Horacio Borliz
Jueves, 28 de Noviembre de 2024

Sangría y cerveza para todos

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El famoso Silverstone también dijo aquello de basta ser necio para creerse sabio. A nuestros concejales les puede pasar, que de creerse sabios se vuelven necios. La ciudadanía ha quedada muy superada por sus últimas hazañas. Depués de creerse periodistas, no, maestros de periodistas para darles lecciones, se fueron al campo, vestidos con sus monos de colores vivos, como sabían que hacían los siete enanitos de Blancanieves y, armados de picos y palas se metieron en faena hasta que alumbraron el pozo del nevero, que la naturaleza estaba a un tris de devorárselo. Cuando culminaron la proeza, se lo ofertaron al pueblo, que ellos dan todo para el pueblo, pero sin el pueblo, que se lo quedan ellos para que no lo malgasten, como hacía el franquismo y como podía justificarlo Platón cuando se ponía fascista y propugnaba el gobierno de los mejores, que es lo que ahora tenemos en la Casona de Juan Zancuda y Colasa.

Su hazaña ha sido muy comentada aquí y en los mentideros de la Villa y Corte: Los cortesanos al conocer su hazaña se quedaron patidifusos con lo que habían hecho los arrieros, cuando iban con sus carros al Teleno y lo cargaban de nieve y hielo, lo cubrían con pajas y se lo traían para acá. Cosa de la propaganda, porque los arrieros eran los de la larga distancia, y los del caso se quedaba en carreros.

 

Todo eso ocurría antes de lo del cambio climático, cuando la nieve aguantaba todo el verano en el Teleno, no como ahora, que no aguanta ni el día que cae. Gracias a ese servicio, que los munícipes quieren recuperar, vendrá la segunda parte, que los astorganos recuperen las cervezas y las sangrías y que se las beban frías en libertad, que palabra tan bonita, recién descubierta para los madrileños, que para eso tienen a su reina Ayuso, la del abuso.

 

Nuestros enanitos nos quieren volver a ese grato pasado que hemos perdido, que ya lo sabían los romanos, que, además de trabajadores eran muy listos, como ellos, al menos en lo último. No pasó con los neveros lo mismo que con las cloacas, que también las inventaron aquellos. Luego vinieron los vándalos, los suevos, los godos y los visigodos y nos quedamos bobos. Se acabaron las cervezas en el verano y las cloacas en los inviernos y volvimos al agua va, para arrojarla en las calles. Tras los árabes se recuperaron las esencias, lo de las cervezas, que lo de las cloacas no eran tan esenciales.

 

En tiempos del obispo Mejía de Tovar, allá por el siglo XVII, el cabildo, que también tenía bodegas y vino, que es con el que mejor se hace el camino, recuperó el nevero y lo puso en explotación y ganó buenos dineros, pues con ellos financió la construcción de la puerta de rejería del coro de la Catedral y los astorganos volvieron a beber cerveza fresca en el verano. No hubo nadie tan listo como para recuperar las cloacas, que eso no se hizo hasta principios del siglo pasado, para que se constate lo que cuesta salir de la regresión. En Madrid tuvieron que pasar porque los mayores se murieran en las residencias, para recuperar la libertad de las cervezas, que las bebidas tienen su coste.

 

Menos mal que ahora tenemos a los ONCE, que aquí esas cosas no pasan, como tampoco tenemos los 7219 mayores, que se han de morir.

 

De aquella tradición vino que cuando se hizo la plaza de toros, aprovechando las piedras del Castillo de los Marqueses, que de la aristocracia pasaban a la plebe, proliferaran a su vera los mesones, para relajo y disfrute de la tropa, como en un ensayo del barrio húmedo, antes de que se abrogara esa función la calle Ovalle. Todavía, a mediados del siglo pasado, había astorganos que iban a la pradera de la plaza de toros a comer la tortilla y en el mesón El Clavo, se proveían de gaseosas, de elaboración local, con pito de cristal de cierre y cervezas frías.

 

Lo que les pasó a los bárbaros centroeuropeos, no fue sólo cosa suya. Luego anduvieron los franceses y lo del nevero lo merodearon, pero no lo descubrieron para su exacta función y finalidad. Quizá fue por delicadeza, esperando que llegaran nuestros once enanitos, para que hicieran su hazaña. Puede ser que, con el hallazgo de nuestros cultos y amados concejales, se conviertan ahora en nuestros salvadores y nos devuelvan la libertad perdida, y podamos seguir a los madrileños, que así llegan las buenas ideas, que son siempre populares. Lo que no deja de tener un peligro, que se enteren Trump y Musk, los Caracalla y Geta de hoy, cómo hacen grande a Astorga y se los lleven para hacer grande a América.

 

Noticia esta de que nuestros ediles han recuperado el nevero, para celebrarla y explicar a los que les vieron regresar, después de la proeza de haberlo desenterrado, a base de pico y pala, desfilando como buenos enanitos y cantando aquello de ¡Ay ho, ay ho, vamos a casa a descansar, para que mañana podamos trabajar!

 

Una buena lección para todos los astorganos, hasta para los más rácanos, que aquí no tenemos, como los valencianos, políticos que se pierden y llegan tarde, mientras ellos se ahogan. Nada de eso. Con los nuestros habrá cerveza y sangría fría para todos, para que seamos libres, que ellos nos traen la libertad. A cambio, eso sí, tendremos que tragarnos los lodos, si la AEMET o la UME no lo impiden.

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