La tradición artesana llena de iluminación navideña Felechares de la Valdería
La iniciativa, que busca unir a todos los vecinos y ser sostenible, surgió en 2021
![[Img #70761]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2024/3360_captura-de-pantalla-2024-12-24-162641.png)
Vivimos tiempos especiales; tiempos en los que se habla del ahorro energético, de dejar el coche aparcado y coger la bicicleta o el transporte público, de viajar a zonas cercanas, de no bajar tanto el aire acondicionado y de no subir tanto la calefacción, y, al tiempo, se genera una suerte de carrera navideña que lleva años en marcha. Las apuestas son las siguientes: quién enciende antes las luces (en un pueblo de León llegó a hacerse un 23 de noviembre) y quién pone más luces. Ante esta deriva, un pueblo, Felechares de la Valdería, da un ejemplo de cómo hacer las cosas sin ese derroche navideño que a mucha gente desconcierta.
“Esta iniciativa surgió en el año 2021 de parte de tres vecinos que pedían adornar la iglesia, la castañal y un pino. Al año siguiente, los puntos a iluminar fueron aumentando y se decidió hacer algo en común en el que participara todo el pueblo”. Quien explica esto es Álvaro Lobato, apicultor y vecino de este pueblo. Lo que hace diferente esta propuesta es que se financia de forma vecinal y voluntaria con una cuota de veinte euros al año, y si no llega el presupuesto, ayuda la junta vecinal. La instalación, explica Lobato, se hace con diferentes grupos de trabajo, pero solo con vecinos y vecinas del pueblo. “Hay quien se encarga de la iluminación más estándar, por decirlo de alguna manera, y quien se encarga de iluminar los edificios de arquitectura tradicional, así todo se complementa”, indica.
![[Img #70763]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2024/1934_captura-de-pantalla-2024-12-24-162740.png)
Si esto fuera poco, en Felechares tienen claro el concepto de ahorro energético, por lo que “las farolas que están encendidas el resto del año, en estas fechas se apagan, ya que con la luz proyectada por estos adornos es suficiente y los resaltan más si cabe”, detalla de forma orgullosa este vecino. Otro de los objetivos que plantearon en este pueblo regado por el rio Eria es que las luces vayan sin pilas, y de esta forma también se contribuye a reducir la contaminación. Pero no solo de luces viven en Felechares. Un vecino iluminó el molinín y dentro instalo un pequeño Belén con un motor movido por la fuerza del agua.
Este pueblo de la Valdería, que fue el primero en recoger la toponimia tradicional y rotular su callejero en asturleonés y en castellano, sigue manteniendo los concejos y las facenderas —unas cinco al año— como forma tradicional de trabajo en común, y un ejemplo es esta iluminación. Otro es el bar comunal que están construyendo.
![[Img #70764]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2024/8052_captura-de-pantalla-2024-12-24-162815.png)
Desde la Junta Vecinal de Felechares invitan a todas aquellas personas interesadas en ver una iluminación lo más respetuosa posible con el medioambiente y en conocer un pueblo, si no lo conocen ya, que ponga en valor el patrimonio autóctono, tanto material como inmaterial. “Estamos a poco más de media hora de Astorga y a unos veinte minutos de La Bañeza y somos un pueblo que recibe con los brazos abiertos a las personas que quieran visitarnos. El río Eria nos imprime ese carácter”, bromea Lobato.
![[Img #70765]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2024/6502_captura-de-pantalla-2024-12-24-162833.png)
Vivimos tiempos especiales; tiempos en los que se habla del ahorro energético, de dejar el coche aparcado y coger la bicicleta o el transporte público, de viajar a zonas cercanas, de no bajar tanto el aire acondicionado y de no subir tanto la calefacción, y, al tiempo, se genera una suerte de carrera navideña que lleva años en marcha. Las apuestas son las siguientes: quién enciende antes las luces (en un pueblo de León llegó a hacerse un 23 de noviembre) y quién pone más luces. Ante esta deriva, un pueblo, Felechares de la Valdería, da un ejemplo de cómo hacer las cosas sin ese derroche navideño que a mucha gente desconcierta.
“Esta iniciativa surgió en el año 2021 de parte de tres vecinos que pedían adornar la iglesia, la castañal y un pino. Al año siguiente, los puntos a iluminar fueron aumentando y se decidió hacer algo en común en el que participara todo el pueblo”. Quien explica esto es Álvaro Lobato, apicultor y vecino de este pueblo. Lo que hace diferente esta propuesta es que se financia de forma vecinal y voluntaria con una cuota de veinte euros al año, y si no llega el presupuesto, ayuda la junta vecinal. La instalación, explica Lobato, se hace con diferentes grupos de trabajo, pero solo con vecinos y vecinas del pueblo. “Hay quien se encarga de la iluminación más estándar, por decirlo de alguna manera, y quien se encarga de iluminar los edificios de arquitectura tradicional, así todo se complementa”, indica.
Si esto fuera poco, en Felechares tienen claro el concepto de ahorro energético, por lo que “las farolas que están encendidas el resto del año, en estas fechas se apagan, ya que con la luz proyectada por estos adornos es suficiente y los resaltan más si cabe”, detalla de forma orgullosa este vecino. Otro de los objetivos que plantearon en este pueblo regado por el rio Eria es que las luces vayan sin pilas, y de esta forma también se contribuye a reducir la contaminación. Pero no solo de luces viven en Felechares. Un vecino iluminó el molinín y dentro instalo un pequeño Belén con un motor movido por la fuerza del agua.
Este pueblo de la Valdería, que fue el primero en recoger la toponimia tradicional y rotular su callejero en asturleonés y en castellano, sigue manteniendo los concejos y las facenderas —unas cinco al año— como forma tradicional de trabajo en común, y un ejemplo es esta iluminación. Otro es el bar comunal que están construyendo.
Desde la Junta Vecinal de Felechares invitan a todas aquellas personas interesadas en ver una iluminación lo más respetuosa posible con el medioambiente y en conocer un pueblo, si no lo conocen ya, que ponga en valor el patrimonio autóctono, tanto material como inmaterial. “Estamos a poco más de media hora de Astorga y a unos veinte minutos de La Bañeza y somos un pueblo que recibe con los brazos abiertos a las personas que quieran visitarnos. El río Eria nos imprime ese carácter”, bromea Lobato.