Max Alonso
Martes, 24 de Diciembre de 2024

Mi alma aragonesa XVII / Raquel Meller

[Img #70758]

 

Nació en Tarazona, capital de la comarca de Tarazona y el Moncayo y sede episcopal. Fue la antigua Turiaso, que se dice que fue edificada por Túbalcaín y reedificada por Hércules, con sus nuevos orígenes en las manos de los romanos sobre un recinto anterior ibérico. Por allí pasó Augusto, cuando regresaba a Roma después de haber romanizado el norte peninsular y allí pasó un tiempo para recuperarse en sus baños con propiedades curativas, antes de proseguir para Caesaraugusta y Tarraco.

Con los visigodos, en el siglo IV, se convirtió en una de las fortalezas más importantes, con carácter militar y episcopal. Ocupada por los musulmanes en el año 714. Creció muy rápidamente con la mozarabía y la judería. Reconquistada por Alfonso I el Batallador, que fijó los límites de su obispado, y, a partir de aquí se alternó el mando de aragoneses y castellanos por su posición fronteriza con los reinos de Aragón, Castilla y Navarra, hasta que tras la Reconquista los musulmanes vencidos se retiraron al barrio de Tórtoles, la judería en el recinto amurallado y los cristianos desbordan el núcleo primitivo extendiéndose al llano. La iglesia de la Magdalena se convirtió en catedral provisional hasta que en el siglo XII se levantó la catedral nueva.


En 1495 se celebraron allí Cortes, con la presencia de los Reyes Católicos. En el XVI llega su despegue demográfico y económico y se fundan varios conventos, florecen las artes y la ciudad se puso de parte de Antonio Pérez, exsecretario de Felipe II, en su enfrentanmiento con el monarca, tras el episodio de la Princesa de Éboli, a la que el rey mantuvo encerrada en Pastrana hasta que murió. Allí, en las Cortes de 1592, Felipe II acabó con los Fueros de Aragón. Tarazona acusó la expulsión de los moriscos y algunos de los pueblos del valle del Queiles quedaron abandonados.


Felipe V recuperó su fidelidad en la Guerra de Sucesión, concediéndole una serie de privilegios. En el XVIII la ciudad se empobreció por las constantes contribuciones que le impusieron los Borbón. En la segunda mitad del XVIII se revitaliza la ciudad, que a finales del siglo, es la segunda ciudad, por población, tras Zaragoza y su macrocefalia.


En la Guerra de la Independencia los franceses la ocuparon, pero la ciudad envió una representación a las Cortes de Cádiz para defender la Constitución, frente a los esfuerzos absolutistas de Fernando VII, el Felón, Tras la guerra le llegará un lento pero progresivo periodo de pre industrialización.


En la reforma del Estado en 1883, quedó incorporada a la provincia se Zaragoza y acabó perdiendo su función administrativa. Es en esta ciudad tan aragonesa donde nació en 1888, con el nombre de Francisca Romana Marqués López, la que será conocida como Raquel Meller. Cantante, cupletista y actriz de cine española. En la década de 1929 y 1930 fue la artista española de mayor éxito internacional. Ella estrenó canciones famosas como La Violetera, de José Padilla, un almeriense autor de temas como Valencia, El relicario tangos y escribió músicas para más de 300 películas y sus canciones también fueron interpretados por Barbara Streisand, Sara Montiel, Maurice Chevalier. Trabajó con directores como Ridley Scott, Woody Allen, Ernst Lubitsch, Federico Fellini y otros muchos.

 

Pasó su infancia en diversos pueblos de Aragón y luego en Francia, cuidada por una tía religiosa. Regresó a Barcelona, en donde fue descubierta como cantante. Debutó en el Salón La Gran Peña, en 1908, con el nombre de La Bella Raquel. En 1911 hizo su gran debut en el Teatro Arnau, levantado en El Paralelo, que luego se convertiría en cine y cerró sus puertas en 2004. Evolucionó hacia el cuplé en su presentación en Madrid, en 1909, del que sería considerada su gran dama.

 

Definida por sus ojos enlutados, que revolucionaban al público masculino cuando los entornaba. Hizo así célebre su estilo personal ñlñenop de picardía y voluptuosidad como experta en secretos de alcoba, expresado con su voz aterciopelada y suave. En Madrid hizo famoso su monólogo Abandoná, y alcanzó las cotas más elevadas con Ven y ven. El dramaturgo Ángel Guimerá, los pintores Santiago Rusiñol y Joaquín Sorolla, figuraron en su cohorte de admiradores, entre los que también se contó Benito Pérez Galdós y el conde de Romanones.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.