Jesús Fernández se despide de la Diócesis de Astorga y tomará posesión como obispo de Córdoba el próximo 24 de mayo
"Agradezco la acogida calurosa y el acompañamiento delicado que esta querida Iglesia particular de Astorga me ha dispensado a mí y a mi familia"
![[Img #71590]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2025/5587_imagen-de-whatsapp-2025-03-27-a-las-165251_58b93c68.jpg)
Porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir (Hebreos 13:14). Ya es oficial. El obispo de Astorga, Jesús Fernández Fernández, dejará su cargo en nuestra diócesis para asumir el Obispado de Córdoba el próximo 24 de mayo. En una alocución cargada de emotividad, nostalgia y esperanza, el prelado reafirmó su condición de "peregrino del Señor" al haber ejercido su ministerio en Santiago, Astorga y, próximamente, en Córdoba.
La noticia, que se difundió en la tarde del pasado miércoles tras la filtración de un vídeo en el que Demetrio Fernández, obispo saliente, da la bienvenida a Jesús Fernández, ha sido confirmada este jueves por el vicario general, Javier Gay, quien explicó que "hasta que asuma su nuevo cargo Jesús Fernández continuará como admistrador diocesano aquí". Después, contarán con un plazo de ocho días para nombrar a otro administrador hasta que se escoja un nuevo prelado.
El hasta ahora obispo de nuestra diócesis, aseguró que en Astorga "he trabajado con intensidad y entusiasmo, sintiéndome siempre apoyado por los sacerdotes y por todo el Pueblo santo de Dios. Ahora, de nuevo parto hacia tierras lejanas dejando personas muy queridas y proyectos recién estrenado".
Fernández no ocultó, al tiempo que mostró su "agradecimiento al Papa Francisco, que se ha dignado a confiarme esta misión (...) el desgarro interno que supone para mí dar este paso". Asimismo, reconoció "la acogida calurosa y el acompañamiento delicado que esta querida Iglesia particular de Astorga me ha dispensado a mí y a mi familia. Gracias a la Curia por su apoyo y ayuda constantes, a los vicarios, arciprestes, coordinadores, delegados y sacerdotes en general por su esfuerzo; a los consagrados, a los contemplativos, a los laicos, a los voluntarios".
Comunicado de despedida de Jesús Fernández Fernández
El 18 de julio de 2020, en plena pandemia de la Covid-19, iniciaba el ministerio pastoral en esta querida diócesis de Astorga. Hoy, cuando aún no se han cumplido los cinco años de mi ministerio aquí, el Papa Francisco me nombra Obispo de Córdoba. En primer lugar, y al tiempo que me alegro por la progresiva mejora de su estado de salud, agradezco vivamente al Santo Padre se haya dignado confiarme esta misión en una Iglesia que, como ésta, tiene profundas raíces históricas y alberga un hermoso patrimonio de santidad, cultura y fe.
El haber ejercido el ministerio apostólico en dos Diócesis distintas Santiago y Astorga- reafirma en mi la convicción de que soy un peregrino en el contexto de una Iglesia que peregrina hacia la Tierra prometida: la vida en santidad, el reino de Dios. A partir del día 24 de mayo me corresponderá peregrinar con el Pueblo de Dios que camina en Córdoba. Usando la comparación que utiliza el Papa Francisco, a veces habré de caminar delante para servirle de guía, en ocasiones en medio para hacerme cargo de sus inquietudes y sueños y en otros momentos, detrás para animar a los desanimados y cargar sobre los hombros a los abatidos por el mal.
En este momento, el Señor, por medio de la Iglesia, me pide dejar esta comunidad eclesial. Lo hago desde la disponibilidad y obediencia al Papa Francisco, y sin ocultar el desgarro interior que supone para mi dar este paso. Después de la venturosa peregrinación con la Iglesia particular de Santiago, la llegada a Astorga supuso para mí una vuelta a mis raíces y a mi tierra leonesa. Aquí he trabajado con intensidad y entusiasmo, sintiéndome siempre apoyado por los sacerdotes y por todo el Pueblo santo de Dios. Ahora, de nuevo parto hacia tierras lejanas dejando personas muy queridas y proyectos recién estrenados.
