Sonata a Kreutzer
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Dicen que Beethoven compuso esta sonata para que la tocara el violinista polaco George Augustus Polgreen, un virtuoso del violín, hijo de sirvientes que demostró desde niño un gran talento para la música. Pero parece que ambos músicos tuvieron una discrepancia a causa de una mujer y Beethoven prescindió de Bridgetower substituyéndolo por Rodolphe Kreutzer, que era apreciado como el mejor violinista de la época, por aquel entonces, pero que jamás llegó a tocar esta pieza. No se saben a ciencia cierta los motivos del incidente entre el violinista Bridgetower y Beethoven pero parece que este último se dejó llevar por el ímpetu de celos ante el interés de ambos por una dama.
Esta pieza y esta historia de celos ante el fruto del deseo, ante aquello que codiciamos dio lugar a la novela con el mismo título escrita por León Tolstoi en 1889 donde un personaje llamado Pózdnyshev, explica a un desconocido, en un tren, las razones que lo impulsaron a matar a su mujer. En muchos aspectos, posiblemente, Tolstoi muestra de manera novelada su relación con su esposa Sofía Andreievna, así como episodios reales, en la que revela un minucioso y despiadado análisis de su relación matrimonial.
Sonata a Kreutzer ha sido mi última lectura y es la historia de una relación amorosa que se pudre por efecto de los celos. El autor, arremete contra el sexo, al que casi describe como una urgencia establecida involuntariamente que corrompe al ser humano, que lo condiciona excesivamente atándolo al deseo y subyugándolo. No deja títere con cabeza al hablar de los hijos, ni tampoco de la procreación como fin último de las relaciones sexuales. En cuanto a la mujer, la describe como un ser manipulador e inteligente al que no le importa pasar por lo que no es, con tal de lograr sus objetivos. Por último, Tolstoi profundiza en la falsa moralidad del individuo y en el tormento de los celos.
Pareciera que en el tormento de su propio matrimonio quisiera Tolstoi resarcirse con esta novela matando, aunque solo fuera en su imaginación, a su esposa. Pero las apariencias engañan. Tolstói arremete contra la hipocresía de los valores burgueses, contra los fingimientos que tratan de ocultar oscuras pulsiones y la violencia subyacente en las relaciones.
Repugna leer como el protagonista en su discurso, simplemente se dedica a culpar al mundo de su manera de actuar e intentar y hacernos creer que no tenía más opciones. En esto, el maltratador, el posesivo, el depredador, el acosador no ha cambiado a lo largo de los siglos. Juega el autor a manifestar nutridas críticas al patriarcado, al tradicionalismo y a la institución del matrimonio mientras transmite un discurso cargado de misoginia como justificación de un asesinato, como justificación de la violencia machista y retorna, nuevamente, sobre sus pasos para resaltar el papel humillante que ocupa la mujer en la sociedad, hablándonos de igualdad de derechos, y de la opresión de la mujer. Como lector, parece que el objetivo del autor es ponerte en una situación incómoda. Podemos sentir la rabia, los celos con los que tantas veces nos contradecimos, maltratamos y nos destruimos.
Cada frase se puede interpretar como una puñalada al feminismo, como una espantosa crónica detallada en primera persona de la demencia que provocan los celos y a la vez, hay algo hipnótico en la narración: "la fascinación de la abominación". Tolstoi admite sus propios demonios y a la vez reflexiona sobre como la posesión destruye las relaciones, haciendo una crítica al matrimonio tradicional de su época, donde las mujeres carecían de verdadera independencia y eran vistas como posesiones de sus maridos. Hace una crítica a la sexualidad abogando por una visión idealizada de abstinencia y pureza moral que reflejaba su propio cambio de perspectiva moral. Esto provoca que los personajes masculinos adopten una postura que, aunque extremista, los pone en evidencia ante las expectativas desiguales entre géneros, mostrando la opresión y el maltrato emocional ejercido a lo largo de la historia.
Me deja alguna reflexión esta lectura que en cuanto al tema que acomete nunca pasará de moda porque la violencia de género, el abuso y el acoso son males endémicos imposibles de erradicar. Primero que la obsesión disfrazada de amor no es más que violencia en ciernes. A veces, me asusta escuchar a niñas decir mi novio me cuida mucho. Señorita, a ser posible procura saber cuidarte tú que cuando alguien levanta un muro para protegerte enseguida florece el veneno de la posesión y el desprecio.
Quizás el mayor agravio en La Sonata a Kreutzer no es el asesinato, ni las debilidades del autor que escribió esta obra para sacarse de dentro sus propias miserias sino el pacto tácito de silencio de la sociedad de entonces y de la de ahora. Y en esto también la mujer es responsable de sí misma y de sus decisiones.
"El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse… ese día será el origen de una nueva civilización." — Simone de Beauvoir.
