Las cartas de Dato
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Por qué cuando nos hacemos mayores nos empieza a interesar nuestra ascendencia, de dónde venimos, quienes eran nuestros antepasados, qué hicieron en sus vidas…; y justo nos interesa saber cuándo nuestros mayores inmediatos ya han desaparecido perdiendo así la posibilidad de la tradición oral.
Cuando somos jóvenes el pasado no nos importa nada porque estamos nadando en nuestro presente; cuando somos adultos estamos tan ocupados en la vida y con la vida que no tenemos tiempo más que en hacer futuro; y cuando hemos llegado a ‘nuestro futuro’ y ya no tenemos que apurarnos por ‘hacer camino’, y es entonces cuando nos paramos a mirar hacia atrás, porque tenemos tiempo para ello, y a pensar, en nuestras líneas ascendentes, nuestra identidad. Yo no sé exactamente el porqué de este interés pero seguro que hay alguna razón psicológica, quizás sea una inquietud de transcendencia cuando nos vemos en ‘la línea de salida’.
Bueno, pues en esa sugestión del pasado familiar me encuentro, y buceando en las ramas del árbol de la familia de mi madre, descubro que la mayoría de los antepasados son naturales del Bierzo, de la zona de los Ancares y Laciana: los Álvarez Carballo, los Andrade, los Losada…, trasladándose algunos en su recorrido a residir en Astorga, como los Rodríguez de Cela, los Blanco Cela, los García Prieto o los Yturriaga… Las ramas se van dividiendo, ampliándose y extendiéndose conformando un frondoso árbol. Así como los diversos arroyos y afluentes se van mezclando en su fluir hacia un mismo caudal conformando un río con sus propias características, así nuestra sangre ha ido recogiendo a lo largo de los tiempos los distintos flujos de nuestros antepasados hasta llegar a conformar nuestra genética. El río recorrerá su cauce hasta diluirse en la inmensidad del mar y nosotros con nuestra genética haremos nuestro recorrido hasta acabar en la inmensidad del más allá, que no sabemos exactamente cuál es pero igualmente acabaremos todos allí.
En estas ando, buscando mis afluentes cuando me encuentro con una información cuyo protagonista es el político Eduardo Dato, presidente del Gobierno en tres ocasiones, y su intensa relación con mis antepasados de Laciana, los Álvarez Carballo. Me ha parecido interesante compartir en estas líneas sus actuaciones y correspondencia particular porque además de ser parte de la historia de la zona describe una situación política que nos puede recordar en algo a la que estamos viviendo.
Me encuentro entre los papeles con Don Secundino Gómez, nacido en Orallo (Laciana) en 1844, hijo pequeño de D. Felipe Gómez, quien en la desamortización de la regencia de Espartero compra los bienes de la Rectoría de Orallo (1840-43). Secundino se dedicará a los negocios como su padre, y para ampliar su campo de acción se irá a vivir un tiempo a Madrid. En la capital se encuentra, y hace mucha amistad, con otro personaje de Laciana, de Cubillos del Sil, D. Pedro Álvarez Carballo y Bueno, agente de cambio y bolsa. D Pedro le presenta a su amigo y joven abogado, quien le lleva todos sus asuntos, D. Eduardo Dato, nacido en la Coruña en 1856. Acabarán siendo los tres, Secundino, Pedro y Eduardo grandes amigos. D. Pedro A. Carballo muere en 1881 y Eduardo Dato es nombrado su albacea. Secundino acaba casándose en 1902 con la hermana de su amigo Pedro, María Álvarez Carballo.
Dato se ocupará de la constitución de una Fundación para la construcción de dos escuelas para niños y niñas, y la gestión de una importante dotación para los maestros, en Caboalles de Abajo (Laciana), como dejó dicho en su testamento su amigo Pedro A. Carballo. Es la localidad donde residían sus padres: Felipe A. Carballo y María Rodriguez Santalla.
