Mi alma aragonesa XXIII / Más Buñuel
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Nació con el siglo, en Calanda, en el año 1900. Quería ser escritor y estudió Filosofía y Letras, pero luego se decantó por la entomología, que quedó patente, cuando se dedicó al cine, en determinados planos de sus películas. En su permanencia en la Residencia de Estudiantes, convivió con Federico García Lorca y con Salvador Dalí, José Bello, Juan Ramón Jiménez y otros, inmerso en el muy avanzado ambiente intelectual, cuando el cine, recién iniciado, no era considerado nada más que un novedoso divertimento.
Su admiración por Jean Renoir le llevó a París y allí conoció y se integró en el grupo de surrealistas, cuando nacía. Convivió con André Breton, Louis Aragon, Man Ray, Paul Eluard y otros, enfrentado con la sociedad burguesa a la que pertenecían.
Sus orígenes en la turolense Calanda, su formación con los jesuitas y su adscripción a la vanguardia cultural se manifiestan de continuo en sus películas, y siendo uno de los cineastas más estudiados fuera de España todavía resulta un desconocido. Su aproximación al cine llegó como ensayista y articulista y no tuvo éxito como guionista cuando intentó entrar en el cine con una película sobre Goya.
Su grupo de amigos estaba muy influenciado por el cine soviético. En especial por El Acorazado Potemkin, 1925, y estaba influido por el expresionismo alemán. En París se inicia en la técnica cinematográfica y junto con Salvador Dalí realiza Un perro andaluz, 1929, con la que consiguen, su inserción en el surrealismo, la ruptura con las leyes narrativas convencionales, a partir de la sintaxis onírica, siguiendo las pautas de montaje de la escuela rusa.
En La edad de oro, 1930, Buñuel infiere su libre concatenación de imágenes y se integra en una narración más convencional, como seguirá haciendo sus obras en busca de la aceptación del público. Acaba cansado del surrealismo y regresa a Madrid dispuesto a suavizar su estilo y luchar por introducir las tendencias que trae.
En Las Hurdes, 1932, o Tierra sin pan, que se financia con un premio que le toca en la lotería a Ramón Acín, muestra esa comarca, especialmente deprimida, de Extremadura. La derecha y La Falange comenzaban a rebelarse y la obra tuvo que ser censurada por la República, acusada de desprestigiar a España, bajo ese pensamiento propio de que la pobreza y las desigualdades no se enseñan. Buñuel firmó un manifiesto contra Hitler, junto con Lorca, Alberti, Sender y otros.
Hizo un mediometraje documental, reconocido entre los 12 mejores de la historia, en el que sobre las reglas propias de este introduce la poesía y el subjetivismo, con claras propuestas de modificación de la realidad. Entre otros valores rupturistas contiene la magnífica influencia y el reconocimiento de Buñuel por la pintura española del siglo XVII. Después se vio obligado a iniciar una etapa de retrocesión en su carrera y en su trabajo y a ocuparse como supervisor de cuatro películas de otros para ganarse la vida.
Al estallar la guerra en París realizó el documental para la República España en armas, 1937. En 1938 se trasladó a Hollywood, en donde no encontró trabajo y viajó a Nueva York, en donde trabajó en el MOTMA, en calidad de administrativo en la Secretaría de la Filmoteca y, ocasionalmente, como montador, hasta que en 1942 es cesado, por su relación con Salvador Dalí, que se declara comunista y ateo.
Más adelante entró a trabajar en la Warner Brothers, como director de doblaje y allí pasó sus años oscuros, hasta que en 1947 se trasladó a Méjico. Allí dirigió Gran Casino, 1947, la primera película de su filmografía mejicana, que se prolongó 20 años, en los que consigue realizar varias películas seguidas. Manteniéndose integrado en la industria. En ese tiempo sigue los postulados surrealistas, con el calificado de realismo macabro, a la española.
