Esteban Carro Celada
Domingo, 16 de Febrero de 2014
Arriería maragata: Diligencias del Poniente de España (4)
Es de noche cuando sale la Góndola de La Coruña. Las puertas de la cuidad están cerradas. Hay que buscar al llavero. Otras veces la diligencia llega de noche. El sargento llavero recibe en el mes de septiembre de 1851 unos 16 reales por abrir esas puertas a la noche para que la góndola pase.
El hecho de que en La Coruña radiquen un par de tiros de la Empresa de Diligencias nos da ocasión para conocer los mejunjes que daban a los caballos, machos y mulas. Los zagales acudían a mercar aguarrás, raíz de malvavisco y flor de malva, salvia, romero, gromos de zarza y de laurel, manzanas de ciprés, zimaque. Por cierto, para que surtiera efecto había que cocerlo en ocho cuartillos de vinagre. Nuevas recetas, nuevos tratamientos; media libra de trementina, ungüento basilicón, aceite rosado, yemas de huevo que se emplean para una mula de la Diligencia del Poniente. La receta la firma Celestino Rodríguez y cuesta 8 reales. Más brebajes, como el ungüento fuerte y el ungüento de mercurio, aceite de carralejas. Fórmulas como la de salvia, romero, gromos de zarza y de laurel cocido en diez cuartillos de vinagre, añadida una onza de caparrosa. Otra mezcolanza es la de una onza de grasa a la que se le echa media onza de cardenillo. Buenas fórmulas estas para la Galicia mágica, terapéutica y mulomedicinal que tanto agradaría a Cunqueiro, sabidor de otras fórmulas, placenteras como las de las chimeneas gallegas.
Pero los zagales de las Diligencias del Poniente de España nos enseñan esta otra cara, que tanta relación tiene con la arriería y con esta evolución, que es la empresa de viajes en diligencia.
En meses sucesivos la delegación de La Coruña continúa su vida más o menos parasitaria. El carpintero Ramón Álvarez presenta una factura por una mesa de madera de Álamo. Se ve que la cochera costaba lo suyo y el director escribe para que, por 2000 reales la realice Pedro Marzal. Los zagales utilizan sus fórmulas cabalísticas para restaurar las caballerías enfermas. Desde Astorga continúan remitiendo cebada para la manutención de las mulas de los dos tiros.
En el mes de enero de 1852 les cuesta esquilar siete mulas y hacer los cuellos y cuartillas a tres caballos la cantidad de 48 reales. Se aplican ungüentos egipciacos con polvos de alumbre canelados, cuando no el ungüento de Sevilla. Por el 31 de enero se encarga de la administración Tomás Pérez Ares, que consigna por el tiro de La Coruña a Montesalgueiro, durante un mes, la cantidad de 5370 reales y 15 maravedises. Es verdad que Tomás tuvo que comprar a José Taboada de Betanzos, una mula con alzada de cuatro cuartas, pelo corto y cuatro años de edad, lo que supuso la cantidad de 1604 reales.
Nuevas adquisiciones con destino al nuevo tiro de Montesalgueiro a Betanzos se van produciendo a lo largo de este mes de enero del 52. Continúan pagándose los diversos portazgos hasta La Coruña . Los coches visitan la casa de fundición, cuando no los tiene que reparar el maestro guardicionero, el maestro vidriero.
Aquí la administración ha de hacerse cargo de los asientos que vienen con dirección a Santiago, Vigo y Pontevedra. Quién ha instalado Berlina hijuela es Cándido Valdés. En la Sociedad de Diligencias del Poniente de España han de reservar billetes para la Diligencia secundaria. Es posible desde cualquier punto de la carretera Madrid-La Coruña sacar billete directo a estos puntos complementarios. Cuando sucede así, el viajero no se preocupa ya de nada. Son los mozos de la administración coruñesa quienes le trasladan los equipajes. Cada mes, unos quince viajeros entre Santiago, Vigo y Pontevedra suelen utilizar la línea de Poniente. Más o menos suele ser un viajero por día. Nos referimos a quienes sacan sus billetes a través de la propia empresa, ya que muchos viajeros harían por su cuenta el transbordo.
