Samuel Yebra Pimentel
Sábado, 17 de Febrero de 2024

Astorga como pueblo de vacas

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Por fin aflora el proyecto secreto del PP tanto a nivel nacional como local: ocupar el poder a costa de lo que fuere, incumpliendo muchas de sus promesas, que ni siquiera sabían que fueran irrealizables. Lo van sabiendo ahora.

 

Lo que no sabíamos es que la diferencia entre lo que se hace o deja de hacer y lo proclamado está en los modos, en los instrumentos; y que el fin sigue siendo el mismo, el mejor: Una Astorga grande. No sé si libre también, aunque en ocasiones pueda parecerlo.

 

Partiendo de la proclama exitosa de E.F. Shumacher, allá por los 70 del siglo pasado, de que ‘Lo pequeño es hermoso’, los ‘think tanks’ del gobierno municipal, señor alcalde a la cabeza, se han ido convenciendo en este casi tiempo de poder omnímodo de que esta sociedad del ‘cada vez más’, cada vez más rápido, cada vez más rentable, es ya contraproducente para la grandeza y libertad de la pequeña ciudad de Astorga. (Los chorizos se enmohecen con el cambio climático y el único aroma que llegará es el del retorno de lo reprimido, el de los lodos de la planta de reciclaje de Piedralba)

 

Desde ahora, tras esa iluminación, tras la omnisciencia que segrega un poder tan grandioso que hasta decide a su arbitrio lo que es bueno, verdadero y justo, concluyen que para poner en primer lugar a Astorga no queda otra que adoptar aquellos valores de renuncia, las esperanzas en el progreso, en dignidad, fraternidad, justicia, libertad, igualdad y solidaridad entre los ciudadanos etc. Cuando estos logros, vendrán a imitarnos. Tan callando han ido viniendo las concejalías de igualdad y sensibilidades sociales. 

 

“El punto de mira puesto en el poder adquisitivo era engañoso, comenta el señor alcalde, retorciendo la filástica de su argumento, y reduce al ciudadano a una única dimensión de consumidor (lo dice al tiempo que hojea el libro de Horkheimer y Adorno, 'Dialectica del iluminismo'.) En definitiva es necesario un modo de vida más frugal”.

 

En esta línea de alabanza de la lentitud, la lentitud de los bueyes, el equipo de Gobierno del Partido Popular en el Ayuntamiento de Astorga ha puesto en marcha de manera formal la solicitud a la Dirección General de la Administración Local de la Consejería de la Presidencia de la Junta de Castilla y León para que pasen a clasificar al Ayuntamiento de Astorga como de segunda categoría.

 

"Ahí es nada querer ser un nonada", pero esto es tan solo el comienzo, hasta ahora mal explicado, del engrandecimiento de Astorga y del autoreconocimiento del “disparatario de vocabulario” de su programa electorero y de lo que llevan de legislatura. Quienes les votaron deambulan confundidos.

 

Engrandecer Astorga es recuperar los caminos perdidos a causa de la seducción globalizadora, es implementar los presupuestos en ‘Tradiciones y patrimonio cultural’ tan desdichados por el momento. Vuelta a los coros y danza y al templado de las gaitas. Es poner a la ciudad a la cabeza del nuevo humanismo enlentecedor, del ‘menos es más’, tal vez acompañado de un proteccionismo altruista y la relocalización de la economía (como ya se quiso hacer en la previa legislatura del PP. ¡Qué acertados iban!)

 

Cuando nuestro querido Alcalde vaya a jugar al póquer debería cuidarse de llevar gafas oscuras para no traicionar sus estrategias. Muchos de los ciudadanos observan sus pupilas.

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