La relación entre Secundino y Eduardo Dato se va intensificando. Secundino vuelve a su tierra y Dato asume, como hacía con su amigo Pedro, la labor de administrador de todos los bienes y derechos del matrimonio en Madrid. Así se establece una comunicación por correspondencia muy fluida para temas legales (compras, contratos, rentas…), personales y familiares.
A finales de 1883 Eduardo Dato decide presentarse candidato a Diputado en el Congreso por el partido de Murias de Paredes (Laciana), zona de gran arraigo de la familia Álvarez Carballo. Para ello se entrevista en Madrid con D. Francisco Fernández Blanco y Sierra Pampley para que le instruya sobre las gestiones que tiene que hacer para ‘triunfar’ en el distrito “con poca lucha”. Dato pregunta en una carta a Secundino Gómez “¿Conoce usted a alguien que pueda ayudarnos en esta empresa de buscar apoyo del presidente del Comité Conservador de León?” (se trataba del marqués de Montevirgen).
El abogado Eduardo Dato se pone a la tarea de los contactos. A alguno de los políticos que trata en su afán le confiesa que “no le gustan los cuneros” (aquellos políticos que se presentan a las elecciones por distritos que no les pertenecen), pero finalmente estos deciden apoyarle porque le consideran como de la zona por su cercanía a la importante familia de los Álvarez Carballo y de Secundino Gomez. Dato va pidiendo consejo en todas sus negociaciones y movimientos a Secundino.
En febrero de 1884 Dato se reúne en el Ministerio de la Gobernación con Romero Robledo (diputado cunero por la Bañeza) recién nombrado ministro, y éste le acepta la candidatura. A continuación escribe a Secundino: “… ahora conviene que en Murias (Murias de Paredes. Laciana) se hable mucho de la cosa y se diga, como lo justificará mi manifiesto, que yo trato de ser diputado del distrito y no de parcialidades políticas determinadas, por más que mi bandera sea la del partido conservador. Busco el concurso de todos y a todos los consideraré como amigos”. Y así, en 1884, Eduardo Dato ya figura por primera vez en la Cortes por el partido Conservador de Cánovas. Y aunque Dato se presenta por el Partido Conservador, su íntimo amigo y consejero, Secundino Gómez, accede a la política provincial por el Partido Liberal.
Ya como subsecretario de Gobernación, en 1892, redactó un informe ejemplar sobre las irregularidades registradas en el Ayuntamiento madrileño. En la Semana Santa de 1894 comenzaba el segundo gobierno liberal de Sagasta que se había iniciado el 11 de diciembre de 1892, y Dato escribe: “la situación liberal camina muy deprisa hacia el término de su mando y el porvenir político se presenta embrollado.
Tras el asesinato de Cánovas en 1897 y el desastre ultramarino bajo el penúltimo Gobierno Sagasta, Dato entró en el Gobierno regeneracionista presidido por Silvela (1899-1900), en el que asumió la cartera de Gobernación, iniciando entonces una importante política social a través de dos Leyes (la de Accidentes del Trabajo y la que regulaba el trabajo de mujeres y niños en las fábricas).
Dato le cuenta a Secundino: “…políticos de esta provincia; que yo soy y seré lo que he sido siempre, consecuente y lealísimo para mis amigos. No influyen por fortuna en mi corazón los agravios para producir odios y rencores de que estoy exento pero no olvido los ataques y menos los favores. Si V quisiera seguir mis consejos tomaría V en la política una parte más activa y sería el llamado a presidir a nuestros amigos. Usted ha de ser siempre el que me represente en León como lo ha sido hasta aquí. Por su posición social, por su conocimiento de la provincia, por su carácter y por las simpatías de que disfruta era V el llamado a personificar el partido conservador. ¿No quiere Usted hacerlo? Pues hágalo, o no, usted me representará a mí para todo y en todo. Hace hoy falta que las personas independientes salgan de su pasividad para ayudarnos en la obra grande y patriótica de regenerar este desgraciado país. Yo estoy dispuesto a olvidar mis conveniencias para colaborar activamente en la obra ¿no puede usted hacer lo mismo? Ayudemos todos y vera usted como los buenos se imponen a los malos”. (AFGB carta 20 enero 1899).
