OPINIÓN / Asesinatos de mujeres y menores
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Ante el asesinato de cuatro mujeres y dos menores en un solo día, lloramos su muerte y denunciamos tanta barbarie. No solo lloramos su muerte, también nos toca llorar por esta sociedad enferma, que está anestesiada y ciega ante estos terribles asesinatos que se producen día tras día. Ciega porque no quiere ver las causas de la violencia contra las mujeres. Y si no reconocemos, o incluso negamos las causas que la provocan, es imposible poner medidas para evitarla.
Aquí no hay un grupo terrorista que reivindique estos asesinatos, ni un gobierno o gobiernos que se pronuncien y tomen medidas contundentes para evitar que esto siga sucediendo. Tampoco los medios de comunicación y los dimes y diretes tratan estos asesinatos como lo que son, pura barbarie machista. Una mujer es asesinada y es a ella a quien primero se cuestiona preguntándose si ha denunciado violencia previa, de qué forma ha tomado precauciones ante el hombre violento. Y si sus hijas e hijos son asesinados, la pregunta es cómo ella no ha sabido defenderlos.
¿Se cuestiona a otras víctimas de violencia por la forma en que se ha defendido? No, porque pensamos que no tiene que hacerlo, por ser quien sufre la agresión, no quien la produce. Dejemos de pensar que es un problema de las mujeres y dejemos al desnudo y expuestos a los verdaderos culpables.
Ya se ha instalado en la sociedad una sufriente conformidad, el convencimiento de que los asesinatos de mujeres es un mal incurable, pero si de verdad se quiere se pueden tomar medidas que eviten tanta violencia misógina. No es admisible y es una vergüenza que una mujer incluida en el sistema de protección contra la violencia dentro de la pareja (VioGén) y con una orden de alejamiento que debía cumplir el asesino, sea asesinada junto a su hija e hijo y nadie se entere hasta que una compañera de trabajo se alarma porque no ha ido a trabajar y no contesta a sus llamadas. ¿Para qué sirven las denuncias de las mujeres y los supuestos medios de protección si pueden mantenerlas aterrorizadas y finalmente asesinarlas?
Si hay que ponerles escolta como a las víctimas de ETA, que se haga y deje de utilizarse el dinero del Pacto de Estado para baratijas y actividades sin relación directa con la violencia hacia las mujeres.
¿Cómo una sociedad, unas administraciones y unos cuerpos de orden no son capaces de evitar unas muertes anunciadas? ¿Qué terror han tenido que vivir Amal su hijo y su hija antes de que los mataran sin defensa policial ni judicial ante un tipo que reiteradamente les atacaba y que entraba sin cortapisas en su domicilio?
A las instituciones les decimos:
- Déjense de tomarnos el pelo con comités “de crisis” porque la violencia contra las mujeres no es una crisis, es la expresión continuada de la violencia que una sociedad machista ejerce sobre ellas. Es una crisis permanente, o ¿aún no se han enterado?
- Déjense de malgastar dinero público en regalitos y banalidades. Hagan cumplir a rajatabla las leyes integrales de igualdad y contra la violencia de género. Instauren la coeducación de una vez y formen a padres, madres y personal educador para dar fin a la desigualdad que provoca la violencia.
- Castiguen de una vez el “odio a las mujeres” que se manifiesta con frecuencia y desfachatez y se traduce en violencia sexual, humillaciones, malos tratos y asesinatos. La misoginia, la supremacía masculina que se resiste a desaparecer y se alimenta negando lo que es evidente y no corrigiendo las causas, es un atentado a la vida de media humanidad y a la dignidad de la humanidad entera.
- Ejerzan, quienes deben hacerlo, un control más exhaustivo sobre las armas que poseen muchos hombres y que con frecuencia sirven para asesinatos fáciles de mujeres, en general desarmadas.
- Reconozcan de forma institucional, que a pesar de los avances logrados por el feminismo que ha abierto campos de libertad, autodeterminación y autonomía para las mujeres, seguimos viviendo en una sociedad hostil para ellas. Porque el patriarcado se refuerza con nuevas formas de dominación sin abandonar las antiguas.
Aunque es evidente que el apoyo social y personal a mujeres amenazadas por hombres no es suficiente para librarlas del terror diario y la muerte, sí es fundamental para que todas y todos exijamos a las administraciones, al gobierno, a la judicatura… tratar este grave asunto con seriedad y medidas suficientes de prevención y protección. Y reprobemos todo apoyo a esta violencia; por negarla, por justificarla, por no querer verla.
