Fotomatón y fotomatones
![[Img #70836]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2025/3759_imagen-de-whatsapp-2025-01-08-a-las-103232_3f14f75b.jpg)
Fotomatón antes se les llamaba a las cabinas equipadas para hacer fotografías automáticamente y con rapidez. Ahora, tal como ha avanzado la fotografía en los últimos años, que están al alcance hasta de los tontos se hacen desde el “aquí te pillo y aquí te mato” –raíz esta de la que viene el matón de estas fotos.
Como género periodístico en Astorga se ha apoderado de las esferas municipales, como propio de la Casa de Roque o Casa de Nieto, porque en el caso astorgano el Ayuntamiento, palabra que, además de contener como un muestrario las cinco vocales, está formada por dos, Ayunta y Miento, que ahora he devenido en Ayunta y Nieto, como más propias.
En esta han surgido los fotomatones, en los que más que de las variantes de para bodas o bautizos se han desarrollado los personalizados, que se prodigan en los medios de comunicación para difundir una ocurrencia municipal, la visita de algún superhéroe, aunque solo sea en calidad de policía becario, o la recepción de una subvención, con al menos 25 euros, de parte de la Junta de Castilla y León, en día que les tocaba despilfarro. Es lo que ahora se lleva. Cohetes y petardos de continuo, que no hace falta más para hacer obras importantes, que permanezcan.
Los fotomatones forman la galería de los exhibicionistas. Es decir que se hacen y se prodigan para que algunos personajes exhiban, que ya lo dijo Goebbels o Silverstone: Una fotografía mil veces reiterada, aunque sea de una matraca, cunde más que la de La Flaca.
Se hagan ante la mesa de las comparecencias municipales para las ruedas de prensa o donde sea. Ante la bandera de Clavijo. Ya saben: una batalla que no existió y no es nada más que leyenda. No hubo, por tanto, caballo blanco de Santiago y mucho menos apareció el apóstol Santiago dando mandobles y cortando cabezas de sarracenos. En la primera versión del arzobispo que la creó portaba una cruz, pero de las leyendas se olvidan los comienzos y sólo queda como verdad lo que suena. Como tampoco las cortó san Jorge por mucho que le quieran atribuir imágenes que si algo son es anticristianas, aunque no vamos a ponernos en plan de Alianza de Civilizaciones, que eso no tiene carnaza, y no importa.
Son como algunos de los mensajes de Vox. Por mucho que se crean sus protagonistas cristianos y patriotas, en sus actos son anticristianos. Todo lo más se quedan en católicos, en la vertiente de malos cristianos, que no son todos, pero sí algunos. Cuando van de patriotas, no son nada más que vende o salva patrias, que cobran por venderla y la secuestran y hacen propia y cuando es de unos ya no es de todos, y los de buena ley salen huyendo. Como se apropian de la bandera, de forma que a muchos les da repelús y ya no la consideren la suya. Es la paradoja de la miseria humana, que cuando se carece de valores verdaderos propios y se manosean los sucedáneos, les dejan los auténticos como falsos y hacen que pierdan la fe los crédulos.
Cuando estas cosas ocurren en los entornos municipales lo que consiguen no son adeptos, todo lo más adictos, como drogatas, de los que se inyectan directamente en sangre, y más que felices se quedan en yonquis, que en vez de cien años de perdón consiguen el rechazo eterno y más que días de indulgencias se merecen cantidades de latigazos.
Cuando el exhibicionismo supera la cota concejil y asciende a la alcaldía, más vale echarse a correr y no pararse al menos hasta Lepanto. Antes que fenecer en el empeño de quedarse ahítos con la dosis. Sin quedarse con el alcalde, que gana sobrenombres y apodos como un colegial empedernido. Desde D.Nieto, ¿por qué será?, ¿tendrá algo que ver con los Baltar orensanos? Ya se sabe que después de los clanes de caciques la tierra queda preparada para que germinen bien los populistas dictadores y en aquel caso brotó en el Ayuntamiento con su alcalde Pérez Jácome, que no son cosa de la mala suerte sino de la tierra que les acoge y no hay cuñas mejores que las de la misma madera, aunque sean de distintos colores.
