OPINIÓN / Sobre la fuente del Aljibe del arquitecto Juan Múgica Aguinaga
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
-L.M. Panero-
![[Img #69023]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/06_2024/7014_captura-de-pantalla-2024-06-25-154707.png)
Volví a recordar un relato corto de Eloy Rubio Carro de mitad de los años ochenta cuyo título era “Y después haremos las fuentes y jardines”. Contaba la campaña de un candidato a alcalde en la que ofrecía sus dones para su amadísimo pueblo en el que iba a mejorar los servicios, se instalarían empresas, el paro desaparecería, los empresarios generarían más riqueza... Una vez hecho todo se harían fuentes y jardines. Ganó las elecciones y lo primero que hizo fueron las fuentes y los jardines.
Y si hablamos de fuentes y alcaldes, encontramos lo sucedido con la fuente que se ha colocado en el Aljibe y que reza “La Ciudad de Astorga a todos sus músicos”, sustituyendo a una ya existente. Somos una democracia consolidada y no llegamos a esa que lleva varios siglos, aunque solo hayan inventado el reloj de cuco, en que votan cada cambio que se hace. Aquí por lo menos se debería de haber preguntado a responsables ciudadanos, emitir un comunicado o bando, plantearlo en los plenos municipales o como mínimo informar a la ciudadanía de lo que se acomete. Pero parece que la ciudad se está convirtiendo en el festín de los once y en desafiantes tahúres que se guardan las cartas.
Se ha retirado de un día para otro una fuente que era patrimonio de los habitantes de la Ciudad de Astorga y de todo el que la visitara. Y lo más doliente es que tenía autor, Juan Múgica Aguinaga arquitecto de referencia en la ciudad por los cambios que se realizaron durante el último tercio del siglo XX. Nos preguntaremos: ¿qué fue de ella?, ¿acabó siendo materia sensitiva de la piqueta?, ¿estará en la escombrera o la reemplazarán en otro lugar?. Ya la anterior corporación también del Partido Popular se afanó en reponer la fuente neomudéjar del jardín, esa fuente si tenía un valor nostálgico de banderas imperiales, de un pasado que no volverá. Se cambió el monumento al motorista y se dijo lo que se quería hacer, no gustó a muchos y hoy en día su ubicación es un lugar muy visitado.
Un parque, el Aljibe, al que han macheteado los tejos y sin que haya respuesta apenas ciudadana. Este parque se hizo con la colaboración de varios arquitectos, fue el primero de los proyectos que abordó Juan José Alonso Perandones, después de pedir al alcalde Luis González (que fue quien lo adquirió al Cabildo por un precio mínimo) que por favor dejase si no el edificio, al menos los arcos y el nogal. Juan Múgica fue el arquitecto principal en su diseño, con el cubo, la fuente y el reloj sobre el suelo.
Juan Múgica fue el arquitecto omnipresente en la trama urbana de la ciudad, estableció el nuevo cardo y decumano de esta urbe, se llevó a cabo la formulación del eje urbano y peatonal, la Casa del Jardinero, la Ludoteca, el Matadero, el Pabellón de Deportes, la Plaza romana y la Domus del Mosaico. Variedad tipológica y marca de agua en edificios que han pasado a formar parte del deambular por las calles, como poemas en prosa para la mirada, aguda, vagabunda.
Celebrar la música, para ello está el templete y su entorno en el Jardín, incluso se pueden admitir otras aportaciones, pero no es necesaria la suplantación. En esta zona de Mérida Pérez, la actual corporación se opuso a la subvención y a la ejecución, incluso con intento de paralizar la obra y ahora quieren dar a entender que al final es cosa suya toda esa mejora.
Juan Múgica tiene diferentes premios en edificios del callejero local (ab urbe condita contemporánea), forma parte del patrimonio cultural de la Astorga que todos deseamos. Está su aportación humanística a espacios que se empeñan en destruir, arbolado decapitado, en desprecio a lo realizado por los anteriores con la saña del burdo chacinero, de utilizar los espacios para la incultura de cabo chusquero y juventud con esvásticas, mentes insolentes por lo vacías, sueños bimilenarios pasados por motosierras y banderas, muchas banderas. No solo se ha atentado a su fuente, lo han hecho con la Casa Panero, donde Juan Múgica tuvo un papel relevante, y alguien que embellece la vida merece ser retenido en las experiencias de los que habitan espacios. Su maestro Aldo Rossi decía que, “se puede decir que la ciudad en sí es la memoria colectiva de sus gentes y, como la memoria, está asociada a objetos y lugares, la ciudad es el lugar de la memoria colectiva”.
Tras las partidas con las cartas cambiadas, adalides del burle, el alcalde se posiciona tras la engañifa y el farol de jugador, sin percatarse de que está en un cargo público y no en el casino o detrás de un mostrador. Que la brillantina que le sobró a Carlos Gardel la usa el edil que desconoce los valores del respeto por el trabajo de otros, el esfuerzo de gentes que han dado tiempo de sus vidas a mejorar la convivencia de una ciudad rica en contrastes. Olvidar a los que te han precedido es acumular errores que se pagan y la ignorancia siempre se dijo que era muy atrevida.