Es el momento de cerrar un capítulo importante de mi vida y abrir uno nuevo. Es el momento de agradecer la acogida calurosa y el acompañamiento delicado que esta querida Iglesia particular de Astorga me ha dispensado a mí y a mi familia. Gracias a la Curia por su apoyo y ayuda constantes, a los vicarios, arciprestes, coordinadores, delegados y sacerdotes en general por su esfuerzo en acoger e implementar iniciativas orientadas a la renovación personal, -sobre todo, a través de la formación permanente e integral, y a la renovación pastoral, vehiculada particularmente a través del proyecto de las Unidades Pastorales. Esta iniciativa, además de suponer una reconfiguración de la Diócesis, supone una apuesta decisiva a favor de una Iglesia sinodal que vive la comunión y la participación, y que prioriza la misión evangelizadora.
Agradezco también a los consagrados su presencia y testimonio. En los contemplativos valoro especialmente dirijan nuestra mirada al cielo salvaguardando siempre la prioridad de Dios, tesoro incomparablemente más valioso que cualquier otro de este mundo. También su fidelidad a pesar de la fragilidad de la mayoría de sus comunidades. Asimismo, agradezco la aportación a la pastoral activa de las comunidades masculinas. Gracias, en fin, a los consagrados de vida activa, por su presencia y aportación a la misión humanizadora y evangelizadora de la Iglesia a través de su trabajo en instituciones educativas, obras caritativas y sociales, equipos pastorales, etc.
A los laicos les agradezco sobre todo la buena acogida y la participación en la Escuela Diocesana de Evangelizadores en las UPA. De esta manera, no sólo han demostrado su deseo de crecer en la configuración con Cristo, sino también su disposición a colaborar en la misión de la Iglesia. Gracias sobre todo a los voluntarios que trabajan en las obras caritativas y sociales como Cáritas, Manos Unidas, y Fundación CALS – Proyecto Hombre, a los que desarrollan distintos ministerios en la comunidad cristiana, y a los que son testigos en medio del mundo educativo, del trabajo, etc. A todos, gracias por el esfuerzo realizado y por su aportación a la misión de la Iglesia.
Siento la alegria de haber caminado con y en una Iglesia que, aunque pequeña en el número de obreros, pretende responder a los retos que el momento presente le presenta. Además de las iniciativas señaladas y que, en cierto modo, han cuajado ya, estamos empeñados en otras que ojalá Dios quiera lleguen a buen puerto. En el terreno caritativo y social, después de la creación de los equipos de las UPA, crece la convicción de que es necesario formar a los que los componen y sumar nuevos voluntarios a la causa. También se ha ido abriendo paso el sueño de la creación de centros de escucha en el duelo (para su funcionamiento ya se está formando gente) y de los centros para personas mayores. Y, como no, también nos hace soñar la Mesa del Mundo Rural que se ha creado para, en colaboración con instituciones públicas, acoger en nuestra tierra familias inmigrantes que nos permitan ejercer la hospitalidad, se sientan integradas y mejoren su calidad de vida, colaboren con su trabajo al desarrollo de nuestro país, y hagan más grandes nuestras comunidades cristianas.
Un campo que sigue preocupándonos mucho es el de la protección y el cuidado del patrimonio. En este sentido, acabamos de constituir una fundación «Arstúrica» que será sin duda una herramienta valiosa para ello. Me permito el sueño de ver mejorada la situación habitacional de los responsables y usuarios de la Casa de Acogida Virgen de las Ermitas, así como el acondicionamiento y puesta en marcha del centro cultural anejo. Ninguna de estas obras, ni el mantenimiento en general de nuestro rico patrimonio será posible sin la colaboración de las instituciones públicas. No debemos olvidar que este patrimonio sirve, no sólo a la Iglesia, sino también a la sociedad en general, y supone una riqueza para el territorio donde está enclavado.