La administración lucense parece seguir prosperando. Con sus problemillas, como les surgirán a todas las que día a día han de atender un servició que se ha de ir esmerando. En la demarcación se encuentran algunos de los puertos más dificultosos, razón por la que entre el invierno del año 51 y 52 encontramos tan abundancia de bueyes para enganchar a la Diligencia.
Ventura Franco es socio de Poniente de España. Posiblemente la circunstancia de haber dinero en Lugo es la que motiva que Luis Franco Alonso, yerno de Santiago Alonso Cordero, de órdenes de pago con cargo a esa administración, a partir de febrero. Firma Luis Franco, en la dirección de Madrid, por ausencia de su hermano Santiago…
En invierno los carruajes llegan a deshora. Las exigencias de puntualidad a los viajeros son inflexibles; pero, se da el caso de administradores, como el de Villafranca que mientras llega y no, permite a los viajeros que puedan irse tranquilamente a sus casas a dormir. Cuando llega el carruaje, un mozo los va avisando casa por casa. Lo importante es que el servicio marche. Los viajeros podrán dar una cabezadita, hasta que las fanfarrias y cascabeles al trote de la diligencia hagan su aparición. Pero antes un seguro avisador: El mozo de la Diligencia.
También en León ha entrado el invierno que va del año 51 al 52. El maragato al frente de la administración lucha por solucionar todas las incidencias que le plantea la góndola tanto la que va hacia Astorga, como la que se dirige a Mansilla, cuando no es el paso por el Puerto de Pajares.
El siete de Noviembre el tiro de mulas que espera la llegada y el relevo de León, en San Miguel, se había ido al Puente de Órbigo, porque por ese puente milenario esperaba la pronta llegada del que venía de Galicia. Se le adelantó otro proveniente de Madrid y hubo de pasar el tiro de mulas sueltas, no sin que antes un caballo alquilado galopara por la tierra del Páramo, con objeto de inferir retrasos a la góndola.
El administrador de León paga los portazgos correspondientes y se cuida de que todo ande bien. Se ha comprado una bomba de agua para la limpieza de los coches. Se entrevista con el señor Lanza, administrador de la Navarra, para que le cubra dos billetes que entregará a dos viajeros que el 10 de noviembre de 1851, se los solicitan desde Madrid. Esteban Fernández le transporta en su carro una cantidad de muebles de la góndola, como cupés, delanteras, pues ya se está preparando el contrato que ha de efectuar la empresa con el Maestro de coches vallisoletano, José Vilar, el mismo que en la ciudad del Pisuerga les había construido una góndola nueva. Esta reconstrucción de coches. Este encastillar en León la rehabilitación de las diligencias provoca que aparezcan cuentas de lavado, planchado, cosido y hechura de presillas para veinticuatro cortinillas de los tres coches de Galicia que se están reparando. En el mes de enero del 52 gasta veinte arrobas de carbón para ahuyentar el frío invernal leonés. El veinticinco de enero un atasco del coche en una calle de Valverde. Diez hombres del lugar ayudan a sacarlo a hombros, porque “es un sitio o callejón muy estrecho en el que no se podían enganchar ningún tiro ni parejas”. En Mansilla el nueve de marzo el coche queda inutilizado al rompérsele una rueda. Por estas fechas se pierden unos cuchillos de plata. El gasto de recuperación de esta preciosa mercancía asciende a 42 reales y a los que lograron hallarlos se les dio la cantidad de 100 reales en concepto de remuneración, En Villadangos al igual que en San Martín del Camino, por los días del mes de marzo percance de sendos coches que se rompieron.
José Casimiro Quijano certifica que se le ha entregado una copia de la escritura otorgada por Don Santiago Franco Alonso, director de la empresa de Diligencias del Poniente y por el maestro de coches José Vilar. El asunto es el de la reparación de los coches en un taller que montarían en la propia Empresa.
Santiago Franco Alonso es un gran soñador y hombre de empresa, a quien nada le achica. Quiere desarrollar su proyecto, y por este motivo lo está catapultando a nuevas singladuras, cuyo fundamento está realizando, durante estos días, como sabemos por la firma de dirección, que ha asumido su hermano Luis.
