Mercedes Unzeta Gullón
Martes, 19 de Noviembre de 2024

Diario de Enriqueta. Un jueves de noviembre de un año lejano

Me duele soportar
Que me excluyas de tu vida
Sin embargo
Es necesaria esa distancia
Para ser infeliz
y vivirme

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Quizás sea jueves, sí creo que es jueves hoy el día que has partido para Nueva York. Qué fácil y qué difícil es todo.  Me siento algo vacía y abrumada por mi nueva situación de soltera y sola en la vida, bueno, más bien frente a la vida.

Me gustaría estar a tu lado en ese avión rumbo a lo desconocido a la vez que tengo una gran necesidad de separarme de ti para poder rehacerme. Tu fuerza ha inutilizado la mía hasta casi llegar a anularla. Son fuerzas que caminan a ritmos diferentes y la más rápida, la tuya, por el hecho de serlo, ha acaparado antes el terreno, y a la más lenta, la mía, no le ha quedado capacidad de maniobra. Por eso siento que tengo que recuperar mi fuerza y mi terreno.

 

Otra tarea que me toca hacer en este tiempo de soledades es aclarar y definir mi posición y mis intereses frente al mundo, a mi mundo. No perder de vista qué valores son los que realmente me interesan cultivar. Me quedo con los que he tenido claros desde siempre como justicia, honestidad, respeto, ética, tolerancia, amistad, amor…, pero que con cierta frecuencia he arrinconado alguno de ellos en función de las situaciones externas en las que me he encontrado inmersa. Porque los acontecimientos de la vida te van envolviendo lentamente, con un hilo muy fino hasta inutilizar tu libertad de pensamiento y de movimientos como hace la opilión (la araña de patas grandes que habita en todas las casas de campo) con las moscas que atrapa, que las envuelve y envuelve con su filamento hasta dejarlas inutilizadas y así las guarda para comérsela es el momento que le apetezca. Así suele pasar en esta forma de vida, esta sociedad cada vez más envolvente y más alienante.

 

Mi principal filosofía de vida que, naturalmente, me ha llevado a ser como soy, ha sido la de dar prioridad a la observación frente a la participación y, a la vez, apuntarme a todos los trenes posibles que pasaran por mi lado. Es decir, no renunciar a los acontecimientos que surgían en mi camino ante la posibilidad poder perderme algo interesante. Estar siempre alerta. No parar. Hacer de todo y decir que sí a todo con la previsión de almacenar y la idea de disfrutar de lo almacenado cuando disminuyera mi capacidad y posibilidades de seguir recogiendo experiencias.

 

La mayoría de las cosas, personas, creencias, ideas…, son efímeras, cambian, varían no tienen consistencia, no son auténticas.  Por eso con el tiempo me he vuelto una descreída. Todo un “si, pero…”. Por eso, también, no creo en las militancias de ningún tipo. Por eso también he aprendido a tomarme las cosas que suceden, que me suceden, con cierta distancia.

 

Andar siempre por el mismo camino me parece encasillamiento, me parece recortar posibilidades a la existencia. Es importante diversificar para completarnos. Yo tengo una gran necesidad de sentirme viva, ágil y creadora. He hecho cosas en la vida pero necesito hacer muchas más. Sentirme viva es sentir que estoy empezando algo. En cuanto ese algo se vuelve rutina, me apaga, me mata y tengo la necesidad de cambiar de escenario.

 

Pero para poder ir eligiendo los distintos caminos de la vida mientras se va avanzando en el caminar es imprescindible tener libertad, auténtica libertad, no es libertad de pacotilla que se emplea para llenarse la boca pero no el corazón.

 

Defender la libertad de cada uno no es fácil en esta sociedad instituida como una madeja intrincada de sometimientos de todo tipo: religiosos, sociales, familiares… El sometimiento, así, en abierto, lo llevamos marcado ancestralmente a fuego, y desprendernos de ello es tarea difícil. Debemos, y podemos, ir desprendiéndonos de esa vestidura poco a poco, como a jirones, aunque siempre nos vamos a topar con dificultades.

 

En defensa de mi libertad he ido aprendiendo a implicarme con cautela en las relaciones y en los asuntos, porque la mayoría de las personas no entienden lo que realmente implica la palabra ‘libertad’ (No puedo aguantarme y me permito meter un inciso en este diario de Enriqueta para dedicarle un recuerdo a ‘nuestra querida actual princesa de la libertad’, la señora Ayuso). No es fácil ejercitar la libertad, muchas veces hay que esconder parte de la personalidad para protegerse del exterior, mostrar sólo la parte interesada en ese momento para poder tener capacidad de maniobra en otros momentos. Es decir, la mayoría de las veces ha hecho falta elaborar una estrategia para poder ejercer una parcela de libertad.

 

Dicho así resulta penoso, pero hay que considerar que la libertad exterior no vale nada si no existe la libertad interior. Esta, la interior, es la verdadera libertad y es el motor de la existencia. Esa es a la que hay que alcanzar. Esa libertad es la que da la fuerza a la vida.

 

Cuando te conocí pensé que iba a enriquecer mi libertad abriéndome a ti, y así fue en una primera época. Luego, por desgracia, tu comportamiento me llevó sentirme absolutamente privada de libertad y me hundí, se me acabó la fuerza, el canto y la alegría.  Ha sido muy larga esta prisión porque pensaba, y esperaba, que era por ‘defecto de forma’ (aludiendo al término leguleyo) y no cuestión de fondo. Eso me ha hecho resistir, siempre esperando un cambio en la forma que no ha llegado, y es cuando mi límite no ha aguantado. Mi caos ha sido terrible, nada en mi interior se mantenía en pie. La lucha por sobrevivir era aniquilada por las ganas de dejarme llevar, abandonarme… Qué importaba nada.

 

¿Cómo se puede llegar a ese punto de incapacitación? Me lo pregunto ahora desde la distancia. Distancia de ti y distancia de los acontecimientos. ¿Cómo la estacionaria opilión puede envolver con su finísimo hilo a una dinámica mosca hasta inutilizarla? ¡Cómo he podido caer como la infeliz mosca en las redes de esa madeja envolvente e inmovilizante? Así es y aquí estoy, desenmarañando la madeja y empezando a respirar con nuevo aliento de libertad.  ¡Qué fácil la vida y qué difícil la humanidad!

 

Estoy bien. Ha sido una gran idea este largo viaje a N.Y. Esta larga distancia que me ha dado perspectiva.      

 

O tempora o mores

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