En marzo de 1900 Dato escribe a D Secundino para enviarle el saldo de su cuenta por importe de 44 mil pesetas, que le envía en un solo cheque, “porque llevo un año sin poder hacer una nota ni un apunte en mis papeles y realmente no me puedo ocupar de nada que no sea la vida oficial”. (AFGB carta 11 marzo de 1900).
El 23 de octubre de 1900 cesa Dato como ministro de la Gobernación al acabar el gobierno de Silvela. Al responder la felicitación de Navidad de Secundino le comenta: “La memoria del Tribunal de Cuentas dice contra mi gestión lo que ha dicho de todas las anteriores pero con tales formas que me produjo gran molestia e indignación. Por eso ataqué duramente al Tribunal. Cada día me produce más repugnancia la política y no será extraño que la abandone por completo para consagrarme sólo a mi profesión. Sólo me retienen deberes con la Reina y con el partido pero me cuesta un gran sacrificio luchar contra las mala pasiones, las envidias, los agravios y las ambiciones. Hacer una obra de patriotismo a costa de mis intereses y de mi tranquilidad para recoger odios y ataques es cosa superior a lo que uno puede consentir”. (AFGB carta de 31 diciembre 1900).
Unos días después escribe de nuevo: “Querido Secundino gracias a Dios se cerraron las Cortes y esto me permite dejar a un lado la política y consagrarme de nuevo a mi profesión en la que trabajo con gusto y hasta con entusiasmo.” (AFGB carta de 16 enero de 1901).
Pronostica que Silvela que volverá pronto a formar Gabinete “pero yo no volveré ni ahora ni nunca porque en este país el número de envidiosos es tan considerable que no se puede hacer nada que no sea censurado. Yo fui una excepción; lejos de censurarme me aplaudieron, pero, cuando dejé el gobierno, todos me atacaron con saña y pasión, a fin de que no vuelva, y estoy resuelto a darles gusto. Seré diputado mientras quieran elegirme los diputados de Murias (de Paredes) y, si no quieren elegirme, tal vez me hagan un gran favor. He hecho cuanto he podido por el bien de mi país; creo que he sido útil prestando servicios considerables en circunstancias dificilísimas. Esto me basta; mi conciencia está tranquila; si no hice más fue por falta de aptitudes y no depende de mí aumentar las que Dios me ha dado. Ahora que gobiernen otros y yo a mis pleitos donde tengo la consideración de todos y la base de mi posición social. ¿Le parece a usted que obro acertadamente? Hace usted bien en no querer venir al Senado”. Secundino había sido propuesto senador del Reino por derecho propio, pero renunció.