Sigue la influencia de la Literatura Española. La temática religiosa, la poesía y la mística, el humor hispano y quevedesco, el esperpento, la comedia bufa, la picaresca y, muy particularmente, el mundo galdosiano, la farsa y el sainete, en pugna con el senequismo español. Considerado republicano por los enemigos de la República, Buñuel resiste, criticado con ensañamiento por su ateísmo, aunque él vive como un perfecto burgués, educado en el catolicismo. Marcado por la influencia de su madre y el matriarcado.
Sigue el anticlericalismo de Galdós, al tiempo que manifiesta admiración por las costumbres y los ritos católicos, por sus imágenes, por sus convicciones y su vinculación a la muerte. Con una crítica irreverente y ácida a lo accidental, mientras mantienen el respeto a lo esencial, que se encarna en su burlesca expresión de “gracias a Dios soy ateo”.
En el ambiente de la época vivió en la clandestinidad ideológica, aunque logra trasmitir al espectador inteligente la hipocresía reinante. Con la misma sutileza que empleará para complacer al franquismo, cuando se le autoriza el regreso y acepta suprimir lo que a este le desagrada y cambia el final de Viridiana, 1961, en la que la novicia protagonista caía en los brazos de un hombre. En una partida de cartas, sustituye la sugerencia del lecho, por la idea de que lo que se juegan sus amos, el poder civil y el eclesiástico, es la hacienda. Lo que se ve como el destino de España.
Estas ambigüedades intencionadas se prolongan en la galdosiana Tristana, 1970, con Catherine Deneuve, que ya había protagonizado su Belle du jour, 1966. Es una joven hermosa, pero maltratada espiritual y físicamente, a la que le falta una pierna, sometida a su marido, Fernando Rey, prototipo del español burgués, sexualmente reprimido, que acostumbra a abusar de ella.
Buñuel, tan cercano como Goya al mundo de los tullidos y los desheredados, las víctimas de los abusos, entre las que están quienes aparentan amarles. De los simbolismos que extrae de los anímales, a los que analiza y observa con su capacidad de entomólogo, y cuyos comportamientos subraya, para expresar a través de ellos, otros placeres superiores, los de los seres racionales, siguiendo a otro aragonés ejemplar, Baltasar Gracián.
Nació con el siglo, en Calanda, en el año 1900. Quería ser escritor y estudió Filosofía y Letras, pero luego se decantó por la entomología, que quedó patente, cuando se dedicó al cine, en determinados planos de sus películas. En su permanencia en la Residencia de Estudiantes, convivió con Federico García Lorca y con Salvador Dalí, José Bello, Juan Ramón Jiménez y otros, inmerso en el muy avanzado ambiente intelectual, cuando el cine, recién iniciado, no era considerado nada más que un novedoso divertimento.
Su admiración por Jean Renoir le llevó a París y allí conoció y se integró en el grupo de surrealistas, cuando nacía. Convivió con André Breton, Louis Aragon, Man Ray, Paul Eluard y otros, enfrentado con la sociedad burguesa a la que pertenecían.
Sus orígenes en la turolense Calanda, su formación con los jesuitas y su adscripción a la vanguardia cultural se manifiestan de continuo en sus películas, y siendo uno de los cineastas más estudiados fuera de España todavía resulta un desconocido. Su aproximación al cine llegó como ensayista y articulista y no tuvo éxito como guionista cuando intentó entrar en el cine con una película sobre Goya.
Su grupo de amigos estaba muy influenciado por el cine soviético. En especial por El Acorazado Potemkin, 1925, y estaba influido por el expresionismo alemán. En París se inicia en la técnica cinematográfica y junto con Salvador Dalí realiza Un perro andaluz, 1929, con la que consiguen, su inserción en el surrealismo, la ruptura con las leyes narrativas convencionales, a partir de la sintaxis onírica, siguiendo las pautas de montaje de la escuela rusa.
En La edad de oro, 1930, Buñuel infiere su libre concatenación de imágenes y se integra en una narración más convencional, como seguirá haciendo sus obras en busca de la aceptación del público. Acaba cansado del surrealismo y regresa a Madrid dispuesto a suavizar su estilo y luchar por introducir las tendencias que trae.
