Miguel García Bañales
Domingo, 09 de Febrero de 2014
Nos alzamos porque venía una sublevación comunista
La fotografía es de un cuadro de Pontones (profesor de dibujo en el Instituto de Astorga) en el cual nos muestra el duelo entre el Fascismo y la República, en el que ésta sale derrotada ante la presencia de los testigos (las potencias extranjeras). La invocación que hace el personaje moribundo que representa a la República, se ve en su vestimenta, manifiesta el desgarrado sentimiento de lo injusto ante el “asesinato” del sueño de alcanzar la democracia. Refleja también la diferencia de los Ejércitos, ya que el arma del fascista es superior y más moderna.
El día 20 de febrero de 1936, a la vista de que gana las elecciones el Frente Popular, se nombrará Presidente del Consejo de Ministros (Primer Ministro) a Manuel Azaña. Portela, el Primer Ministro saliente, le urgirá el traspaso del poder, ya que, al conocerse los resultados el día 18, está temeroso de lo que suceda en el país. Este mismo día Portela, el 18, decreta el Estado de Alarma, aunque Gil Robles y Franco le apremian para que declare el Estado de Guerra, por lo que lo preparará y propondrá, pero Niceto Alcalá Zamora, el Presidente, solo autorizará el de Alarma: seguramente, previendo de que con el Estado de Guerra quedaba el país en manos de los militares y probablemente se sublevarían. Portela, que era, además, Ministro de Gobernación, dimitirá el día 19, por lo que arrastrará, también, la de muchos gobernadores civiles: el control del orden público queda en el aire. La tensión social se vivía no solo por el miedo al golpe de estado sino, también, por los incidentes que se podían crear como consecuencia de la cantidad de presos que había por los sucesos del 34 en las cárceles, la desesperación de estos por el hacinamiento y los malos tratos recibidos, y, además, se acuciaba y reclamaba su liberación por el compromiso del Frente Popular de amnistiarlos. El mismo día 20 los juzgados militares reciben la orden de atenuar la prisión a los presos políticos y el día 21 se firma el decreto-ley de amnistía, por lo que en Astorga se empezará a liberar a los, aproximadamente, 140 presos que quedaban, dicen que, en algún momento, llegó haber sobre 1500.
En alguna ciudad se ocasionarán conflictos al reclamar la rápida puesta en libertad, pues se retrasaba, y aquí, en Astorga, el pueblo acudirá a felicitar la salida de la cárcel del cuartel a los 11 presos liberados el día 5 de marzo, debieron de ser los últimos: ese día se celebrará festivamente por la ciudad con una manifestación acompañada de la banda de música hasta el Ayuntamiento, al final hablará el socialista Dámaso Cansado.
En un artículo anterior habíamos dejado la conspiración a punto de saltar en diciembre y a una derecha tradicional ya comprometida, si no directamente, sí indirectamente. Después de la elecciones del 36 vemos una Falange fracasada políticamente por los escasos resultados electorales, ya que se presentó como independiente y no obtuvo ningún escaño: esto quizás le hizo alejarse de la vía política y buscar la puramente violenta, que empezará en marzo con el atentado contra Jiménez Asúa, que veremos después y que llevó a la detención de la cúpula de Falange, incluido Jose Antonio. También encontramos a la Falange dirigida en algunos de sus mandos locales `por militares retirados falangistas, como pasó aquí. Además, las unidades militares estaban infiltradas por Falange, dirá Gutiérrez Mellado, falangista entonces, que en las unidades de Madrid había por lo menos dos oficiales falangistas en cada una. A pesar de los malos resultados electorales y debido a la agitación se producirá el incremento de afiliación, que llegará a su clímax en la Guerra Civil y después: lo mismo sucedió con el Partido Comunista.
En el Ejército, los altos mandos militares eran futuros golpistas, Franco, Goded y Mola, por lo que el Gobierno rápidamente los cesará y restructurará estos mandos: a Franco lo mandarán a Canarias, a Goded a Baleares y a Mola a Navarra.
Antes de marcharse, los generales conspiradores se reunirán en Madrid el 8 o el 9 de marzo y se marcan una señal, o bien que se nombre a Largo Caballero Primer Ministro o que se decida la disolución del Ejército y la Guardia Civil, para sublevarse: el jefe será Sanjurjo, éste ya habrá tenido contacto con los Nazis, con Mussolini y con la Dictadura de Portugal.
El Gobierno empieza a tener problemas con la Guardia de Asalto, que la agitan algunos oficiales conspiradores y, además, porque permitirán la difusión de los periódicos de Falange cuando estarán prohibidos, así como por la tolerancia que tienen con sus miembros. Hasta la guerra se cesarán a muchos oficiales de estos, en particular en Cataluña.
La situación sindical es parecida a la del año 31, se surge de una gran represión y con unos sueldos muy bajos: el ejemplo es el jornal del campo que en el primer bienio llegó a las 12 pesetas, pasó en el bienio negro a 2, y en esta fase llegará a 6. Los conflictos laborales se incrementaron exageradamente pidiendo la mejora salarial y laboral, y por lo tanto las huelgas. Las peticiones sindicales, en algún caso serán muy exageradas, llevó otra vez a 'lock outs' (cierres empresariales premeditados).
La agitación social era elevada, seguirán goteando las 'quemas' de edificios religiosos y los tiroteos entre izquierdistas y derechistas.
El miedo estará muy extendido, fundamentalmente en la burguesía, cualquier noticia falsa adquirirá una credibilidad extraordinaria: era lo que se pretendía. Por ejemplo, aquí en Astorga se correrá el rumor el día 15 de marzo de que vienen los mineros de Fabero para arrasar Astorga. Ya el día 6 habían abierto el procesamiento del general López Ochoa por el asesinato de cerca de 50 personas detenidas en el Cuartel de Pelayo en Oviedo, ocurrido en 1934: parece que quieren decir que, como se procesa al general, además se permitirá la venganza de los mineros. La noticia, al conocerse, producirá el pánico en el cine Gullón y se procederá a evacuar a las personas y el material del Seminario. El asustado alcalde en funciones (Carro no estaba) le pedirá a Cortés que asuma el cargo de delegado gubernativo, lo cual aprueba el Gobernador Civil. Por las investigaciones sobre el infundio se detendrá a varios derechistas: creo que, aunque lo anterior es lo que se interpreta, lo que subyace es que la cúpula de Falange había sido detenida el día anterior en Madrid. Similares noticias sucederán en otros lugares y los derechistas se ofrecerán para proteger, aquí también, y parece claro que lo que tratan de inculcar es: no preocuparos que os protegeremos nosotros, es decir agitar y proteger.