Hasta cecínico, le llaman. Toma moscatel. Como le conocen por Puroego, ¿Será porque lo es en demasía? Como Escarapela, como cabeza del clan, al que le siguen todos los alcaldes de los lodos, que por algo las malas lenguas inocentes le adjudicaron el Mazón de Oro, hecho sí, con fangos. Como Enanito Gruñón, para distinguirlo del pelotón, que ya se conoce que cuando uno empieza a encogerse se sabe cómo comienza y no cómo acaba. Como Abascal, que nos tiene en ascuas imaginando hasta dónde puede llegar por su recrecimiento por estiramiento. Que ya van dos casos seguidos: Errejón, el feminista machista y Abascal, el que iba limpiar todo manchándolo y le han pillado con los pies de puntillas para recrecerse a sí mismo.
Con todos los enanitos municipales astorganos, que realizaron la proeza de recuperar, como un monumento inverso, el hoyo del nevero, sin saber muy bien lo que hacían, pero lo hicieron por amor al pueblo.
No nos desviemos. Volvamos a los fotomatones, esos que, como un sarpullido, llenan a diario nuestros medios. Para dar cuenta de la recuperación de cincuenta o sesenta paraguas, así se valoraron como consecuencia de las matemáticas de la estulticia, a los depredadores de la anterior corporación, mientras se tapa que ellos han tenido que subirse los sueldos con dificultad, por lo diezmada que les habían dejado la caja.
O anuncian una magna exposición, no de Las Edades del Hombre, sino sobre la capacidad del concejal para interpretar los contenedores de basuras, qué locura, mientras se pasan por donde más les duele las coces contra la cultura. O denuncian a los perros de la perrera por impropios, sin advertir que esa es una categoría que, si existiera, en ella podrían encuadrarse ellos, con más méritos o derechos, como impropios. Los mismos que quitan árboles para colocar macetas ante la Escuela de Idiomas, o las colocan en los jardines, sobre la tierra, para sembrar crisantemos y recordarnos la paz de los cementerios, dándole un aire de camposanto en una plaza con nombre que les suena a antiguo, el del Aljibe. Al lado de una fuente que era un arpa, hasta que perdió las cuerdas, como la vieja del pueblo los dientes, y se quedó en arpón.
Lo mismo que de los tejos hicieron bonsáis, con maestría de matasanos, y de otros arbustos sacan higos chumbos escuálidos. Ay, qué dolor.
Fotomatón antes se les llamaba a las cabinas equipadas para hacer fotografías automáticamente y con rapidez. Ahora, tal como ha avanzado la fotografía en los últimos años, que están al alcance hasta de los tontos se hacen desde el “aquí te pillo y aquí te mato” –raíz esta de la que viene el matón de estas fotos.
Como género periodístico en Astorga se ha apoderado de las esferas municipales, como propio de la Casa de Roque o Casa de Nieto, porque en el caso astorgano el Ayuntamiento, palabra que, además de contener como un muestrario las cinco vocales, está formada por dos, Ayunta y Miento, que ahora he devenido en Ayunta y Nieto, como más propias.
En esta han surgido los fotomatones, en los que más que de las variantes de para bodas o bautizos se han desarrollado los personalizados, que se prodigan en los medios de comunicación para difundir una ocurrencia municipal, la visita de algún superhéroe, aunque solo sea en calidad de policía becario, o la recepción de una subvención, con al menos 25 euros, de parte de la Junta de Castilla y León, en día que les tocaba despilfarro. Es lo que ahora se lleva. Cohetes y petardos de continuo, que no hace falta más para hacer obras importantes, que permanezcan.
Los fotomatones forman la galería de los exhibicionistas. Es decir que se hacen y se prodigan para que algunos personajes exhiban, que ya lo dijo Goebbels o Silverstone: Una fotografía mil veces reiterada, aunque sea de una matraca, cunde más que la de La Flaca.
Se hagan ante la mesa de las comparecencias municipales para las ruedas de prensa o donde sea. Ante la bandera de Clavijo. Ya saben: una batalla que no existió y no es nada más que leyenda. No hubo, por tanto, caballo blanco de Santiago y mucho menos apareció el apóstol Santiago dando mandobles y cortando cabezas de sarracenos. En la primera versión del arzobispo que la creó portaba una cruz, pero de las leyendas se olvidan los comienzos y sólo queda como verdad lo que suena. Como tampoco las cortó san Jorge por mucho que le quieran atribuir imágenes que si algo son es anticristianas, aunque no vamos a ponernos en plan de Alianza de Civilizaciones, que eso no tiene carnaza, y no importa.
