Paz Martínez
Sábado, 16 de Marzo de 2024

La mujer rural

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Es un día cualquiera. Alguien entrevista a una mujer con la intención de acercar la vida del mundo rural a la población. El despoblamiento es tal que la mayoría tiene la ilusión de que el tiempo se paró y allí nada ha cambiado desde hace cincuenta años. Es ineludible que la entrevistada sea a una mujer, que hable de cómo trabaja, de cómo cría a sus hijos, de cómo lucha por su familia.

 

Las mujeres tienen un papel importante en el mundo rural solo por el hecho de ser mujeres, por tener ese magnifico don de la naturaleza que les permite dar vida. Alguien dijo que de ellas depende el mundo rural, de la decisión de criar a los hijos en este u otro lugar, que son las que deciden qué lugar habitará la familia. Me parece una reflexión casi poética, como si fueran dueñas del destino o como si fueran las nuevas sembradoras de una tierra en fuelga.

 

Como decía, alguien entrevista a una de esas mujeres. La han pillado desprevenida, apenas sin tiempo para preparar nada. Ella está nerviosa, hubiera querido arreglase un poco, tal vez ir a la peluquería, ponerse una blusa más elegante porque sabe que la están grabando y no quiere dar imagen de desastrada. Se lo comenta a su interlocutor: “Quisiera un segundo para maquillarme, para arreglarme el pelo.” Pero su entrevistador se niega: “Tu papel es ser mujer rural y debes dar una imagen que sea afín, así estás bien.”

 

Y yo me pregunto ante esta escena si aquellos que promueven el mundo rural saben lo que hacen. Han pasado cincuenta años señores y sí, el tiempo aquí también ha corrido y también hemos evolucionado con él. La mujer rural es una mujer moderna con grandes habilidades, es una mujer preparada, es una mujer en la que cabe la crianza alternativa, en la que caben ideas e ideales. Es una mujer dinámica que se pinta y se pone tacón cuando le viene en gana.

 

La mujer rural de hoy puede estar apacentando ovejas en el monte mientras interactúa con el mundo a través de cualquier dispositivo. La mujer rural está on line. El error de una sola persona, quien sea, de querer alimentar el estereotipo caduco de la mujer rural de décadas atrás solo fomenta la confusión de lo que significa vivir en la naturaleza. Solo contradice el esfuerzo de tantísimas mujeres que emprenden en pequeñas poblaciones.

 

Vivir en un pueblo significa ganar en calidad de vida y muy seguramente en poder adquisitivo. Y tal vez esa sea la promoción necesaria. Los servicios están tan distantes como están en cualquier gran ciudad que te obliga a coger el coche o el metro cada mañana. Las mujeres que eligieron cambiar de vida y renunciar a la ciudad seguramente tuvieron poderosas razones. Seguramente la ciudad no les dio lo que necesitaban y por una vez sería necesario reflexionar sobre ello. No son heroínas por vivir en pueblos de treinta, cincuenta, cien o doscientos habitantes, son afortunadas.  No han renunciado a nada con su decisión; como las que siempre estuvieron no han renunciado al mundo de fuera. ¿Acaso no saben lo fácil que resulta hoy viajar? Si ya viajaban nuestros bisabuelos cómo no va a viajar la mujer de hoy, cómo no va a explorar el mundo viva donde viva.

 

Desde el entorno rural debemos acabar con los clichés que no nos aportan nada. Hay que dejar en el pasado la imagen del mandil y la pañoleta que ninguna mujer actual usa y permitir ver a la comunity manager, a la empresaria, a la ganadera, a la médico, a la terapeuta, a la periodista, a la agricultora y, por supuesto también, a la ama de casa, que lo es porque lo ha elegido y está en todo su derecho.

 

Si hay que rescatar el mandil y la pañoleta que sea para escuchar a nuestras abuelas, que sea para reivindicar sus memorias y permitirles formar parte de este lento y nuevo renacer campestre que queremos lograr. Que sea para atesorar cada unos de sus recuerdos y mantener vivas nuestras raíces.

 

En días como hoy, sin fecha señalada, incluso a deshora, también celebramos la importancia de la mujer en la historia, porque todos los días cuentan y todas cuentan. En lugares como este donde la mujer juega un papel tan importante para devolver la vida a una tierra baldía es impepinable hacerlo con los ojos abiertos a lo que de verdad sucede, observando cómo es de verdad la mujer que puebla los valles y cuales son sus necesidades reales. Los estereotipos nos alejan de todas estas realidades y distancian a muchas de proyectos comunes porque no se ven reflejadas en ellos.

 

Un paso más, solo un paso, una ventana abierta por donde entre la luz y permita ver con más claridad, una realidad más aplicada y menos conducida sobre los tiempos que corren, un discurso sobre diversidad auténtico y verdaderamente tolerante, un apoyo efectivo que no se quede en teorías y propuestas dormitando sobre la mesa de un despacho. Y sobre todo una visión objetiva. Con esto ya podemos empezar a trabajar y entroncar el mundo femenino con el entorno rural.

 

“Había aprendido del campo una cosa: que la mejor tierra no se ve porque la cubre la maleza.”Juan Bosh.

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