El 24 de marzo de 1901 Dato escribe a Secundino que piensa salir para León el lunes 26 con el Dr Cortezo y el Marqués de Valdeiglesias, Alfredo Escobar y Ramirez, senador vitalicio, pero antes desea que Secundino le diga con completa sinceridad su opinión con respecto de su viaje “pues me entero de que irá Romanones (Don Álvaro de Figueroa y Torres desde el 6 de ese mismo mes Ministro de Instrucción pública y Bellas Artes) y de que habrá banquetes oficiales. Asistir yo a ellos, si, como supongo, soy invitado, dado el estado de relaciones con Merino, al que no saludo, quizás pueda ser motivo de alguna molestia personal que se me quisiera imponer. Por otra parte conoce usted lo distanciado que me encuentro de Molleda y de Chicarro; las luchas entre estos y Regueral… y temo que se trate de organizar por el Comité algún banquete de marcado sabor político en el que digan algo poco prudente. La ocasión es de las peores; tengo buen pretexto para no ir, si a usted le parece, como a mí, que esto sería lo mejor; las elecciones de senadores están encima y esto me sujeta naturalmente en Madrid. Puedo llegar el martes por la mañana y salir por la noche, aunque esto es algo precipitado. Haré lo que usted me aconseje, por eso le escribo en la mayor reserva esta carta. Si cree V que son infundados mis temores de disgustos y situaciones desagradables, telegrafíeme diciendo: “Conforme, Secundino”; y yo pondré un telegrama diciéndole a V que contra mi deseo me es imposible asistir a las fiestas. Si V opina que debo ir ahora, telegrafíe lo siguiente: “Avíseme telégrafo salida. Secundino”. Sé que ahora y siempre tiene V gusto en que yo vaya, de modo que no tema de que su consejo contrario al viaje lo interprete como falta de afecto; entre V y yo no cabe semejante cosa; aparte de que aquí o ahí no tardaremos en vernos. El momento actual me parece el menos a propósito para ir, pero V dirá” (AFGB carta 24 marzo 1901).
En el segundo Gobierno presidido por Silvela (1902-1904) Dato es nombrado ministro de Gracia y Justicia. Puso en vigor la Ley de Descanso Dominical.
Durante el gobierno largo de Antonio Maura (1907-1909), ocupó primero la Alcaldía de Madrid, y, al reunirse las Cortes conservadoras fue elevado a la presidencia de la Cámara Baja, en la que se mantuvo durante toda la complicada etapa.
A finales de 1911 escribe a Secundino: “…yo no puedo con la política, el foro y las mil cosas a las que pertenezco. El viaje a León está en desgracia por unas y otras causas. Ahora parece que todos los conservadores se han unido y, si esa unión es duradera, no dudo que se podrá formar un partido importante en esa provincia que defienda el orden dentro del progreso y de las ideas liberales. Escribí a Regueral y hoy también a Garrido diciéndoles que creo deben votar el candidato que los liberales presenten para presidir la Diputación. La cordialidad de relaciones entre los dos partidos gobernantes se hace más indispensable que nunca si ha de oponerse un dique fuerte al avance de la ola revolucionaria que quiere destruirlo todo” (AGFB carta del 26 de abril de 1911) Efectivamente el elegido presidente de la Diputación de León en 1911 es Mariano Alonso Vázquez, liberal por el distrito de Sahagún- Valencia de Don Juan.
El lunes 11 de septiembre de 1911, durante el reinado de Alfonso XIII, a las dos de la tarde fallecía en la casa de Caboalles de Abajo (Laciana) Don Secundino Gómez, Caballero de la Real Orden de Isabel la Católica, a los setenta y seis años de edad; fue enterrado en su mausoleo en el cementerio de León. Seguía siendo Diputado Provincial de León.
En 1914 Dato aceptó la jefatura del Partido, respaldado por las Cortes. Por entonces, dejó de representar el distrito de Murias de Paredes. Este primer gobierno de Dato coincidió con el comienzo de la Primera Guerra Mundial. En 1920, y aunque se resistió a ello, Eduardo Dato hubo de volver a presidir un Gobierno, en momentos difíciles condicionados por la crisis de la posguerra.
El 8 de marzo de 1921 cinco sindicalistas catalanes ametrallaron el coche oficial del ministro cuando éste se dirigía a su domicilio en la calle de Lagasca, en Madrid.
Como ya había sucedido en el caso de Canalejas, el sindicalismo revolucionario eliminaba así a quien había sido un importante promotor de la justicia social en España.
El 25 de marzo el rey Alfonso XIII otorgó al presidente, en reconocimiento póstumo, el título de Ducado de Dato con Grandeza de España, que recibió su viuda y ésta transmitió a su hija Isabel.
Este interesante trocito de historia me ha aparecido entre las ramas familiares de la gran copa de mi árbol; un pequeño afluente de mi caudal vital.