A mediados de marzo se decide fusionar las Juventudes Socialistas con las Comunistas, tras una reunión con la Internacional Juventud Comunista en Moscú. Los que vienen de allí iniciarán una gran propaganda sobre las excelentes condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores, pero no hablarán del extermino de los disidentes; ya se oirá en las manifestaciones “Rusia sí, España no”, además del “Uníos Hermanos Proletarios”, que era la consigna para la formación del frente revolucionario de Asturias en el año 1934. En León se hará esta fusión a mediados de abril, en Valderas en mayo: aquí no, ya que no hay comunistas.
En este mes de marzo empezarán los atentados selectivos, primero, el fallido por falangistas, los sacará el monárquico Ansaldo de España, contra el socialista Jiménez Asúa el día 12 y en el que morirá su escolta, por lo que se detendrá a la cúpula de Falange: el día 16 Asúa será nombrado Vicepresidente del nuevo Parlamento. El atentado fallido sobre Largo Caballero el día 15, también por falangistas, que tirotean su casa: dicen que el asesinato lo parará José Antonio, pero la verdad es que será fallido por la gran vigilancia policial. En abril, el día 7, el atentado fallido con una bomba a Eduardo Ortega y Gasset, republicano de izquierdas y ferviente defensor judicial de los presos del 34, por un anarquista que, curiosamente, sale unos días antes de prisión y de inmediato vestirá lujosamente. Y por último el atentado con muerte el día 13 de abril del Magistrado del Supremo Pedregal, el cual fue ponente de la sentencia de los culpables falangistas del atentado de Jiménez Asúa: dos jueces de Madrid y nativos de Maragatería se vendrán por miedo a sufrir un atentado.
El día 14 de abril se celebra el día de la República. En Madrid, en la tribuna donde presidirá el desfile militar Martínez Barrio, Presidente de la Cortes, ya que al Presidente Niceto Alcalá lo cesan el día 7 y en ese momento no hay presidente, pondrán una traca. Después de este suceso y durante el desfile militar se producirán incidentes y muere un alférez de la Guardia Civil, Anastasio de los Reyes, que iba con varios números de paisano, y que parece ser que sacó la pistola estando cerca de la presidencia: de éste el comandante Sánchez Plaza dirá que era falangista. Su jefe el teniente coronel Vallés, gran conspirador y falangista también, promoverá el entierro público, a pesar de la discreción que le demandaba el Gobierno para que no hubiera incidentes. En el recorrido se producirá algún muerto y muchos heridos de bala al disparar extremistas de izquierda sobre los componentes del cortejo, en él iban muchos falangistas; en el tránsito de este cortejo se hablará de tomar el Congreso y en los enfrentamientos con la Guardia de Asalto, al mando del teniente Castillo, se producirá algún muerto: por esto Castillo será amenazado de muerte.
En el resto de España, así como en Madrid, en los desfiles se producen abucheos y silbidos a las fuerzas que desfilan, principalmente a la Guardia Civil, como reflejo de la represión en Asturias del año 1934. Esto irritará mucho a los militares, alguno durante los actos querrá intervenir con las armas, que es lo que deseaban, y ya en días anteriores, para envenenar el ambiente, correrán la noticia de que al final de los desfiles irán las milicias rojas uniformadas, lo cual no parece cierto, y que no sucedió: esto se ve claramente en La Coruña.
Aprovechando el rebufo de lo anterior, seguramente, se producirá un intento de golpe de estado por los generales Varela y Orgaz para el día 19 de abril. Varela será detenido y conducido a la prisión de Cádiz el día 20 y Orgaz será destinado en comisión a Canarias, allí conspirará con Franco. En toda España los militares y los civiles conspiradores estarán a la espera de este golpe.
En La Coruña el 19 de madrugada se atentará contra el general Boch, Comandante Militar de León, lo cual fracasará. Este atentado se diluirá en el tiempo, sin conocer más datos y los conspiradores no le prestarán atención, suena muy extraño: parece que la conspiración intenta con esto provocar más apoyos para lo que viene a continuación. Ese día en La Coruña, coincidiendo y acorde con lo de Varela, el objetivo de parte de los conspiradores es tomar el Gobierno Civil y del resto de los militares conspiradores estar preparados: por este suceso se detendrá y procesará a un jefe y a un oficial de la Guardia Civil. Los motivos, que alegan para sublevarse (no tendrán en cuenta el atentado del general Boch de ese día), serán la agresión recibida por dos Jefes de Día (jefes militares que se encargaban de la vigilancia): uno en La Coruña a finales de febrero y otro en Madrid unos días antes, el día 13 de abril. Aquí en Astorga, ya el día 17 y seguramente motivado por lo anterior, se detendrán a algunos de los más radicales derechistas, en total 17: el día 7 de mayo se les pondrá en libertad, aunque alguno se le había puesto en libertad antes.
Ya el día 24 de marzo habían empezado otro tipo de atentados selectivos, estos serán contra políticos de centro que estuvieron en el Gobierno de Portela a finales del 35 y principios del 36. Ese día asesinarán a Alfredo Martínez García-Arguelles, médico, excelente persona y muy querido en Asturias, que fue ministro. A principios de mayo, aquí en Veguellina, el atentado fallido por falangistas sobre el general Martínez Cabrera, fue Subsecretario en el Ministerio de la Guerra, cuando se marchaba del entierro de su madre: este sufrirá varios más; y también otro atentado fallido el 8 de mayo al exministro Álvarez Mendizábal. Estos últimos parecen provocados para que los políticos y los seguidores de centro se amedrenten y tomen, como mal menor, una opción favorable a la presumible sublevación militar.