En la línea, con dirección a Oviedo, tenemos que dar las novedades de invierno. Como siempre el pago de los portazgos de Pajares y Olloniego. Por cierto que hubo también que hacer algo de publicidad en el periódico ovetense. ‘El fomento de Asturias’. Cobraban la inserción a razón de 2 cuartos la línea “por no ser suscriptor”. Fueron once anuncios de diecinueve líneas cada uno, ensalzando los beneficios de viajar con las Diligencias del Poniente de España. Le escoció a ‘la Navarra’, que era la que hacía hasta ese momento el transporte de pasajeros. Ya en el mes de noviembre hay que reforzar con yuntas de encuarte los tiros que hacen la subida de la Veguellina a la Coaña de las Peñas. Permanece el puerto difícil en Diciembre y hay que pagar el alquiler de cuadra y de cochera en Oviedo a su propietaria Teresa Gutiérrez. En Enero hasta seis parejas por día bajaban a Busdongo a esperar el coche del Poniente. Le acompañaban mozos hasta llegar a lo alto.
Los montañeses atisbaron el negocio, y muchos se lanzaron a rebajar el precio a la Compañía del Poniente. Eran demasiados los parados durante el invierno que deseaban ganarse unos reales. En este invierno de Pajares trabajaron, con sus yuntas para le Empresa del Poniente José González de Lena, Jaime Pérez, José Centeno, Leonardo Prieto. Solían cobrar a 10 reales la yunta, en cada ascenso, pero la competencia tiró los precios hasta que el 31 de Enero formaron compañía los dueños de los bueyes, exigiendo el precio de 10 reales por cada gabita, que era el precio primitivo. Y así en adelante ya todo es normal y Leonardo Prieto pasa una cuenta de 140 reales por catorce gabitas desde Veguellina hasta Coaña de las Cuevas. El paso del carruaje por Pajares en invierno era una odisea. No solo el enganche de la yunta de encuarte, sino la mano de obra era necesaria en el Pajares del mes de Febrero de 1852, en el que unos días fueron ocho hombres espadeando la nieve, otros seis y hasta el fin de este mes bisiesto esperan el coche en Busdongo; no menos de cuatro para picar el hielo.
Es de noche cuando sale la Góndola de La Coruña. Las puertas de la cuidad están cerradas. Hay que buscar al llavero. Otras veces la diligencia llega de noche. El sargento llavero recibe en el mes de septiembre de 1851 unos 16 reales por abrir esas puertas a la noche para que la góndola pase.
![[Img #7799]](upload/img/periodico/img_7799.jpg)
El hecho de que en La Coruña radiquen un par de tiros de la Empresa de Diligencias nos da ocasión para conocer los mejunjes que daban a los caballos, machos y mulas. Los zagales acudían a mercar aguarrás, raíz de malvavisco y flor de malva, salvia, romero, gromos de zarza y de laurel, manzanas de ciprés, zimaque. Por cierto, para que surtiera efecto había que cocerlo en ocho cuartillos de vinagre. Nuevas recetas, nuevos tratamientos; media libra de trementina, ungüento basilicón, aceite rosado, yemas de huevo que se emplean para una mula de la Diligencia del Poniente. La receta la firma Celestino Rodríguez y cuesta 8 reales. Más brebajes, como el ungüento fuerte y el ungüento de mercurio, aceite de carralejas. Fórmulas como la de salvia, romero, gromos de zarza y de laurel cocido en diez cuartillos de vinagre, añadida una onza de caparrosa. Otra mezcolanza es la de una onza de grasa a la que se le echa media onza de cardenillo. Buenas fórmulas estas para la Galicia mágica, terapéutica y mulomedicinal que tanto agradaría a Cunqueiro, sabidor de otras fórmulas, placenteras como las de las chimeneas gallegas.
Pero los zagales de las Diligencias del Poniente de España nos enseñan esta otra cara, que tanta relación tiene con la arriería y con esta evolución, que es la empresa de viajes en diligencia.
En meses sucesivos la delegación de La Coruña continúa su vida más o menos parasitaria. El carpintero Ramón Álvarez presenta una factura por una mesa de madera de Álamo. Se ve que la cochera costaba lo suyo y el director escribe para que, por 2000 reales la realice Pedro Marzal. Los zagales utilizan sus fórmulas cabalísticas para restaurar las caballerías enfermas. Desde Astorga continúan remitiendo cebada para la manutención de las mulas de los dos tiros.