Dicen que Beethoven compuso esta sonata para que la tocara el violinista polaco George Augustus Polgreen, un virtuoso del violín, hijo de sirvientes que demostró desde niño un gran talento para la música. Pero parece que ambos músicos tuvieron una discrepancia a causa de una mujer y Beethoven prescindió de Bridgetower substituyéndolo por Rodolphe Kreutzer, que era apreciado como el mejor violinista de la época, por aquel entonces, pero que jamás llegó a tocar esta pieza. No se saben a ciencia cierta los motivos del incidente entre el violinista Bridgetower y Beethoven pero parece que este último se dejó llevar por el ímpetu de celos ante el interés de ambos por una dama.
Esta pieza y esta historia de celos ante el fruto del deseo, ante aquello que codiciamos dio lugar a la novela con el mismo título escrita por León Tolstoi en 1889 donde un personaje llamado Pózdnyshev, explica a un desconocido, en un tren, las razones que lo impulsaron a matar a su mujer. En muchos aspectos, posiblemente, Tolstoi muestra de manera novelada su relación con su esposa Sofía Andreievna, así como episodios reales, en la que revela un minucioso y despiadado análisis de su relación matrimonial.
Sonata a Kreutzer ha sido mi última lectura y es la historia de una relación amorosa que se pudre por efecto de los celos. El autor, arremete contra el sexo, al que casi describe como una urgencia establecida involuntariamente que corrompe al ser humano, que lo condiciona excesivamente atándolo al deseo y subyugándolo. No deja títere con cabeza al hablar de los hijos, ni tampoco de la procreación como fin último de las relaciones sexuales. En cuanto a la mujer, la describe como un ser manipulador e inteligente al que no le importa pasar por lo que no es, con tal de lograr sus objetivos. Por último, Tolstoi profundiza en la falsa moralidad del individuo y en el tormento de los celos.
Pareciera que en el tormento de su propio matrimonio quisiera Tolstoi resarcirse con esta novela matando, aunque solo fuera en su imaginación, a su esposa. Pero las apariencias engañan. Tolstói arremete contra la hipocresía de los valores burgueses, contra los fingimientos que tratan de ocultar oscuras pulsiones y la violencia subyacente en las relaciones.
Repugna leer como el protagonista en su discurso, simplemente se dedica a culpar al mundo de su manera de actuar e intentar y hacernos creer que no tenía más opciones. En esto, el maltratador, el posesivo, el depredador, el acosador no ha cambiado a lo largo de los siglos. Juega el autor a manifestar nutridas críticas al patriarcado, al tradicionalismo y a la institución del matrimonio mientras transmite un discurso cargado de misoginia como justificación de un asesinato, como justificación de la violencia machista y retorna, nuevamente, sobre sus pasos para resaltar el papel humillante que ocupa la mujer en la sociedad, hablándonos de igualdad de derechos, y de la opresión de la mujer. Como lector, parece que el objetivo del autor es ponerte en una situación incómoda. Podemos sentir la rabia, los celos con los que tantas veces nos contradecimos, maltratamos y nos destruimos.
Cada frase se puede interpretar como una puñalada al feminismo, como una espantosa crónica detallada en primera persona de la demencia que provocan los celos y a la vez, hay algo hipnótico en la narración: "la fascinación de la abominación". Tolstoi admite sus propios demonios y a la vez reflexiona sobre como la posesión destruye las relaciones, haciendo una crítica al matrimonio tradicional de su época, donde las mujeres carecían de verdadera independencia y eran vistas como posesiones de sus maridos. Hace una crítica a la sexualidad abogando por una visión idealizada de abstinencia y pureza moral que reflejaba su propio cambio de perspectiva moral. Esto provoca que los personajes masculinos adopten una postura que, aunque extremista, los pone en evidencia ante las expectativas desiguales entre géneros, mostrando la opresión y el maltrato emocional ejercido a lo largo de la historia.
Me deja alguna reflexión esta lectura que en cuanto al tema que acomete nunca pasará de moda porque la violencia de género, el abuso y el acoso son males endémicos imposibles de erradicar. Primero que la obsesión disfrazada de amor no es más que violencia en ciernes. A veces, me asusta escuchar a niñas decir mi novio me cuida mucho. Señorita, a ser posible procura saber cuidarte tú que cuando alguien levanta un muro para protegerte enseguida florece el veneno de la posesión y el desprecio.
Quizás el mayor agravio en La Sonata a Kreutzer no es el asesinato, ni las debilidades del autor que escribió esta obra para sacarse de dentro sus propias miserias sino el pacto tácito de silencio de la sociedad de entonces y de la de ahora. Y en esto también la mujer es responsable de sí misma y de sus decisiones.
"El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse… ese día será el origen de una nueva civilización." — Simone de Beauvoir.