O tempora o mores.
Por qué cuando nos hacemos mayores nos empieza a interesar nuestra ascendencia, de dónde venimos, quienes eran nuestros antepasados, qué hicieron en sus vidas…; y justo nos interesa saber cuándo nuestros mayores inmediatos ya han desaparecido perdiendo así la posibilidad de la tradición oral.
Cuando somos jóvenes el pasado no nos importa nada porque estamos nadando en nuestro presente; cuando somos adultos estamos tan ocupados en la vida y con la vida que no tenemos tiempo más que en hacer futuro; y cuando hemos llegado a ‘nuestro futuro’ y ya no tenemos que apurarnos por ‘hacer camino’, y es entonces cuando nos paramos a mirar hacia atrás, porque tenemos tiempo para ello, y a pensar, en nuestras líneas ascendentes, nuestra identidad. Yo no sé exactamente el porqué de este interés pero seguro que hay alguna razón psicológica, quizás sea una inquietud de transcendencia cuando nos vemos en ‘la línea de salida’.
Bueno, pues en esa sugestión del pasado familiar me encuentro, y buceando en las ramas del árbol de la familia de mi madre, descubro que la mayoría de los antepasados son naturales del Bierzo, de la zona de los Ancares y Laciana: los Álvarez Carballo, los Andrade, los Losada…, trasladándose algunos en su recorrido a residir en Astorga, como los Rodríguez de Cela, los Blanco Cela, los García Prieto o los Yturriaga… Las ramas se van dividiendo, ampliándose y extendiéndose conformando un frondoso árbol. Así como los diversos arroyos y afluentes se van mezclando en su fluir hacia un mismo caudal conformando un río con sus propias características, así nuestra sangre ha ido recogiendo a lo largo de los tiempos los distintos flujos de nuestros antepasados hasta llegar a conformar nuestra genética. El río recorrerá su cauce hasta diluirse en la inmensidad del mar y nosotros con nuestra genética haremos nuestro recorrido hasta acabar en la inmensidad del más allá, que no sabemos exactamente cuál es pero igualmente acabaremos todos allí.
En estas ando, buscando mis afluentes cuando me encuentro con una información cuyo protagonista es el político Eduardo Dato, presidente del Gobierno en tres ocasiones, y su intensa relación con mis antepasados de Laciana, los Álvarez Carballo. Me ha parecido interesante compartir en estas líneas sus actuaciones y correspondencia particular porque además de ser parte de la historia de la zona describe una situación política que nos puede recordar en algo a la que estamos viviendo.
Me encuentro entre los papeles con Don Secundino Gómez, nacido en Orallo (Laciana) en 1844, hijo pequeño de D. Felipe Gómez, quien en la desamortización de la regencia de Espartero compra los bienes de la Rectoría de Orallo (1840-43). Secundino se dedicará a los negocios como su padre, y para ampliar su campo de acción se irá a vivir un tiempo a Madrid. En la capital se encuentra, y hace mucha amistad, con otro personaje de Laciana, de Cubillos del Sil, D. Pedro Álvarez Carballo y Bueno, agente de cambio y bolsa. D Pedro le presenta a su amigo y joven abogado, quien le lleva todos sus asuntos, D. Eduardo Dato, nacido en la Coruña en 1856. Acabarán siendo los tres, Secundino, Pedro y Eduardo grandes amigos. D. Pedro A. Carballo muere en 1881 y Eduardo Dato es nombrado su albacea. Secundino acaba casándose en 1902 con la hermana de su amigo Pedro, María Álvarez Carballo.
Dato se ocupará de la constitución de una Fundación para la construcción de dos escuelas para niños y niñas, y la gestión de una importante dotación para los maestros, en Caboalles de Abajo (Laciana), como dejó dicho en su testamento su amigo Pedro A. Carballo. Es la localidad donde residían sus padres: Felipe A. Carballo y María Rodriguez Santalla.
