Sobre la incultura y otras menudencias municipales 5/6
![[Img #69214]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/07_2024/4249_2207_imagen-de-whatsapp-2024-06-21-a-las-154832_c2ceb275-1.jpg)
Después de la Transición, Aznar abrió las puertas para la vía de la obstrucción, como ahora ante las elecciones europeas, demandando que el que pueda hacer que haga, dicho en clave, como se dan las órdenes en la mafia. La oclusión inducida, por la que ahora España está llegando a la regresión, sin haber alcanzado el presente, y todo se ningunea por los ultras, bajo el amparo de un PP desencajado, limitado a las tácticas de un jugador de guiñote, que pasa de ser demócrata. Con Astorga a la cabeza, donde están solos, sin Vox que les ilumine, integrándose en el lamentable absolutismo del siglo XIX. En los peores tiempos de la España contemporánea de Fernando VII, el felón, y la lamentable Isabel II, aún sin tener a la presidenta Ayuso, que ya les vale con su propio maléfico. (Recuérdese lo que he apuntado sobre la actuación de los suevos, ignorando y olvidando todo lo que habían conseguido los romanos y el gravísimo efecto de la Involución y la Regresión, como ahora estamos).
Cuando el caos no viene por la calle triunfante (“Olé al alcalde y a nosotros también”, que coreaban los gitanos), sino que entra por el mismo portalón municipal, ahora cerrado hasta para los cantaores. Está abierta la vía del odio, en un caldo de cultivo en el que la Iglesia Católica tiene muy buena parte, mientras demora el mirárselo, cómo una religión surgida de las enseñanzas de Jesucristo sobre el amor, la comprensión y el perdón, genera este caldo dominado por el odio y sazonado con las malas pasiones.
No han faltado las alharacas y la exaltación de lo propio, magnificado, como acontece cuando se padece de ignorancia, con complejo que te domina y se demoniza lo de los precedentes, queriéndoles mostrar como insolventes. Ni los unos son ángeles, como se creen, ni los otros demonios, como les ven. Podrán serlo si superan la edad del pavo. Cuando dejen de admirarse por lo guapos que son, se pongan las pilas y comiencen a trabajar.
Sucedió con lo de los elitistas del norte y del sur. De 'casas paneros', torrijas, basuras y lodos. Con lo de las obras inacabables. Con las iluminaciones navideñas, que no fueron nada más que cosa de pocas luces. Con el intento de conversión en monumento de contenedores. Con el desparrame de las terrazas para favorecer con descaro a esos empresarios, en contra de los ciudadanos. Cuando son también empresarios los que se han vuelto locos, porque ahora no saben cobrar sus facturas.
De los contratos que no existen y entonces no valen, pero sí que existen. De los que sí existen, pero tampoco valen. De dar como propias las obras que vienen de otros, en la avenida doctor Mérida, el paso de la carretera a León, el repintado del Colegio Panero, la reconstrucción de la muralla, el PGOU, las casas de los peones camineros. Lo de los libros, con un rayo de lucidez por el que sí está mal al año que viene se corrige. Más lúcido sería partir de lo ya experimentado.
De ocultar lo hecho, como el mirador de La Brecha. ¿O no se han enterado que se ha acabado lo que es la primera recuperación municipal del adarve, hecha por el PSOE y propuesta por el PP, que eran los suyos, los buenos, para que lo entiendan, no los de Isabel Carrasco? O los cursos de verano de la universidad, que no se han inventado ahora y eran más serios y académicos, no solo propagandísticos, los que se hacían.
De continuidad con sus predecesores populares, que hicieron cinco, puede considerarse la fuente levantada en recuerdo de los músicos astorganos en la plaza del Aljibe. Demuestra una voluntad ciudadana encomiable, aunque no haya sido muy atinada la obra elegida, que se dice que se encuentra en los chinos y algo de verdad debe ser, pues ya al segundo día no funcionaban las cuerdas del arpa y amenaza en quedarse en breve como arpón. Levantaron la que había, sin saber al menos que era original y menos lo que significaba, ni, como corresponde a la ignorancia, lo que representaba. Se desmocha, con esa característica falta de sapiencia de la actual Corporación, como si fuera otro tejo. Al menos es la primera cosa hecha. Falta hacerlo bien. Ellos tan ufanos. Como el tonto del pueblo, que se encuentra tan satisfecho con lo que se gusta.
Es ya un clásico de la psicología la teoría del Dr. Fritz Kunkel, que reconoce como un paso clave para el desarrollo de la personalidad el del yo al nosotros. ¿Qué hay que hacer para que nuestros munícipes lo consigan? Que den el paso de menos yo y más nosotros. Sería muy bueno, para ellos y para la ciudad, que la tienen inmersa en este sarpullido de la adolescencia, que la retiene paralizada.
Basta ya de culpar a los que no están y de exculpar a los que sí. A los que cobran y no hacen, aunque esto sea un poco exagerado, que sí han pintado los soportes de las papeleras y han dejado pintar otro mural. Sólo pregonan y anatemizan, se benefician y no cumplen. Antes los beneficiados eran los canónigos, que al menos aportaban la dulzura del conocimiento y la cultura. Que no se corrija lo que estaba mal para que ahora lo sean los concejales, que vivan como canónigos. Aquellos por unas oposiciones, estos por unas elecciones, que han ganado ellos, eso está por ver, sino que perdieron los otros.
