿querías decir? A lo mejor lo que querías decir es ‘trinando’, de trinar no de chirriar. ‘Un verso como el canto de un pájaro’. Eso sí es más adecuado que lo de chirriar, más adecuado y bastante más agradable. Francisco se quedaría bastante estupefacto que le compararas su poesía con el ruido desagradable de las ruedas de un carro.
L - Él sabe que yo puedo confundir palabras y no se molesta. Sí, eso es, yo quería compararlo con el trinar de los pájaros. Me quedé flipada, flipada. Entonces, mira, ese tío que tiene tanto por dentro, tanto que realmente busca donde lo puede expresar. Entonces, nada. Cuando yo llegué a casa le llamé y le dejé el mensaje de que he llegado y le dije que me impresionó ese niño al lado del océano, “me quedé impresionada Francisco”. El me llamó después desde el trabajo para ver si ya he llegado. Entonces bien. Estupendo. Yo como mujer vieja nadie ha recibido una carta de amor tan escogida, tan buscada. Entonces bien, le da estas vivencias, bien.
Y - Sí, sí, es muy bonito y emocionante. No sé si hay muchas viejas que reciben preciosas cartas de amor. A mí todavía no me ha llegado el tiempo de comprobarlo. Ja ja ja. Ya te contaré en su momento si me toca la suerte como a ti.
L - Hay que tener en cuenta a esos artistas tan creativos, su creación no necesariamente tiene que ver nada con realidad, pero bien. Él está entusiasmado con que escriba ese libro que va a pasar al ordenador, hasta me dice que hay que grabarlo para no tener que adivinar mi letra, y yo digo eso no que es muy complicado. Pero bien, mira, es su momento. El mío es que estoy al lado, pero no es el mío porque no, es como si todo eso pasa a mi lado. De verdad, son tan sorprendentes esas palabras…, las palabras escogidas para transmitir el mensaje… Es una idea fantástica, una idea muy bonita, buscó lo que quería expresar en las palabras aisladas, como si fuera un puzle para que yo lo montara. Esta poesía es impresionante.
Alexandre Bloc es un poeta simbolista que a él le gusta mucho y al mismo tiempo es moderno. Él tiene como un diario donde hace algunos apuntes y le llama Alexandre. Apunta cosas que ha oído o leído, no es un diario al uso, es un diario intelectual. Si, y le digo, oye Francisco, aunque yo no puedo meterme en tu diario puedes poner este verso ahí, por favor, porque creo que es importantísimo que te haya salido, y dice, “sí, sí, yo ya lo pensé y ya está puesto”. Entonces nada, es así con Francisco, bien, bien, pero… y qué. Hablando, y qué. Pero como yo te comenté en un momento dado, es así, yo lo dejo a su aire que se desarrolle esta relación o como le quieras llamar, a lo que surja. Trato de no estar ahí…, ni quito ni pongo. Es suya. Es suya, que la maneje. Me gusta estar con él, me apetece estar con él, eso es muy agradable. Me entretiene con sus vivencias.
Y - Sí, os entendéis muy bien pero yo lo encuentro demasiado callado y quizás un poco demasiado joven, claro que si luego lo compensa con poesías…, no está mal.
L - Sí. Y el mismo me decía: “Mira Lidia he tenido tan poco tiempo para estar contigo…, pero hemos hecho muchas cosas”. Y yo le digo “sí, poco tiempo, pero como la entrega emocional era tan alta pues han surgido cosas”. Al marchar tú y quedarme ahí sola y sin coche fue un poco duro en un momento dado. También al no poder yo andar mucho, si pudiera pasear pues es distinto.
Y - Claro, estar en una playa desierta no es lo mismo que estar en mitad de un pueblo donde puedes salir, hay tiendas puedes entretenerte…demasiado aislado.
L - Si hubiera podido andar no me hubiera importado, podría dar un buen paseo de dos horas. Por cierto ¿tú sabes que rompí la tapa de esa magnífica tetera tuya donde hacías el té del desayuno? ¡Se me rompió la tapa! “Y ¿no se puede pegar?” No, no, se hizo añicos. “Vaya por dios, qué faena. Pues ya ni modo, que diría un venezolano”. Ya lo siento, porque soy consciente de lo que te gustaba. “Pues te va a tocar regalarme una tetera”. Bien, bien, eso haré.
