Quien te ha visto y quien te ve TVE

Uno, que se cree que ya está curado de espantos, todavía anda descubriendo cosas de esas prodigiosas que suceden. Yo no contaba con que a estas alturas de mi vida iba a vivir una peste o algo semejante y nos vino la pandemia del Covid 19, la sufrimos y la superamos. Tampoco entraban en las previsiones una guerra en Europa que nos involucrara y nos amenazara a todos y lo hemos visto con la de Ucrania y, vete a ver, si todavía no nos veremos con una guerra peor, porque sea la Tercera Mundial o, todavía peor, que veamos una guerra que sería nuclear.

Lo malo que esto último, que puede suceder, nos lo andamos buscando. Yo tengo en las retinas de la memoria la imagen de Donald Trump, en su anterior etapa como presidente de los EE,UU., paseando de espaldas, al lado de su homólogo norcoreano el dictador Kim Jong un. Entonces no pasó nada, pero es posible que volvamos a poner en las manos de los dos los botones nucleares.

Esto lo hacemos entre todos con las papeletas que depositamos al buen tuntún y luego nos quejamos. Líderes tan poco tranquilizadores, pero no son solo estos, sino que hay más y parece que todavía van a aumentar, según la tendencia que en el mundo se sigue. Así ha llegado Javier Milei, el economista loco de la motosierra en ristre, que los argentinos han llevado voto a voto a la Casa Rosada.

Por no contar los disparates que se suman y vemos a diario. El más bochornoso el protagonizado por el Consejo de Administración de RTVE. En una sola reunión la presidenta cesó al Jefe de Contenidos y el mismo Consejo le cesó a continuación a ella. Lo más curioso y escabroso es como hicieron las votaciones. Con los votos cruzados de los consejeros. Los del PSOE y del PP votando a sus contrarios. Si no fuera tan grave el suceso sería para compararlo con una escena de Los Hermanos Marx en el Oeste, envueltos en una ensalada de tiros cruzados y cuando baja el humo de la pólvora ver que los únicos alcanzados por las balas eran el pianista y la chica del saloon.

Para agravar más la situación, a los consejeros que votaron así, se les pasó por la cabeza que iban a tener una presidencia rotatoria por la que cada mes accederían uno de los consejeros, con un lema: 12 meses 12 presidentes. Así todos contentos y la casa sin barrer, pero eso no era lo importante, la casa, sino la cosa. Una tele que últimamente anda mudando la imagen recogiendo a las viejas glorias caducadas de Telecinco. Si ves alguna película en la cadena, ya que no tienen publicidad, verás que meten promociones de sus programas y con eso te basta para luego ya no verlos. La parrilla ha recuperado las figuras caducas de los berlusconis, mientras ella pierde a sus profesionales.

Para más méritos del directivo cesado y que le valió el cese a la presidenta, lo fue por su empeño por contratar a David Broncano, un cómico emergente, que tiene su gracia y su chispa en su tono irreverente y ácrata. Con seguridad perderá su gancho en TVE, limitado por las estrecheces condicionantes de lo público. De momento se zanjó la polémica a cuchilladas, pero quedó el terreno preparado para que otro genio espabilado metiera el gol en la propia puerta en cuanto pudiera.

La idea peregrina de cubrir la presidencia mensualmente no cuajó, afortunadamente, y eligieron una presidenta para seis meses, mientras los profesionales pedían moderación y cordura a su Consejo de aficionados.

Como prueba de que las turbulencias no habían acabado un dato más. El presidente que salió elegido por el comité de sabios como el mejor preparado y que fue respaldado por dos tercios del Congreso, fue rápidamente eliminado por los consejeros. La presidenta interina y la nueva presidenta quedaron clasificadas de los últimos lugares en aquella prueba. Lo que no deja de ser una burla a los diputados, los dos tercios de la Cámara, que dieron sus votos al primero.

Superada la dificultad, a Broncano ya le han embarcado. Con la misión de competir con El Hormiguero de Pablo Motos, otro cómico que atrae a los jóvenes. Veremos si lo consigue o Broncano se queda a medio gas, no engancha a los jóvenes y desagrada a los mayores. Todo sea por la audiencia.