Ahí está la clave, que si la quitas se desmorona el arco. La clave o el mal y hay que sacarlo. Si lo arrancas se arregla el problema. Arráncalo.
Después de la Transición, Aznar abrió las puertas para la vía de la obstrucción, como ahora ante las elecciones europeas, demandando que el que pueda hacer que haga, dicho en clave, como se dan las órdenes en la mafia. La oclusión inducida, por la que ahora España está llegando a la regresión, sin haber alcanzado el presente, y todo se ningunea por los ultras, bajo el amparo de un PP desencajado, limitado a las tácticas de un jugador de guiñote, que pasa de ser demócrata. Con Astorga a la cabeza, donde están solos, sin Vox que les ilumine, integrándose en el lamentable absolutismo del siglo XIX. En los peores tiempos de la España contemporánea de Fernando VII, el felón, y la lamentable Isabel II, aún sin tener a la presidenta Ayuso, que ya les vale con su propio maléfico. (Recuérdese lo que he apuntado sobre la actuación de los suevos, ignorando y olvidando todo lo que habían conseguido los romanos y el gravísimo efecto de la Involución y la Regresión, como ahora estamos).
Cuando el caos no viene por la calle triunfante (“Olé al alcalde y a nosotros también”, que coreaban los gitanos), sino que entra por el mismo portalón municipal, ahora cerrado hasta para los cantaores. Está abierta la vía del odio, en un caldo de cultivo en el que la Iglesia Católica tiene muy buena parte, mientras demora el mirárselo, cómo una religión surgida de las enseñanzas de Jesucristo sobre el amor, la comprensión y el perdón, genera este caldo dominado por el odio y sazonado con las malas pasiones.
No han faltado las alharacas y la exaltación de lo propio, magnificado, como acontece cuando se padece de ignorancia, con complejo que te domina y se demoniza lo de los precedentes, queriéndoles mostrar como insolventes. Ni los unos son ángeles, como se creen, ni los otros demonios, como les ven. Podrán serlo si superan la edad del pavo. Cuando dejen de admirarse por lo guapos que son, se pongan las pilas y comiencen a trabajar.
Sucedió con lo de los elitistas del norte y del sur. De 'casas paneros', torrijas, basuras y lodos. Con lo de las obras inacabables. Con las iluminaciones navideñas, que no fueron nada más que cosa de pocas luces. Con el intento de conversión en monumento de contenedores. Con el desparrame de las terrazas para favorecer con descaro a esos empresarios, en contra de los ciudadanos. Cuando son también empresarios los que se han vuelto locos, porque ahora no saben cobrar sus facturas.
De los contratos que no existen y entonces no valen, pero sí que existen. De los que sí existen, pero tampoco valen. De dar como propias las obras que vienen de otros, en la avenida doctor Mérida, el paso de la carretera a León, el repintado del Colegio Panero, la reconstrucción de la muralla, el PGOU, las casas de los peones camineros. Lo de los libros, con un rayo de lucidez por el que sí está mal al año que viene se corrige. Más lúcido sería partir de lo ya experimentado.
De ocultar lo hecho, como el mirador de La Brecha. ¿O no se han enterado que se ha acabado lo que es la primera recuperación municipal del adarve, hecha por el PSOE y propuesta por el PP, que eran los suyos, los buenos, para que lo entiendan, no los de Isabel Carrasco? O los cursos de verano de la universidad, que no se han inventado ahora y eran más serios y académicos, no solo propagandísticos, los que se hacían.
De continuidad con sus predecesores populares, que hicieron cinco, puede considerarse la fuente levantada en recuerdo de los músicos astorganos en la plaza del Aljibe. Demuestra una voluntad ciudadana encomiable, aunque no haya sido muy atinada la obra elegida, que se dice que se encuentra en los chinos y algo de verdad debe ser, pues ya al segundo día no funcionaban las cuerdas del arpa y amenaza en quedarse en breve como arpón. Levantaron la que había, sin saber al menos que era original y menos lo que significaba, ni, como corresponde a la ignorancia, lo que representaba. Se desmocha, con esa característica falta de sapiencia de la actual Corporación, como si fuera otro tejo. Al menos es la primera cosa hecha. Falta hacerlo bien. Ellos tan ufanos. Como el tonto del pueblo, que se encuentra tan satisfecho con lo que se gusta.
Es ya un clásico de la psicología la teoría del Dr. Fritz Kunkel, que reconoce como un paso clave para el desarrollo de la personalidad el del yo al nosotros. ¿Qué hay que hacer para que nuestros munícipes lo consigan? Que den el paso de menos yo y más nosotros. Sería muy bueno, para ellos y para la ciudad, que la tienen inmersa en este sarpullido de la adolescencia, que la retiene paralizada.
Basta ya de culpar a los que no están y de exculpar a los que sí. A los que cobran y no hacen, aunque esto sea un poco exagerado, que sí han pintado los soportes de las papeleras y han dejado pintar otro mural. Sólo pregonan y anatemizan, se benefician y no cumplen. Antes los beneficiados eran los canónigos, que al menos aportaban la dulzura del conocimiento y la cultura. Que no se corrija lo que estaba mal para que ahora lo sean los concejales, que vivan como canónigos. Aquellos por unas oposiciones, estos por unas elecciones, que han ganado ellos, eso está por ver, sino que perdieron los otros.
Ahí está la clave, que si la quitas se desmorona el arco. La clave o el mal y hay que sacarlo. Si lo arrancas se arregla el problema. Arráncalo.