Astorga se solidariza este 8M con los 55 millones de mujeres en el mundo obligadas a abandonar sus hogares
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La mujer refugiada está siendo la protagonista de este Día Internacional de la Mujer en Astorga. A lo largo de la mañana , y hasta las 20 horas, la asociación Accem informa en la Plaza Mayor sobre la situación en la que viven 55 millones de mujeres en el mundo que se han visto obligadas a huir de sus hogares. En la mesa informativa, venden semillas de claveles morados, que son un símbolo de solidaridad y apoyo a las mujeres refugiadas.
Accem gestiona el centro de Pradorrey que desde hace cinco años ha acogido a 264 mujeres y niñas, de las cuales 53 formaban parte de familias monomarentales. Todas ellas forman parte de los millones que se enfrentan a la discriminación y violencia en todo el mundo. Según Accem, huyen de matrimonios forzosos, de ser sometidas a la mutilación genital, a la violencia física y sexual, a ser utilizadas como armas de guerra en conflictos, de la explotación de sus cuerpos en redes de trata, de la discriminación y vulneración grave a sus derechos.
La falta de vías legales y seguras las condena a quedarse sufriendo o a arriesgar su vida en rutas cada vez más peligrosas y mortales, en las que además vuelven a estar expuestas a sufrir violencia de género.
La mujer refugiada está siendo la protagonista de este Día Internacional de la Mujer en Astorga. A lo largo de la mañana , y hasta las 20 horas, la asociación Accem informa en la Plaza Mayor sobre la situación en la que viven 55 millones de mujeres en el mundo que se han visto obligadas a huir de sus hogares. En la mesa informativa, venden semillas de claveles morados, que son un símbolo de solidaridad y apoyo a las mujeres refugiadas.
Accem gestiona el centro de Pradorrey que desde hace cinco años ha acogido a 264 mujeres y niñas, de las cuales 53 formaban parte de familias monomarentales. Todas ellas forman parte de los millones que se enfrentan a la discriminación y violencia en todo el mundo. Según Accem, huyen de matrimonios forzosos, de ser sometidas a la mutilación genital, a la violencia física y sexual, a ser utilizadas como armas de guerra en conflictos, de la explotación de sus cuerpos en redes de trata, de la discriminación y vulneración grave a sus derechos.
La falta de vías legales y seguras las condena a quedarse sufriendo o a arriesgar su vida en rutas cada vez más peligrosas y mortales, en las que además vuelven a estar expuestas a sufrir violencia de género.