Ante el asesinato de cuatro mujeres y dos menores en un solo día, lloramos su muerte y denunciamos tanta barbarie. No solo lloramos su muerte, también nos toca llorar por esta sociedad enferma, que está anestesiada y ciega ante estos terribles asesinatos que se producen día tras día. Ciega porque no quiere ver las causas de la violencia contra las mujeres. Y si no reconocemos, o incluso negamos las causas que la provocan, es imposible poner medidas para evitarla.
Aquí no hay un grupo terrorista que reivindique estos asesinatos, ni un gobierno o gobiernos que se pronuncien y tomen medidas contundentes para evitar que esto siga sucediendo. Tampoco los medios de comunicación y los dimes y diretes tratan estos asesinatos como lo que son, pura barbarie machista. Una mujer es asesinada y es a ella a quien primero se cuestiona preguntándose si ha denunciado violencia previa, de qué forma ha tomado precauciones ante el hombre violento. Y si sus hijas e hijos son asesinados, la pregunta es cómo ella no ha sabido defenderlos.
¿Se cuestiona a otras víctimas de violencia por la forma en que se ha defendido? No, porque pensamos que no tiene que hacerlo, por ser quien sufre la agresión, no quien la produce. Dejemos de pensar que es un problema de las mujeres y dejemos al desnudo y expuestos a los verdaderos culpables.
Ya se ha instalado en la sociedad una sufriente conformidad, el convencimiento de que los asesinatos de mujeres es un mal incurable, pero si de verdad se quiere se pueden tomar medidas que eviten tanta violencia misógina. No es admisible y es una vergüenza que una mujer incluida en el sistema de protección contra la violencia dentro de la pareja (VioGén) y con una orden de alejamiento que debía cumplir el asesino, sea asesinada junto a su hija e hijo y nadie se entere hasta que una compañera de trabajo se alarma porque no ha ido a trabajar y no contesta a sus llamadas. ¿Para qué sirven las denuncias de las mujeres y los supuestos medios de protección si pueden mantenerlas aterrorizadas y finalmente asesinarlas?
Si hay que ponerles escolta como a las víctimas de ETA, que se haga y deje de utilizarse el dinero del Pacto de Estado para baratijas y actividades sin relación directa con la violencia hacia las mujeres.
¿Cómo una sociedad, unas administraciones y unos cuerpos de orden no son capaces de evitar unas muertes anunciadas? ¿Qué terror han tenido que vivir Amal su hijo y su hija antes de que los mataran sin defensa policial ni judicial ante un tipo que reiteradamente les atacaba y que entraba sin cortapisas en su domicilio?
A las instituciones les decimos:
- Déjense de tomarnos el pelo con comités “de crisis” porque la violencia contra las mujeres no es una crisis, es la expresión continuada de la violencia que una sociedad machista ejerce sobre ellas. Es una crisis permanente, o ¿aún no se han enterado?
- Déjense de malgastar dinero público en regalitos y banalidades. Hagan cumplir a rajatabla las leyes integrales de igualdad y contra la violencia de género. Instauren la coeducación de una vez y formen a padres, madres y personal educador para dar fin a la desigualdad que provoca la violencia.
- Castiguen de una vez el “odio a las mujeres” que se manifiesta con frecuencia y desfachatez y se traduce en violencia sexual, humillaciones, malos tratos y asesinatos. La misoginia, la supremacía masculina que se resiste a desaparecer y se alimenta negando lo que es evidente y no corrigiendo las causas, es un atentado a la vida de media humanidad y a la dignidad de la humanidad entera.
- Ejerzan, quienes deben hacerlo, un control más exhaustivo sobre las armas que poseen muchos hombres y que con frecuencia sirven para asesinatos fáciles de mujeres, en general desarmadas.
- Reconozcan de forma institucional, que a pesar de los avances logrados por el feminismo que ha abierto campos de libertad, autodeterminación y autonomía para las mujeres, seguimos viviendo en una sociedad hostil para ellas. Porque el patriarcado se refuerza con nuevas formas de dominación sin abandonar las antiguas.
Aunque es evidente que el apoyo social y personal a mujeres amenazadas por hombres no es suficiente para librarlas del terror diario y la muerte, sí es fundamental para que todas y todos exijamos a las administraciones, al gobierno, a la judicatura… tratar este grave asunto con seriedad y medidas suficientes de prevención y protección. Y reprobemos todo apoyo a esta violencia; por negarla, por justificarla, por no querer verla.