La relación entre Secundino y Eduardo Dato se va intensificando. Secundino vuelve a su tierra y Dato asume, como hacía con su amigo Pedro, la labor de administrador de todos los bienes y derechos del matrimonio en Madrid. Así se establece una comunicación por correspondencia muy fluida para temas legales (compras, contratos, rentas…), personales y familiares.
A finales de 1883 Eduardo Dato decide presentarse candidato a Diputado en el Congreso por el partido de Murias de Paredes (Laciana), zona de gran arraigo de la familia Álvarez Carballo. Para ello se entrevista en Madrid con D. Francisco Fernández Blanco y Sierra Pampley para que le instruya sobre las gestiones que tiene que hacer para ‘triunfar’ en el distrito “con poca lucha”. Dato pregunta en una carta a Secundino Gómez “¿Conoce usted a alguien que pueda ayudarnos en esta empresa de buscar apoyo del presidente del Comité Conservador de León?” (se trataba del marqués de Montevirgen).
El abogado Eduardo Dato se pone a la tarea de los contactos. A alguno de los políticos que trata en su afán le confiesa que “no le gustan los cuneros” (aquellos políticos que se presentan a las elecciones por distritos que no les pertenecen), pero finalmente estos deciden apoyarle porque le consideran como de la zona por su cercanía a la importante familia de los Álvarez Carballo y de Secundino Gomez. Dato va pidiendo consejo en todas sus negociaciones y movimientos a Secundino.
En febrero de 1884 Dato se reúne en el Ministerio de la Gobernación con Romero Robledo (diputado cunero por la Bañeza) recién nombrado ministro, y éste le acepta la candidatura. A continuación escribe a Secundino: “… ahora conviene que en Murias (Murias de Paredes. Laciana) se hable mucho de la cosa y se diga, como lo justificará mi manifiesto, que yo trato de ser diputado del distrito y no de parcialidades políticas determinadas, por más que mi bandera sea la del partido conservador. Busco el concurso de todos y a todos los consideraré como amigos”. Y así, en 1884, Eduardo Dato ya figura por primera vez en la Cortes por el partido Conservador de Cánovas. Y aunque Dato se presenta por el Partido Conservador, su íntimo amigo y consejero, Secundino Gómez, accede a la política provincial por el Partido Liberal.
Ya como subsecretario de Gobernación, en 1892, redactó un informe ejemplar sobre las irregularidades registradas en el Ayuntamiento madrileño. En la Semana Santa de 1894 comenzaba el segundo gobierno liberal de Sagasta que se había iniciado el 11 de diciembre de 1892, y Dato escribe: “la situación liberal camina muy deprisa hacia el término de su mando y el porvenir político se presenta embrollado.
Tras el asesinato de Cánovas en 1897 y el desastre ultramarino bajo el penúltimo Gobierno Sagasta, Dato entró en el Gobierno regeneracionista presidido por Silvela (1899-1900), en el que asumió la cartera de Gobernación, iniciando entonces una importante política social a través de dos Leyes (la de Accidentes del Trabajo y la que regulaba el trabajo de mujeres y niños en las fábricas).
Dato le cuenta a Secundino: “…políticos de esta provincia; que yo soy y seré lo que he sido siempre, consecuente y lealísimo para mis amigos. No influyen por fortuna en mi corazón los agravios para producir odios y rencores de que estoy exento pero no olvido los ataques y menos los favores. Si V quisiera seguir mis consejos tomaría V en la política una parte más activa y sería el llamado a presidir a nuestros amigos. Usted ha de ser siempre el que me represente en León como lo ha sido hasta aquí. Por su posición social, por su conocimiento de la provincia, por su carácter y por las simpatías de que disfruta era V el llamado a personificar el partido conservador. ¿No quiere Usted hacerlo? Pues hágalo, o no, usted me representará a mí para todo y en todo. Hace hoy falta que las personas independientes salgan de su pasividad para ayudarnos en la obra grande y patriótica de regenerar este desgraciado país. Yo estoy dispuesto a olvidar mis conveniencias para colaborar activamente en la obra ¿no puede usted hacer lo mismo? Ayudemos todos y vera usted como los buenos se imponen a los malos”. (AFGB carta 20 enero 1899).
