La Piñata convierte en cenizas las guerras que asolan el mundo en un espectáculo que fue un canto por la paz

Ya el desfile del Sábado de Piñata se abría con una lucha, la eterna lucha entre el bien y el mal, entre Marduck y Tiamat, la diosa primordial del mar salado, o entre Yahvé y el diablo, si no son el mismo como en la herejía maniqueísta. La lucha del Sábado de Piñata era una lucha reflexiva, fuese consigo mismo o con otro, que se acabó conviritendo en el desfile los monstruos en que el grupo de teatro 'a_ras_de_suelo' construyó este domingo con la idea del cuadro del Guernica de Picasso pieza a pieza.

Despiezado el Guernica, aparecía distribuido a lo largo del cercado que rodeaba la Piñata, que consistió en un tanque que en su frontal mostraba el emblema de la paloma de la paz. A su derecha una granada vertical, tan alta como el propio carro blindado. Los personajes del cuadro de Picasso, animales, humanos, sobre todo mujeres, lanzaban un grito unánime ante los desastres de la guerra. Las miradas del cuadro se orientan hacia la derecha, donde se encuentra la madre desesperada con su hijo muerto en brazos.

Una niña salió de entre el público y se acercó al carro blindado. Llevaba el fragmento del cuadro donde está ese niño muerto en brazos de la madre. Lo fijó al frente del blindado, por debajo de la paloma. De pronto todos los fragmentos del Guernica miraron a donde en el cuadro dirigen su mirada. Los espectadores también prendieron las mechas de la Piñata que irradiaban desde los distintos fragmentos del cuadro. El fuego llegó hasta la tanqueta, ardía en ella el niño muerto del cuadro de Picasso.

El público supo que ese grito unánime de los animales, la naturaleza, de los hombres de Picasso era un grito actual por los niños que están muriendo en las distintas guerras, sobre todo en la atrocidad actual de Palestina. "¡Quisieran llorar, pero en esta aldea está prohibida la tristeza!"