Nuria Viuda
Lunes, 15 de Abril de 2024

Abril

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Un viento templado que te azota el rostro y te libera del saco pardusco de las noches de invierno. Así es este mes maravilloso que se cuela entre las rocas y los cuarteles de invierno. Aún existe nieve en los altos, pervive en los neveros, se arrastra como una dama elegante que no desea desaparecer del todo de la escena que la elogia y la difama al tiempo: Crueldades de la banalidad vigente que azota igual que el veneno en los intestinos y para colmo los inflama.

 

Abril. Abril huele a toda la belleza acumulada en la rama y en la hoguera. Abril disperso y esquivo. Abril indomable que se mece entre aromas de dulzor y gominola mientras viajas en autobuses súper clase, inclinando un poco la cabeza para admirar vacas y caballos. Te introduces un bombón en la boca y ya llegaste al paraíso en cero coma. Abril. Sí. Abril estalla en los arbustos como pámpano verde y hoja de limonero. Canciones populares que quedaron para siempre grabadas en todos los inconscientes colectivos. Abril es un deseo imperioso de aspirar el aroma de la primavera profundamente y sin resoplidos que valgan. Sol, lluvia, alucinación de los sentidos. Dicha de vivir intensamente lo que venga. Abril, bañera desbordada de aguas claras que se cuela en los pasillos de tu vida y de la de todos para alertarnos contra el olvido. Quimera sin desperdicio que obra el milagro del renacimiento y la belleza. Por doquier vive la luz. Por doquier los buenos auspicios de días venideros.

 

Abril para vivir, abril para soñar, abril la primavera amaneció. Lo cantaba Carlos Cano. Aquel que amó la vida como así mismo. Ámense. Abril no espera y ya ha comenzado su destello y su andadura. Vivan, por favor. Yo siempre te espero, ABRIL, y escribo tu nombre con mayúsculas porque me da la aristocrática gana primaveral.

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