Seguirá otro tipo de atentados selectivos, esta vez contra militares: el día 7 de mayo se producirá el asesinato del capitán Faraudo, socialista e instructor de las milicias socialistas, parece ser que por falangistas también; en las averiguaciones de su asesinato aparecerá una lista de oficiales que se van a eliminar, entre ellos, además del teniente Castillo, el comandante Hidalgo de Cisneros, ambos, también, socialistas. Este último en sus memorias contará como sus mecánicos revisaban 'cariñosamente' su avión todos los días por si estaba manipulado. El día 20 aparecerá una lista de personas a eliminar por Falange en su periódico clandestino “No importa”. Pero fue en el sepelio de Faraudo cuando el teniente coronel Mangada, republicano, dirá: como caiga otro de los nuestros mataremos al jefe de los asesinos (¿se refiere a Calvo, ya que eran los suyos los que dirigían los comandos de acción de Falange?). Seguirán otros atentados contra militares no socialistas, además de los ya vistos de los generales Boch y Martínez Cabrera, uno contra otro general y otro contra el coronel Críspulo Moracho, este era el único jefe de unidad que se oponía a la sublevación en Barcelona. Estos atentados y las amenazas, que recibían los militares republicanos, le llevan a decir al general Núñez de Prado a Martínez Barrio: ¡nos van a matar a todos! A Nuñez de Prado lo pasearán, supuestamente, en Zaragoza el 3 de agosto de 1936. También al almirante Azarola que le dirá a su Ministro de Marina Giral: ¡en cuanto salga me van a matar! Fue fusilado en Ferrol el 4 de agosto de 1936.
El día 1 de mayo se celebra la Fiesta del Trabajo en el país y apenas surgirán incidentes. A los dos días el socialista de centro, Indalecio Prieto, reclamará el fin de la violencia pues alega que lo único que hace es facilitar el paso al fascismo. También, la CNT clamará ante la intromisión extrema de la FAI que le lleva a una actuación más política que sindical, esta era lo suyo, lo que le conlleva no sólo al fracaso de sus huelgas con un gran perjuicio para los trabajadores, si no, también, a la gran cantidad de víctimas mortales que se producen en sus filas. En Madrid, al día siguiente del anuncio de Prieto, se producirá la quema de conventos motivada por un infundio “que las monjas (o unos paisanos) le daban a los niños caramelos envenenados”. Tres días más tarde Calvo Sotelo presentará en el Congreso un informe con los sucesos violentos desde el 1 de abril al 4 de mayo: Casares, en su réplica, acusará veladamente a la extrema derecha de los últimos sucesos. En estos días de mayo, el día 10, Azaña será nombrado Presidente y este querrá nombrar de Primer Ministro a Indalecio, pero Largo se opondrá, por lo que Azaña nombrará a Casares Quiroga: el Gobierno será plenamente republicano y muy moderado.
En Astorga en la noche del 18 al 19 ponen una bomba en la pared del Seminario hacia la cárcel e intentan quemar la iglesia de Rectivía, donde, además, aparecen explosivos puestos. Ese día, también, entrarán en la iglesia de San Julián, hoy Fátima, y que se utilizaba, seguramente, de almacén: el hecho es que aparece sólo alguna imagen con gorros republicanos y revuelven los cajones, aunque, sorprendentemente, las puertas se encontraron abiertas, sin haber sido forzadas, según el periódico republicano Horizonte. Más tarde, en la noche del 27 al 28 ponen una bomba en la pared de la muralla de la Iglesia de San Bartolomé. El periódico el Combate achacará los sucesos veladamente a unos falangistas que se reúnen unos días antes: es extraño que con lo eficiente que era la policía y la Guardia Civil no se descubriera entonces a los autores, aunque no es raro ya que, también, sabemos de su tolerancia hacia los extremistas de derechas y de su intolerancia con los de izquierdas. Recordemos la presumible poca agresividad de los socialistas astorganos con los templos, pero, a pesar de esto, a posteriori y empezada la guerra, se dirá que fueron los socialistas. En estas fechas se producirá el incendio de la Escuela de Trabajo, de lo que se deducirá que el propósito es quemar también la casa de Cortés, el cual en estas fechas ya estaba amenazado de muerte: seguramente no le perdonaron las detenciones por el infundio del mes de marzo.
Fracasado el golpe de Varela en abril, se crea una gran incertidumbre por parte de los conspiradores, pues la trama, que estaba muy centralizada, rompe su enlace con la parte directora en Madrid. Esta trama la recuperará Mola a principios de mayo enviando emisarios a todas las Capitanías Generales y creando allí unos enlaces secretos y permanentes. Durante el mes de mayo aparecen nuevos intentos de golpe: uno con Mola y Varela para principios de mayo y otro de varios generales para el 17 de mayo en Madrid. No se cumplirá ninguno de las dos, pero la trama del primero es la única que seguirá de manera definitiva y con Mola de 'director': en ambos el jefe sería Sanjurjo.
El plan de Mola es prácticamente perfecto, pues deja de lado a los capitanes generales, menos Cabanellas todos fueron leales, y se centra en captar a los segundas filas, es decir a los mandos intermedios, ya que cree que a los capitanes generales será fácil neutralizarlos, incluso empleando la fuerza, como así fue. Había oficiales 'juramentados' para reprimirlos y, en el caso, matarlos, así pasó con Molero, Capitán General de Valladolid, que le dispararon, le hirieron y mataron a sus dos ayudantes. Trazado lo anterior, solo se necesitaba agitar y amedrentar a la burguesía y a los militares aún no comprometidos, como hemos visto en los párrafos anteriores. Esto último se remata con la difusión de la sublevación comunista (el hecho de la fusión de la Juventudes Socialistas con las Comunistas ayuda mucho y los mensajes verbales de Largo también), aunque ya venía de la intensa propaganda de la derecha en las pasadas elecciones y desde el principio de la República difundido por los monárquicos, por lo que ya, para dar más veracidad, se fijará la fecha para la presunta sublevación comunista, primero para finales de mayo, después para finales de junio y al final para julio. Esto tuvo un gran impacto de pánico tanto en la burguesía como en los militares no comprometidos, que ya se posicionarán: hoy sabemos que todo esto era falso.
