José Manuel Carrizo
Domingo, 26 de Enero de 2014
"En una época de crisis, decirle a una población que hay que pagar la ciencia básica puede ser un problema moral y ético"
Publicamos la primera parte de la entrevista realizada a Manuel Tello, investigador de la Universidad del País Vasco que fue, entre otros cargos, viceconsejero de Industria del Gobierno Vasco. Durante los veranos se deja ver por Astorga, gracias a que pasa las vacaciones en su casa de Santiagomillas.
El investigador científico Manuel José Tello León (Corcubión-La Coruña, 1944) es catedrático de Física de la Materia Condensada en la Universidad del País Vasco. En el año 2010 recibió el Premio de Física que la Real Sociedad Española de Física (RSEF) y la Fundación BBVA entregan de manera anual. Como docente, ha dirigido 26 tesis, y muchos de los alumnos de esas tesis, quince o dieciséis, son hoy catedráticos. Cuenta con más de un centenar de publicaciones y en su laboratorio de física trabajan más de veinte alumnos de doctorado. Además, ha ocupado diversos cargos, como el de Vicerrector de la universidad en la que trabaja y el de Viceconsejero de Industria del Gobierno Vasco. Actualmente, es consultor de la Unión Europea y miembro de numerosas sociedades científicas. Sin embargo, no son estas cosas, ni las otras muchas importantes que ha hecho y que, por razones de espacio, se omiten, lo mejor de esta persona. Lo mejor son sus ganas de seguir trabajando, su humor, que se manifiesta en su risa casi constante, y sobre todo su carácter, afable y abierto, compresivo, dispuesto siempre a la conversación amena, tal como se tuvo ocasión de comprobar durante esta entrevista.
Jose Manuel Carrizo: Casi nadie de nosotros, hombres de la calle, normales y corrientes, sabría decir qué es eso de la Física de la Materia Condensada. De esta manera, podría explicarnos lo que es la Física de la Materia Condensada.
Manuel Tello León: Actualmente, casi podríamos decir que probablemente el 70% de la investigación que se hace en física es de materia condensada. La Física de la Materia condensada estudia las propiedades de la materia que no es fluida. Fluidos son realmente los gases y algunos líquidos; el resto entra dentro del área de la materia condensada. Y hay un ámbito, un ámbito muy específico, que se separa también de la Física de la Materia Condensada, que es el ámbito de las partículas elementales, de la cosmología; es decir, se trata del ámbito que habla de la parte más fundamental del universo. Eso tampoco es parte de la Física de la Materia Condensada. Para ver la influencia que tiene la Física de la Materia Condensada, basta con señalar, sirviéndonos de un lenguaje cotidiano, que el 80% o 90% de las cosas que tocamos a nuestro alrededor son consecuencia de investigaciones en Física de la Materia Condensada; por ejemplo, los CD, las telecomunicaciones, las aplicaciones médicas, como la resonancia magnética nuclear, los rayos X,… Todo eso nació de la Física de la Materia Condensada. Además, todos los materiales nuevos son parte de la Física de la Materia Condensada; ahí entra también la química. En realidad, la Física de la Materia Condensada es una parte de la física muy amplia que estudia propiedades de todo tipo: propiedades ópticas, mecánicas, eléctricas, térmicas… Todas esas propiedades forman parte de la materia condensada.
J.M.C.: La física se ha considerado hasta mediados del siglo XX aproximadamente la reina de las ciencias. Hasta entonces, era en el ámbito de la física donde se hacían los más importantes y revolucionarios descubrimientos científicos. Pero, a partir de los años cincuenta, sobre todo con la explosión de la genética, se ha desposeído a la física de este título para concedérselo a las ciencias biomédicas. ¿Qué lugar, en su opinión, ocupa hoy la física en el ámbito de la ciencia? ¿Es para usted todavía la reina de las ciencias?
M.T.L.: Es cierto que la erupción de la biología, en todos sus ámbitos (biología molecular, bioquímica,…), ha sido fundamental en la ciencia; y lo ha sido porque esta ciencia, y sobre todo la parte de ella que se ocupa de la salud (las ciencias de la salud), tiene una repercusión más directa en el hombre que las demás ciencias; digo más directa, porque la enfermedad es lo que el hombre intenta evitar por todos los medios. Aunque las repercusiones más grandes que ha habido han venido de la física, pues, como decía antes, casi todo lo que tenemos, aproximadamente el 80% de lo que tocamos, incluido el instrumental de medicina, depende de esta ciencia.
Hubo una época en la que se pensaba que la física había llegado a su cénit, es decir, donde más allá no hay nada; sin embargo, no ha sido así. Los temas que aborda la física, resulta que son absolutamente necesarios para avanzar en las otras ciencias. Por lo tanto, aún sigue siendo una ciencia fundamental. Un tanto por ciento elevado de investigaciones en el mundo de la biología, de la biomedicina o del área que se llama biofísica necesita obligatoriamente conocimientos de física. Por consiguiente, desde ese punto de vista, esta ciencia no ha perdido su nivel de actualidad. Y además, hay un segundo aspecto, ya no tan práctico, cuya repercusión sobre el hombre es pequeña, que es todo el mundo de la cosmología, el cual interesa a todo aquel hombre que de alguna manera se hace preguntas –vamos a decir– trascendentes.
