La vida
![[Img #68797]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2024/9049_solok.jpg)
La vida es un álbum de imágenes congeladas en el que un día te detienes, miras
la vida es tantear en la oscuridad, las manos tocando el aire, como vitalicios niños jugando a la gallinita ciega
la vida es respirar sin darle importancia, sin ni siquiera pensar que respiras
la vida es un tigre dormido que, a la primera de cambio, nos araña las tripas, nos da el zarpazo
la vida es una foto que dibuja la mitad de un campo de colza un jueves dos de mayo a las siete de la tarde -la otra mitad es cielo-
la vida es un cúmulo de interjecciones -ah, oh, ay, cielos, uf, epa, vaya, zas, hala, sh, cuidado-, que abandonadas en un recodo de la carretera, para seguir adelante -ánimo, venga, ojalá- en un camino solo de ida
la vida es sueño y entre vivir y soñar, madre: despertar
la vida es una foto en la calle un mediodía, cuando éramos jóvenes y aún no sabíamos quién iba a recoger primero la naranja amarga que, del regazo de nuestra vecina Daniela, cayó inexorable al suelo
la vida es asombro y es ardor y es pasión y es encuentro y es desencuentro, y es tardes de domingo en ese hora intestina en la que me embarga la bilis azul de la melancolía que no le deseo ni al más majo; pero también es lunes bajo la ducha donde, como por ensalmo, emerge de nuevo la esperanza
la vida es una foto de comunión con mis padres frente a la lavadora del corral y un traje de segunda mano, sin regalos, con dinero que guardar no fuera qué, la expresión turbada
la vida es el tiempo detenido en un viaje en autobús mientras escucho a la joven del asiento de atrás grabar en su wasap mensajes tipo “okey coma je je coma pues quedamos en la pizzería punto”
la vida es el olor del azahar que desprende el muro de piedra y ese otro a lavanda que se queda impregnado entre mis dedos índice y pulgar
la vida es una llamada de teléfono y es un sobre cerrado con una ecuación por descifrar de la que pende la vida
la vida son las pisadas que escucho en el rellano de un segundo piso de una ciudad que nunca tuvo mar, y es, sobre todo, el momento exacto en el que la baldosa, suelta y hueca, rechina
la vida es tu mirada y eres tú que me miras y me devuelves una identidad de alondra y trino
la vida es un olor, un rumor, un dolor, un canto de pájaroquealanochesederrama
la vida es lo más bello, lo más doloroso, lo único, según reza en el mensaje guardado como un tesoro en un libro que encontré por azar (¿por azar digo?) en la Cuesta de Moyano hace ya quinientos años
la vida es una foto de dos amigos trajeados ante un falso fondo de una patio de Granada, ciudad a la que nunca irán, uno -el que va a morir- de pie, otro sentado, la mano del primero apoyada en el hombro del segundo. Ambos desconocen que la guerra, la maldita guerra, les va a poner en distintos bandos. Y es también esa misma foto que, guardada en el bolsillo toda una vida, pone hoy en mis manos el hijo huérfano
la vida siempre dice sí, que dijo Gala
la vida es un ramillete de amapolas, flores de acacia e hinojo, que atrapo en el camino del cementerio un sábado de este mayo que está siendo cruel y despiadado, porque aunque hay cosas más importantes que vivir mucho, que vivir a toda costa, resulta desgarrador cómo la muerte -condición sine qua non del vivir- se lleva a los que más queremos. A ti también, amigo del alma mía. Recorro ahora la foto de tu imagen en ese corredor maragato y verde en el que cae una lluvia fina, sanadora, que tanta falta hace siempre para la tierra, y tanto o más a quienes nos quedamos en ella un poco más solos, un poco más huérfanos, un poco más desarmados.
La vida es un álbum de imágenes congeladas en el que un día te detienes, miras
la vida es tantear en la oscuridad, las manos tocando el aire, como vitalicios niños jugando a la gallinita ciega
la vida es respirar sin darle importancia, sin ni siquiera pensar que respiras
la vida es un tigre dormido que, a la primera de cambio, nos araña las tripas, nos da el zarpazo
la vida es una foto que dibuja la mitad de un campo de colza un jueves dos de mayo a las siete de la tarde -la otra mitad es cielo-
la vida es un cúmulo de interjecciones -ah, oh, ay, cielos, uf, epa, vaya, zas, hala, sh, cuidado-, que abandonadas en un recodo de la carretera, para seguir adelante -ánimo, venga, ojalá- en un camino solo de ida
la vida es sueño y entre vivir y soñar, madre: despertar
la vida es una foto en la calle un mediodía, cuando éramos jóvenes y aún no sabíamos quién iba a recoger primero la naranja amarga que, del regazo de nuestra vecina Daniela, cayó inexorable al suelo
la vida es asombro y es ardor y es pasión y es encuentro y es desencuentro, y es tardes de domingo en ese hora intestina en la que me embarga la bilis azul de la melancolía que no le deseo ni al más majo; pero también es lunes bajo la ducha donde, como por ensalmo, emerge de nuevo la esperanza
la vida es una foto de comunión con mis padres frente a la lavadora del corral y un traje de segunda mano, sin regalos, con dinero que guardar no fuera qué, la expresión turbada
la vida es el tiempo detenido en un viaje en autobús mientras escucho a la joven del asiento de atrás grabar en su wasap mensajes tipo “okey coma je je coma pues quedamos en la pizzería punto”
la vida es el olor del azahar que desprende el muro de piedra y ese otro a lavanda que se queda impregnado entre mis dedos índice y pulgar
la vida es una llamada de teléfono y es un sobre cerrado con una ecuación por descifrar de la que pende la vida
la vida son las pisadas que escucho en el rellano de un segundo piso de una ciudad que nunca tuvo mar, y es, sobre todo, el momento exacto en el que la baldosa, suelta y hueca, rechina
la vida es tu mirada y eres tú que me miras y me devuelves una identidad de alondra y trino
la vida es un olor, un rumor, un dolor, un canto de pájaroquealanochesederrama
la vida es lo más bello, lo más doloroso, lo único, según reza en el mensaje guardado como un tesoro en un libro que encontré por azar (¿por azar digo?) en la Cuesta de Moyano hace ya quinientos años
la vida es una foto de dos amigos trajeados ante un falso fondo de una patio de Granada, ciudad a la que nunca irán, uno -el que va a morir- de pie, otro sentado, la mano del primero apoyada en el hombro del segundo. Ambos desconocen que la guerra, la maldita guerra, les va a poner en distintos bandos. Y es también esa misma foto que, guardada en el bolsillo toda una vida, pone hoy en mis manos el hijo huérfano
la vida siempre dice sí, que dijo Gala
la vida es un ramillete de amapolas, flores de acacia e hinojo, que atrapo en el camino del cementerio un sábado de este mayo que está siendo cruel y despiadado, porque aunque hay cosas más importantes que vivir mucho, que vivir a toda costa, resulta desgarrador cómo la muerte -condición sine qua non del vivir- se lleva a los que más queremos. A ti también, amigo del alma mía. Recorro ahora la foto de tu imagen en ese corredor maragato y verde en el que cae una lluvia fina, sanadora, que tanta falta hace siempre para la tierra, y tanto o más a quienes nos quedamos en ella un poco más solos, un poco más huérfanos, un poco más desarmados.