En el campo litúrgico, a pesar de que tenemos un buen nivel, creo que podemos aspirar a mejorar un poco más la formación y la puesta en ejercicio de los ministerios laicales, por ejemplo, aumentando el número de comunidades que puedan reunirse el Día del Señor para las Celebraciones Dominicales en Espera de Presbítero.
Finalmente, en el ámbito del ministerio profético, aunque desbordándolo, en el próximo futuro, puede ser aprovechable la herramienta del nuevo Directorio Diocesano para la Iniciación Cristiana que acabo de firmar. Complementado con una activa e incisiva pastoral juvenil y vocacional, así como de una pastoral familiar renovada, dará sin duda mucho fruto.
Convencido de que todos estos sueños no han sido inspirados por intereses egoístas, sino por el Espíritu de Dios, a Él se los encomiendo, contando con la intercesión de La Virgen María y de nuestro Patrono Sto. Toribio. Al mismo tiempo, os encomiendo a todos los que estáis llamados a hacerlos realidad, comenzando por el próximo Pastor que la Providencia os regalará. Encomendémoslo ya desde ahora.
El Señor, a través de su Iglesia, me envía ahora a pastorear la Diócesis de Córdoba. Aunque acabo de dirigir una carta al Obispo Demetrio Fernández, a los presbíteros, a los consagrados y a los fieles laicos, aprovecho esta ocasión que me brindan los M.C.S. y que agradezco, para enviar un saludo a todos y para ponerme ya a su disposición.
Saludo en primer lugar al Obispo D. Demetrio y le agradezco el generoso y fructifero trabajo realizado en aquella Iglesia particular. Saludo también a los sacerdotes, al Cabildo de la Mezquita-Catedral, a los consagrados, al Seminario con sus responsables y seminaristas, a los miembros de las Cofradías y Hermandades, de tanto peso en Andalucía, a los movimientos y asociaciones y a todos los grupos laicales.
Como nuevo Pastor de esa grey, me coloco ya a su lado para acompañarla en el camino. Convencidos de que es el Espíritu Santo el que nos guía, y alimentados en la Mesa del Pan y de la Palabra, afrontaremos el futuro con esperanza, empeñados en configurar una Iglesia cada día más sinodal y misionera, cercana a los pobres y excluidos, y comprometida en acercar a todos a Jesucristo, el único salvador. Amén.
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Porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir (Hebreos 13:14). Ya es oficial. El obispo de Astorga, Jesús Fernández Fernández, dejará su cargo en nuestra diócesis para asumir el Obispado de Córdoba el próximo 24 de mayo. En una alocución cargada de emotividad, nostalgia y esperanza, el prelado reafirmó su condición de "peregrino del Señor" al haber ejercido su ministerio en Santiago, Astorga y, próximamente, en Córdoba.
La noticia, que se difundió en la tarde del pasado miércoles tras la filtración de un vídeo en el que Demetrio Fernández, obispo saliente, da la bienvenida a Jesús Fernández, ha sido confirmada este jueves por el vicario general, Javier Gay, quien explicó que "hasta que asuma su nuevo cargo Jesús Fernández continuará como admistrador diocesano aquí". Después, contarán con un plazo de ocho días para nombrar a otro administrador hasta que se escoja un nuevo prelado.
El hasta ahora obispo de nuestra diócesis, aseguró que en Astorga "he trabajado con intensidad y entusiasmo, sintiéndome siempre apoyado por los sacerdotes y por todo el Pueblo santo de Dios. Ahora, de nuevo parto hacia tierras lejanas dejando personas muy queridas y proyectos recién estrenado".
Fernández no ocultó, al tiempo que mostró su "agradecimiento al Papa Francisco, que se ha dignado a confiarme esta misión (...) el desgarro interno que supone para mí dar este paso". Asimismo, reconoció "la acogida calurosa y el acompañamiento delicado que esta querida Iglesia particular de Astorga me ha dispensado a mí y a mi familia. Gracias a la Curia por su apoyo y ayuda constantes, a los vicarios, arciprestes, coordinadores, delegados y sacerdotes en general por su esfuerzo; a los consagrados, a los contemplativos, a los laicos, a los voluntarios".