En ese mundo la física sigue descubriendo posibilidades, porque no se ha acabado, no hay una teoría cerrada, no hay lo que se llama una ciencia del todo. Esa teoría cerrada, la ciencia del todo, en mi opinión, no va a llegar nunca. Hay algunos que piensan que sí. Yo estoy con aquellos que piensan que no es posible realmente una ciencia del todo. Pero lo que sí es posible es aproximarse cada vez más hacia el origen, y desde ese punto de vista sigue siendo una estrella. Prueba de ello es que ahora, si uno mira la prensa, se puede encontrar que en el último año el bosón de Higgs, por poner un ejemplo, ha sido sujeto de noticia durante bastante tiempo en muchos periódicos. El que una cosa científica sea objeto de noticia varias veces a lo largo del año significa que interesa, porque de lo contrario no aparecería en los periódicos. Entonces, desde ese punto de vista, yo creo que la física y la biología son dos ciencias fundamentales, y no se puede decir que la una haya tapado a la otra, sino que la una necesita a la otra.
J.M.C.: De entre todos los físicos que jalonan las historia de la física, ¿cuál es el que despierta en usted más admiración y por qué?
M.T.L.: Es difícil encontrar uno, porque ha habido excelentes físicos. A mí, personalmente, me asombran algunos que han concebido experimentos difíciles y complicados, quizá porque yo tengo preferencia por los retos experimentales. Desde ese punto de vista, me parece que algunas veces es difícil el diseño de un experimento complejo que sea capaz de demostrar algo o de buscar algo. Pero, decir uno en particular es bastante difícil. Sería muy fácil decir Einstein, por ejemplo. Sí, evidentemente, fue único en un aspecto, y esto es lo más importante del tema. La ciencia es una labor colectiva, no una labor individual. La publicación, aunque la haga una persona sola, es fruto de la investigación de muchos, porque, si no hubiera habido los anteriores, el que hace la publicación no la hubiera hecho. Por lo tanto, desde esa perspectiva, la ciencia es una labor colectiva.
Además, llegan las cosas en el momento en que están maduras y tiene éxito aquel que es capaz de estar en ese momento en su sitio. Entonces, lo normal es que, si nos fijamos en la historia, encontremos que las personas que han hecho contribuciones sobresalientes son muchísimas. Pero, Einstein tiene una circunstancia que esa solo se dio en él. Esa circunstancia es que en un solo año publicó cuatro artículos que fueron claves en la ciencia de aquel momento, y eso no se ha dado en ningún otro investigador. Ese año es 1905. En 1905 elabora cuatro artículos. Uno, confirma la mecánica cuántica; otro, inicia la relatividad, aunque es la relatividad restringida, pero la inicia; el tercero vislumbra lo que va a ser después la situación de la impredecibilidad; y el cuarto tiene menos matices, pero no por ello deja de ser menos importante, pues hubo varios premios nobeles en el campo posterior, que es el campo de la condensación.
Esos cuatro artículos hechos en un solo año son un éxito. Pero probablemente esos artículos se hubieran escrito poco tiempo después, porque las cosas sobre lo que tratan estaban bastante maduras. Sin embargo, donde él irrumpió y se adelantó un poco a su tiempo fue, en mi opinión, cuando elaboró en el año 1916 el artículo de la relatividad general. Ese es una elucubración mental, donde lo previo no estaba tan maduro como para pensar que se podía hacer; por ejemplo, la relatividad especial la hubiera publicado Poincaré probablemente tres meses después, y la hubiera publicado en un artículo muy similar al artículo en el que la publicó Einstein. ¿Por qué? Pues, porque esta teoría estaba madura. Entonces, por este motivo, se suele hablar de Einstein como un gran físico, pero también ha habido otros físicos excelentes y extraordinarios, y sigue habiéndolos; por ejemplo, a nivel europeo, hubo un físico francés, Gennes, que, aunque era de la materia condensada, hizo casi de todo. Este físico era capaz de tocar campos muy diversos; le dieron el premio Nobel precisamente por intentar aunar una formulación común para campos diversos. Su esfuerzo consistió en buscar la forma de derivar una formulación para resolver problemas muy separados unos de otros.
En la segunda mitad del siglo XX, hay otro físico excelente y singular, que es el norteamericano Feynman. Pero físicos excelentes, hay muchos; se puede decir que el número de físicos excelentes es muy alto. Además, hay físicos extraordinarios que no han tenido el premio Nobel; por ejemplo, hay un físico actual, el inglés Penrose, que ha hecho una contribución a la ciencia increíble, y, sin embargo, no le han dado el premio Nobel. Y ¿por qué no le ha dado el premio Nobel? Porque dar un premio Nobel por una contribución global es un poco difícil, ya que se suele dar a contribuciones singulares, y solo algunas veces se concede por una contribución general, como fue el caso de Gennes. Quizá Penrose, si hubiera vivido un poco más, también hubiera acabado recibiéndolo. Con anterioridad a ellos, a Van Vleck, por ejemplo, le dieron el Nobel por sus investigaciones en el campo del magnetismo, pero no porque hiciera un descubrimiento muy especial en este campo, sino porque a lo largo de su vida aportó muchos trabajos de investigación que contribuyeron a elaborar la teoría cuántica del magnetismo. Y se lo dieron cuando tenía 80 años. En estos casos, no se da a una edad joven, se da a una edad más madura. Por suerte, hay muchos físicos excelentes; hay unos que son mejores personas y otros peores, pero cómo físicos son espléndidos.
J.M.C.: La ciencia en los últimos tiempos se ha convertido en una realidad compleja y dinámica. El autor polaco, Skolimoswski, distingue en esta complejidad tres parcelas cognoscitivas: la ciencia básica, la ciencia aplicada y la tecnología. Dígame, ¿en cuál de estas tres parcelas lleva a cabo usted su labor investigadora?
