Max Alonso
Jueves, 03 de Abril de 2025

Mi alma aragonesa XXVII / Sigue Forqué

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Forqué con Amanecer en Puerta Oscura, consiguió el Oso de Plata en el Festival Internacional de Berlín. Sastre y Forqué volvieron a colaborar en Un hecho violento, 1958, ahora en un escenario carcelario y consiguieron un nuevo éxito. Alfonso Sastre escribió La noche y el alba, 1958, protagonizada por Paco Rabal, en al que se abordaba el tema de la reconciliación nacional, por la que abogaba entonces el clandestinito Partido Comunista. Supuso un fracaso que obligó a Forqué a tener dificultades para encontrar trabajo y tuvo que refugiarse en el cine comercial y en los cauces de los géneros tradicionales.

Con Alfonso Paso hizo De espaldas a la puerta, 1959, y en 1960 rueda 091, Policía al habla y Maribel y la extraña familia. La primera es del género policíaco y cuenta la historia de un inspector de policía obsesionado por la muerte de su hija, atropellada por un coche que huyó y acaba deteniendo a su conductor. La segunda es una adaptación de la obra de Miguel Mihura, que contó con Silvia Pinal y Adolfo Marsillach como protagonistas. Se adentra en lo cómico, sin olvidar sus perfiles dramáticos. Es la historia de un empresario provinciano y conservador, que se enamora de una señorita, que es prostituta con la que pretende casarse y la sorpresa vendrá cuando ella descubre el pasado de él y su familia.

 

Siguió con la colaboración con Paso, con la comedía Ustedes puede ser un asesino, 1961, versión cinematográfica de la obra teatral de Adolfo Paso. Atraco a las tres, 1962, que se convertirá en una película mítica del cine español, en la que son suma maestría, Forqué consigue burlar la censura de la época, para ofrecer una crítica mordaz de la sociedad española del momento, con sus miserias, carencias y jerarquías, envuelta en humor negro y con un desenlace sorprendente al gusto de la época. En ella cuenta con José Luis López Vázquez, Cassen, Alfredo Landa, Gracita Morales y Manuel Alexandre, entre otros.

 

Siguió con El secreto de Mónica, 1962, y El juego de la verdad, 1963 y comienza su colaboración con Pedro Masó y rueda otros títulos y en 1974 dirige Vacaciones para Ivette, que en tono costumbrista muestra la primera apertura de los españoles hacia el extranjero, a través del intercambio de los niños de dos familias y sus peripecias. En ese mismo año dirige tres películas más, mostrando su capacidad creativa, en una línea de películas musicales y juveniles, que en los próximos años continuará con Un millón en la basura, 1967, y de nuevo con Antonio Paso, Las que tienen que servir, 1967. Sigue con Un diablo bajo la almohada, 1968, con un reparto internacional en una adaptación contemporánea de El curioso impertinente de Miguel de Cervantes.

 

A esta le seguirá una etapa erótica, en la que se había introducido el cine español, en una alocada disputa por burlar a censura con el más desenfrenado destape, con la absurda competición de haber quién mostraba más. Forqué cuenta con su recién estrenada productora Orfeo Films en competencia con las de José Luis Dibildos y Pedro Masó. Arranca con La vil seducción, 1968, y sigue con Pecados conyugales, y Estudio amueblado P2, 1969. En este género, doblegado al escapismo de la época, Forqué trata de mantener viejas constantes suyas, haciendo un doble juego, en el que a la vez que entra en el erotismo y el destape inoperante, intenta retratar a la sociedad media hipócrita, provinciana y reaccionaria, defendiendo aparentemente a la mujer, en medio de una sociedad injusta y machista, frente a la modernez de la clase social más alta. Ridiculiza al macho ibérico, fiel a sus constantes que no abandona ni en este momento, en los que la moda obliga a la chabacanería y al mal gusto. En La vil seducción Forqué critica a la sociedad rural, a la vez que explote un exagerado erotismo, que le brinda la dualidad de la protagonista, a la vez monja y actriz de vida libertina. Con una Analía Gadé, enfrentada a un pacato y reprimido Fernando Fernán Gómez.

 

Continua con El triangulito, 1970, un divertimento a la moda, que, junto a una aparente crítica social, integra la zafiedad como elemento expresivo. Con guiñó de Jaime Silas y Rafael Azcona. Aborda a continuación El Monumento, 1970, en la que sustituye a Dianik Zurakowska con Analía Gadé y continua con las críticas al machismo y al caciquismo, que hacen de la mujer una víctima y no es nada más que una disculpa para explotar los encantos de la protagonista.

 

Luego seguirá con La cera virgen, 1974, para el lucimiento anatómico de Carmen Sevilla, mezclado con una aparente crítica social, a la que seguirán títulos como Tarot, 1973, una producción cosmopolita montada al servicio de Sue Lyon. No es nada mamá, solo un juego, 1974, como producción con reparto internacional en la que vuelve a los hábitos temáticos e de su comedia española con el falso progresismo, lo que era una caricaturesca del cine de Flrorián Rey, en este caso con un toque sádico. En Una pareja distinta,1974, con Lina Morgan como mujer barbuda y José Luis López Vázquez como afeminado y su posible recuperación social, con lo que Forqué culmina su falso y equívoco progresismo en torno a la mujer y a los seres marginados, diferenciándose de otros creadores aragoneses, al sucumbir al imperio del momento. En Madrid, Costa Fleming, 1976, da vida a prototipos de especuladores, curas secularizados, progres, buscavidas, Mariposones y españoles tipicalis adelantados al comienzo, con los dibujos del singular Antonio Mingote, hijo del maestro músico de Daroca. Hasta Que verde era mi duque, 1980.

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