Son como algunos de los mensajes de Vox. Por mucho que se crean sus protagonistas cristianos y patriotas, en sus actos son anticristianos. Todo lo más se quedan en católicos, en la vertiente de malos cristianos, que no son todos, pero sí algunos. Cuando van de patriotas, no son nada más que vende o salva patrias, que cobran por venderla y la secuestran y hacen propia y cuando es de unos ya no es de todos, y los de buena ley salen huyendo. Como se apropian de la bandera, de forma que a muchos les da repelús y ya no la consideren la suya. Es la paradoja de la miseria humana, que cuando se carece de valores verdaderos propios y se manosean los sucedáneos, les dejan los auténticos como falsos y hacen que pierdan la fe los crédulos.
Cuando estas cosas ocurren en los entornos municipales lo que consiguen no son adeptos, todo lo más adictos, como drogatas, de los que se inyectan directamente en sangre, y más que felices se quedan en yonquis, que en vez de cien años de perdón consiguen el rechazo eterno y más que días de indulgencias se merecen cantidades de latigazos.
Cuando el exhibicionismo supera la cota concejil y asciende a la alcaldía, más vale echarse a correr y no pararse al menos hasta Lepanto. Antes que fenecer en el empeño de quedarse ahítos con la dosis. Sin quedarse con el alcalde, que gana sobrenombres y apodos como un colegial empedernido. Desde D.Nieto, ¿por qué será?, ¿tendrá algo que ver con los Baltar orensanos? Ya se sabe que después de los clanes de caciques la tierra queda preparada para que germinen bien los populistas dictadores y en aquel caso brotó en el Ayuntamiento con su alcalde Pérez Jácome, que no son cosa de la mala suerte sino de la tierra que les acoge y no hay cuñas mejores que las de la misma madera, aunque sean de distintos colores.
Hasta cecínico, le llaman. Toma moscatel. Como le conocen por Puroego, ¿Será porque lo es en demasía? Como Escarapela, como cabeza del clan, al que le siguen todos los alcaldes de los lodos, que por algo las malas lenguas inocentes le adjudicaron el Mazón de Oro, hecho sí, con fangos. Como Enanito Gruñón, para distinguirlo del pelotón, que ya se conoce que cuando uno empieza a encogerse se sabe cómo comienza y no cómo acaba. Como Abascal, que nos tiene en ascuas imaginando hasta dónde puede llegar por su recrecimiento por estiramiento. Que ya van dos casos seguidos: Errejón, el feminista machista y Abascal, el que iba limpiar todo manchándolo y le han pillado con los pies de puntillas para recrecerse a sí mismo.
Con todos los enanitos municipales astorganos, que realizaron la proeza de recuperar, como un monumento inverso, el hoyo del nevero, sin saber muy bien lo que hacían, pero lo hicieron por amor al pueblo.
No nos desviemos. Volvamos a los fotomatones, esos que, como un sarpullido, llenan a diario nuestros medios. Para dar cuenta de la recuperación de cincuenta o sesenta paraguas, así se valoraron como consecuencia de las matemáticas de la estulticia, a los depredadores de la anterior corporación, mientras se tapa que ellos han tenido que subirse los sueldos con dificultad, por lo diezmada que les habían dejado la caja.
O anuncian una magna exposición, no de Las Edades del Hombre, sino sobre la capacidad del concejal para interpretar los contenedores de basuras, qué locura, mientras se pasan por donde más les duele las coces contra la cultura. O denuncian a los perros de la perrera por impropios, sin advertir que esa es una categoría que, si existiera, en ella podrían encuadrarse ellos, con más méritos o derechos, como impropios. Los mismos que quitan árboles para colocar macetas ante la Escuela de Idiomas, o las colocan en los jardines, sobre la tierra, para sembrar crisantemos y recordarnos la paz de los cementerios, dándole un aire de camposanto en una plaza con nombre que les suena a antiguo, el del Aljibe. Al lado de una fuente que era un arpa, hasta que perdió las cuerdas, como la vieja del pueblo los dientes, y se quedó en arpón.
Lo mismo que de los tejos hicieron bonsáis, con maestría de matasanos, y de otros arbustos sacan higos chumbos escuálidos. Ay, qué dolor.