La ruta de los percebes astorganos
![[Img #68506]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2024/6737_2-dsc_0075-copia.jpg)
Me vi embarcado, en los llamados días santos, por una nueva ruta, la de los churros, que deben ser los percebes astorganos, sin que esto tenga nada que ver con las historietas de la Rue del Percebe. La inicié el Domingo de Palmas en El Patio, de la calle García Prieto, degustando tres hermosas piezas. La continué el Lunes Santo en el nuevo establecimiento La Flor del Trigo, que ha abierto sus puertas en la Avenida de las Murallas. Suculentos, los antiguos juanines han devenido en jorgitos. Con una propuesta de nuevo local y vianda que, mientras Astorga parece ir para abajo, van para arriba.
Como si de un nuevo viacrucis se tratara, alternativa a aquel de las farolas que se celebraba en este día, el Martes Santo, pude degustar la nueva especialidad en el Bar Carrera, que ha reabierto sus puertas en donde estuviera el antiguo bar del mismo nombre, en el comienzo de la Carretera de Pandorado, de donde partían los autobuses de Samuel para recorrer aquella carretera, que le llevó a la animosa Cámara de Comercio de entonces cien años que se completara. Un bar entrañable y familiar por el que discurrió la infancia de los hermanos Carrera, Biti y Toño, y de su prima Alicia, cuyos juegos infantiles y carreras entre viajeros y parroquianos, que allí tenían su segunda casa, no se han perdido del todo. Ahora el oficiante es una nueva generación, con el joven Miguel, que se ha programado para a las cinco de la mañana iniciar la jornada con este nuevo tributo, por ahora el último de perecederos.
Atrás quedaba, como una penitencia de la Semana de Dolores, las probatinas de la Casa Juanín, frente al antiguo ambulatorio, con un nuevo esfuerzo de ser y parecer, como testimonio del pasado, y la experiencia de Cuadros, en la calle de Padres Redentoristas, poco frescos y recalentados. Más en Pasaje, en la nueva Plaza Aizkorri, experimentales, con masa de buñuelo, servidos con desgana. Puestos a cerrar la gira, en Bambú, frente al Centro de Especialidades, que no acaba de recuperarse tras la pandemia, que se esfuerza por ofrecerlos aceptables. Todos estos no llegan a las excelencias de los crustáceos marítimos, pues son frutos propios de tierras de secano.
Hay que vivir abiertos a los nuevos tiempos, que, aunque se dicen que son tristes y de despoblación, algunas alegrías traen y, como tal, hay que aceptarlas y celebrarlas. Ahora ha sido la Ruta de los Percebes astorganos.
Parece que estas innovaciones llegan a la ciudad cuando el nuevo Ayuntamiento ha sentenciado a las torrijas como elitistas, por una ciencia infusa o confusa, que debe poseer, alejándolas por pecaminosas de su tiempo propio, que es la Semana Santa. Cosas de los tiempos penitentes de la Cuaresma será, que nos han permitido esta Semana Santa, a la espera del Resucitado,vivir en gracia y no incurrir en el pecado de las elitistas torrijas. Ventura grande, las que nos han traído el señor alcalde y el presidente de la Cámara, los dos de la mano y a una, que ya se sabe lo dificilísimo que es la innovación en la ciencia y el conocimiento. Ya no son cosa de una persona, sino de dos. Como nos lo recuerda el matrimonio Curie, 'los sabios Ramón y Cajal' o 'los filósofos Ortega y Gasse't.
No sé si puede decir aquello de que las cosas vienen para quedarse. Los churros, sean percebes o lo parezcan, sí, y, con que estos se queden, nos conformamos.
Me vi embarcado, en los llamados días santos, por una nueva ruta, la de los churros, que deben ser los percebes astorganos, sin que esto tenga nada que ver con las historietas de la Rue del Percebe. La inicié el Domingo de Palmas en El Patio, de la calle García Prieto, degustando tres hermosas piezas. La continué el Lunes Santo en el nuevo establecimiento La Flor del Trigo, que ha abierto sus puertas en la Avenida de las Murallas. Suculentos, los antiguos juanines han devenido en jorgitos. Con una propuesta de nuevo local y vianda que, mientras Astorga parece ir para abajo, van para arriba.
Como si de un nuevo viacrucis se tratara, alternativa a aquel de las farolas que se celebraba en este día, el Martes Santo, pude degustar la nueva especialidad en el Bar Carrera, que ha reabierto sus puertas en donde estuviera el antiguo bar del mismo nombre, en el comienzo de la Carretera de Pandorado, de donde partían los autobuses de Samuel para recorrer aquella carretera, que le llevó a la animosa Cámara de Comercio de entonces cien años que se completara. Un bar entrañable y familiar por el que discurrió la infancia de los hermanos Carrera, Biti y Toño, y de su prima Alicia, cuyos juegos infantiles y carreras entre viajeros y parroquianos, que allí tenían su segunda casa, no se han perdido del todo. Ahora el oficiante es una nueva generación, con el joven Miguel, que se ha programado para a las cinco de la mañana iniciar la jornada con este nuevo tributo, por ahora el último de perecederos.
Atrás quedaba, como una penitencia de la Semana de Dolores, las probatinas de la Casa Juanín, frente al antiguo ambulatorio, con un nuevo esfuerzo de ser y parecer, como testimonio del pasado, y la experiencia de Cuadros, en la calle de Padres Redentoristas, poco frescos y recalentados. Más en Pasaje, en la nueva Plaza Aizkorri, experimentales, con masa de buñuelo, servidos con desgana. Puestos a cerrar la gira, en Bambú, frente al Centro de Especialidades, que no acaba de recuperarse tras la pandemia, que se esfuerza por ofrecerlos aceptables. Todos estos no llegan a las excelencias de los crustáceos marítimos, pues son frutos propios de tierras de secano.
Hay que vivir abiertos a los nuevos tiempos, que, aunque se dicen que son tristes y de despoblación, algunas alegrías traen y, como tal, hay que aceptarlas y celebrarlas. Ahora ha sido la Ruta de los Percebes astorganos.
Parece que estas innovaciones llegan a la ciudad cuando el nuevo Ayuntamiento ha sentenciado a las torrijas como elitistas, por una ciencia infusa o confusa, que debe poseer, alejándolas por pecaminosas de su tiempo propio, que es la Semana Santa. Cosas de los tiempos penitentes de la Cuaresma será, que nos han permitido esta Semana Santa, a la espera del Resucitado,vivir en gracia y no incurrir en el pecado de las elitistas torrijas. Ventura grande, las que nos han traído el señor alcalde y el presidente de la Cámara, los dos de la mano y a una, que ya se sabe lo dificilísimo que es la innovación en la ciencia y el conocimiento. Ya no son cosa de una persona, sino de dos. Como nos lo recuerda el matrimonio Curie, 'los sabios Ramón y Cajal' o 'los filósofos Ortega y Gasse't.
No sé si puede decir aquello de que las cosas vienen para quedarse. Los churros, sean percebes o lo parezcan, sí, y, con que estos se queden, nos conformamos.