OPINIÓN / El fotógrafo fotografiado
![[Img #69506]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/625_17-9-2022-leon-contra-el-incendio-en-el-telenofoto-esther-alonso-1.jpg)
Día 1 de agosto de 2024, homenaje en Astorga a Eloy Rubio Carro. Estoy fuera y no puedo asistir, sin embargo, desde el día 3 de mayo que supe de su fallecimiento, he querido escribir unas palabras de recuerdo hacia él, hacia él y hacia su familia, que fue durante un tiempo cercana a la mía, por vecindad, sino por amistad.
Recuerdo a su abuelo en la carpintería que regentaba y que estaba situada frente a la casa de mi abuela, en la calle Husar Tiburcio.
Le recuerdo a el de pequeño y a sus hermanas.
Recuerdo la triste noticia del fallecimiento de una de ellas, tan joven, y de su tío, Esteban Carro Celada. No hay viaje a León por esa carretera en que no recuerde ese terrible accidente. No sé por qué.
Recuerdo a su madre y a su otra hermana en encuentros casuales por Astorga.
Recuerdo también a su tío José Antonio Carro Celada que, estando en la feria de artesanía de Astorga, me puso en la mano un ejemplar de El Faro diciéndome: he escrito un artículo por el fallecimiento de tu tía. Y lo tituló: “Una casa con cinco balcones”.
Y ya instalada en La Sequeda, después de muchos años de estar fuera de León, en La Sequeda, que no en Maragatería, donde desde siempre volvía a la casa familiar, un reencuentro con Eloy, primero en Pintura in Situ, en Santa Colomba de Somoza, donde se halla esa casa familiar, y luego fotografiándome para una entrevista. A partir de ahí, y por esos recuerdos familiares, y sobre todo por la afinidad de ambos hacia la imagen y la fotografía, en cualquier evento donde lo encontraba, que era en casi todos a los que fui, donde solía verlo acompañado de Toñi, María Antonia Reinares, su esposa, y sus hijas, a las que fui viendo crecer, estaba él fotografiándolo, fotografiando el evento, incansable.
Siempre me gustó fotografiar a quien fotografiaba, y le hice algunas fotografías que luego le enviaba. Había cierta complicidad en ello, porque él también me enviaba alguna mía.
Cuando nos encontrábamos por Astorga, nos saludábamos y hablábamos y él, con esa voz tan suave y con esa cadencia que le caracterizaba, me hablaba de su madre, del evento que iba a reseñar y fotografiar…
Ahora esa voz se puede oír en algún video por internet, pero la viva, la que tanto pudiera haber seguido diciendo, de la misma manera que esas manos que tantas veces pudieran haber seguido apretando el disparador, incansablemente, ante todo lo que ocurría en Astorga y comarca, se fue, se fueron, demasiado pronto, y de pronto. Una voz que transmitía calidez y calidad humana, unas manos que junto a su mirar particular y artístico sabían encontrar el instante de la fotografía, y un pensar admirable, que como profesor y poeta regaló.
Cuánto me alegro de haberte conocido Eloy.
Día 1 de agosto de 2024, homenaje en Astorga a Eloy Rubio Carro. Estoy fuera y no puedo asistir, sin embargo, desde el día 3 de mayo que supe de su fallecimiento, he querido escribir unas palabras de recuerdo hacia él, hacia él y hacia su familia, que fue durante un tiempo cercana a la mía, por vecindad, sino por amistad.
Recuerdo a su abuelo en la carpintería que regentaba y que estaba situada frente a la casa de mi abuela, en la calle Husar Tiburcio.
Le recuerdo a el de pequeño y a sus hermanas.
Recuerdo la triste noticia del fallecimiento de una de ellas, tan joven, y de su tío, Esteban Carro Celada. No hay viaje a León por esa carretera en que no recuerde ese terrible accidente. No sé por qué.
Recuerdo a su madre y a su otra hermana en encuentros casuales por Astorga.
Recuerdo también a su tío José Antonio Carro Celada que, estando en la feria de artesanía de Astorga, me puso en la mano un ejemplar de El Faro diciéndome: he escrito un artículo por el fallecimiento de tu tía. Y lo tituló: “Una casa con cinco balcones”.
Y ya instalada en La Sequeda, después de muchos años de estar fuera de León, en La Sequeda, que no en Maragatería, donde desde siempre volvía a la casa familiar, un reencuentro con Eloy, primero en Pintura in Situ, en Santa Colomba de Somoza, donde se halla esa casa familiar, y luego fotografiándome para una entrevista. A partir de ahí, y por esos recuerdos familiares, y sobre todo por la afinidad de ambos hacia la imagen y la fotografía, en cualquier evento donde lo encontraba, que era en casi todos a los que fui, donde solía verlo acompañado de Toñi, María Antonia Reinares, su esposa, y sus hijas, a las que fui viendo crecer, estaba él fotografiándolo, fotografiando el evento, incansable.
Siempre me gustó fotografiar a quien fotografiaba, y le hice algunas fotografías que luego le enviaba. Había cierta complicidad en ello, porque él también me enviaba alguna mía.
Cuando nos encontrábamos por Astorga, nos saludábamos y hablábamos y él, con esa voz tan suave y con esa cadencia que le caracterizaba, me hablaba de su madre, del evento que iba a reseñar y fotografiar…
Ahora esa voz se puede oír en algún video por internet, pero la viva, la que tanto pudiera haber seguido diciendo, de la misma manera que esas manos que tantas veces pudieran haber seguido apretando el disparador, incansablemente, ante todo lo que ocurría en Astorga y comarca, se fue, se fueron, demasiado pronto, y de pronto. Una voz que transmitía calidez y calidad humana, unas manos que junto a su mirar particular y artístico sabían encontrar el instante de la fotografía, y un pensar admirable, que como profesor y poeta regaló.
Cuánto me alegro de haberte conocido Eloy.