Lo del golpe comunista en los cuarteles es un fruto más de la conspiración. Que había propaganda en los cuarteles es evidente ya que, como el soldado era de reclutamiento, era un fiel reflejo de la sociedad de entonces, es decir había de todo, pero propaganda habrá poca: aquí en el Cuartel también la hubo en el 34 y detuvieron a Luis Testera por ello. También habrá, como pasó en León, oficiales falangistas que incitarán y provocarán para que los soldados izquierdistas actúen y se muestren: en Melilla en el 34 habrá un intento de asalto de anarquistas a un cuartel, y en la investigación de la defensa de uno de los encausados se acusará de que todo esto estaba planeado y dirigido por el Servicio de Información Militar (este tema se llevará al Parlamento). También, en Melilla, el 17 de julio de 1936, el general Jefe de las Fuerzas Africanas estará investigando una sublevación de cabos comunistas, que resultó como otras veces ser falsa, mientras se preparaban para sublevarse ya, es decir esa misma tarde (en realidad era en la noche, se adelantó): de esta manera le alejaron para que no pudiera intervenir.
El Gobierno actuará contra la conspiración de manera 'tenue' (dicen algunos) cesando algún capitán general y algunos mandos, incluso trasladando de lugar unidades o pidiendo el juramento de no sublevarse, como sucederá con Mola y Yagüe, pero el plan de Mola le permite poco más, ya que, movido dentro del compañerismo, hará poco eficaz la respuesta de los capitanes generales leales. El Gobierno será sorprendido porque los anteriores golpes comenzaban en Madrid y posteriormente se pretendía extenderlos a la periferia: en este caso será al revés. El gran dilema del Gobierno fue: si apretaba mucho provocaría la sublevación inmediata, pero, si no apretaba lo suficiente, pasó lo que pasó.
Mola seguirá pidiendo agitar y agitar, y en el Parlamento Calvo Sotelo y Gil Robles sucesiva y reiteradamente seguirán recordando los muchos sucesos violentos que ocurren en el país: lo que no dicen es que la mayoría de las víctimas mortales eran de la izquierda.
El 2 de julio se produce un nuevo atentado fallido en Barcelona contra el coronel Críspulo Moracho con granadas procedentes del Ejército: lo pasearon en los primeros días de la sublevación en Zaragoza y apareció de uniforme tirado en una acequia. Días más tarde se descubre la trama conspiradora militar de Granada, cesan al general, y, más tarde y poco antes de la sublevación, la de Burgos, detienen a un general, y la de Barcelona, en esta no dio tiempo a tomar medidas completas.
Sobre el Golpe, inicialmente parece preparado para el día 13 en el que las Fuerzas Africanas terminan las maniobras generales, era un momento idóneo y en estas conspiraron continuamente, pero Franco remite un telegrama ese día en el cual parece indicar que falta algo para levantarse (dirá “geografía poco extensa”, es muy indicativo), esto a pesar de que el avión que le llevará de Canarias a África, ya estaba a la espera en Marruecos desde el día 12 por la noche. En estas fechas ya estaba hecho el pacto con Mussolini para el envío de aviones de transporte y otras cosas que facilitaba el paso de las tropas africanas en el caso de que fallara la Marina, como así fue; también la entrega de dinero que dio Gil Robles y el compromiso para asegurar la vida de los generales sublevados en el caso de que fallara el golpe, en especial de Franco: de esto, también, responde March y, además, éste fue el que financió el avión. Seguramente, el pacto con los alemanes para recibir más aviones, también estaba hecho, ya que esto era esencial para que no fracasase el golpe.
Esa noche del día 12 al 13 se produce el asesinato del teniente Castillo, instructor de las milicias socialistas, y sus compañeros cumplirán el compromiso de “matar al jefe de los asesinos”: debían de tener gran interés en matar a Castillo ese día, pues lo perseguían varios comandos, uno de falangistas y otro de requetés, lo matarán estos últimos, y lo curioso, como vimos, es que el avión ya está a la espera desde ese día. El día 13 asesinarán a Calvo Sotelo y Franco le dirá a Gil Robles: “esa es la señal”. Franco tomará la decisión de participar en el golpe y su gran problema será el embarque de su mujer y su hija para el extranjero, que se efectuará el día 19 en Las Palmas: Franco tenía miedo que fueran detenidas y que se aprovecharan de ello para chantajearle. Las mujeres de Mola y Franco se marcharán al extranjero, las del resto de los generales sublevados no. Ya el día 14 el avión llega a Las Palmas: el por qué llega allí y no a Tenerife, que es donde residía Franco, parece evidente que debió de ser porque este debía de resolver el problema que tenía con el general Balmes en Las Palmas, ya que este era leal al Gobierno y podía llegar a ser un gran obstáculo. Curiosamente, el 16 por la mañana muere Balmes, que parece un accidente fortuito, pero es muy sospechoso, por lo que Franco se traslada a Las Palmas para asistir al entierro y de allí embarcará en el avión para África cuando se sabe que todas las Fuerzas Africanas se han sublevado: el Gobierno no se enteró de nada. Todos aquellos que pueden interrumpir u obstruir el mando absoluto de Franco mueren extrañamente, y estos cronológicamente colocados son: Calvo Sotelo (ya lo hemos visto), el general Balmes (accidente de pistola), el general Sanjurjo (accidente de aviación), el teniente coronel Gautier Atienza (se suicida estando con Franco y Yagüe), el general Fanjul (se tenía que sublevar en Madrid, donde sabían que fracasaría), el general Goded (le mandaron a Barcelona, donde sabían que fracasaría también), Alfonso de Borbón (heredero carlista, arrollado por un camión), José Antonio Primo de Rivera (¿porqué no se canjeó?) y el general Mola (accidente de aviación).
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En fin, en el período republicano parece que todos los partidos, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, pertenecen a una orquesta en la cual cada uno tocó el instrumento que le dejaron. El director fue la oligarquía, tanto la política y económica como la clerical y militar, que aspiraba a la restauración monárquica, pero la partitura la ponían los militares conspiradores. Franco les cambió la partitura, por lo que después se quejarán todos, diciendo a la vista del tremendo desastre que sucedió: ¡esto no es lo que queríamos! Así lo manifestó, también, mi admirado, respetado y querido general Gutiérrez Mellado.