M.T.L.: Yo he hecho un poco –lo poco que he hecho– en las tres. He hecho algo de ciencia básica, he hecho mucho de ciencia aplicada y he hecho también algo, sobre todo en los últimos años, de tecnología. Realmente, he trabajado en las tres parcelas. En ciencia básica, he trabajado fundamentalmente en relacionar de forma teórica las propiedades físicas de cristales con su estructura cristalina, o sea, en predecir propiedades a partir de la estructura cristalina de un material; por ejemplo, en mi tesis doctoral yo trabajé sobre el material que se empleaba –que no es exactamente el mismo material que se emplea ahora– en los sistemas para detectar fuego en los edificios y elaboré una pequeña teoría para relacionar justamente las propiedades eléctricas macroscópicas con la estructura microscópica del material. A partir de ahí, seguí investigando en este campo durante unos años. Después, me pasé a la ciencia aplicada, donde hice investigaciones diversas: trabajé en materiales piezoeléctricos, piroeléctricos, cristales líquidos, metalurgia, etc. Y, actualmente, hago tecnología relacionada fundamentalmente con el mundo aeronáutico y con la energía. Respecto a la energía, estudio, por ejemplo, recubrimientos sobre metales que son capaces de dejar pasar toda la radiación solar hacia dentro y de impedir que no salga nada de calor fuera con el propósito de aprovechar al máximo la energía solar.
En cuanto a la aeronáutica, ahora estoy con un proyecto muy bonito. En España hay una fábrica de motores de aviación, de turbinas, y quieren aumentar la potencia del motor. Pero incrementar la potencia del motor implica más calentamiento. El motor lleva por dentro, aunque no se ve porque va recubierto por la carcasa exterior, un recubrimiento mecánicamente muy consistente para defender al avión en el caso de que alguno de los álabes (las láminas que una turbina tiene al final) de la turbina se escapase; pues si esto ocurriera, el álabe saldría a tal velocidad que, si el motor careciera de tal recubrimiento, perforaría el avión. Como este recubrimiento es una carcasa articulada, el aumento de temperatura haría sufrir a las articulaciones y sería necesario refrigerarlas. Pero, puesto que el avión va a mucha altura, la refrigeración habría que hacerla con aire, lo cual exigiría que el avión llevase un depósito de aire. Esto supondría una dificultad porque aumenta el peso del avión. De esta manera, estamos buscando un recubrimiento que sea capaz de incrementar la pérdida de calor de esa carcasa de forma natural. Y esto es una investigación de ciencia básica, pero con una aplicación tecnológica inmediata.
J.M.C.: La investigación de la ciencia básica es importante porque ofrece conocimientos que luego pueden servir para la investigación aplicada o para la investigación tecnológica. Pero, dejando aparte esto, ¿la investigación de la ciencia básica es importante también por otras razones?
M.T.L.: Sí. Hay una cosa por la que la ciencia se ha desarrollado a lo largo de toda la historia de la humanidad. Esa cosa es el deseo de conocer. El deseo de conocer es un deseo innato al hombre. Este deseo es el mismo que el deseo de descubrir la montaña más alta. Los alpinistas intentaron al principio buscar la montaña más alta; después, una vez que la encontraron, otros vinieron detrás para alcanzar la misma montaña. Pero los primeros lo que buscaban era ver cómo era esa montaña y qué había más allá de ella. O sea, la conquista de la tierra se hacía subiendo a un sitio para ver qué había detrás de ese sitio. De hecho el descubrimiento de América es ver qué había detrás de… Así, la búsqueda de nuevos conocimientos es innata al hombre. Por lo tanto, la ciencia, la más básica de todas, por ejemplo, la cosmología, lo que busca es satisfacer ese deseo de conocer y entender lo que tenemos a nuestro alrededor. Desde este punto de vista, la ciencia básica se justifica, como también se justifica la filosofía, o como se justifica cualquier acción del pensamiento que, a través de razonamientos, busca verdades, hacer análisis de situaciones, etc.
La cuestión es si la ciencia básica se debe financiar, y si se debe financiar, cuánto dinero se debe dedicar a la financiación, cómo se ha de financiar. Esto ya es otro problema completamente diferente. En una época de crisis, cuando hay seis millones de parados, hablar de esto y decirle a una población que hay que pagar la ciencia básica, porque yo disfruto con ella y lo hago bien, es un verdadero problema, un problema moral y ético. Esta es una cuestión que en este momento algunos estamos planteando en los foros en los que se discute este tipo de problemas. A mí me parece que hay momentos históricos en los que se puede dedicar mucho dinero a hacer cosas que no tienen una aplicación directa, pero, en cambio, hay otros momentos históricos, como el actual, en los que, en mi opinión y en la opinión también de otros colegas, se debería repensar en qué emplear ese dinero.
Entonces, los que se dedican fundamentalmente a la ciencia básica el razonamiento que se hacen normalmente es: lo que yo hago aunque no tenga aplicación ahora la va tener dentro de unos años, y si no se hiciera, no habrá aplicación... Eso es cierto pero con comillas, porque de cuanto se desarrolla en ciencia no todo se convierte en tecnología; de modo que llega un momento en que uno se pregunta no si hay o no hay que financiar la ciencia básica –que yo creo que sí hay que financiarla– sino cuánto dinero hay que dedicar a la ciencia básica y cuál es el nivel de exigencia que hay que pedirle a los que se dedican a ella. Ante esto, yo pienso que hay que ser tajante: solo se debe financiar en ciencia básica aquello que realmente es excelente, y “excelente” ha de significar lo mismo aquí que en Estados Unidos o en Alemania. No hay una excelencia en España distinta de la excelencia de Alemania. Si en Alemania algo no es excelente, aquí tampoco puede serlo. Y esto es un tema de debate. Yo creo que hay que buscar conocimiento, pero lo que hay que decidir es cuánto conocimiento hay que buscar.