Comunicado de despedida de Jesús Fernández Fernández
El 18 de julio de 2020, en plena pandemia de la Covid-19, iniciaba el ministerio pastoral en esta querida diócesis de Astorga. Hoy, cuando aún no se han cumplido los cinco años de mi ministerio aquí, el Papa Francisco me nombra Obispo de Córdoba. En primer lugar, y al tiempo que me alegro por la progresiva mejora de su estado de salud, agradezco vivamente al Santo Padre se haya dignado confiarme esta misión en una Iglesia que, como ésta, tiene profundas raíces históricas y alberga un hermoso patrimonio de santidad, cultura y fe.
El haber ejercido el ministerio apostólico en dos Diócesis distintas Santiago y Astorga- reafirma en mi la convicción de que soy un peregrino en el contexto de una Iglesia que peregrina hacia la Tierra prometida: la vida en santidad, el reino de Dios. A partir del día 24 de mayo me corresponderá peregrinar con el Pueblo de Dios que camina en Córdoba. Usando la comparación que utiliza el Papa Francisco, a veces habré de caminar delante para servirle de guía, en ocasiones en medio para hacerme cargo de sus inquietudes y sueños y en otros momentos, detrás para animar a los desanimados y cargar sobre los hombros a los abatidos por el mal.
En este momento, el Señor, por medio de la Iglesia, me pide dejar esta comunidad eclesial. Lo hago desde la disponibilidad y obediencia al Papa Francisco, y sin ocultar el desgarro interior que supone para mi dar este paso. Después de la venturosa peregrinación con la Iglesia particular de Santiago, la llegada a Astorga supuso para mí una vuelta a mis raíces y a mi tierra leonesa. Aquí he trabajado con intensidad y entusiasmo, sintiéndome siempre apoyado por los sacerdotes y por todo el Pueblo santo de Dios. Ahora, de nuevo parto hacia tierras lejanas dejando personas muy queridas y proyectos recién estrenados.
Es el momento de cerrar un capítulo importante de mi vida y abrir uno nuevo. Es el momento de agradecer la acogida calurosa y el acompañamiento delicado que esta querida Iglesia particular de Astorga me ha dispensado a mí y a mi familia. Gracias a la Curia por su apoyo y ayuda constantes, a los vicarios, arciprestes, coordinadores, delegados y sacerdotes en general por su esfuerzo en acoger e implementar iniciativas orientadas a la renovación personal, -sobre todo, a través de la formación permanente e integral, y a la renovación pastoral, vehiculada particularmente a través del proyecto de las Unidades Pastorales. Esta iniciativa, además de suponer una reconfiguración de la Diócesis, supone una apuesta decisiva a favor de una Iglesia sinodal que vive la comunión y la participación, y que prioriza la misión evangelizadora.
Agradezco también a los consagrados su presencia y testimonio. En los contemplativos valoro especialmente dirijan nuestra mirada al cielo salvaguardando siempre la prioridad de Dios, tesoro incomparablemente más valioso que cualquier otro de este mundo. También su fidelidad a pesar de la fragilidad de la mayoría de sus comunidades. Asimismo, agradezco la aportación a la pastoral activa de las comunidades masculinas. Gracias, en fin, a los consagrados de vida activa, por su presencia y aportación a la misión humanizadora y evangelizadora de la Iglesia a través de su trabajo en instituciones educativas, obras caritativas y sociales, equipos pastorales, etc.
A los laicos les agradezco sobre todo la buena acogida y la participación en la Escuela Diocesana de Evangelizadores en las UPA. De esta manera, no sólo han demostrado su deseo de crecer en la configuración con Cristo, sino también su disposición a colaborar en la misión de la Iglesia. Gracias sobre todo a los voluntarios que trabajan en las obras caritativas y sociales como Cáritas, Manos Unidas, y Fundación CALS – Proyecto Hombre, a los que desarrollan distintos ministerios en la comunidad cristiana, y a los que son testigos en medio del mundo educativo, del trabajo, etc. A todos, gracias por el esfuerzo realizado y por su aportación a la misión de la Iglesia.