En Las Hurdes, 1932, o Tierra sin pan, que se financia con un premio que le toca en la lotería a Ramón Acín, muestra esa comarca, especialmente deprimida, de Extremadura. La derecha y La Falange comenzaban a rebelarse y la obra tuvo que ser censurada por la República, acusada de desprestigiar a España, bajo ese pensamiento propio de que la pobreza y las desigualdades no se enseñan. Buñuel firmó un manifiesto contra Hitler, junto con Lorca, Alberti, Sender y otros.
Hizo un mediometraje documental, reconocido entre los 12 mejores de la historia, en el que sobre las reglas propias de este introduce la poesía y el subjetivismo, con claras propuestas de modificación de la realidad. Entre otros valores rupturistas contiene la magnífica influencia y el reconocimiento de Buñuel por la pintura española del siglo XVII. Después se vio obligado a iniciar una etapa de retrocesión en su carrera y en su trabajo y a ocuparse como supervisor de cuatro películas de otros para ganarse la vida.
Al estallar la guerra en París realizó el documental para la República España en armas, 1937. En 1938 se trasladó a Hollywood, en donde no encontró trabajo y viajó a Nueva York, en donde trabajó en el MOTMA, en calidad de administrativo en la Secretaría de la Filmoteca y, ocasionalmente, como montador, hasta que en 1942 es cesado, por su relación con Salvador Dalí, que se declara comunista y ateo.
Más adelante entró a trabajar en la Warner Brothers, como director de doblaje y allí pasó sus años oscuros, hasta que en 1947 se trasladó a Méjico. Allí dirigió Gran Casino, 1947, la primera película de su filmografía mejicana, que se prolongó 20 años, en los que consigue realizar varias películas seguidas. Manteniéndose integrado en la industria. En ese tiempo sigue los postulados surrealistas, con el calificado de realismo macabro, a la española.
Sigue la influencia de la Literatura Española. La temática religiosa, la poesía y la mística, el humor hispano y quevedesco, el esperpento, la comedia bufa, la picaresca y, muy particularmente, el mundo galdosiano, la farsa y el sainete, en pugna con el senequismo español. Considerado republicano por los enemigos de la República, Buñuel resiste, criticado con ensañamiento por su ateísmo, aunque él vive como un perfecto burgués, educado en el catolicismo. Marcado por la influencia de su madre y el matriarcado.
Sigue el anticlericalismo de Galdós, al tiempo que manifiesta admiración por las costumbres y los ritos católicos, por sus imágenes, por sus convicciones y su vinculación a la muerte. Con una crítica irreverente y ácida a lo accidental, mientras mantienen el respeto a lo esencial, que se encarna en su burlesca expresión de “gracias a Dios soy ateo”.
En el ambiente de la época vivió en la clandestinidad ideológica, aunque logra trasmitir al espectador inteligente la hipocresía reinante. Con la misma sutileza que empleará para complacer al franquismo, cuando se le autoriza el regreso y acepta suprimir lo que a este le desagrada y cambia el final de Viridiana, 1961, en la que la novicia protagonista caía en los brazos de un hombre. En una partida de cartas, sustituye la sugerencia del lecho, por la idea de que lo que se juegan sus amos, el poder civil y el eclesiástico, es la hacienda. Lo que se ve como el destino de España.
Estas ambigüedades intencionadas se prolongan en la galdosiana Tristana, 1970, con Catherine Deneuve, que ya había protagonizado su Belle du jour, 1966. Es una joven hermosa, pero maltratada espiritual y físicamente, a la que le falta una pierna, sometida a su marido, Fernando Rey, prototipo del español burgués, sexualmente reprimido, que acostumbra a abusar de ella.
Buñuel, tan cercano como Goya al mundo de los tullidos y los desheredados, las víctimas de los abusos, entre las que están quienes aparentan amarles. De los simbolismos que extrae de los anímales, a los que analiza y observa con su capacidad de entomólogo, y cuyos comportamientos subraya, para expresar a través de ellos, otros placeres superiores, los de los seres racionales, siguiendo a otro aragonés ejemplar, Baltasar Gracián.