La magia de la poesía
Luis Alberto de Cuenca, El secreto del Mago, Madrid, Visor, 2023, 74 pp.
![[Img #67704]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2024/754_1-luis-alberto-de-cuenca-el-secreto-del-mago-copia.jpg)
La crítica ha subrayado el incremento de la tendencia meditativa y fúnebre en la poesía última —sobre todo desde El reino blanco (2010)— de Luis Alberto de Cuenca, lo que vendría a configurar un nuevo ciclo que se ha denominado “de senectute”. Ciertamente el tono reflexivo y fúnebre está muy presente en su último poemario, El secreto del mago, con el que obtuvo el XXXIII Premio Gil de Biedma. No obstante, seguimos encontrando en esencia los mismos temas y las mismas características formales que configuran la “línea clara” inaugurada con La caja de plata (1985). Los 35 poemas de este nuevo libro se ordenan en cinco apartados cuya disposición numérica (10+5+5+5+10) no carece de cierto simbolismo pitagórico.
El primero, “Cuaderno de bitácora” (pp. 11-26), se abre con “Elogio del ilusionismo” (pp 13-14), donde la infancia, evocada desde la vejez, acaba aproximándose a esta —“como soy ya mayor y percibo / cada vez más cercana la remota la niñez”— hasta acabar fundiéndose con ella en “El fin es el principio” (pp. 19-20). El amor, tratado con un tono irónico, protagoniza el díptico epigramático en haikus que forman “Habla el poeta” (p. 15) y “Habla la novia del poeta” (p. 16). No puede faltar tampoco el sueño -“Sueño de la tribu feliz” (pp. 21-22), igualmente epigramático en su cierre: “la muerte es solo olvido, paz silencio: lo que en vida no tuve” (p. 22)-.
La vejez unida al sentimiento de fugacidad y la contemplación nostálgica de la belleza es motivo de reflexión en “Un día menos con Susana” (p. 24), que dialoga con Homenaje de Guilén, pero también con “Susana y los viejos” de Sin miedo ni esperanza del propio Cuenca. Este diálogo interno tan característico de su poesía última es perceptible asimismo en “Madrid fantástico” (pp.17-18), elogio de la ciudad del poeta con reminiscencias de “El otro barrio de Salamanca” de La caja de plata; o en “Luna de Valle Inclán, Luna de Shakespeare” (pp. 25-26), cuyas reflexiones existenciales y literarias se cierran con la cita de unos versos de Romeo y Julieta que figuraban en su original inglés como lema de “What you will” de su segundo libro, Elsinore.
La segunda sección, “Oficio de difuntos” (pp. 27-34), está dedicado a la memoria de los amigos fallecidos, el pintor onubense José Viera, al que se dedica el soneto que abre la sección (p. 29); y José Luis Chousa, destinatario de las restantes composiciones: dos sonetos, los tres haikus encadenados que forman “Morfina” (p. 31) y una sentida “Oración” (I) (pp. 32-33). En ellas, junto al dolor de la pérdida, destaca el recuerdo emocionado de los momentos compartidos desde la infancia —“ha cruzado el espejo mi más antiguo amigo / José Luis Chousa, con quien me inicié / en el difícil arte de estar acompañado / a diario…” (p. 32)— y la petición, a veces no exenta de distanciamiento irónico —“lo importante es saber / que hay un tipo con barbas allá arriba / que, en compañía de un joven muy guapo (…) / y de un espectro en forma de paloma, / recibe tus mensajes, aunque nunca los lea” (p. 32)—, a la divinidad, .
En “Aristónico y otras antigüedades” (pp. 35-46), el apartado más culturalista del libro, se evocan, al hilo del periplo estival del poeta, diversos episodios y personajes históricos relacionados con los lugares por los que discurre la travesía: Egipto —“La cura del faraón” (pp.37-38), “El grafito de Aristónico” (pp. 41-42)— e Italia —“Hades enamorado” (pp. 39-40), sobre el mito de mito de Hades y Proserpina; “Muerte de Plinio el Viejo” (pp. 43-44) y “Pompeya desde el barco” (pp. 45-46), contemplada mientras el poeta lee la famosa novela sobre sus últimos días: “leyendo a Bulwer-Lytton / me olvido por un rato de la muerte y recobro / aquel Tiempo sin tiempo de la infancia” (p. 46).