En el mes de enero de 1852 les cuesta esquilar siete mulas y hacer los cuellos y cuartillas a tres caballos la cantidad de 48 reales. Se aplican ungüentos egipciacos con polvos de alumbre canelados, cuando no el ungüento de Sevilla. Por el 31 de enero se encarga de la administración Tomás Pérez Ares, que consigna por el tiro de La Coruña a Montesalgueiro, durante un mes, la cantidad de 5370 reales y 15 maravedises. Es verdad que Tomás tuvo que comprar a José Taboada de Betanzos, una mula con alzada de cuatro cuartas, pelo corto y cuatro años de edad, lo que supuso la cantidad de 1604 reales.
![[Img #7797]](upload/img/periodico/img_7797.jpg)
Nuevas adquisiciones con destino al nuevo tiro de Montesalgueiro a Betanzos se van produciendo a lo largo de este mes de enero del 52. Continúan pagándose los diversos portazgos hasta La Coruña . Los coches visitan la casa de fundición, cuando no los tiene que reparar el maestro guardicionero, el maestro vidriero.
Aquí la administración ha de hacerse cargo de los asientos que vienen con dirección a Santiago, Vigo y Pontevedra. Quién ha instalado Berlina hijuela es Cándido Valdés. En la Sociedad de Diligencias del Poniente de España han de reservar billetes para la Diligencia secundaria. Es posible desde cualquier punto de la carretera Madrid-La Coruña sacar billete directo a estos puntos complementarios. Cuando sucede así, el viajero no se preocupa ya de nada. Son los mozos de la administración coruñesa quienes le trasladan los equipajes. Cada mes, unos quince viajeros entre Santiago, Vigo y Pontevedra suelen utilizar la línea de Poniente. Más o menos suele ser un viajero por día. Nos referimos a quienes sacan sus billetes a través de la propia empresa, ya que muchos viajeros harían por su cuenta el transbordo.
La administración lucense parece seguir prosperando. Con sus problemillas, como les surgirán a todas las que día a día han de atender un servició que se ha de ir esmerando. En la demarcación se encuentran algunos de los puertos más dificultosos, razón por la que entre el invierno del año 51 y 52 encontramos tan abundancia de bueyes para enganchar a la Diligencia.
Ventura Franco es socio de Poniente de España. Posiblemente la circunstancia de haber dinero en Lugo es la que motiva que Luis Franco Alonso, yerno de Santiago Alonso Cordero, de órdenes de pago con cargo a esa administración, a partir de febrero. Firma Luis Franco, en la dirección de Madrid, por ausencia de su hermano Santiago…
![[Img #7800]](upload/img/periodico/img_7800.jpg)
En invierno los carruajes llegan a deshora. Las exigencias de puntualidad a los viajeros son inflexibles; pero, se da el caso de administradores, como el de Villafranca que mientras llega y no, permite a los viajeros que puedan irse tranquilamente a sus casas a dormir. Cuando llega el carruaje, un mozo los va avisando casa por casa. Lo importante es que el servicio marche. Los viajeros podrán dar una cabezadita, hasta que las fanfarrias y cascabeles al trote de la diligencia hagan su aparición. Pero antes un seguro avisador: El mozo de la Diligencia.
También en León ha entrado el invierno que va del año 51 al 52. El maragato al frente de la administración lucha por solucionar todas las incidencias que le plantea la góndola tanto la que va hacia Astorga, como la que se dirige a Mansilla, cuando no es el paso por el Puerto de Pajares.
El siete de Noviembre el tiro de mulas que espera la llegada y el relevo de León, en San Miguel, se había ido al Puente de Órbigo, porque por ese puente milenario esperaba la pronta llegada del que venía de Galicia. Se le adelantó otro proveniente de Madrid y hubo de pasar el tiro de mulas sueltas, no sin que antes un caballo alquilado galopara por la tierra del Páramo, con objeto de inferir retrasos a la góndola.