La historieta, hoy tan traída de las dos Españas, como vemos siempre fue una, si a caso, debíamos decir que eran tres: la de los que no querían la Guerra (la mayoría), los intolerantes de izquierda y los intolerantes de derecha. Por lo que hemos visto en este artículo, estos últimos tienen mucho que ver en haber creado las dos Españas, agitando, amedrentando y “protegiendo”, y además lo tenían todo: el dinero, las armas, la unión, el compromiso,…
![[Img #7688]](upload/img/periodico/img_7688.jpg)
La fotografía es de un cuadro de Pontones (profesor de dibujo en el Instituto de Astorga) en el cual nos muestra el duelo entre el Fascismo y la República, en el que ésta sale derrotada ante la presencia de los testigos (las potencias extranjeras). La invocación que hace el personaje moribundo que representa a la República, se ve en su vestimenta, manifiesta el desgarrado sentimiento de lo injusto ante el “asesinato” del sueño de alcanzar la democracia. Refleja también la diferencia de los Ejércitos, ya que el arma del fascista es superior y más moderna.
El día 20 de febrero de 1936, a la vista de que gana las elecciones el Frente Popular, se nombrará Presidente del Consejo de Ministros (Primer Ministro) a Manuel Azaña. Portela, el Primer Ministro saliente, le urgirá el traspaso del poder, ya que, al conocerse los resultados el día 18, está temeroso de lo que suceda en el país. Este mismo día Portela, el 18, decreta el Estado de Alarma, aunque Gil Robles y Franco le apremian para que declare el Estado de Guerra, por lo que lo preparará y propondrá, pero Niceto Alcalá Zamora, el Presidente, solo autorizará el de Alarma: seguramente, previendo de que con el Estado de Guerra quedaba el país en manos de los militares y probablemente se sublevarían. Portela, que era, además, Ministro de Gobernación, dimitirá el día 19, por lo que arrastrará, también, la de muchos gobernadores civiles: el control del orden público queda en el aire. La tensión social se vivía no solo por el miedo al golpe de estado sino, también, por los incidentes que se podían crear como consecuencia de la cantidad de presos que había por los sucesos del 34 en las cárceles, la desesperación de estos por el hacinamiento y los malos tratos recibidos, y, además, se acuciaba y reclamaba su liberación por el compromiso del Frente Popular de amnistiarlos. El mismo día 20 los juzgados militares reciben la orden de atenuar la prisión a los presos políticos y el día 21 se firma el decreto-ley de amnistía, por lo que en Astorga se empezará a liberar a los, aproximadamente, 140 presos que quedaban, dicen que, en algún momento, llegó haber sobre 1500.
En alguna ciudad se ocasionarán conflictos al reclamar la rápida puesta en libertad, pues se retrasaba, y aquí, en Astorga, el pueblo acudirá a felicitar la salida de la cárcel del cuartel a los 11 presos liberados el día 5 de marzo, debieron de ser los últimos: ese día se celebrará festivamente por la ciudad con una manifestación acompañada de la banda de música hasta el Ayuntamiento, al final hablará el socialista Dámaso Cansado.
En un artículo anterior habíamos dejado la conspiración a punto de saltar en diciembre y a una derecha tradicional ya comprometida, si no directamente, sí indirectamente. Después de la elecciones del 36 vemos una Falange fracasada políticamente por los escasos resultados electorales, ya que se presentó como independiente y no obtuvo ningún escaño: esto quizás le hizo alejarse de la vía política y buscar la puramente violenta, que empezará en marzo con el atentado contra Jiménez Asúa, que veremos después y que llevó a la detención de la cúpula de Falange, incluido Jose Antonio. También encontramos a la Falange dirigida en algunos de sus mandos locales `por militares retirados falangistas, como pasó aquí. Además, las unidades militares estaban infiltradas por Falange, dirá Gutiérrez Mellado, falangista entonces, que en las unidades de Madrid había por lo menos dos oficiales falangistas en cada una. A pesar de los malos resultados electorales y debido a la agitación se producirá el incremento de afiliación, que llegará a su clímax en la Guerra Civil y después: lo mismo sucedió con el Partido Comunista.
En el Ejército, los altos mandos militares eran futuros golpistas, Franco, Goded y Mola, por lo que el Gobierno rápidamente los cesará y restructurará estos mandos: a Franco lo mandarán a Canarias, a Goded a Baleares y a Mola a Navarra.
Antes de marcharse, los generales conspiradores se reunirán en Madrid el 8 o el 9 de marzo y se marcan una señal, o bien que se nombre a Largo Caballero Primer Ministro o que se decida la disolución del Ejército y la Guardia Civil, para sublevarse: el jefe será Sanjurjo, éste ya habrá tenido contacto con los Nazis, con Mussolini y con la Dictadura de Portugal.
El Gobierno empieza a tener problemas con la Guardia de Asalto, que la agitan algunos oficiales conspiradores y, además, porque permitirán la difusión de los periódicos de Falange cuando estarán prohibidos, así como por la tolerancia que tienen con sus miembros. Hasta la guerra se cesarán a muchos oficiales de estos, en particular en Cataluña.
La situación sindical es parecida a la del año 31, se surge de una gran represión y con unos sueldos muy bajos: el ejemplo es el jornal del campo que en el primer bienio llegó a las 12 pesetas, pasó en el bienio negro a 2, y en esta fase llegará a 6. Los conflictos laborales se incrementaron exageradamente pidiendo la mejora salarial y laboral, y por lo tanto las huelgas. Las peticiones sindicales, en algún caso serán muy exageradas, llevó otra vez a 'lock outs' (cierres empresariales premeditados).
La agitación social era elevada, seguirán goteando las 'quemas' de edificios religiosos y los tiroteos entre izquierdistas y derechistas.
El miedo estará muy extendido, fundamentalmente en la burguesía, cualquier noticia falsa adquirirá una credibilidad extraordinaria: era lo que se pretendía. Por ejemplo, aquí en Astorga se correrá el rumor el día 15 de marzo de que vienen los mineros de Fabero para arrasar Astorga. Ya el día 6 habían abierto el procesamiento del general López Ochoa por el asesinato de cerca de 50 personas detenidas en el Cuartel de Pelayo en Oviedo, ocurrido en 1934: parece que quieren decir que, como se procesa al general, además se permitirá la venganza de los mineros. La noticia, al conocerse, producirá el pánico en el cine Gullón y se procederá a evacuar a las personas y el material del Seminario. El asustado alcalde en funciones (Carro no estaba) le pedirá a Cortés que asuma el cargo de delegado gubernativo, lo cual aprueba el Gobernador Civil. Por las investigaciones sobre el infundio se detendrá a varios derechistas: creo que, aunque lo anterior es lo que se interpreta, lo que subyace es que la cúpula de Falange había sido detenida el día anterior en Madrid. Similares noticias sucederán en otros lugares y los derechistas se ofrecerán para proteger, aquí también, y parece claro que lo que tratan de inculcar es: no preocuparos que os protegeremos nosotros, es decir agitar y proteger.