Por otra parte, el problema es que la clase política en España no es capaz de separar tampoco –como no separa otras cosas– lo que es política de lo que es el aspecto técnico de la investigación y el desarrollo. Por ello, aunque el aspecto técnico de la investigación y el desarrollo es algo que no depende de la ideología política, este debate de la financiación de la ciencia no hay manera de hacerlo ajeno a la vida política. Y esto, a mi modo de ver, es un problema. Tendrían que ponerse de acuerdo los partidos en depositar la confianza en personas que sepan del tema y decidir las cosas en función de la necesidad real del país. Pero eso va a ser muy difícil que se dé. Da igual que gobierne A que gobierne B. Si gobierna A, no va a tener la colaboración de B, y si gobierna B, no va a tener la colaboración de A. Con lo cual, estamos ante un problema complejo. Esto es un problema complejo, porque se necesita cambiar, y cambiar no es fácil, ya que quien está en el poder, si la oposición le va a estar haciendo un análisis crítico permanente, no se va a atrever a realizar el cambio. Y si esto afecta a los investigadores científicos en el sentido de que para obtener financiación se les va a obligar a cambiar cosas, el problema es todavía mayor.
Aún hoy tanto el mundo político como el mundo de la comunicación en general es un amplificador del mundo del I+D, sin hacer un análisis riguroso de ese mundo. No se atreve nadie a poner en duda lo que dice la gente que hace investigación científica, y eso no puede ser así, porque la verdad no la tienen los científicos. Los científicos tenemos la verdad de lo que trabajamos y, aun así, se trata de una verdad relativa. ¿Dónde está la verdad de aquello en lo que tenemos que trabajar? Este es un problema que, en mi opinión, en España no se ha debatido y que hay que hacerlo cuanto antes, porque, aunque se ha progresado mucho en ciencia básica, no hay trasferencia de tecnología al sistema productivo.
Eloy Rubio: ¿Y ese problema sí se ha debatido, por ejemplo, en Estados Unidos o Alemania?
M.T. L.: Sí, se ha hecho este debate porque hay más gente técnica debajo de los gobiernos y en la toma de decisiones. En Estados Unidos, por ejemplo, el gobierno ha tomado decisiones históricas muy fuertes y han sido siempre contestadas; por ejemplo, en la época de Reagan se tomó la decisión de que había que hacer un esfuerzo brutal en lo que se llamó en aquel momento 'La Guerra de las Galaxias'.
Aquello lo tomó una comisión de científicos que tenía un presidente nombrado por el presidente del gobierno. Es cierto que aquel presidente era –vamos a decir– belicista, por decirlo de alguna forma. Si hubiera sido un presidente de otro corte probablemente habría estado más suave la decisión final. Esa comisión le dijo al presidente de Estados Unidos: si invertimos en esto durante un tiempo, ganamos la batalla con la tecnología. Entonces, fue una batalla tecnológica, no fue una batalla de armas, no hubo ningún cohete ni ningún misil entre Rusia y Estados Unidos. ¿Qué ocurrió? Ocurrió que para dedicar tanto dinero a aquello hubo que disminuir dinero en otras cosas, y hubo protestas en el país. Si ahora miramos eso en retrospectiva, vemos que más de un 80% del desarrollo de las telecomunicaciones actuales vino de allí. No habría nada de esto en un 80%, o hubiera llegado más tarde, sin “La Guerra de las Galaxias”. Ahora uno se pregunta: ¿fue buena o fue mala “La Guerra de las Galaxias”? Empecemos a analizar: si quitamos las tecnologías que surgieron de “La Guerra de las Galaxias” nuestro sistema de telecomunicaciones queda muy menguado. El tema es que buena parte del desarrollo de las telecomunicaciones que tenemos ahora es porque esa comisión no fue una comisión de políticos.
En Alemania y en Suiza ocurre lo mismo, esas comisiones no son de políticos. En cambio, en España, con un nivel de madurez más bajo, esto no se entiende, y tales comisiones son comisiones de políticos. Además, en España se ha generado una cosa que yo llamo traficantes del poder. Los traficantes del poder han existido siempre a lo largo de la historia, en todas las organizaciones, incluida la Iglesia. En la ciencia también hay traficantes de poder. Se trata de científicos normalmente de nivel, que funcionan como cuerpo de presión sobre los políticos del momento, de modo que en el fondo trafican con el poder. Estos científicos van desde su poder científico hasta el poder político. Este tipo de acciones se dan en todos los países, aunque en España se dan a un nivel más bajo, porque tiene menos desarrollo tecnológico. Después, hay una segunda cosa, también cierta, que es que el sector productivo español carece de líderes adaptados a las exigencias de nuestro tiempo; por ejemplo, Zara es una empresa que, aunque ha utilizado tecnología, no se basa en la tecnología, pero su dueño fue audaz, valiente, y creó una empresa a lo grande, de modo que desde el punto de vista empresarial se puede decir que estuvo muy bien, puesto que fue capaz de plantearse retos con mucha exigencia y ganarlos. La cuestión es: ¿si Zara hubiera tenido una exigencia de base tecnológica sería la empresa grande que es? Es evidente que no. Su dueño no habría sido capaz de haberla hecho tan grande; aunque no sabemos si hubiera sido capaz de intuirlo y de buscar a personas capaces de hacerlo. Y es que las empresas españolas de un volumen grande que irrumpen en el mundo de lo tecnológico, si uno se fija en ellas, son empresas que mayoritariamente usan tecnología pero no generan tecnología, y eso es porque los directivos tampoco están dispuestos a exponerse como se expuso el dueño de Zara en su tema. En estos asuntos los españoles somos capaces. Así, España –yo creo– hace una buena ingeniería. El diseño de ingeniería no se hace mal; al contrario, se hace bien, y también se compite bien con el diseño. Pero, en cambio, no se compite bien con la tecnología.
