Mi alma aragonesa XXIX / Carlos Saura
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Buñuel tiene en Carlos Saura su mejor discípulo y continuador. Al que ha homenajeado en sus películas siempre que ha podido. Ya le utilizó como actor en su Llanto por un bandido, 1963, y en Pepermint Frappè, 1967, con una tamborrada onírica de Geraldine Chaplin, y más ampliamente en su película Goya en Burdeos, 1999, con guion del propio director.
Carlos Sura nació en Huesca, en el año 1932 y falleció en Madrid en el 2023. Su primer trabajo fue su mediometraje, realizado en la Escuela Oficial de Cinematografía, titulado Flamenco, 1995, y su primera obra se considera el documental Cuenca, 1958, que realizó siguiendo los postulados de Buñuel en Las Hurdes, y que le abrió la puerta al estudio en profundidad de la obra del maestro.
Los Golfos, 1959, es su primer largometraje, en el que evidencia que, frente al gusto de Buñuel en su juventud por la entomología, su obsesión, que se plasma a lo Largo de su filmología la suya es su pasión por la fotografía, que se manifiesta en diversos momentos por su estilo narrativo de construir escenas estáticas, como fotografías, para seguir a continuación por el movimiento del cine. España vive en aquellos tiempos iniciales suyos la misma desorientación que en el cine se manifiesta con la producción de películas históricas con resabios del caduco imperialismo y en películas folclóricas, con la concepción estereotipada y alejada de la verdadera viveza del folclore auténtico, todas ellas realizadas bajo la tutela del Régimen.
Ocurrió entonces que en el ámbito de la Universidad de Salamanca tuvieron lugar las conocidas como “Conversaciones de Salamanca”, 1955, que supusieron la toma de conciencia de la situación angustiosa del cine español, al que Juan Antonio Bardem calificó de “políticamente ineficaz, artísticamente nulo, socialmente falso, intelectualmente ínfimo e industrialmente raquítico”, coincidiendo con lo que EEUU, proclamaron en su Manifiesto Fundacional de la Escuela de Nueva York de que el cine oficial en todo el mundo está acabado. Es moralmente corrupto, estéticamente obsoleto, temáticamente superficial y temperamentalmente aburrido.
En 1962 se hace cargo de la Dirección General de Cine José María Gracia Escudero, jurídico militar, que propició lo que se conoció como Nuevo Cine Español, que surgió, en muy buena medida, de la Escuela Oficial de Cinematografía. Allí surgió una nueva generación de creadores como Miguel Picazo y su Tia Tula, 1963, basada en la novela de Miguel de Unamuno. El salmantino Basilio Martín Patino, con su Nueve cartas a Berta, protagonizada por la joven Elsa Baeza, hija del novelista cubano Alberto Baeza, que prestará su personal encanto a la expresión de una nueva juventud española. Llega también Mario Camus, que se consolidará como un cineasta de importante filmografía, que en algunas ocasiones se aisló en Castrillo de los Polvazales, en Astorga, para escribir sus guiones. Se inició con Los farsantes, 1963, Young Sánchez. 1964., Muere una mujer, 1965, La visita que no tocó el timbre, Con el viento solano, 1967 y así año tras año sumó una muy importante filmología. En ella se cuenta con La colmena. 1982, Los santos inocentes, 1984, basada en la novela de Miguel Delibes, que alcanzó el triunfo en el Festival de Cannes por la interpretación de Francisco Rabal y Alfredo Landa. La casa de Bernarda Alba, 1987 y que complementó con sus importantes trabajos en TVE, en los que sobresale su versión de Fortunata y Jacinta, la novela de Benito Pérez Galdós, con Ana Belén y Maribel Martín.
Manuel Summers apareció con su Del rosa al amarillo, 1963, y La niña de luto, 1964. Con Angelino Fons La busca, 1966, basada en la novela de Pio Baroja y una primera adaptación de Fortunata y Jacinta, 1970.
Carlos Saura en 1963 dirige Llanto por un bandido, una coproducción que intentó ser una película de autor. Su historia era la de el bandolero José María el Tempranillo, pero el intento de Saura resultó un fracaso económico.
Con la película siguiente se abre una etapa fructífera de la mano del productor Elías Querejeta, un vasco que había sido jugador de la Real Sociedad, y que se consagra como productor cinematográfico y que dibujará una nueva concepción de estos profesionales en España. Su primera producción conjunta fue La caza, 1965, en la que Saura vuelve al cine de blanco y negro, de pequeño formato, en donde encontrará su verdadero campo expresivo.