Siento la alegria de haber caminado con y en una Iglesia que, aunque pequeña en el número de obreros, pretende responder a los retos que el momento presente le presenta. Además de las iniciativas señaladas y que, en cierto modo, han cuajado ya, estamos empeñados en otras que ojalá Dios quiera lleguen a buen puerto. En el terreno caritativo y social, después de la creación de los equipos de las UPA, crece la convicción de que es necesario formar a los que los componen y sumar nuevos voluntarios a la causa. También se ha ido abriendo paso el sueño de la creación de centros de escucha en el duelo (para su funcionamiento ya se está formando gente) y de los centros para personas mayores. Y, como no, también nos hace soñar la Mesa del Mundo Rural que se ha creado para, en colaboración con instituciones públicas, acoger en nuestra tierra familias inmigrantes que nos permitan ejercer la hospitalidad, se sientan integradas y mejoren su calidad de vida, colaboren con su trabajo al desarrollo de nuestro país, y hagan más grandes nuestras comunidades cristianas.
Un campo que sigue preocupándonos mucho es el de la protección y el cuidado del patrimonio. En este sentido, acabamos de constituir una fundación «Arstúrica» que será sin duda una herramienta valiosa para ello. Me permito el sueño de ver mejorada la situación habitacional de los responsables y usuarios de la Casa de Acogida Virgen de las Ermitas, así como el acondicionamiento y puesta en marcha del centro cultural anejo. Ninguna de estas obras, ni el mantenimiento en general de nuestro rico patrimonio será posible sin la colaboración de las instituciones públicas. No debemos olvidar que este patrimonio sirve, no sólo a la Iglesia, sino también a la sociedad en general, y supone una riqueza para el territorio donde está enclavado.
En el campo litúrgico, a pesar de que tenemos un buen nivel, creo que podemos aspirar a mejorar un poco más la formación y la puesta en ejercicio de los ministerios laicales, por ejemplo, aumentando el número de comunidades que puedan reunirse el Día del Señor para las Celebraciones Dominicales en Espera de Presbítero.
Finalmente, en el ámbito del ministerio profético, aunque desbordándolo, en el próximo futuro, puede ser aprovechable la herramienta del nuevo Directorio Diocesano para la Iniciación Cristiana que acabo de firmar. Complementado con una activa e incisiva pastoral juvenil y vocacional, así como de una pastoral familiar renovada, dará sin duda mucho fruto.
Convencido de que todos estos sueños no han sido inspirados por intereses egoístas, sino por el Espíritu de Dios, a Él se los encomiendo, contando con la intercesión de La Virgen María y de nuestro Patrono Sto. Toribio. Al mismo tiempo, os encomiendo a todos los que estáis llamados a hacerlos realidad, comenzando por el próximo Pastor que la Providencia os regalará. Encomendémoslo ya desde ahora.
El Señor, a través de su Iglesia, me envía ahora a pastorear la Diócesis de Córdoba. Aunque acabo de dirigir una carta al Obispo Demetrio Fernández, a los presbíteros, a los consagrados y a los fieles laicos, aprovecho esta ocasión que me brindan los M.C.S. y que agradezco, para enviar un saludo a todos y para ponerme ya a su disposición.
Saludo en primer lugar al Obispo D. Demetrio y le agradezco el generoso y fructifero trabajo realizado en aquella Iglesia particular. Saludo también a los sacerdotes, al Cabildo de la Mezquita-Catedral, a los consagrados, al Seminario con sus responsables y seminaristas, a los miembros de las Cofradías y Hermandades, de tanto peso en Andalucía, a los movimientos y asociaciones y a todos los grupos laicales.
Como nuevo Pastor de esa grey, me coloco ya a su lado para acompañarla en el camino. Convencidos de que es el Espíritu Santo el que nos guía, y alimentados en la Mesa del Pan y de la Palabra, afrontaremos el futuro con esperanza, empeñados en configurar una Iglesia cada día más sinodal y misionera, cercana a los pobres y excluidos, y comprometida en acercar a todos a Jesucristo, el único salvador. Amén.