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El investigador científico Manuel José Tello León (Corcubión-La Coruña, 1944) es catedrático de Física de la Materia Condensada en la Universidad del País Vasco. En el año 2010 recibió el Premio de Física que la Real Sociedad Española de Física (RSEF) y la Fundación BBVA entregan de manera anual. Como docente, ha dirigido 26 tesis, y muchos de los alumnos de esas tesis, quince o dieciséis, son hoy catedráticos. Cuenta con más de un centenar de publicaciones y en su laboratorio de física trabajan más de veinte alumnos de doctorado. Además, ha ocupado diversos cargos, como el de Vicerrector de la universidad en la que trabaja y el de Viceconsejero de Industria del Gobierno Vasco. Actualmente, es consultor de la Unión Europea y miembro de numerosas sociedades científicas. Sin embargo, no son estas cosas, ni las otras muchas importantes que ha hecho y que, por razones de espacio, se omiten, lo mejor de esta persona. Lo mejor son sus ganas de seguir trabajando, su humor, que se manifiesta en su risa casi constante, y sobre todo su carácter, afable y abierto, compresivo, dispuesto siempre a la conversación amena, tal como se tuvo ocasión de comprobar durante esta entrevista.
Jose Manuel Carrizo: Casi nadie de nosotros, hombres de la calle, normales y corrientes, sabría decir qué es eso de la Física de la Materia Condensada. De esta manera, podría explicarnos lo que es la Física de la Materia Condensada.
Manuel Tello León: Actualmente, casi podríamos decir que probablemente el 70% de la investigación que se hace en física es de materia condensada. La Física de la Materia condensada estudia las propiedades de la materia que no es fluida. Fluidos son realmente los gases y algunos líquidos; el resto entra dentro del área de la materia condensada. Y hay un ámbito, un ámbito muy específico, que se separa también de la Física de la Materia Condensada, que es el ámbito de las partículas elementales, de la cosmología; es decir, se trata del ámbito que habla de la parte más fundamental del universo. Eso tampoco es parte de la Física de la Materia Condensada. Para ver la influencia que tiene la Física de la Materia Condensada, basta con señalar, sirviéndonos de un lenguaje cotidiano, que el 80% o 90% de las cosas que tocamos a nuestro alrededor son consecuencia de investigaciones en Física de la Materia Condensada; por ejemplo, los CD, las telecomunicaciones, las aplicaciones médicas, como la resonancia magnética nuclear, los rayos X,… Todo eso nació de la Física de la Materia Condensada. Además, todos los materiales nuevos son parte de la Física de la Materia Condensada; ahí entra también la química. En realidad, la Física de la Materia Condensada es una parte de la física muy amplia que estudia propiedades de todo tipo: propiedades ópticas, mecánicas, eléctricas, térmicas… Todas esas propiedades forman parte de la materia condensada.
![[Img #7460]](upload/img/periodico/img_7460.jpg)
J.M.C.: La física se ha considerado hasta mediados del siglo XX aproximadamente la reina de las ciencias. Hasta entonces, era en el ámbito de la física donde se hacían los más importantes y revolucionarios descubrimientos científicos. Pero, a partir de los años cincuenta, sobre todo con la explosión de la genética, se ha desposeído a la física de este título para concedérselo a las ciencias biomédicas. ¿Qué lugar, en su opinión, ocupa hoy la física en el ámbito de la ciencia? ¿Es para usted todavía la reina de las ciencias?
M.T.L.: Es cierto que la erupción de la biología, en todos sus ámbitos (biología molecular, bioquímica,…), ha sido fundamental en la ciencia; y lo ha sido porque esta ciencia, y sobre todo la parte de ella que se ocupa de la salud (las ciencias de la salud), tiene una repercusión más directa en el hombre que las demás ciencias; digo más directa, porque la enfermedad es lo que el hombre intenta evitar por todos los medios. Aunque las repercusiones más grandes que ha habido han venido de la física, pues, como decía antes, casi todo lo que tenemos, aproximadamente el 80% de lo que tocamos, incluido el instrumental de medicina, depende de esta ciencia.
Hubo una época en la que se pensaba que la física había llegado a su cénit, es decir, donde más allá no hay nada; sin embargo, no ha sido así. Los temas que aborda la física, resulta que son absolutamente necesarios para avanzar en las otras ciencias. Por lo tanto, aún sigue siendo una ciencia fundamental. Un tanto por ciento elevado de investigaciones en el mundo de la biología, de la biomedicina o del área que se llama biofísica necesita obligatoriamente conocimientos de física. Por consiguiente, desde ese punto de vista, esta ciencia no ha perdido su nivel de actualidad. Y además, hay un segundo aspecto, ya no tan práctico, cuya repercusión sobre el hombre es pequeña, que es todo el mundo de la cosmología, el cual interesa a todo aquel hombre que de alguna manera se hace preguntas –vamos a decir– trascendentes.
En ese mundo la física sigue descubriendo posibilidades, porque no se ha acabado, no hay una teoría cerrada, no hay lo que se llama una ciencia del todo. Esa teoría cerrada, la ciencia del todo, en mi opinión, no va a llegar nunca. Hay algunos que piensan que sí. Yo estoy con aquellos que piensan que no es posible realmente una ciencia del todo. Pero lo que sí es posible es aproximarse cada vez más hacia el origen, y desde ese punto de vista sigue siendo una estrella. Prueba de ello es que ahora, si uno mira la prensa, se puede encontrar que en el último año el bosón de Higgs, por poner un ejemplo, ha sido sujeto de noticia durante bastante tiempo en muchos periódicos. El que una cosa científica sea objeto de noticia varias veces a lo largo del año significa que interesa, porque de lo contrario no aparecería en los periódicos. Entonces, desde ese punto de vista, yo creo que la física y la biología son dos ciencias fundamentales, y no se puede decir que la una haya tapado a la otra, sino que la una necesita a la otra.