A mediados de marzo se decide fusionar las Juventudes Socialistas con las Comunistas, tras una reunión con la Internacional Juventud Comunista en Moscú. Los que vienen de allí iniciarán una gran propaganda sobre las excelentes condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores, pero no hablarán del extermino de los disidentes; ya se oirá en las manifestaciones “Rusia sí, España no”, además del “Uníos Hermanos Proletarios”, que era la consigna para la formación del frente revolucionario de Asturias en el año 1934. En León se hará esta fusión a mediados de abril, en Valderas en mayo: aquí no, ya que no hay comunistas.
En este mes de marzo empezarán los atentados selectivos, primero, el fallido por falangistas, los sacará el monárquico Ansaldo de España, contra el socialista Jiménez Asúa el día 12 y en el que morirá su escolta, por lo que se detendrá a la cúpula de Falange: el día 16 Asúa será nombrado Vicepresidente del nuevo Parlamento. El atentado fallido sobre Largo Caballero el día 15, también por falangistas, que tirotean su casa: dicen que el asesinato lo parará José Antonio, pero la verdad es que será fallido por la gran vigilancia policial. En abril, el día 7, el atentado fallido con una bomba a Eduardo Ortega y Gasset, republicano de izquierdas y ferviente defensor judicial de los presos del 34, por un anarquista que, curiosamente, sale unos días antes de prisión y de inmediato vestirá lujosamente. Y por último el atentado con muerte el día 13 de abril del Magistrado del Supremo Pedregal, el cual fue ponente de la sentencia de los culpables falangistas del atentado de Jiménez Asúa: dos jueces de Madrid y nativos de Maragatería se vendrán por miedo a sufrir un atentado.
El día 14 de abril se celebra el día de la República. En Madrid, en la tribuna donde presidirá el desfile militar Martínez Barrio, Presidente de la Cortes, ya que al Presidente Niceto Alcalá lo cesan el día 7 y en ese momento no hay presidente, pondrán una traca. Después de este suceso y durante el desfile militar se producirán incidentes y muere un alférez de la Guardia Civil, Anastasio de los Reyes, que iba con varios números de paisano, y que parece ser que sacó la pistola estando cerca de la presidencia: de éste el comandante Sánchez Plaza dirá que era falangista. Su jefe el teniente coronel Vallés, gran conspirador y falangista también, promoverá el entierro público, a pesar de la discreción que le demandaba el Gobierno para que no hubiera incidentes. En el recorrido se producirá algún muerto y muchos heridos de bala al disparar extremistas de izquierda sobre los componentes del cortejo, en él iban muchos falangistas; en el tránsito de este cortejo se hablará de tomar el Congreso y en los enfrentamientos con la Guardia de Asalto, al mando del teniente Castillo, se producirá algún muerto: por esto Castillo será amenazado de muerte.
En el resto de España, así como en Madrid, en los desfiles se producen abucheos y silbidos a las fuerzas que desfilan, principalmente a la Guardia Civil, como reflejo de la represión en Asturias del año 1934. Esto irritará mucho a los militares, alguno durante los actos querrá intervenir con las armas, que es lo que deseaban, y ya en días anteriores, para envenenar el ambiente, correrán la noticia de que al final de los desfiles irán las milicias rojas uniformadas, lo cual no parece cierto, y que no sucedió: esto se ve claramente en La Coruña.
Aprovechando el rebufo de lo anterior, seguramente, se producirá un intento de golpe de estado por los generales Varela y Orgaz para el día 19 de abril. Varela será detenido y conducido a la prisión de Cádiz el día 20 y Orgaz será destinado en comisión a Canarias, allí conspirará con Franco. En toda España los militares y los civiles conspiradores estarán a la espera de este golpe.
En La Coruña el 19 de madrugada se atentará contra el general Boch, Comandante Militar de León, lo cual fracasará. Este atentado se diluirá en el tiempo, sin conocer más datos y los conspiradores no le prestarán atención, suena muy extraño: parece que la conspiración intenta con esto provocar más apoyos para lo que viene a continuación. Ese día en La Coruña, coincidiendo y acorde con lo de Varela, el objetivo de parte de los conspiradores es tomar el Gobierno Civil y del resto de los militares conspiradores estar preparados: por este suceso se detendrá y procesará a un jefe y a un oficial de la Guardia Civil. Los motivos, que alegan para sublevarse (no tendrán en cuenta el atentado del general Boch de ese día), serán la agresión recibida por dos Jefes de Día (jefes militares que se encargaban de la vigilancia): uno en La Coruña a finales de febrero y otro en Madrid unos días antes, el día 13 de abril. Aquí en Astorga, ya el día 17 y seguramente motivado por lo anterior, se detendrán a algunos de los más radicales derechistas, en total 17: el día 7 de mayo se les pondrá en libertad, aunque alguno se le había puesto en libertad antes.
Ya el día 24 de marzo habían empezado otro tipo de atentados selectivos, estos serán contra políticos de centro que estuvieron en el Gobierno de Portela a finales del 35 y principios del 36. Ese día asesinarán a Alfredo Martínez García-Arguelles, médico, excelente persona y muy querido en Asturias, que fue ministro. A principios de mayo, aquí en Veguellina, el atentado fallido por falangistas sobre el general Martínez Cabrera, fue Subsecretario en el Ministerio de la Guerra, cuando se marchaba del entierro de su madre: este sufrirá varios más; y también otro atentado fallido el 8 de mayo al exministro Álvarez Mendizábal. Estos últimos parecen provocados para que los políticos y los seguidores de centro se amedrenten y tomen, como mal menor, una opción favorable a la presumible sublevación militar.
