Catalina Tamayo
Martes, 11 de Marzo de 2025

El mundo

"Aquellos que están gobernados por la razón no desean para sí mismos lo que tampoco desean para el resto de la humanidad" (Baruch Spinoza)

[Img #71430]

 

¿Qué está ocurriendo en el mundo? ¿Qué locura es esta? Lo que pasa es que la Modernidad, o sea, la Ilustración, está naufragando. Se ahoga. En fin, que la razón se quiebra. La democracia –liberal o social– y la ciencia, los productos más importantes de la Modernidad, están perdiendo el crédito. Ya no se confía en ellos. Mientras se espera todo de la tecnología, de la ciencia apenas se habla. No cuenta. Las tecnologías avanzan, pero las ciencias retroceden. Solo hay que mirar a la Universidad. La verdad ya no cotiza; en cambio, la utilidad lo es todo. Además, aquellos ideales –de libertad, igualdad, de solidaridad y de justicia– se están olvidando. Se pierden. Una nueva ola de irracionalidad, de sinsentido, avanza, impetuosa, sin disimulo, descaradamente, buscando el choque frontal. Es la ola de la reacción. Vuelve lo premoderno. Esa ola busca arrasar con todo lo posmoderno –nuevo feminismo, nuevo ecologismo, animalismo, nuevo comunismo, políticas identitarias, el indigenismo, lo políticamente correcto, el pensamiento único, la cultura de la cancelación, relativismo cultural, escepticismo, el todo vale– que ha ido contaminando, poco a poco, consciente o inconscientemente, la Modernidad. Pero me temo que en esta reacción, en esta devastación, sucumba también la propia Modernidad. Se vaya el niño con el agua sucia. Lo cierto es que, actualmente, la Modernidad se encuentra atrapada entre dos enormes irracionalidades –Premodernidad y Posmodernidad–, entre dos topes, y en ese choque, quizá ya inevitable, esta vez, puede quedar aplastada. Entonces, adiós a la razón, adiós a la verdad. El final del auténtico progreso. Y lo peor de todo, lo que más duele, es que esto ya se estaba anunciando, casi a gritos, hace unas cuantas décadas, y no se quiso hacer nada, se siguió coqueteando con ese irracionalismo posmoderno, esa cultura woke, sin advertir el peligro. Se daba por hecho, ingenuamente, que lo premoderno estaba sepultado, muerto; pero no, esa pulsión, solo estaba escamoteada, agazapada en algún fondo, esperando quizá su oportunidad, y ahora vuelve, quién sabe con qué fuerza. A partir de aquí, nadie puede decir  ya lo que va a pasar. El futuro está más abierto que nunca. Sin duda, no hemos llegado, no habíamos llegado, desde luego, al fin de la historia. Ante esto, solo cabe esperar el regreso de la incertidumbre. Del miedo.

En Astorga, a 6 de marzo de 2025

 

Catalina Tamayo

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.