El administrador de León paga los portazgos correspondientes y se cuida de que todo ande bien. Se ha comprado una bomba de agua para la limpieza de los coches. Se entrevista con el señor Lanza, administrador de la Navarra, para que le cubra dos billetes que entregará a dos viajeros que el 10 de noviembre de 1851, se los solicitan desde Madrid. Esteban Fernández le transporta en su carro una cantidad de muebles de la góndola, como cupés, delanteras, pues ya se está preparando el contrato que ha de efectuar la empresa con el Maestro de coches vallisoletano, José Vilar, el mismo que en la ciudad del Pisuerga les había construido una góndola nueva. Esta reconstrucción de coches. Este encastillar en León la rehabilitación de las diligencias provoca que aparezcan cuentas de lavado, planchado, cosido y hechura de presillas para veinticuatro cortinillas de los tres coches de Galicia que se están reparando. En el mes de enero del 52 gasta veinte arrobas de carbón para ahuyentar el frío invernal leonés. El veinticinco de enero un atasco del coche en una calle de Valverde. Diez hombres del lugar ayudan a sacarlo a hombros, porque “es un sitio o callejón muy estrecho en el que no se podían enganchar ningún tiro ni parejas”. En Mansilla el nueve de marzo el coche queda inutilizado al rompérsele una rueda. Por estas fechas se pierden unos cuchillos de plata. El gasto de recuperación de esta preciosa mercancía asciende a 42 reales y a los que lograron hallarlos se les dio la cantidad de 100 reales en concepto de remuneración, En Villadangos al igual que en San Martín del Camino, por los días del mes de marzo percance de sendos coches que se rompieron.
![[Img #7798]](upload/img/periodico/img_7798.jpg)
José Casimiro Quijano certifica que se le ha entregado una copia de la escritura otorgada por Don Santiago Franco Alonso, director de la empresa de Diligencias del Poniente y por el maestro de coches José Vilar. El asunto es el de la reparación de los coches en un taller que montarían en la propia Empresa.
Santiago Franco Alonso es un gran soñador y hombre de empresa, a quien nada le achica. Quiere desarrollar su proyecto, y por este motivo lo está catapultando a nuevas singladuras, cuyo fundamento está realizando, durante estos días, como sabemos por la firma de dirección, que ha asumido su hermano Luis.
En la línea, con dirección a Oviedo, tenemos que dar las novedades de invierno. Como siempre el pago de los portazgos de Pajares y Olloniego. Por cierto que hubo también que hacer algo de publicidad en el periódico ovetense. ‘El fomento de Asturias’. Cobraban la inserción a razón de 2 cuartos la línea “por no ser suscriptor”. Fueron once anuncios de diecinueve líneas cada uno, ensalzando los beneficios de viajar con las Diligencias del Poniente de España. Le escoció a ‘la Navarra’, que era la que hacía hasta ese momento el transporte de pasajeros. Ya en el mes de noviembre hay que reforzar con yuntas de encuarte los tiros que hacen la subida de la Veguellina a la Coaña de las Peñas. Permanece el puerto difícil en Diciembre y hay que pagar el alquiler de cuadra y de cochera en Oviedo a su propietaria Teresa Gutiérrez. En Enero hasta seis parejas por día bajaban a Busdongo a esperar el coche del Poniente. Le acompañaban mozos hasta llegar a lo alto.
Los montañeses atisbaron el negocio, y muchos se lanzaron a rebajar el precio a la Compañía del Poniente. Eran demasiados los parados durante el invierno que deseaban ganarse unos reales. En este invierno de Pajares trabajaron, con sus yuntas para le Empresa del Poniente José González de Lena, Jaime Pérez, José Centeno, Leonardo Prieto. Solían cobrar a 10 reales la yunta, en cada ascenso, pero la competencia tiró los precios hasta que el 31 de Enero formaron compañía los dueños de los bueyes, exigiendo el precio de 10 reales por cada gabita, que era el precio primitivo. Y así en adelante ya todo es normal y Leonardo Prieto pasa una cuenta de 140 reales por catorce gabitas desde Veguellina hasta Coaña de las Cuevas. El paso del carruaje por Pajares en invierno era una odisea. No solo el enganche de la yunta de encuarte, sino la mano de obra era necesaria en el Pajares del mes de Febrero de 1852, en el que unos días fueron ocho hombres espadeando la nieve, otros seis y hasta el fin de este mes bisiesto esperan el coche en Busdongo; no menos de cuatro para picar el hielo.