“Por soleares” (pp. 47-58) reúne cinco poemas en soleares encadenadas de asunto sobre todo amoroso abordado con tono irónico, ya sea para celebrar su triunfo —“soleares de tus manos en el cine” (pp.51-52), donde no falta la nota de “políticamente incorrecta” que funciona de cierre epigramático: “Ahora en estos nuevos tiempos / no se dan besos de cine / sin consentimiento previo”(p. 52) — o lamentar su pérdida — “Soleares de la pérdida” (pp.49-50); ”Soleares del silencio” (p. 58)…—.
Por último, en “Creo en ti” (pp. 59-70), aunque también tiene cabida la nostalgia de la niñez —“Oración” (II) (p. 61), con indudables reminiscencias de “Vieja fotografía con tebeo” de El reino blanco; o “La caseta” (p. 63)— predominan de nuevo el amor y sus mitologías: la exaltación de la amada —“Oración” (III) (p. 62), un tanto paradójica en su conclusión “Da miedo ser feliz. El amor a la larga, / degenera en dolor. Protégeme, Dios mío—”, el erotismo —“La butaca” (p. 64)— o la declaración amorosa, en “Otra vez tú” (p. 66). El libro se cierra con una profesión de fe en el amor —“Creo en ti” (p. 69)— y una declaración de “Amor perpetuo” (p. 70) más allá de la muerte.
Como señala el autor en la “nota explicativa” que abre el libro, El secreto del mago constituye su “enésima apuesta en verso, decidida y valiente por la vida, que acaba prevaleciendo sobre todas las cosas” (p. 8) en su poesía.
Luis Alberto de Cuenca, El secreto del Mago, Madrid, Visor, 2023, 74 pp.
![[Img #67704]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2024/754_1-luis-alberto-de-cuenca-el-secreto-del-mago-copia.jpg)
La crítica ha subrayado el incremento de la tendencia meditativa y fúnebre en la poesía última —sobre todo desde El reino blanco (2010)— de Luis Alberto de Cuenca, lo que vendría a configurar un nuevo ciclo que se ha denominado “de senectute”. Ciertamente el tono reflexivo y fúnebre está muy presente en su último poemario, El secreto del mago, con el que obtuvo el XXXIII Premio Gil de Biedma. No obstante, seguimos encontrando en esencia los mismos temas y las mismas características formales que configuran la “línea clara” inaugurada con La caja de plata (1985). Los 35 poemas de este nuevo libro se ordenan en cinco apartados cuya disposición numérica (10+5+5+5+10) no carece de cierto simbolismo pitagórico.
El primero, “Cuaderno de bitácora” (pp. 11-26), se abre con “Elogio del ilusionismo” (pp 13-14), donde la infancia, evocada desde la vejez, acaba aproximándose a esta —“como soy ya mayor y percibo / cada vez más cercana la remota la niñez”— hasta acabar fundiéndose con ella en “El fin es el principio” (pp. 19-20). El amor, tratado con un tono irónico, protagoniza el díptico epigramático en haikus que forman “Habla el poeta” (p. 15) y “Habla la novia del poeta” (p. 16). No puede faltar tampoco el sueño -“Sueño de la tribu feliz” (pp. 21-22), igualmente epigramático en su cierre: “la muerte es solo olvido, paz silencio: lo que en vida no tuve” (p. 22)-.