L – Entonces, mira, ha sido una estancia agradable dada mi situación de difícil alcance de muchas cosas.
O tempora o mores
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Noviembre 2013
Yo - Bueno, ya te he contado los encuentros en Madrid de mi viaje, ahora cuéntame tú cómo ha ido tu estancia en la playa. Cuando te dejé ahí sola, en esa casa rodeada de la nada, me quedé un poco preocupada de cómo te ibas a arreglar para moverte por la zona, y sobre todo para comprar comida porque en estos sitios de verano, fuera de temporada, no hay nada de nada y tú sin coche. Muy bonito el paisaje, muy bonito el mar tan cerca, pero que lata la civilización tan lejos.
Lidia - Me fue muy bien, estupendamente bien. Divinamente bien. Me fui arreglando. Hay una pequeña tienda que no está muy lejos donde compraba las cosas y el pan, que ya sabes que para mí el pan es fundamental, por algo en Rusia es el regalo de rigor para llevar a una casa cuando te invitan a comer. Era lo más apreciado. Claro antes, ahora seguramente no hay esa tradición, todo habrá cambiado.
Y - Eso me consuela, porque cuando me fui me quedó cierta mala conciencia de dejarte ahí como abandonada, sobre todo recordando que Francisco nos dijo que estaba muy ocupado y que no podría ocuparse de ti ni pasar mucho a verte. Y ¿pudiste escribir algo a pesar de que él no iba a colaborar? Supongo que al estar sola te concentrarías pero también te faltaría su apoyo.
De escritura muy bien. Con Francisco muy bien también. Él está entusiasmado con el proyecto de escribir juntos este libro. Yo no comparto todas sus emociones porque yo tengo experiencias y sé cómo se acaba todo eso. Pero bien, le dejo desarrollar sus emociones, es creativo y lo incorporará en lo que tiene que incorporar. Pero sí, muy bien. Le produjo una tal emoción que yo empezara a escribir en su playa que de verdad…, bien, como yo escribo, pues bien. Él, sabes, pone bastante más de su parte que yo. Yo pongo menos porque no quiero esa emoción que él tiene. Es porque él es más joven y todavía no ha vivido en su vida unas ciertas circunstancias. Tampoco, tú sabes, nunca hablamos de eso. Él habla poco y siente mucho. Por eso escribe.
En todo el tiempo que estuve allí le vi muy poco, sólo un día comiendo con sus padres. Tuvimos poco tiempo para estar juntos porque él trabajaba y el domingo también. Pero me conmovió profundamente cuando vino a buscarme en el coche para llevarme al autobús de vuelta. ¡Imagínate! Él tenía un papel en la mano y me dijo “Lidia eso yo te traigo para despedida”. Mira, yo abro eso y, con palabras en ruso escogidas al azar, ¡una impresionante carta de amor, poética! Yo me asombré tanto…, sabes, hay palabras escogidas que yo no sé de dónde las escogió, cada una en primera declinación. Un niño se ha perdido al lado de una acera. Un niño sin su presencia dulce se pierde al lado de un océano. Un niño adorable… Pero con palabras sueltas: niño, pequeño, perdido, océano, usted, dulce…ya no está. Sin mi presencia…Mira, cuando leí eso le besé porque no podía hacer otra cosa. Lo leí en el coche, con él. El conduciendo, y yo le digo: Francisco pero esto qué es. Al final ha surgido un verso chirriando porque son palabras sueltas. Una poesía chirriando. También en ruso. Mira cuando lo leí me emocioné tanto que no pude más que besar el papel así, dos veces. “Francisco, cómo, dónde”, y después me entregó una poesía suelta y me dijo: “esa para el camino”. Yo me quedé asombrada. Es una carta de amor tan bonita, tan rara. En castellano él probablemente no podría, no le saldría. Él me preguntó, “bien ¿se entiende algo? Y le dije, sí, y le traduje.
Y - Bueno pero él al utilizar esas palabras imagino que sabría su significado, que las habría buscado en el diccionario.
L - Un poco como de psicoanalista: niño, perdido, dulzura… Por eso el psicoanálisis, para que salga la poesía, y al final ha salido un verso chirriando. Él me corrigió la palabra, me dijo “como el carro”. “Ah, entonces no, no es esa la palabra que quiero decir”.