![[Img #7462]](upload/img/periodico/img_7462.jpg)
J.M.C.: De entre todos los físicos que jalonan las historia de la física, ¿cuál es el que despierta en usted más admiración y por qué?
M.T.L.: Es difícil encontrar uno, porque ha habido excelentes físicos. A mí, personalmente, me asombran algunos que han concebido experimentos difíciles y complicados, quizá porque yo tengo preferencia por los retos experimentales. Desde ese punto de vista, me parece que algunas veces es difícil el diseño de un experimento complejo que sea capaz de demostrar algo o de buscar algo. Pero, decir uno en particular es bastante difícil. Sería muy fácil decir Einstein, por ejemplo. Sí, evidentemente, fue único en un aspecto, y esto es lo más importante del tema. La ciencia es una labor colectiva, no una labor individual. La publicación, aunque la haga una persona sola, es fruto de la investigación de muchos, porque, si no hubiera habido los anteriores, el que hace la publicación no la hubiera hecho. Por lo tanto, desde esa perspectiva, la ciencia es una labor colectiva.
Además, llegan las cosas en el momento en que están maduras y tiene éxito aquel que es capaz de estar en ese momento en su sitio. Entonces, lo normal es que, si nos fijamos en la historia, encontremos que las personas que han hecho contribuciones sobresalientes son muchísimas. Pero, Einstein tiene una circunstancia que esa solo se dio en él. Esa circunstancia es que en un solo año publicó cuatro artículos que fueron claves en la ciencia de aquel momento, y eso no se ha dado en ningún otro investigador. Ese año es 1905. En 1905 elabora cuatro artículos. Uno, confirma la mecánica cuántica; otro, inicia la relatividad, aunque es la relatividad restringida, pero la inicia; el tercero vislumbra lo que va a ser después la situación de la impredecibilidad; y el cuarto tiene menos matices, pero no por ello deja de ser menos importante, pues hubo varios premios nobeles en el campo posterior, que es el campo de la condensación.
Esos cuatro artículos hechos en un solo año son un éxito. Pero probablemente esos artículos se hubieran escrito poco tiempo después, porque las cosas sobre lo que tratan estaban bastante maduras. Sin embargo, donde él irrumpió y se adelantó un poco a su tiempo fue, en mi opinión, cuando elaboró en el año 1916 el artículo de la relatividad general. Ese es una elucubración mental, donde lo previo no estaba tan maduro como para pensar que se podía hacer; por ejemplo, la relatividad especial la hubiera publicado Poincaré probablemente tres meses después, y la hubiera publicado en un artículo muy similar al artículo en el que la publicó Einstein. ¿Por qué? Pues, porque esta teoría estaba madura. Entonces, por este motivo, se suele hablar de Einstein como un gran físico, pero también ha habido otros físicos excelentes y extraordinarios, y sigue habiéndolos; por ejemplo, a nivel europeo, hubo un físico francés, Gennes, que, aunque era de la materia condensada, hizo casi de todo. Este físico era capaz de tocar campos muy diversos; le dieron el premio Nobel precisamente por intentar aunar una formulación común para campos diversos. Su esfuerzo consistió en buscar la forma de derivar una formulación para resolver problemas muy separados unos de otros.
![[Img #7459]](upload/img/periodico/img_7459.jpg)
En la segunda mitad del siglo XX, hay otro físico excelente y singular, que es el norteamericano Feynman. Pero físicos excelentes, hay muchos; se puede decir que el número de físicos excelentes es muy alto. Además, hay físicos extraordinarios que no han tenido el premio Nobel; por ejemplo, hay un físico actual, el inglés Penrose, que ha hecho una contribución a la ciencia increíble, y, sin embargo, no le han dado el premio Nobel. Y ¿por qué no le ha dado el premio Nobel? Porque dar un premio Nobel por una contribución global es un poco difícil, ya que se suele dar a contribuciones singulares, y solo algunas veces se concede por una contribución general, como fue el caso de Gennes. Quizá Penrose, si hubiera vivido un poco más, también hubiera acabado recibiéndolo. Con anterioridad a ellos, a Van Vleck, por ejemplo, le dieron el Nobel por sus investigaciones en el campo del magnetismo, pero no porque hiciera un descubrimiento muy especial en este campo, sino porque a lo largo de su vida aportó muchos trabajos de investigación que contribuyeron a elaborar la teoría cuántica del magnetismo. Y se lo dieron cuando tenía 80 años. En estos casos, no se da a una edad joven, se da a una edad más madura. Por suerte, hay muchos físicos excelentes; hay unos que son mejores personas y otros peores, pero cómo físicos son espléndidos.
J.M.C.: La ciencia en los últimos tiempos se ha convertido en una realidad compleja y dinámica. El autor polaco, Skolimoswski, distingue en esta complejidad tres parcelas cognoscitivas: la ciencia básica, la ciencia aplicada y la tecnología. Dígame, ¿en cuál de estas tres parcelas lleva a cabo usted su labor investigadora?
