Max Alonso
Martes, 18 de Junio de 2024

Sobre la incultura y otras menudencias municipales 1/5

CARTA A MÍ MISMO

 

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Las ruinas romanas de Astorga mantienen sus visitas y el museo. Como el del Chocolate, que lo tenemos gracias a la iniciativa y al empeño de un particular y a sus expensas, que recuperó nuestro patrimonio sobre una industria artesanal chocolatera, que provenía de los tiempos de Hernán Cortés, y que ahora estamos perdiendo, aferrados a la inacción.


 

La evidencia cultural, como tal, se recuperó y se consagró con la Casa Panero y significó otra importante recuperación de la Astorga Cultural. Aquella que llegaron a llamar Roma y Pequeña Atenas, y de la que algún escritor embaucador, aunque lleve el ilustre apellido de Sánchez Dragó y hubiera obtenido de la Junta el inmerecido premio de autor castellano y leonés, equiparó sus orígenes a los de Troya y Tebas.


 

Solo los desaprensivos e irracionales pueden arremeter contra nuestras pequeñas industrias dulceras o chacineras. Sería tan irresponsable como atentar contra el cocido maragato, encumbrado en Castrillo de los Polvazares, a donde muchos días acuden más de quinientos comensales y algún munícipe aficionado, posiblemente con cargo al erario público. Atentar contra estos patrimonios, tan nobles como legítimos, solo lo pueden hacer los malignos e irresponsables y, si estos son municipales, es para hacérnoslo mirar, porque eso quiere decir que los ciegos somos todos, que nosotros elegimos.


 

Frente a las últimas andanadas de impudicia ignorante, nos atrevemos a propugnar aquellas nobles iniciativas empeñadas en la cultura, como industria que desarrolla las otras industrias, y no decimos basta a estos empeños, sino que les decimos adelante y a por ellos vamos. Conscientes de que un turismo mejor y mayor, acrecentará nuestro patrimonio y nuestro futuro.


 

Por de pronto no iremos contra lo que se ha construido, pues siempre es un paso adelante para un futuro mejor. No aceptar la destrucción, como la de aquellos criminales constructores que destruyeron restos romanos, es impedir esa barbarie, que, con nuestro consentimiento, va contra nosotros. Por eso defendemos nuestro patrimonio y nuestra riqueza y como primer paso no consentiremos la destrucción de ningún museo que atraiga a nuestros visitantes e incremente a nuestras industrias a ellos designadas.


 

Contra corriente, si es necesario, defenderemos nuestras posibilidades patrimoniales y museísticas y el atractivo hasta ese terreno cultural que puede tener la celda de las Emparedadas, la única que queda en Europa, las Alfombra y Tapices de los Nistal, avalados por el reconocimiento por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, el posible Museo del Traje, el del Pescado, además del de los Arrieros, las propuestas de Astorga Futura, el Museo de los Caminos y todas la iniciativas que nos lleven a una Astorga Mayor.


 

Por todas estas razones, tras el atentado municipal perpetrado contra el Museo de la Casa Panero, en el entorno de las celebraciones del Halloween norteamericano y el escándalo nacional que provocaron y tras su reiteración en las siguientes Navidades, al tiempo que la ciudad sufría el apagón de sus luces, para sumirla en el blanco y negro de la desidia, me convencía de que había que reaccionar y condenarlo, en la medida que se pudiera.


 

En medio del desaguisado una buena noticia: Ya han sido reparados con pintura y limpieza los destrozos que se causaron en las libérrimas celebraciones del Hallowen, en marco tan inadecuado como el irresponsablemente elegido. Cabría preguntarse con cargo a que presupuesto. Si al de incultura, suntuarios o reservados de alcaldía.


 

En el pasado puede encontrarse un antecedente de estos hechos. Cuando los suevos, bárbaros centroeuropeos ocuparon la ciudad, por ignorancia, prescindieron de todo los que los romanos habían conseguido y construido, como las cloacas, que durante tantos siglos permanecieron olvidadas, tal es la fuerza que consigue la regresión. Hasta principios del siglo XX no volvieron a ser descubiertas y recuperadas para ponerlas en uso. Tan graves son las consecuencias del vandalismo.


 

Llegué a escribir lo que eso suponía y denunciarlo, pero no me atreví a publicarlo, ante el consejo de amigos, que me conminaron a no hacerlo. Una forma de censura preventiva de los actuales tiempos, pues consideraban al nuevo Ayuntamiento bronco, por eso les llaman Los Broncas a sus munícipes responsables, y pendenciero.


 

No partimos de la cultura en su sentido más primigenio, que la RAE define como el conjunto de conocimientos, que permiten desarrollar un pensamiento crítico, pues es contra lo que ahora se va. Por eso nos centraremos en lo contrario, la incultura, que es la carencia de aquella, en la que estamos, y se vive a escala municipal, a partir de la inculturación, entendida como proceso de interacción con la sociedad. Por ahí podríamos llegar, como propuesta realista, al cambio de denominación de su concejalía como de Incultura, aunque el fenómeno la supere y la trascienda en todo lo que hace y practica la nueva Corporación de los Once o, para no incurrir en la escapatoria fácil de la ceguera, de los diez y su capitán.


 

Término polisémico, el de la cultura, de la que se han llegado a dar más de 250 definiciones. De tantas nos quedamos como los saberes, creencias y pautas de conducta, incluidos los medios materiales, que no se respetan, por ignorancia, capricho o mala fe, es decir se incurre en la incultura. Cuando Astorga es y está reconocida como una ciudad de cultura, por los modos de vida, llegan nuestros munícipes negándolo con sus acciones. Habrá que concluir que ellos no nos representan, porque no lo hacen con quienes les han votado y menos con todos los astorganos, como sería su obligación. De ahí se deriva la importancia del fenómeno que estamos viviendo y al que le vamos a dedicar estos artículos.

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