Buñuel tiene en Carlos Saura su mejor discípulo y continuador. Al que ha homenajeado en sus películas siempre que ha podido. Ya le utilizó como actor en su Llanto por un bandido, 1963, y en Pepermint Frappè, 1967, con una tamborrada onírica de Geraldine Chaplin, y más ampliamente en su película Goya en Burdeos, 1999, con guion del propio director.
Carlos Sura nació en Huesca, en el año 1932 y falleció en Madrid en el 2023. Su primer trabajo fue su mediometraje, realizado en la Escuela Oficial de Cinematografía, titulado Flamenco, 1995, y su primera obra se considera el documental Cuenca, 1958, que realizó siguiendo los postulados de Buñuel en Las Hurdes, y que le abrió la puerta al estudio en profundidad de la obra del maestro.
Los Golfos, 1959, es su primer largometraje, en el que evidencia que, frente al gusto de Buñuel en su juventud por la entomología, su obsesión, que se plasma a lo Largo de su filmología la suya es su pasión por la fotografía, que se manifiesta en diversos momentos por su estilo narrativo de construir escenas estáticas, como fotografías, para seguir a continuación por el movimiento del cine. España vive en aquellos tiempos iniciales suyos la misma desorientación que en el cine se manifiesta con la producción de películas históricas con resabios del caduco imperialismo y en películas folclóricas, con la concepción estereotipada y alejada de la verdadera viveza del folclore auténtico, todas ellas realizadas bajo la tutela del Régimen.
Ocurrió entonces que en el ámbito de la Universidad de Salamanca tuvieron lugar las conocidas como “Conversaciones de Salamanca”, 1955, que supusieron la toma de conciencia de la situación angustiosa del cine español, al que Juan Antonio Bardem calificó de “políticamente ineficaz, artísticamente nulo, socialmente falso, intelectualmente ínfimo e industrialmente raquítico”, coincidiendo con lo que EEUU, proclamaron en su Manifiesto Fundacional de la Escuela de Nueva York de que el cine oficial en todo el mundo está acabado. Es moralmente corrupto, estéticamente obsoleto, temáticamente superficial y temperamentalmente aburrido.
En 1962 se hace cargo de la Dirección General de Cine José María Gracia Escudero, jurídico militar, que propició lo que se conoció como Nuevo Cine Español, que surgió, en muy buena medida, de la Escuela Oficial de Cinematografía. Allí surgió una nueva generación de creadores como Miguel Picazo y su Tia Tula, 1963, basada en la novela de Miguel de Unamuno. El salmantino Basilio Martín Patino, con su Nueve cartas a Berta, protagonizada por la joven Elsa Baeza, hija del novelista cubano Alberto Baeza, que prestará su personal encanto a la expresión de una nueva juventud española. Llega también Mario Camus, que se consolidará como un cineasta de importante filmografía, que en algunas ocasiones se aisló en Castrillo de los Polvazales, en Astorga, para escribir sus guiones. Se inició con Los farsantes, 1963, Young Sánchez. 1964., Muere una mujer, 1965, La visita que no tocó el timbre, Con el viento solano, 1967 y así año tras año sumó una muy importante filmología. En ella se cuenta con La colmena. 1982, Los santos inocentes, 1984, basada en la novela de Miguel Delibes, que alcanzó el triunfo en el Festival de Cannes por la interpretación de Francisco Rabal y Alfredo Landa. La casa de Bernarda Alba, 1987 y que complementó con sus importantes trabajos en TVE, en los que sobresale su versión de Fortunata y Jacinta, la novela de Benito Pérez Galdós, con Ana Belén y Maribel Martín.
Manuel Summers apareció con su Del rosa al amarillo, 1963, y La niña de luto, 1964. Con Angelino Fons La busca, 1966, basada en la novela de Pio Baroja y una primera adaptación de Fortunata y Jacinta, 1970.
Carlos Saura en 1963 dirige Llanto por un bandido, una coproducción que intentó ser una película de autor. Su historia era la de el bandolero José María el Tempranillo, pero el intento de Saura resultó un fracaso económico.
Con la película siguiente se abre una etapa fructífera de la mano del productor Elías Querejeta, un vasco que había sido jugador de la Real Sociedad, y que se consagra como productor cinematográfico y que dibujará una nueva concepción de estos profesionales en España. Su primera producción conjunta fue La caza, 1965, en la que Saura vuelve al cine de blanco y negro, de pequeño formato, en donde encontrará su verdadero campo expresivo.