M.A. Reinares
Sábado, 11 de Enero de 2025

Las 'metas' de Paz

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Paz, maragatina, estoy dándole vueltas a cómo decirte adiós mientras se hacen las tostadas de pan del desayuno. Tantas veces hablamos de la muerte con naturalidad y sentido del humor, que ahora cuando ya te has ido, no se me ocurre mejor despedida que sumergirme en la cotidianidad del desayuno, como los que disfrutábamos con tu hermana en el hospital antes de los tratamientos. 

 

Ya sabes que lo que me está pidiendo el cuerpo es acabar este artículo lo antes posible porque esto de los obituarios y lo de ponernos estupendas en las despedidas no es lo nuestro. Todo lo que teníamos que decirnos nos lo hemos dicho en vida acariciándonos con la voz y la mirada..., y vamos a dejarnos en paz de luchadoras, batallas y guerreras porque nuestras risas se iban a oír en el Teleno. Podría maldecir al cáncer y las 'metas' (no las de tu vida que con creces las cumpliste, sino a las óseas, las que dejaron tus huesos de cristal), pero creo que en estos últimos 12 de años has vivido tan intensamente rodeada de tanta riqueza creativa y tanto cariño de quienes han estado contigo hasta los últimos momentos, que han merecido la pena. Podría parecer una contradicción, sin embargo estoy convencida de que ha sido una consecuencia. Cuando la vida empieza a trazar el camino con pinceladas negras, hay que aferrarse a los espacios que van quedando en blanco. Maragatina, cuánto nos has enseñado a todos y a todas de qué va esto del vivir... y del morir. Qué suerte haberte podido disfrutar.

 

Si estoy escribiendo esta despedida es para que se entere el dios Teleno y le diga al musgo y a la piedra que ya formas parte de ellos, que ya estás enredada en sus raíces para siempre. Si estoy juntando estas letras es por los amigos: Nacho, Óscar, Moncho, Cristina, Palmero, Delfín, Inés..., porque ya no te vamos a poder abrazar; por tu 'cogollín' de afectos: Edu, tu hermana, tus sobrinos, tu madre..., para decirles que no se sientan solos en el camino que tienen por delante.

 

Paz, maragatina, descansa. Yo me voy al monte a llorarte y pensarte, me voy a preguntar a las encinas dónde están en la brújula las nuevas coordenadas para seguir viviendo con otra ausencia en el corazón.

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