Y - Y qué ¿querías decir? A lo mejor lo que querías decir es ‘trinando’, de trinar no de chirriar. ‘Un verso como el canto de un pájaro’. Eso sí es más adecuado que lo de chirriar, más adecuado y bastante más agradable. Francisco se quedaría bastante estupefacto que le compararas su poesía con el ruido desagradable de las ruedas de un carro.
L - Él sabe que yo puedo confundir palabras y no se molesta. Sí, eso es, yo quería compararlo con el trinar de los pájaros. Me quedé flipada, flipada. Entonces, mira, ese tío que tiene tanto por dentro, tanto que realmente busca donde lo puede expresar. Entonces, nada. Cuando yo llegué a casa le llamé y le dejé el mensaje de que he llegado y le dije que me impresionó ese niño al lado del océano, “me quedé impresionada Francisco”. El me llamó después desde el trabajo para ver si ya he llegado. Entonces bien. Estupendo. Yo como mujer vieja nadie ha recibido una carta de amor tan escogida, tan buscada. Entonces bien, le da estas vivencias, bien.
Y - Sí, sí, es muy bonito y emocionante. No sé si hay muchas viejas que reciben preciosas cartas de amor. A mí todavía no me ha llegado el tiempo de comprobarlo. Ja ja ja. Ya te contaré en su momento si me toca la suerte como a ti.
L - Hay que tener en cuenta a esos artistas tan creativos, su creación no necesariamente tiene que ver nada con realidad, pero bien. Él está entusiasmado con que escriba ese libro que va a pasar al ordenador, hasta me dice que hay que grabarlo para no tener que adivinar mi letra, y yo digo eso no que es muy complicado. Pero bien, mira, es su momento. El mío es que estoy al lado, pero no es el mío porque no, es como si todo eso pasa a mi lado. De verdad, son tan sorprendentes esas palabras…, las palabras escogidas para transmitir el mensaje… Es una idea fantástica, una idea muy bonita, buscó lo que quería expresar en las palabras aisladas, como si fuera un puzle para que yo lo montara. Esta poesía es impresionante.
Alexandre Bloc es un poeta simbolista que a él le gusta mucho y al mismo tiempo es moderno. Él tiene como un diario donde hace algunos apuntes y le llama Alexandre. Apunta cosas que ha oído o leído, no es un diario al uso, es un diario intelectual. Si, y le digo, oye Francisco, aunque yo no puedo meterme en tu diario puedes poner este verso ahí, por favor, porque creo que es importantísimo que te haya salido, y dice, “sí, sí, yo ya lo pensé y ya está puesto”. Entonces nada, es así con Francisco, bien, bien, pero… y qué. Hablando, y qué. Pero como yo te comenté en un momento dado, es así, yo lo dejo a su aire que se desarrolle esta relación o como le quieras llamar, a lo que surja. Trato de no estar ahí…, ni quito ni pongo. Es suya. Es suya, que la maneje. Me gusta estar con él, me apetece estar con él, eso es muy agradable. Me entretiene con sus vivencias.
Y - Sí, os entendéis muy bien pero yo lo encuentro demasiado callado y quizás un poco demasiado joven, claro que si luego lo compensa con poesías…, no está mal.
L - Sí. Y el mismo me decía: “Mira Lidia he tenido tan poco tiempo para estar contigo…, pero hemos hecho muchas cosas”. Y yo le digo “sí, poco tiempo, pero como la entrega emocional era tan alta pues han surgido cosas”. Al marchar tú y quedarme ahí sola y sin coche fue un poco duro en un momento dado. También al no poder yo andar mucho, si pudiera pasear pues es distinto.
Y - Claro, estar en una playa desierta no es lo mismo que estar en mitad de un pueblo donde puedes salir, hay tiendas puedes entretenerte…demasiado aislado.
L - Si hubiera podido andar no me hubiera importado, podría dar un buen paseo de dos horas. Por cierto ¿tú sabes que rompí la tapa de esa magnífica tetera tuya donde hacías el té del desayuno? ¡Se me rompió la tapa! “Y ¿no se puede pegar?” No, no, se hizo añicos. “Vaya por dios, qué faena. Pues ya ni modo, que diría un venezolano”. Ya lo siento, porque soy consciente de lo que te gustaba. “Pues te va a tocar regalarme una tetera”. Bien, bien, eso haré.
L – Entonces, mira, ha sido una estancia agradable dada mi situación de difícil alcance de muchas cosas.
O tempora o mores






