Fiesta de la Virgen de la Carballeda de Val de San Lorenzo: ”Hoy de nuevo aquí nos tienes, junto a ti con alegría"
Han comenzado las Fiestas en Honor a la Virgen de la Carballeda en Val de San Lorenzo. El grueso de los actos organizados por el Ayuntamiento y la Asociación Cultural 'La Carballeda' se celebran desde hoy viernes, 30 de agosto, al lunes, 2 de septiembre. En la fiesta de este 2024 queremos detenernos en la riqueza etnográfica de la Misa Angelis con Ramo y Procesión que se celebra este sábado (13 horas) y domingo (12 horas). Para ello, hemos rescatado extractos del pregón de la fiesta de la Virgen de la Carballeda de 2013 ofrecido por el poeta y etnógrafo José Luis Puerto, acompañados por fotografías de los años de 2016 a 2023 de Eloy Rubio Carro.
![[Img #69763]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/8741_img_24152.jpg)
El Val de San Lorenzo se suma con la fiesta de la Carballeda a la oleada de fervor mariano que, al final de cada estío, tiene lugar en no pocos lugares de España.
Varios son los elementos llamativos desde el punto de vista etnográfico que resaltan en esta celebración:
El primer elemento llamativo de la celebración mariana del Val de San Lorenzo es la advocación que se le da desde antiguo a la Virgen patrona: el de la Carballeda. No es una advocación teológica y doctrinal de todas las que tiene la Virgen María, sino una advocación de tipo naturalista vegetal y arbóreo. A través de tal calificativo aplicado a la Virgen, se está produciendo una sacralización del espacio, una sacralización de la vegetación arbórea y, en concreto, de un árbol tan simbólico de nuestro noroeste peninsular como es el roble o carballo.
![[Img #69764]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/4217_9504_16dsc_1424.jpg)
La Virgen, lo sagrado femenino, se relaciona, a través de esta advocación arbórea, con la fecundidad, con la transmisión y prolongación de la vida, así como con los ciclos del nacer, florecer, madurar, morir y renacer de nuevo que toda la vegetación implica.
Estamos ante una advocación mariana de tipo arbóreo. Y el árbol es uno de los símbolos esenciales de la tradición. En su sentido más amplio, representa la vida del cosmos, su densidad, crecimiento, proliferación, generación y regeneración. El árbol es vida inagotable, de ahí que se le haya convertido en equivalente de la inmortalidad.
![[Img #69766]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/8629_2018.webp)
En definitiva, se trata de una fiesta mariana del nacimiento; una fiesta de exaltación de la vida y de todos los dones que, a través suyo, se manifiestan. De ahí que no sea casual que, pese a estar situada tal celebración a finales de verano y cerca de los inicios de la estación descendente del otoño, en esa fiesta aparezcan algunos elementos muy significativos que podemos relacionar perfectamente con esa exaltación y con esa necesidad humana de protección de la vida; y tales elementos son, en concreto, tres: las figuras de las mayas; el ramo y el canto del ramo; así como el cetro del mayordomo.
LAS MAYAS
Las mayas, esas mozas que, junto a los danzantes, van bailando en la procesión ante la imagen de la Virgen, a los toques del tamboritero, están emparentadas con una tradición muy antigua en toda España, la de la maya, que está muy bien documentada en nuestra literatura de los Siglos de Oro. Hay un hermoso libro sobre el tema, de Ángel González Palencia y Eugenio Mele, de 1944, que documenta muy bien esta tradición peninsular.
El término maya tiene que ver con las fiestas de mayo, de llegada de la primavera, y se consideran como una supervivencia de las antiguas fiestas florales paganas. Aquí, curiosamente, en vuestra fiesta de ‘la Carballeda’, hay una ofrenda floral.
![[Img #69768]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/3021_5247_dsc_0240.jpg)
![[Img #69767]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/8456_8167_dsc_0223.jpg)
En la fiesta de la Virgen de ‘la Carballeda’, tenemos la sensación de que estamos ante una cristianización de la antigua tradición de la fiesta primaveral de las mayas. La gran maya, la maya divina, sería la Virgen María, a la que sirven y rinden culto todas las demás mayas, así como los danzantes, lo mismo que todo el pueblo con la ofrenda de flores y con todos los cultos (novena, misa, procesión) que en honor de la Virgen tienen lugar en la celebración de ‘la Carballeda’.
