Un cambio de manto para anunciar la resurrección en Val de San Lorenzo
Al mediodía, justo antes de la misa, salía este Domingo de Pascua la procesión del Encuentro en Val de San Lorenzo. Había amagos de chirimiri, pero nada. Este encuentro tiene otra lectura que el que se celebra en Astorga. Aquí es el anuncio de la resurrección, por eso a la Virgen del Amor Hermoso le cambian el manto negro por el blanco.
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![[Img #68294]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2024/9284_2-dsc_0007-copia.jpg)
Saramago. 'El evangelio según Jesucristo'
Se llevaron a Jesús hacia un cerro al que llamaban Gólgota, y como ya le iban flaqueando las piernas bajo el peso del madero, pese a su robusta complexión, Mandó el centurión comandante que un hombre que iba de paso y se había parado un momento a mirar el desfile, tomara cuenta de la carga. De abucheos y empujones ya se había hablado antes, como de la multitud que los lanzaba. También de la rara piedad. En cuanto a los discípulos, esos andaban por allí, ahora mismo una mujer acababa de interpelar a Pedro, "No eras tú uno de los que andaban con él", y Pedro respondió, "Yo, no", y habiendo dicho esto se escondió detrás de todos, pero allí volvió a verlo la misma mujer, y otra vez le dijo, "Yo, no", y como no hay dos sin tres, siendo la de tres la cuenta que Dios hizo, aún fue Pedro por tercera vez preguntado, y por tercera vez respondió, "Yo, no". Las mujeres suben al lado de Jesús, unas aquí, otras allí. A María de Magdala es la que más cerca va, pero no puede aproximarse porque no se lo permiten los soldados, como no dejarán pasar a nadie por las proximidades del lugar donde están levantadas tres cruces, dos ocupadas ya por hombres que gritan, y claman, y lloran, y la tercera, en medio, esperando a su hombre, erguida y vertical como una columna que sustentara el cielo. Dijeron los soldados a Jesús que se tumbase, y él se tumbó, le pusieron los brazos abiertos sobre el larguero, y cuando el primer clavo, bajo el golpe brutal del martillo, le perforó la muñeca por el intervalo entre los dos huesos, el tiempo huyó hacia atrás en un vértigo instantáneo, y Jesús sintió el dolor como su padre lo sintió, se vio a sí mismo como lo había visto a él, crucificado en Séforis. Después la otra muñeca, y luego la primera dilaceración de las carnes crispadas cuando el larguero empezó a ser izado a sacudidas hacia lo alto de la cruz, todo su peso suspendido de los frágiles huesos, y fue como un alivio cuando le empujaron las piernas hacia arriba y un tercer clavo le atravesó los calcañares, ahora ya no hay nada más que hacer, sólo esperar la muerte.
![[Img #68293]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2024/8896_4-dsc_0027-copia.jpg)
![[Img #68295]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2024/4637_5-dsc_0037-copia.jpg)
![[Img #68296]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2024/626_9-dsc_0042-copia.jpg)
Jesús muere, muere, y ya va dejando la vida, cuando, de pronto, el cielo se abre de par en par por encima de su cabeza, y Dios aparece, vestido como lo había estado en la barca, y su voz resuena por toda la tierra diciendo, "Tú eres mi hijo muy amado, y en ti puse toda mi complacencia". Entonces comprendió Jesús que había venido traído al engaño como se lleva al cordero al sacrificio, que su vida había sido trazada desde el principio de los principios para morir así, y, trayéndole la memoria el río de sangre y de sufrimiento que de su lado nacerá e inundará toda la tierra, clamó para el cielo abierto, donde Dios sonreía, "Hombres, perdonadle, porque no sabe lo que hizo". Luego, se fue muriendo en medio de un sueño, estaba en Nazaret y oía que su padre le decía, encogiéndose de hombros y sonriendo también, "Ni yo puedo hacer todas las preguntas, ni tú puedes darme todas las respuestas". Aún había en él un rastro de vida cuando sintió que una esponja empapada en agua y vinagre le rozaba los labios, y entonces, mirando hacia abajo, reparó en un hombre que se alejaba con un cubo y una caña al hombro. Ya no llegó a ver, colocado en el suelo, el cuenco negro sobre el que su sangre goteaba.