M.T.L.: Yo he hecho un poco –lo poco que he hecho– en las tres. He hecho algo de ciencia básica, he hecho mucho de ciencia aplicada y he hecho también algo, sobre todo en los últimos años, de tecnología. Realmente, he trabajado en las tres parcelas. En ciencia básica, he trabajado fundamentalmente en relacionar de forma teórica las propiedades físicas de cristales con su estructura cristalina, o sea, en predecir propiedades a partir de la estructura cristalina de un material; por ejemplo, en mi tesis doctoral yo trabajé sobre el material que se empleaba –que no es exactamente el mismo material que se emplea ahora– en los sistemas para detectar fuego en los edificios y elaboré una pequeña teoría para relacionar justamente las propiedades eléctricas macroscópicas con la estructura microscópica del material. A partir de ahí, seguí investigando en este campo durante unos años. Después, me pasé a la ciencia aplicada, donde hice investigaciones diversas: trabajé en materiales piezoeléctricos, piroeléctricos, cristales líquidos, metalurgia, etc. Y, actualmente, hago tecnología relacionada fundamentalmente con el mundo aeronáutico y con la energía. Respecto a la energía, estudio, por ejemplo, recubrimientos sobre metales que son capaces de dejar pasar toda la radiación solar hacia dentro y de impedir que no salga nada de calor fuera con el propósito de aprovechar al máximo la energía solar.
En cuanto a la aeronáutica, ahora estoy con un proyecto muy bonito. En España hay una fábrica de motores de aviación, de turbinas, y quieren aumentar la potencia del motor. Pero incrementar la potencia del motor implica más calentamiento. El motor lleva por dentro, aunque no se ve porque va recubierto por la carcasa exterior, un recubrimiento mecánicamente muy consistente para defender al avión en el caso de que alguno de los álabes (las láminas que una turbina tiene al final) de la turbina se escapase; pues si esto ocurriera, el álabe saldría a tal velocidad que, si el motor careciera de tal recubrimiento, perforaría el avión. Como este recubrimiento es una carcasa articulada, el aumento de temperatura haría sufrir a las articulaciones y sería necesario refrigerarlas. Pero, puesto que el avión va a mucha altura, la refrigeración habría que hacerla con aire, lo cual exigiría que el avión llevase un depósito de aire. Esto supondría una dificultad porque aumenta el peso del avión. De esta manera, estamos buscando un recubrimiento que sea capaz de incrementar la pérdida de calor de esa carcasa de forma natural. Y esto es una investigación de ciencia básica, pero con una aplicación tecnológica inmediata.
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J.M.C.: La investigación de la ciencia básica es importante porque ofrece conocimientos que luego pueden servir para la investigación aplicada o para la investigación tecnológica. Pero, dejando aparte esto, ¿la investigación de la ciencia básica es importante también por otras razones?
M.T.L.: Sí. Hay una cosa por la que la ciencia se ha desarrollado a lo largo de toda la historia de la humanidad. Esa cosa es el deseo de conocer. El deseo de conocer es un deseo innato al hombre. Este deseo es el mismo que el deseo de descubrir la montaña más alta. Los alpinistas intentaron al principio buscar la montaña más alta; después, una vez que la encontraron, otros vinieron detrás para alcanzar la misma montaña. Pero los primeros lo que buscaban era ver cómo era esa montaña y qué había más allá de ella. O sea, la conquista de la tierra se hacía subiendo a un sitio para ver qué había detrás de ese sitio. De hecho el descubrimiento de América es ver qué había detrás de… Así, la búsqueda de nuevos conocimientos es innata al hombre. Por lo tanto, la ciencia, la más básica de todas, por ejemplo, la cosmología, lo que busca es satisfacer ese deseo de conocer y entender lo que tenemos a nuestro alrededor. Desde este punto de vista, la ciencia básica se justifica, como también se justifica la filosofía, o como se justifica cualquier acción del pensamiento que, a través de razonamientos, busca verdades, hacer análisis de situaciones, etc.
La cuestión es si la ciencia básica se debe financiar, y si se debe financiar, cuánto dinero se debe dedicar a la financiación, cómo se ha de financiar. Esto ya es otro problema completamente diferente. En una época de crisis, cuando hay seis millones de parados, hablar de esto y decirle a una población que hay que pagar la ciencia básica, porque yo disfruto con ella y lo hago bien, es un verdadero problema, un problema moral y ético. Esta es una cuestión que en este momento algunos estamos planteando en los foros en los que se discute este tipo de problemas. A mí me parece que hay momentos históricos en los que se puede dedicar mucho dinero a hacer cosas que no tienen una aplicación directa, pero, en cambio, hay otros momentos históricos, como el actual, en los que, en mi opinión y en la opinión también de otros colegas, se debería repensar en qué emplear ese dinero.
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Entonces, los que se dedican fundamentalmente a la ciencia básica el razonamiento que se hacen normalmente es: lo que yo hago aunque no tenga aplicación ahora la va tener dentro de unos años, y si no se hiciera, no habrá aplicación... Eso es cierto pero con comillas, porque de cuanto se desarrolla en ciencia no todo se convierte en tecnología; de modo que llega un momento en que uno se pregunta no si hay o no hay que financiar la ciencia básica –que yo creo que sí hay que financiarla– sino cuánto dinero hay que dedicar a la ciencia básica y cuál es el nivel de exigencia que hay que pedirle a los que se dedican a ella. Ante esto, yo pienso que hay que ser tajante: solo se debe financiar en ciencia básica aquello que realmente es excelente, y “excelente” ha de significar lo mismo aquí que en Estados Unidos o en Alemania. No hay una excelencia en España distinta de la excelencia de Alemania. Si en Alemania algo no es excelente, aquí tampoco puede serlo. Y esto es un tema de debate. Yo creo que hay que buscar conocimiento, pero lo que hay que decidir es cuánto conocimiento hay que buscar.