Seguirá otro tipo de atentados selectivos, esta vez contra militares: el día 7 de mayo se producirá el asesinato del capitán Faraudo, socialista e instructor de las milicias socialistas, parece ser que por falangistas también; en las averiguaciones de su asesinato aparecerá una lista de oficiales que se van a eliminar, entre ellos, además del teniente Castillo, el comandante Hidalgo de Cisneros, ambos, también, socialistas. Este último en sus memorias contará como sus mecánicos revisaban 'cariñosamente' su avión todos los días por si estaba manipulado. El día 20 aparecerá una lista de personas a eliminar por Falange en su periódico clandestino “No importa”. Pero fue en el sepelio de Faraudo cuando el teniente coronel Mangada, republicano, dirá: como caiga otro de los nuestros mataremos al jefe de los asesinos (¿se refiere a Calvo, ya que eran los suyos los que dirigían los comandos de acción de Falange?). Seguirán otros atentados contra militares no socialistas, además de los ya vistos de los generales Boch y Martínez Cabrera, uno contra otro general y otro contra el coronel Críspulo Moracho, este era el único jefe de unidad que se oponía a la sublevación en Barcelona. Estos atentados y las amenazas, que recibían los militares republicanos, le llevan a decir al general Núñez de Prado a Martínez Barrio: ¡nos van a matar a todos! A Nuñez de Prado lo pasearán, supuestamente, en Zaragoza el 3 de agosto de 1936. También al almirante Azarola que le dirá a su Ministro de Marina Giral: ¡en cuanto salga me van a matar! Fue fusilado en Ferrol el 4 de agosto de 1936.
El día 1 de mayo se celebra la Fiesta del Trabajo en el país y apenas surgirán incidentes. A los dos días el socialista de centro, Indalecio Prieto, reclamará el fin de la violencia pues alega que lo único que hace es facilitar el paso al fascismo. También, la CNT clamará ante la intromisión extrema de la FAI que le lleva a una actuación más política que sindical, esta era lo suyo, lo que le conlleva no sólo al fracaso de sus huelgas con un gran perjuicio para los trabajadores, si no, también, a la gran cantidad de víctimas mortales que se producen en sus filas. En Madrid, al día siguiente del anuncio de Prieto, se producirá la quema de conventos motivada por un infundio “que las monjas (o unos paisanos) le daban a los niños caramelos envenenados”. Tres días más tarde Calvo Sotelo presentará en el Congreso un informe con los sucesos violentos desde el 1 de abril al 4 de mayo: Casares, en su réplica, acusará veladamente a la extrema derecha de los últimos sucesos. En estos días de mayo, el día 10, Azaña será nombrado Presidente y este querrá nombrar de Primer Ministro a Indalecio, pero Largo se opondrá, por lo que Azaña nombrará a Casares Quiroga: el Gobierno será plenamente republicano y muy moderado.
En Astorga en la noche del 18 al 19 ponen una bomba en la pared del Seminario hacia la cárcel e intentan quemar la iglesia de Rectivía, donde, además, aparecen explosivos puestos. Ese día, también, entrarán en la iglesia de San Julián, hoy Fátima, y que se utilizaba, seguramente, de almacén: el hecho es que aparece sólo alguna imagen con gorros republicanos y revuelven los cajones, aunque, sorprendentemente, las puertas se encontraron abiertas, sin haber sido forzadas, según el periódico republicano Horizonte. Más tarde, en la noche del 27 al 28 ponen una bomba en la pared de la muralla de la Iglesia de San Bartolomé. El periódico el Combate achacará los sucesos veladamente a unos falangistas que se reúnen unos días antes: es extraño que con lo eficiente que era la policía y la Guardia Civil no se descubriera entonces a los autores, aunque no es raro ya que, también, sabemos de su tolerancia hacia los extremistas de derechas y de su intolerancia con los de izquierdas. Recordemos la presumible poca agresividad de los socialistas astorganos con los templos, pero, a pesar de esto, a posteriori y empezada la guerra, se dirá que fueron los socialistas. En estas fechas se producirá el incendio de la Escuela de Trabajo, de lo que se deducirá que el propósito es quemar también la casa de Cortés, el cual en estas fechas ya estaba amenazado de muerte: seguramente no le perdonaron las detenciones por el infundio del mes de marzo.
Fracasado el golpe de Varela en abril, se crea una gran incertidumbre por parte de los conspiradores, pues la trama, que estaba muy centralizada, rompe su enlace con la parte directora en Madrid. Esta trama la recuperará Mola a principios de mayo enviando emisarios a todas las Capitanías Generales y creando allí unos enlaces secretos y permanentes. Durante el mes de mayo aparecen nuevos intentos de golpe: uno con Mola y Varela para principios de mayo y otro de varios generales para el 17 de mayo en Madrid. No se cumplirá ninguno de las dos, pero la trama del primero es la única que seguirá de manera definitiva y con Mola de 'director': en ambos el jefe sería Sanjurjo.
El plan de Mola es prácticamente perfecto, pues deja de lado a los capitanes generales, menos Cabanellas todos fueron leales, y se centra en captar a los segundas filas, es decir a los mandos intermedios, ya que cree que a los capitanes generales será fácil neutralizarlos, incluso empleando la fuerza, como así fue. Había oficiales 'juramentados' para reprimirlos y, en el caso, matarlos, así pasó con Molero, Capitán General de Valladolid, que le dispararon, le hirieron y mataron a sus dos ayudantes. Trazado lo anterior, solo se necesitaba agitar y amedrentar a la burguesía y a los militares aún no comprometidos, como hemos visto en los párrafos anteriores. Esto último se remata con la difusión de la sublevación comunista (el hecho de la fusión de la Juventudes Socialistas con las Comunistas ayuda mucho y los mensajes verbales de Largo también), aunque ya venía de la intensa propaganda de la derecha en las pasadas elecciones y desde el principio de la República difundido por los monárquicos, por lo que ya, para dar más veracidad, se fijará la fecha para la presunta sublevación comunista, primero para finales de mayo, después para finales de junio y al final para julio. Esto tuvo un gran impacto de pánico tanto en la burguesía como en los militares no comprometidos, que ya se posicionarán: hoy sabemos que todo esto era falso.
