Max Alonso
Sábado, 16 de Marzo de 2024

El tren y Astorga. 3 y 4 de 8

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3. EL DEL NORTE

 

En 1853 aparecieron los primeros rumores sobre el trazado de una línea férrea para unir Madrid con Galicia. El rumor se consolidó en 1958, sin contar con perspectivas para Astorga. La compañía que lo promovía, con capital francés e inglés estudiaba su trazado por la Cepeda Alta, salvando los montes de León, desde Brañuelas a Bembibre, por Tremor de abajo.

 

Los ingenieros astorganos Carlos de Castro y su hermano Pedro León elaboraron un estudio, que se presentó al Ministerio de Fomento y a la compañía concesionaria para que afrontaran una variación del trayecto y que el tren pasara por Astorga. Para esto contaron con la ayuda del diputado en cortes por el distrito Modesto Lafuente, palentino nacido en una localidad del municipio de Cervera de Pisuerga, que había sido alumno y profesor del Seminario de Astorga. Un diputado muy culto, autor de la conocida Historia de España, que puso mucho empeño en apoyar esta iniciativa.

 

En 1859 consiguió del Ministerio del Ejército que concediera permiso a Pedro de Castro para que realizara los estudios del ferrocarril desde León a Ponferrada, especialmente con el paso de los montes de León. En este tiempo el Ayuntamiento de Astorga suscribió 40.000 pesetas en acciones de la compañía férrea, como aliciente para implicarla en el paso del ferrocarril por Astorga. Tenían claro los beneficios que le podía reportar y por eso no dudaron en vender bienes municipales, porque la ocasión no podía perderse. Consiguieron que los ingenieros de la compañía, que preparaban el proyecto, visitaran Astorga y conocieran los estudios que había hecho Pedro de Castro.

 

Se llega a fijar la variación de la línea y en 1864 el ingeniero Melitón Martín, fija como terreno apropiado para la estación Prado Otoño. En Astorga se considera ese emplazamiento demasiado lejos. Se propone que la Estación se construya en el campo El Cerezal, en donde está su emplazamiento actual, más cerca al centro de la ciudad y mejor comunicado con el resto de los barrios.

 

Antes de finalizar el año 1865 entró en los andenes de la Estación de Astorga su primera locomotora. Fue un día de nochebuena, a las 12 de mediodía. Ante tal acontecimiento se acordó adquirir cuarenta docenas de cohetes voladores, que se dispararon desde la muralla.

 

Más adelante, a finales del siglo pasado, cuando la Cámara estaba muy viva, defendió el proyecto de Alta Velocidad, que llegaría más tarde o temprano, pero que, por de pronto, había puesto en pie de guerra a El Bierzo, ante la posible ampliación desde León. En aquellos momentos el paso por Astorga estaba previsto. No se sabía entonces si tendría parada. La cuestión quedó zanjada porque en los años siguientes se decidió no que el tren no parara, sino que ni tan siquiera pasara, atendiendo a los intereses de Galicia y las voluntades políticas que se impusieron. Con lo que reclamación de la Vía el Oeste ha pasado a primer plano.

 

4. EL DEL OESTE

 

Me refiero al Tren del Oeste no como se veía y se opinaba hace un siglo, sino como se ve hoy, cuando dejó de ser una realidad en 1985, después de tantos años sin preocuparse de él y dejándole que decayera, como decayó, por sí solo, hasta el empujón final, en vez de actualizarse y regenerarse como hubiera sido lo deseable. Ahora se cuenta con una coyuntura favorable cuando los dos partidos nacionales, PP y PSOE están por la labor y la postura de ambos es favorable, por fin, a que al menos se estudie la cuestión.

 

El Gobierno ha encargado un estudio, lo menos que se debería hacer, y tanto un partido como el otro, ahora están en coincidencia. Por eso el tema va adelante. Lo que ya no está tan claro es si el nuevo trazado seguirá manteniendo Astorga en su lugar, como correspondería, y obliga a que nuestras autoridades no se duerman en los laurales y no se pongan la corona del triunfo, que la batalla no ha comenzado.

 

Esta vez no vamos a contar con Pio Gullón y el tema se queda en nuestras manos. Con la amenaza de León, que ya está en danza. Al menos el PP leonés ha movido ficha, reconociendo la posición de Astorga. Lo que hace falta es que la postura se mantenga y no sea una engañifla, por lo que será necesario estar atentos hasta el último momento.

 

En la racha que llevamos de decadencia astorgana es una situación que no nos podemos permitir y no podemos perder el tren. Bien que el AVE nos haya olvidado, pero no podemos perder nuestra conexión con Galicia y nuestra permanencia y vinculación con la Ruta del Oeste y que estemos en ese proyecto, que más tarde o más pronto llegará, de la unión de Gijón con Algeciras y la articulación del Oeste peninsular, tan necesaria como es en la huida de la despoblación.

 

Santiago Alonso Garrote dejó plasmada su lucidez sobre el tema cuando dejó por escrito su visión y su pensamiento, ahora hace 140 años, en 1884. En un primer artículo sobre el ferrocarril de Cádiz a Gijón, planteó el empalme en Astorga, con la conexión, entonces en proyecto, con la línea del norte y su continuidad a Galicia, que León quería para sí.

 

La capital no se salió con la suya, como hemos recordado, y el trazado fue una realidad en Astorga, con todo el sentido de la Plata en su nombre, que se reitera ahora, con oportunidad. Sin que se pueda consentir que se apropiendel nombre, como una marca de autenticidad, pero se traicione la realidad. Lo que no dejaría de ser un agravio ultrajante, pues permanecería evidenciado y recordado generación tras generación.

 

Aquel ferrocarril, aparte de cumplir con el derecho que devenía del pasado, trajo desarrollo y prosperidad a la zona. Las mismas que continúan demandadas ahora, y si entonces se impuso y se consiguió, igualmente debe ser ahora, pues viene avalado por lo que entonces se hizo y las mismas razones se dan para que se haga ahora, y no se convierta en una batalla perdida la que se ganó entonces.

 

Es verdad que no se cumplieron algunos de los requisitos y de las consecuencias que se previeron cuando se materializaron los planes, pero peor sería la perdida actual entonces ganada, por unos hombres e instituciones que supieron luchar por lo que les correspondía.

 

 

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