Sirva a su vez de homenaje a Juan Múgica Aguinaga, arquitecto de origen vasco, creador activo y que suscribiría las palabras de Javier Sáenz de Oiza, “los arquitectos no hacemos las obras, son expresiones de una cultura, de un tiempo, ¿cómo va a firmar uno una civilización? uno da forma a una cosa inevitable, es como la grafología. Uno no se inventa el tipo de letra, dado su temperamento, tiene un tipo de letra”.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
-L.M. Panero-
Volví a recordar un relato corto de Eloy Rubio Carro de mitad de los años ochenta cuyo título era “Y después haremos las fuentes y jardines”. Contaba la campaña de un candidato a alcalde en la que ofrecía sus dones para su amadísimo pueblo en el que iba a mejorar los servicios, se instalarían empresas, el paro desaparecería, los empresarios generarían más riqueza... Una vez hecho todo se harían fuentes y jardines. Ganó las elecciones y lo primero que hizo fueron las fuentes y los jardines.
Y si hablamos de fuentes y alcaldes, encontramos lo sucedido con la fuente que se ha colocado en el Aljibe y que reza “La Ciudad de Astorga a todos sus músicos”, sustituyendo a una ya existente. Somos una democracia consolidada y no llegamos a esa que lleva varios siglos, aunque solo hayan inventado el reloj de cuco, en que votan cada cambio que se hace. Aquí por lo menos se debería de haber preguntado a responsables ciudadanos, emitir un comunicado o bando, plantearlo en los plenos municipales o como mínimo informar a la ciudadanía de lo que se acomete. Pero parece que la ciudad se está convirtiendo en el festín de los once y en desafiantes tahúres que se guardan las cartas.
Se ha retirado de un día para otro una fuente que era patrimonio de los habitantes de la Ciudad de Astorga y de todo el que la visitara. Y lo más doliente es que tenía autor, Juan Múgica Aguinaga arquitecto de referencia en la ciudad por los cambios que se realizaron durante el último tercio del siglo XX. Nos preguntaremos: ¿qué fue de ella?, ¿acabó siendo materia sensitiva de la piqueta?, ¿estará en la escombrera o la reemplazarán en otro lugar?. Ya la anterior corporación también del Partido Popular se afanó en reponer la fuente neomudéjar del jardín, esa fuente si tenía un valor nostálgico de banderas imperiales, de un pasado que no volverá. Se cambió el monumento al motorista y se dijo lo que se quería hacer, no gustó a muchos y hoy en día su ubicación es un lugar muy visitado.
Un parque, el Aljibe, al que han macheteado los tejos y sin que haya respuesta apenas ciudadana. Este parque se hizo con la colaboración de varios arquitectos, fue el primero de los proyectos que abordó Juan José Alonso Perandones, después de pedir al alcalde Luis González (que fue quien lo adquirió al Cabildo por un precio mínimo) que por favor dejase si no el edificio, al menos los arcos y el nogal. Juan Múgica fue el arquitecto principal en su diseño, con el cubo, la fuente y el reloj sobre el suelo.
Juan Múgica fue el arquitecto omnipresente en la trama urbana de la ciudad, estableció el nuevo cardo y decumano de esta urbe, se llevó a cabo la formulación del eje urbano y peatonal, la Casa del Jardinero, la Ludoteca, el Matadero, el Pabellón de Deportes, la Plaza romana y la Domus del Mosaico. Variedad tipológica y marca de agua en edificios que han pasado a formar parte del deambular por las calles, como poemas en prosa para la mirada, aguda, vagabunda.
Celebrar la música, para ello está el templete y su entorno en el Jardín, incluso se pueden admitir otras aportaciones, pero no es necesaria la suplantación. En esta zona de Mérida Pérez, la actual corporación se opuso a la subvención y a la ejecución, incluso con intento de paralizar la obra y ahora quieren dar a entender que al final es cosa suya toda esa mejora.
Juan Múgica tiene diferentes premios en edificios del callejero local (ab urbe condita contemporánea), forma parte del patrimonio cultural de la Astorga que todos deseamos. Está su aportación humanística a espacios que se empeñan en destruir, arbolado decapitado, en desprecio a lo realizado por los anteriores con la saña del burdo chacinero, de utilizar los espacios para la incultura de cabo chusquero y juventud con esvásticas, mentes insolentes por lo vacías, sueños bimilenarios pasados por motosierras y banderas, muchas banderas. No solo se ha atentado a su fuente, lo han hecho con la Casa Panero, donde Juan Múgica tuvo un papel relevante, y alguien que embellece la vida merece ser retenido en las experiencias de los que habitan espacios. Su maestro Aldo Rossi decía que, “se puede decir que la ciudad en sí es la memoria colectiva de sus gentes y, como la memoria, está asociada a objetos y lugares, la ciudad es el lugar de la memoria colectiva”.
Tras las partidas con las cartas cambiadas, adalides del burle, el alcalde se posiciona tras la engañifa y el farol de jugador, sin percatarse de que está en un cargo público y no en el casino o detrás de un mostrador. Que la brillantina que le sobró a Carlos Gardel la usa el edil que desconoce los valores del respeto por el trabajo de otros, el esfuerzo de gentes que han dado tiempo de sus vidas a mejorar la convivencia de una ciudad rica en contrastes. Olvidar a los que te han precedido es acumular errores que se pagan y la ignorancia siempre se dijo que era muy atrevida.
Sirva a su vez de homenaje a Juan Múgica Aguinaga, arquitecto de origen vasco, creador activo y que suscribiría las palabras de Javier Sáenz de Oiza, “los arquitectos no hacemos las obras, son expresiones de una cultura, de un tiempo, ¿cómo va a firmar uno una civilización? uno da forma a una cosa inevitable, es como la grafología. Uno no se inventa el tipo de letra, dado su temperamento, tiene un tipo de letra”.