![[Img #68297]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2024/5524_10dsc_0044-copia.jpg)
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Saramago. 'El evangelio según Jesucristo'
Se llevaron a Jesús hacia un cerro al que llamaban Gólgota, y como ya le iban flaqueando las piernas bajo el peso del madero, pese a su robusta complexión, Mandó el centurión comandante que un hombre que iba de paso y se había parado un momento a mirar el desfile, tomara cuenta de la carga. De abucheos y empujones ya se había hablado antes, como de la multitud que los lanzaba. También de la rara piedad. En cuanto a los discípulos, esos andaban por allí, ahora mismo una mujer acababa de interpelar a Pedro, "No eras tú uno de los que andaban con él", y Pedro respondió, "Yo, no", y habiendo dicho esto se escondió detrás de todos, pero allí volvió a verlo la misma mujer, y otra vez le dijo, "Yo, no", y como no hay dos sin tres, siendo la de tres la cuenta que Dios hizo, aún fue Pedro por tercera vez preguntado, y por tercera vez respondió, "Yo, no". Las mujeres suben al lado de Jesús, unas aquí, otras allí. A María de Magdala es la que más cerca va, pero no puede aproximarse porque no se lo permiten los soldados, como no dejarán pasar a nadie por las proximidades del lugar donde están levantadas tres cruces, dos ocupadas ya por hombres que gritan, y claman, y lloran, y la tercera, en medio, esperando a su hombre, erguida y vertical como una columna que sustentara el cielo. Dijeron los soldados a Jesús que se tumbase, y él se tumbó, le pusieron los brazos abiertos sobre el larguero, y cuando el primer clavo, bajo el golpe brutal del martillo, le perforó la muñeca por el intervalo entre los dos huesos, el tiempo huyó hacia atrás en un vértigo instantáneo, y Jesús sintió el dolor como su padre lo sintió, se vio a sí mismo como lo había visto a él, crucificado en Séforis. Después la otra muñeca, y luego la primera dilaceración de las carnes crispadas cuando el larguero empezó a ser izado a sacudidas hacia lo alto de la cruz, todo su peso suspendido de los frágiles huesos, y fue como un alivio cuando le empujaron las piernas hacia arriba y un tercer clavo le atravesó los calcañares, ahora ya no hay nada más que hacer, sólo esperar la muerte.
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Jesús muere, muere, y ya va dejando la vida, cuando, de pronto, el cielo se abre de par en par por encima de su cabeza, y Dios aparece, vestido como lo había estado en la barca, y su voz resuena por toda la tierra diciendo, "Tú eres mi hijo muy amado, y en ti puse toda mi complacencia". Entonces comprendió Jesús que había venido traído al engaño como se lleva al cordero al sacrificio, que su vida había sido trazada desde el principio de los principios para morir así, y, trayéndole la memoria el río de sangre y de sufrimiento que de su lado nacerá e inundará toda la tierra, clamó para el cielo abierto, donde Dios sonreía, "Hombres, perdonadle, porque no sabe lo que hizo". Luego, se fue muriendo en medio de un sueño, estaba en Nazaret y oía que su padre le decía, encogiéndose de hombros y sonriendo también, "Ni yo puedo hacer todas las preguntas, ni tú puedes darme todas las respuestas". Aún había en él un rastro de vida cuando sintió que una esponja empapada en agua y vinagre le rozaba los labios, y entonces, mirando hacia abajo, reparó en un hombre que se alejaba con un cubo y una caña al hombro. Ya no llegó a ver, colocado en el suelo, el cuenco negro sobre el que su sangre goteaba.
![[Img #68297]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2024/5524_10dsc_0044-copia.jpg)
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