EL RAMO Y EL CANTO
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![[Img #69778]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/9557_6379_dsc_0146.jpg)
El segundo elemento significativo y hermoso –en la línea que venimos trazando- es el de los ramos y el canto del ramo. Los primorosos ramos adornados que se ofrecen a la Virgen y que acompañan su imagen en la procesión tienen una clara conexión con los ramos maragatos y leoneses, muy significativos no solo en el ciclo de fiestas navideño, sino también a lo largo de distintas fiestas invernales y primaverales. Como últimamente se ha puesto muy en boga, con el peligro de perder sus significaciones primigenias, hemos de decir –y así es en la fiesta del Val de San Lorenzo- que tiene una significación, por una parte, de ofrenda humana a los seres divinos: tanto a Dios Niño en la Navidad, como a la Virgen Madre, en ‘la Carballeda’; y, por otra, de anhelo de regeneración y de multiplicación de la vida, algo tan necesario para el transcurso del mundo en todas sus esferas: en la humana, en la animal y en la vegetal también. El ramo y su canto son elementos de un rito de vinculación de los seres humanos, de las comunidades humanas que utilizan el rito, con lo sagrado, con la esfera religiosa.
![[Img #69769]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/3847_5406_4.jpg)
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![[Img #69771]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/1333_8546_4-_dsc1316-copia.jpg)
EL CETRO DEL MAYORDOMO
Y, por fin, ese tercer elemento que tiene que ver con significaciones primaverales –y todo lo que ellas comportan- de la celebración mariana del Val es el cetro con que el mayordomo preside todos los actos religiosos de la fiesta: ese mástil de madera, significativamente adornado en su extremo superior con flores y con lazos, algo que ya expresa por sí mismo ese anhelo de florecimiento continuo y cíclico de la vida. El hecho de que, a través de la intermediación del sacerdote, se vaya transmitiendo, en el momento final de la fiesta, del mayordomo del año actual al del año venidero, habla ya de por sí de esa fluidez que se pide al transcurso del tiempo y de la vida. En otros lugares españoles, sobre todo en el mundo rural, ya sean los mayordomos, alcaldes de mozos u otros personajes, suelen llevar –en algunas fiestas de invierno- varas floridas, esto es, rematadas por flores, con una significación innegable de anhelo de renacimiento primaveral.
![[Img #69772]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/4098_img_24150.jpg)
... LOS DANZANTES
Solo quiero ya –tomando prestadas unas palabras de Ricardo García Escudero, de mediados del siglo XX- rememorar otro de los ritos, profano en este caso, que se celebra estos días: "el de los danzantes. Son estos nueve jóvenes –dice García Escudero-, ocho con traje regional, colonias y sombreros enramados en formas más o menos llamativas … Estos hacen sus danzas con palos y bailando, destacando, por su gran abundancia, la célebre zapateta maragata, todo al compás de la música del país...
![[Img #69775]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/27_img_31959.jpg)
![[Img #69777]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/79_2827_17-_dsc1427-copia.jpg)
![[Img #69774]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/5298_4916_dsc_0179.jpg)
Y el otro danzante, el birria, con su cometido de autoridad y bufón. Va vestido … chabacanamente … no faltando una castañuela muy grande en la mano derecha, con la que no se produce otra música que un monorrítmico clo, clo, y en la izquierda un palo … con una piel de erizo rellena, en el extremo; palo del que se sirve para erguir cual cetro, para sus gracias y para blandir rastreramente y herir a quien, por aproximarse demasiado, impida los movimientos de los danzantes.
![[Img #69779]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2024/1359_2278_dsc_0254.jpg)
El Val de San Lorenzo se suma con la fiesta de la Carballeda a la oleada de fervor mariano que, al final de cada estío, tiene lugar en no pocos lugares de España.
Varios son los elementos llamativos desde el punto de vista etnográfico que resaltan en esta celebración:
El primer elemento llamativo de la celebración mariana del Val de San Lorenzo es la advocación que se le da desde antiguo a la Virgen patrona: el de la Carballeda. No es una advocación teológica y doctrinal de todas las que tiene la Virgen María, sino una advocación de tipo naturalista vegetal y arbóreo. A través de tal calificativo aplicado a la Virgen, se está produciendo una sacralización del espacio, una sacralización de la vegetación arbórea y, en concreto, de un árbol tan simbólico de nuestro noroeste peninsular como es el roble o carballo.
La Virgen, lo sagrado femenino, se relaciona, a través de esta advocación arbórea, con la fecundidad, con la transmisión y prolongación de la vida, así como con los ciclos del nacer, florecer, madurar, morir y renacer de nuevo que toda la vegetación implica.
Estamos ante una advocación mariana de tipo arbóreo. Y el árbol es uno de los símbolos esenciales de la tradición. En su sentido más amplio, representa la vida del cosmos, su densidad, crecimiento, proliferación, generación y regeneración. El árbol es vida inagotable, de ahí que se le haya convertido en equivalente de la inmortalidad.