En marzo de 1900 Dato escribe a D Secundino para enviarle el saldo de su cuenta por importe de 44 mil pesetas, que le envía en un solo cheque, “porque llevo un año sin poder hacer una nota ni un apunte en mis papeles y realmente no me puedo ocupar de nada que no sea la vida oficial”. (AFGB carta 11 marzo de 1900).
El 23 de octubre de 1900 cesa Dato como ministro de la Gobernación al acabar el gobierno de Silvela. Al responder la felicitación de Navidad de Secundino le comenta: “La memoria del Tribunal de Cuentas dice contra mi gestión lo que ha dicho de todas las anteriores pero con tales formas que me produjo gran molestia e indignación. Por eso ataqué duramente al Tribunal. Cada día me produce más repugnancia la política y no será extraño que la abandone por completo para consagrarme sólo a mi profesión. Sólo me retienen deberes con la Reina y con el partido pero me cuesta un gran sacrificio luchar contra las mala pasiones, las envidias, los agravios y las ambiciones. Hacer una obra de patriotismo a costa de mis intereses y de mi tranquilidad para recoger odios y ataques es cosa superior a lo que uno puede consentir”. (AFGB carta de 31 diciembre 1900).
Unos días después escribe de nuevo: “Querido Secundino gracias a Dios se cerraron las Cortes y esto me permite dejar a un lado la política y consagrarme de nuevo a mi profesión en la que trabajo con gusto y hasta con entusiasmo.” (AFGB carta de 16 enero de 1901).
Pronostica que Silvela que volverá pronto a formar Gabinete “pero yo no volveré ni ahora ni nunca porque en este país el número de envidiosos es tan considerable que no se puede hacer nada que no sea censurado. Yo fui una excepción; lejos de censurarme me aplaudieron, pero, cuando dejé el gobierno, todos me atacaron con saña y pasión, a fin de que no vuelva, y estoy resuelto a darles gusto. Seré diputado mientras quieran elegirme los diputados de Murias (de Paredes) y, si no quieren elegirme, tal vez me hagan un gran favor. He hecho cuanto he podido por el bien de mi país; creo que he sido útil prestando servicios considerables en circunstancias dificilísimas. Esto me basta; mi conciencia está tranquila; si no hice más fue por falta de aptitudes y no depende de mí aumentar las que Dios me ha dado. Ahora que gobiernen otros y yo a mis pleitos donde tengo la consideración de todos y la base de mi posición social. ¿Le parece a usted que obro acertadamente? Hace usted bien en no querer venir al Senado”. Secundino había sido propuesto senador del Reino por derecho propio, pero renunció.
