Andrés Martínez Oria
Jueves, 09 de Mayo de 2024

Palabras para Eloy

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Cuando la imagen se borra, quién la retiene en lo oscuro. Quién pinta al pintor. Quién fotografía a quien fijaba en blanco y negro el mínimo detalle desde algún punto de vista impensado. Se nos fue sin remedio el profesor, el fotógrafo, el periodista, el poeta.

 

La última vez nos encontramos al azar en la esquina de Marcelo Macías y Lorenzo Segura. Hace unos días. Ah, fábula del tiempo. Los días imposibles de medir, de retener, de explicar. ¿No fue cerca de allí donde se despidieron Luis Alonso Luengo y Leopoldo Panero un día de agosto? No recuerdo de qué hablamos, cosas intrascendentes, al paso, porque esperábamos hablar mil veces más. Y fue la última. A veces, en el ayer, no hay un mañana, sino un adiós sin vuelta.

 

He abierto al azar uno de sus libros y he leído «Rota la vida tuvimos que hacer un alto en el camino / para llorarte». Sus versos tenían con frecuencia mucho de surrealismo; iban más allá de la realidad, exploraban territorios insondables. Pero estos rezuman realidad, muerte, dolor. Él mismo, que solía hablar poco de estas cosas, me lo había confesado un día. Tras el tremendo accidente que segó las vidas de Esteban Carro Celada, su tío, y Puri Rubio Carro, su hermana de quince años, la mañana del 15 de agosto de 1974, cuando regresaba la familia a su hogar de Vigo, lo que quedaba de la familia rota, sus padres, su otra hermana, él, tuvieron que parar en un punto, hacer un alto en el camino, para llorar el hueco ausente.

 

Ahora nos falta él y queda el hueco del que fue nuestro testigo. ¿Quién nos fotografía ahora?

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