En definitiva, se trata de una fiesta mariana del nacimiento; una fiesta de exaltación de la vida y de todos los dones que, a través suyo, se manifiestan. De ahí que no sea casual que, pese a estar situada tal celebración a finales de verano y cerca de los inicios de la estación descendente del otoño, en esa fiesta aparezcan algunos elementos muy significativos que podemos relacionar perfectamente con esa exaltación y con esa necesidad humana de protección de la vida; y tales elementos son, en concreto, tres: las figuras de las mayas; el ramo y el canto del ramo; así como el cetro del mayordomo.
LAS MAYAS
Las mayas, esas mozas que, junto a los danzantes, van bailando en la procesión ante la imagen de la Virgen, a los toques del tamboritero, están emparentadas con una tradición muy antigua en toda España, la de la maya, que está muy bien documentada en nuestra literatura de los Siglos de Oro. Hay un hermoso libro sobre el tema, de Ángel González Palencia y Eugenio Mele, de 1944, que documenta muy bien esta tradición peninsular.
El término maya tiene que ver con las fiestas de mayo, de llegada de la primavera, y se consideran como una supervivencia de las antiguas fiestas florales paganas. Aquí, curiosamente, en vuestra fiesta de ‘la Carballeda’, hay una ofrenda floral.
En la fiesta de la Virgen de ‘la Carballeda’, tenemos la sensación de que estamos ante una cristianización de la antigua tradición de la fiesta primaveral de las mayas. La gran maya, la maya divina, sería la Virgen María, a la que sirven y rinden culto todas las demás mayas, así como los danzantes, lo mismo que todo el pueblo con la ofrenda de flores y con todos los cultos (novena, misa, procesión) que en honor de la Virgen tienen lugar en la celebración de ‘la Carballeda’.
EL RAMO Y EL CANTO
El segundo elemento significativo y hermoso –en la línea que venimos trazando- es el de los ramos y el canto del ramo. Los primorosos ramos adornados que se ofrecen a la Virgen y que acompañan su imagen en la procesión tienen una clara conexión con los ramos maragatos y leoneses, muy significativos no solo en el ciclo de fiestas navideño, sino también a lo largo de distintas fiestas invernales y primaverales. Como últimamente se ha puesto muy en boga, con el peligro de perder sus significaciones primigenias, hemos de decir –y así es en la fiesta del Val de San Lorenzo- que tiene una significación, por una parte, de ofrenda humana a los seres divinos: tanto a Dios Niño en la Navidad, como a la Virgen Madre, en ‘la Carballeda’; y, por otra, de anhelo de regeneración y de multiplicación de la vida, algo tan necesario para el transcurso del mundo en todas sus esferas: en la humana, en la animal y en la vegetal también. El ramo y su canto son elementos de un rito de vinculación de los seres humanos, de las comunidades humanas que utilizan el rito, con lo sagrado, con la esfera religiosa.
EL CETRO DEL MAYORDOMO
Y, por fin, ese tercer elemento que tiene que ver con significaciones primaverales –y todo lo que ellas comportan- de la celebración mariana del Val es el cetro con que el mayordomo preside todos los actos religiosos de la fiesta: ese mástil de madera, significativamente adornado en su extremo superior con flores y con lazos, algo que ya expresa por sí mismo ese anhelo de florecimiento continuo y cíclico de la vida. El hecho de que, a través de la intermediación del sacerdote, se vaya transmitiendo, en el momento final de la fiesta, del mayordomo del año actual al del año venidero, habla ya de por sí de esa fluidez que se pide al transcurso del tiempo y de la vida. En otros lugares españoles, sobre todo en el mundo rural, ya sean los mayordomos, alcaldes de mozos u otros personajes, suelen llevar –en algunas fiestas de invierno- varas floridas, esto es, rematadas por flores, con una significación innegable de anhelo de renacimiento primaveral.
... LOS DANZANTES
Solo quiero ya –tomando prestadas unas palabras de Ricardo García Escudero, de mediados del siglo XX- rememorar otro de los ritos, profano en este caso, que se celebra estos días: "el de los danzantes. Son estos nueve jóvenes –dice García Escudero-, ocho con traje regional, colonias y sombreros enramados en formas más o menos llamativas … Estos hacen sus danzas con palos y bailando, destacando, por su gran abundancia, la célebre zapateta maragata, todo al compás de la música del país...
Y el otro danzante, el birria, con su cometido de autoridad y bufón. Va vestido … chabacanamente … no faltando una castañuela muy grande en la mano derecha, con la que no se produce otra música que un monorrítmico clo, clo, y en la izquierda un palo … con una piel de erizo rellena, en el extremo; palo del que se sirve para erguir cual cetro, para sus gracias y para blandir rastreramente y herir a quien, por aproximarse demasiado, impida los movimientos de los danzantes.