Por otra parte, el problema es que la clase política en España no es capaz de separar tampoco –como no separa otras cosas– lo que es política de lo que es el aspecto técnico de la investigación y el desarrollo. Por ello, aunque el aspecto técnico de la investigación y el desarrollo es algo que no depende de la ideología política, este debate de la financiación de la ciencia no hay manera de hacerlo ajeno a la vida política. Y esto, a mi modo de ver, es un problema. Tendrían que ponerse de acuerdo los partidos en depositar la confianza en personas que sepan del tema y decidir las cosas en función de la necesidad real del país. Pero eso va a ser muy difícil que se dé. Da igual que gobierne A que gobierne B. Si gobierna A, no va a tener la colaboración de B, y si gobierna B, no va a tener la colaboración de A. Con lo cual, estamos ante un problema complejo. Esto es un problema complejo, porque se necesita cambiar, y cambiar no es fácil, ya que quien está en el poder, si la oposición le va a estar haciendo un análisis crítico permanente, no se va a atrever a realizar el cambio. Y si esto afecta a los investigadores científicos en el sentido de que para obtener financiación se les va a obligar a cambiar cosas, el problema es todavía mayor.
Aún hoy tanto el mundo político como el mundo de la comunicación en general es un amplificador del mundo del I+D, sin hacer un análisis riguroso de ese mundo. No se atreve nadie a poner en duda lo que dice la gente que hace investigación científica, y eso no puede ser así, porque la verdad no la tienen los científicos. Los científicos tenemos la verdad de lo que trabajamos y, aun así, se trata de una verdad relativa. ¿Dónde está la verdad de aquello en lo que tenemos que trabajar? Este es un problema que, en mi opinión, en España no se ha debatido y que hay que hacerlo cuanto antes, porque, aunque se ha progresado mucho en ciencia básica, no hay trasferencia de tecnología al sistema productivo.
Eloy Rubio: ¿Y ese problema sí se ha debatido, por ejemplo, en Estados Unidos o Alemania?
M.T. L.: Sí, se ha hecho este debate porque hay más gente técnica debajo de los gobiernos y en la toma de decisiones. En Estados Unidos, por ejemplo, el gobierno ha tomado decisiones históricas muy fuertes y han sido siempre contestadas; por ejemplo, en la época de Reagan se tomó la decisión de que había que hacer un esfuerzo brutal en lo que se llamó en aquel momento 'La Guerra de las Galaxias'.
Aquello lo tomó una comisión de científicos que tenía un presidente nombrado por el presidente del gobierno. Es cierto que aquel presidente era –vamos a decir– belicista, por decirlo de alguna forma. Si hubiera sido un presidente de otro corte probablemente habría estado más suave la decisión final. Esa comisión le dijo al presidente de Estados Unidos: si invertimos en esto durante un tiempo, ganamos la batalla con la tecnología. Entonces, fue una batalla tecnológica, no fue una batalla de armas, no hubo ningún cohete ni ningún misil entre Rusia y Estados Unidos. ¿Qué ocurrió? Ocurrió que para dedicar tanto dinero a aquello hubo que disminuir dinero en otras cosas, y hubo protestas en el país. Si ahora miramos eso en retrospectiva, vemos que más de un 80% del desarrollo de las telecomunicaciones actuales vino de allí. No habría nada de esto en un 80%, o hubiera llegado más tarde, sin “La Guerra de las Galaxias”. Ahora uno se pregunta: ¿fue buena o fue mala “La Guerra de las Galaxias”? Empecemos a analizar: si quitamos las tecnologías que surgieron de “La Guerra de las Galaxias” nuestro sistema de telecomunicaciones queda muy menguado. El tema es que buena parte del desarrollo de las telecomunicaciones que tenemos ahora es porque esa comisión no fue una comisión de políticos.
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En Alemania y en Suiza ocurre lo mismo, esas comisiones no son de políticos. En cambio, en España, con un nivel de madurez más bajo, esto no se entiende, y tales comisiones son comisiones de políticos. Además, en España se ha generado una cosa que yo llamo traficantes del poder. Los traficantes del poder han existido siempre a lo largo de la historia, en todas las organizaciones, incluida la Iglesia. En la ciencia también hay traficantes de poder. Se trata de científicos normalmente de nivel, que funcionan como cuerpo de presión sobre los políticos del momento, de modo que en el fondo trafican con el poder. Estos científicos van desde su poder científico hasta el poder político. Este tipo de acciones se dan en todos los países, aunque en España se dan a un nivel más bajo, porque tiene menos desarrollo tecnológico. Después, hay una segunda cosa, también cierta, que es que el sector productivo español carece de líderes adaptados a las exigencias de nuestro tiempo; por ejemplo, Zara es una empresa que, aunque ha utilizado tecnología, no se basa en la tecnología, pero su dueño fue audaz, valiente, y creó una empresa a lo grande, de modo que desde el punto de vista empresarial se puede decir que estuvo muy bien, puesto que fue capaz de plantearse retos con mucha exigencia y ganarlos. La cuestión es: ¿si Zara hubiera tenido una exigencia de base tecnológica sería la empresa grande que es? Es evidente que no. Su dueño no habría sido capaz de haberla hecho tan grande; aunque no sabemos si hubiera sido capaz de intuirlo y de buscar a personas capaces de hacerlo. Y es que las empresas españolas de un volumen grande que irrumpen en el mundo de lo tecnológico, si uno se fija en ellas, son empresas que mayoritariamente usan tecnología pero no generan tecnología, y eso es porque los directivos tampoco están dispuestos a exponerse como se expuso el dueño de Zara en su tema. En estos asuntos los españoles somos capaces. Así, España –yo creo– hace una buena ingeniería. El diseño de ingeniería no se hace mal; al contrario, se hace bien, y también se compite bien con el diseño. Pero, en cambio, no se compite bien con la tecnología.