El 24 de marzo de 1901 Dato escribe a Secundino que piensa salir para León el lunes 26 con el Dr Cortezo y el Marqués de Valdeiglesias, Alfredo Escobar y Ramirez, senador vitalicio, pero antes desea que Secundino le diga con completa sinceridad su opinión con respecto de su viaje “pues me entero de que irá Romanones (Don Álvaro de Figueroa y Torres desde el 6 de ese mismo mes Ministro de Instrucción pública y Bellas Artes) y de que habrá banquetes oficiales. Asistir yo a ellos, si, como supongo, soy invitado, dado el estado de relaciones con Merino, al que no saludo, quizás pueda ser motivo de alguna molestia personal que se me quisiera imponer. Por otra parte conoce usted lo distanciado que me encuentro de Molleda y de Chicarro; las luchas entre estos y Regueral… y temo que se trate de organizar por el Comité algún banquete de marcado sabor político en el que digan algo poco prudente. La ocasión es de las peores; tengo buen pretexto para no ir, si a usted le parece, como a mí, que esto sería lo mejor; las elecciones de senadores están encima y esto me sujeta naturalmente en Madrid. Puedo llegar el martes por la mañana y salir por la noche, aunque esto es algo precipitado. Haré lo que usted me aconseje, por eso le escribo en la mayor reserva esta carta. Si cree V que son infundados mis temores de disgustos y situaciones desagradables, telegrafíeme diciendo: “Conforme, Secundino”; y yo pondré un telegrama diciéndole a V que contra mi deseo me es imposible asistir a las fiestas. Si V opina que debo ir ahora, telegrafíe lo siguiente: “Avíseme telégrafo salida. Secundino”. Sé que ahora y siempre tiene V gusto en que yo vaya, de modo que no tema de que su consejo contrario al viaje lo interprete como falta de afecto; entre V y yo no cabe semejante cosa; aparte de que aquí o ahí no tardaremos en vernos. El momento actual me parece el menos a propósito para ir, pero V dirá” (AFGB carta 24 marzo 1901).
En el segundo Gobierno presidido por Silvela (1902-1904) Dato es nombrado ministro de Gracia y Justicia. Puso en vigor la Ley de Descanso Dominical.
Durante el gobierno largo de Antonio Maura (1907-1909), ocupó primero la Alcaldía de Madrid, y, al reunirse las Cortes conservadoras fue elevado a la presidencia de la Cámara Baja, en la que se mantuvo durante toda la complicada etapa.
A finales de 1911 escribe a Secundino: “…yo no puedo con la política, el foro y las mil cosas a las que pertenezco. El viaje a León está en desgracia por unas y otras causas. Ahora parece que todos los conservadores se han unido y, si esa unión es duradera, no dudo que se podrá formar un partido importante en esa provincia que defienda el orden dentro del progreso y de las ideas liberales. Escribí a Regueral y hoy también a Garrido diciéndoles que creo deben votar el candidato que los liberales presenten para presidir la Diputación. La cordialidad de relaciones entre los dos partidos gobernantes se hace más indispensable que nunca si ha de oponerse un dique fuerte al avance de la ola revolucionaria que quiere destruirlo todo” (AGFB carta del 26 de abril de 1911) Efectivamente el elegido presidente de la Diputación de León en 1911 es Mariano Alonso Vázquez, liberal por el distrito de Sahagún- Valencia de Don Juan.
El lunes 11 de septiembre de 1911, durante el reinado de Alfonso XIII, a las dos de la tarde fallecía en la casa de Caboalles de Abajo (Laciana) Don Secundino Gómez, Caballero de la Real Orden de Isabel la Católica, a los setenta y seis años de edad; fue enterrado en su mausoleo en el cementerio de León. Seguía siendo Diputado Provincial de León.
En 1914 Dato aceptó la jefatura del Partido, respaldado por las Cortes. Por entonces, dejó de representar el distrito de Murias de Paredes. Este primer gobierno de Dato coincidió con el comienzo de la Primera Guerra Mundial. En 1920, y aunque se resistió a ello, Eduardo Dato hubo de volver a presidir un Gobierno, en momentos difíciles condicionados por la crisis de la posguerra.
El 8 de marzo de 1921 cinco sindicalistas catalanes ametrallaron el coche oficial del ministro cuando éste se dirigía a su domicilio en la calle de Lagasca, en Madrid.
Como ya había sucedido en el caso de Canalejas, el sindicalismo revolucionario eliminaba así a quien había sido un importante promotor de la justicia social en España.
El 25 de marzo el rey Alfonso XIII otorgó al presidente, en reconocimiento póstumo, el título de Ducado de Dato con Grandeza de España, que recibió su viuda y ésta transmitió a su hija Isabel.
Este interesante trocito de historia me ha aparecido entre las ramas familiares de la gran copa de mi árbol; un pequeño afluente de mi caudal vital.
O tempora o mores.