Lo del golpe comunista en los cuarteles es un fruto más de la conspiración. Que había propaganda en los cuarteles es evidente ya que, como el soldado era de reclutamiento, era un fiel reflejo de la sociedad de entonces, es decir había de todo, pero propaganda habrá poca: aquí en el Cuartel también la hubo en el 34 y detuvieron a Luis Testera por ello. También habrá, como pasó en León, oficiales falangistas que incitarán y provocarán para que los soldados izquierdistas actúen y se muestren: en Melilla en el 34 habrá un intento de asalto de anarquistas a un cuartel, y en la investigación de la defensa de uno de los encausados se acusará de que todo esto estaba planeado y dirigido por el Servicio de Información Militar (este tema se llevará al Parlamento). También, en Melilla, el 17 de julio de 1936, el general Jefe de las Fuerzas Africanas estará investigando una sublevación de cabos comunistas, que resultó como otras veces ser falsa, mientras se preparaban para sublevarse ya, es decir esa misma tarde (en realidad era en la noche, se adelantó): de esta manera le alejaron para que no pudiera intervenir.
El Gobierno actuará contra la conspiración de manera 'tenue' (dicen algunos) cesando algún capitán general y algunos mandos, incluso trasladando de lugar unidades o pidiendo el juramento de no sublevarse, como sucederá con Mola y Yagüe, pero el plan de Mola le permite poco más, ya que, movido dentro del compañerismo, hará poco eficaz la respuesta de los capitanes generales leales. El Gobierno será sorprendido porque los anteriores golpes comenzaban en Madrid y posteriormente se pretendía extenderlos a la periferia: en este caso será al revés. El gran dilema del Gobierno fue: si apretaba mucho provocaría la sublevación inmediata, pero, si no apretaba lo suficiente, pasó lo que pasó.
Mola seguirá pidiendo agitar y agitar, y en el Parlamento Calvo Sotelo y Gil Robles sucesiva y reiteradamente seguirán recordando los muchos sucesos violentos que ocurren en el país: lo que no dicen es que la mayoría de las víctimas mortales eran de la izquierda.
El 2 de julio se produce un nuevo atentado fallido en Barcelona contra el coronel Críspulo Moracho con granadas procedentes del Ejército: lo pasearon en los primeros días de la sublevación en Zaragoza y apareció de uniforme tirado en una acequia. Días más tarde se descubre la trama conspiradora militar de Granada, cesan al general, y, más tarde y poco antes de la sublevación, la de Burgos, detienen a un general, y la de Barcelona, en esta no dio tiempo a tomar medidas completas.
Sobre el Golpe, inicialmente parece preparado para el día 13 en el que las Fuerzas Africanas terminan las maniobras generales, era un momento idóneo y en estas conspiraron continuamente, pero Franco remite un telegrama ese día en el cual parece indicar que falta algo para levantarse (dirá “geografía poco extensa”, es muy indicativo), esto a pesar de que el avión que le llevará de Canarias a África, ya estaba a la espera en Marruecos desde el día 12 por la noche. En estas fechas ya estaba hecho el pacto con Mussolini para el envío de aviones de transporte y otras cosas que facilitaba el paso de las tropas africanas en el caso de que fallara la Marina, como así fue; también la entrega de dinero que dio Gil Robles y el compromiso para asegurar la vida de los generales sublevados en el caso de que fallara el golpe, en especial de Franco: de esto, también, responde March y, además, éste fue el que financió el avión. Seguramente, el pacto con los alemanes para recibir más aviones, también estaba hecho, ya que esto era esencial para que no fracasase el golpe.
Esa noche del día 12 al 13 se produce el asesinato del teniente Castillo, instructor de las milicias socialistas, y sus compañeros cumplirán el compromiso de “matar al jefe de los asesinos”: debían de tener gran interés en matar a Castillo ese día, pues lo perseguían varios comandos, uno de falangistas y otro de requetés, lo matarán estos últimos, y lo curioso, como vimos, es que el avión ya está a la espera desde ese día. El día 13 asesinarán a Calvo Sotelo y Franco le dirá a Gil Robles: “esa es la señal”. Franco tomará la decisión de participar en el golpe y su gran problema será el embarque de su mujer y su hija para el extranjero, que se efectuará el día 19 en Las Palmas: Franco tenía miedo que fueran detenidas y que se aprovecharan de ello para chantajearle. Las mujeres de Mola y Franco se marcharán al extranjero, las del resto de los generales sublevados no. Ya el día 14 el avión llega a Las Palmas: el por qué llega allí y no a Tenerife, que es donde residía Franco, parece evidente que debió de ser porque este debía de resolver el problema que tenía con el general Balmes en Las Palmas, ya que este era leal al Gobierno y podía llegar a ser un gran obstáculo. Curiosamente, el 16 por la mañana muere Balmes, que parece un accidente fortuito, pero es muy sospechoso, por lo que Franco se traslada a Las Palmas para asistir al entierro y de allí embarcará en el avión para África cuando se sabe que todas las Fuerzas Africanas se han sublevado: el Gobierno no se enteró de nada. Todos aquellos que pueden interrumpir u obstruir el mando absoluto de Franco mueren extrañamente, y estos cronológicamente colocados son: Calvo Sotelo (ya lo hemos visto), el general Balmes (accidente de pistola), el general Sanjurjo (accidente de aviación), el teniente coronel Gautier Atienza (se suicida estando con Franco y Yagüe), el general Fanjul (se tenía que sublevar en Madrid, donde sabían que fracasaría), el general Goded (le mandaron a Barcelona, donde sabían que fracasaría también), Alfonso de Borbón (heredero carlista, arrollado por un camión), José Antonio Primo de Rivera (¿porqué no se canjeó?) y el general Mola (accidente de aviación).
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En fin, en el período republicano parece que todos los partidos, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, pertenecen a una orquesta en la cual cada uno tocó el instrumento que le dejaron. El director fue la oligarquía, tanto la política y económica como la clerical y militar, que aspiraba a la restauración monárquica, pero la partitura la ponían los militares conspiradores. Franco les cambió la partitura, por lo que después se quejarán todos, diciendo a la vista del tremendo desastre que sucedió: ¡esto no es lo que queríamos! Así lo manifestó, también, mi admirado, respetado y querido general Gutiérrez Mellado.
La historieta, hoy tan traída de las dos Españas, como vemos siempre fue una, si a caso, debíamos decir que eran tres: la de los que no querían la Guerra (la mayoría), los intolerantes de izquierda y los intolerantes de derecha. Por lo que hemos visto en este artículo, estos últimos tienen mucho que ver en haber creado las dos Españas, agitando, amedrentando y “protegiendo”, y además lo tenían todo: el dinero, las armas, la unión, el compromiso,…