La vejez unida al sentimiento de fugacidad y la contemplación nostálgica de la belleza es motivo de reflexión en “Un día menos con Susana” (p. 24), que dialoga con Homenaje de Guilén, pero también con “Susana y los viejos” de Sin miedo ni esperanza del propio Cuenca. Este diálogo interno tan característico de su poesía última es perceptible asimismo en “Madrid fantástico” (pp.17-18), elogio de la ciudad del poeta con reminiscencias de “El otro barrio de Salamanca” de La caja de plata; o en “Luna de Valle Inclán, Luna de Shakespeare” (pp. 25-26), cuyas reflexiones existenciales y literarias se cierran con la cita de unos versos de Romeo y Julieta que figuraban en su original inglés como lema de “What you will” de su segundo libro, Elsinore.
La segunda sección, “Oficio de difuntos” (pp. 27-34), está dedicado a la memoria de los amigos fallecidos, el pintor onubense José Viera, al que se dedica el soneto que abre la sección (p. 29); y José Luis Chousa, destinatario de las restantes composiciones: dos sonetos, los tres haikus encadenados que forman “Morfina” (p. 31) y una sentida “Oración” (I) (pp. 32-33). En ellas, junto al dolor de la pérdida, destaca el recuerdo emocionado de los momentos compartidos desde la infancia —“ha cruzado el espejo mi más antiguo amigo / José Luis Chousa, con quien me inicié / en el difícil arte de estar acompañado / a diario…” (p. 32)— y la petición, a veces no exenta de distanciamiento irónico —“lo importante es saber / que hay un tipo con barbas allá arriba / que, en compañía de un joven muy guapo (…) / y de un espectro en forma de paloma, / recibe tus mensajes, aunque nunca los lea” (p. 32)—, a la divinidad, .
En “Aristónico y otras antigüedades” (pp. 35-46), el apartado más culturalista del libro, se evocan, al hilo del periplo estival del poeta, diversos episodios y personajes históricos relacionados con los lugares por los que discurre la travesía: Egipto —“La cura del faraón” (pp.37-38), “El grafito de Aristónico” (pp. 41-42)— e Italia —“Hades enamorado” (pp. 39-40), sobre el mito de mito de Hades y Proserpina; “Muerte de Plinio el Viejo” (pp. 43-44) y “Pompeya desde el barco” (pp. 45-46), contemplada mientras el poeta lee la famosa novela sobre sus últimos días: “leyendo a Bulwer-Lytton / me olvido por un rato de la muerte y recobro / aquel Tiempo sin tiempo de la infancia” (p. 46).
“Por soleares” (pp. 47-58) reúne cinco poemas en soleares encadenadas de asunto sobre todo amoroso abordado con tono irónico, ya sea para celebrar su triunfo —“soleares de tus manos en el cine” (pp.51-52), donde no falta la nota de “políticamente incorrecta” que funciona de cierre epigramático: “Ahora en estos nuevos tiempos / no se dan besos de cine / sin consentimiento previo”(p. 52) — o lamentar su pérdida — “Soleares de la pérdida” (pp.49-50); ”Soleares del silencio” (p. 58)…—.
Por último, en “Creo en ti” (pp. 59-70), aunque también tiene cabida la nostalgia de la niñez —“Oración” (II) (p. 61), con indudables reminiscencias de “Vieja fotografía con tebeo” de El reino blanco; o “La caseta” (p. 63)— predominan de nuevo el amor y sus mitologías: la exaltación de la amada —“Oración” (III) (p. 62), un tanto paradójica en su conclusión “Da miedo ser feliz. El amor a la larga, / degenera en dolor. Protégeme, Dios mío—”, el erotismo —“La butaca” (p. 64)— o la declaración amorosa, en “Otra vez tú” (p. 66). El libro se cierra con una profesión de fe en el amor —“Creo en ti” (p. 69)— y una declaración de “Amor perpetuo” (p. 70) más allá de la muerte.
Como señala el autor en la “nota explicativa” que abre el libro, El secreto del mago constituye su “enésima apuesta en verso, decidida y valiente por la vida, que acaba prevaleciendo sobre todas las cosas” (p. 8) en su poesía.






