Arriería Maragata: Diligencias del Poniente de España (5)
Como andamos en el mes de diciembre, embarrancan las diligencias muchas veces atiborradas de cajas de mantecadas, rumbo a la 'Villa y Corte'.
Los intentos
de ampliación ‘del Poniente’ hacia Victoria
![[Img #7911]](upload/img/periodico/img_7911.jpg)
Propietarios de 'Diligencias del Norte y Mediodía'. El maragato Cordero es el tercero por la izquierda de la primera fila. (Cortesía de Francisco Quirós. Argutorio nº 26)
En Valladolid, en 1851, aún están en obras. Debe de
adecentarse más la oficina y el despacho de billetes, ya que se comparten las
mismas oficinas con ‘La Burgalesa’. Si bien, hasta el día aún no ha recaído
para la inspección de la misma, Placido Francisco Quintana. Los coches son
adornados con sus correspondientes felpas. Nada menos que ocho. Los portazgos
es capítulo invariable y para lo minucioso y pintoresco contamos a lo largo de
los puentes de Castilla, ya sea en Rioseco, ya en Mayorga, dos veces en
Valladolid, uno en Boecillo y otro de Puente Mediana. Por Valladolid pasan las
Postas Generales. Y en ellas reserva Placido Francisco Quintana tres asientos
de interior y uno de rotonda para el 27 de diciembre.
Manuel Llamas ordena que se adecente más el local de la
calle de Santiago y con este motivo, el carpintero presenta unas cuentas anchas
que comparten a partes iguales con la ‘Sociedad Burgalesa’. Es posible
reconstruir esas dos mesas guarnecidas de molduras y en su vacío los
entrepaños. Don Plácido ha colocado los pupitres barnizados de color nogal,
cuyas tapas se hallan guarecidas de paño verde. Dentro tres cajoncitos con
cerradura. En el centro de ambas mesas una trampita las une. A todo el
alrededor corren unas ‘verjecitas’. Y allí, calado de antiparras, con la chistera
en la percha, Don Plácido, el cerebro de esta Delegación de Diligencias del
Poniente.
Cuando va a salir tiene que mover una verja de cinco pies
y medio de altura, con zócalos al lado de la puerta de tablón de Soria. Sobre
la mesa, a sus espaldas, las torcidas para el quinqué.
En virtud del contrato celebrado con el maestro de
coches, en Valladolid, ha de hacer el pago a José Villar. Son cerca de 3000
reales. Sobre él carga una de las mayores responsabilidades de la empresa.
Tampoco sería justo olvidar que Sinforoso Gil y Manuel Llamas están dándole
vueltas a la nueva empresa, es decir la ampliación del ‘Poniente’ hacia
Victoria. Ya los primeros indicios de este intento aparecen en diciembre de
1851. José Villar da cumplido el contrato firmado el tres de diciembre por el
que se obligaba a construir “un coche de diligencia con los huecos
correspondientes de tres asientos de berlina, seis en interior, cuatro en
rotonda y cuatro en cupé, en todo igual a los construidos por Don José Abad, en
su taller de Madrid para la empresa de ‘Mediodía de España’, con la sola
diferencia de que la delantera era baja, en precio ajustado de 18 mil reales
que recibiré al entregar el carruaje concluido”. Los últimos dineros no los
percibió hasta el 6 de Mayo. Seguramente que hasta finales de abril no los
terminó. El tiempo oportuno para reforzar la nueva empresa unificada, que por
entonces comienza, con mucho mayor brío, perspicacia y tesón.
![[Img #7914]](upload/img/periodico/img_7914.jpg)
La aduana y las casas de diligencias en la calle de Alcalá.
Podemos dar otro paso y saltar de nuevo a Madrid. Si
escudriñamos en las cuentas, hay mucho movimiento de caja, que en el mes de
junio está al cargo de Luis Franco Alonso y que luego durante los meses de julio y agosto pasará a manos del Director de
Diligencias del Poniente, Santiago, su hermano. No menos de 58 mil reales, comprenden
algunos de los gastos de instalación. Los desembolsos continúan a partir del 22
de agosto, fecha de la inauguración de la empresa. Por los primeros días de
septiembre, hasta diciembre incluido, es otra vez Luis Franco quien mueve y obtiene dineros de
la caja del Poniente.
Los reclamos publicitarios para incitar a los viajeros al
uso de la empresa de diligencias tienen su auge por el mes de noviembre. Se
incluirá publicidad en los diarios madrileños, como el ‘Diario de los Avisos’,
el ‘Observador’, ‘El Diario oficial’ y ‘El Clamor’. Además se han suscrito al
‘Diario de los Avisos’. Sobre una de las mesas de la dirección hay una caja de
plumas de metal, con dos cuadradillos y una libra de perdigones, para
conservación de las plumas.
En la calle de Correos continúa haciéndose la nómina de
los mayorales Quintín Ansotegui, Julián Gell, José Martínez, Felipe
Villagarcía. Algunos de estos ejercen de delanteros. En Madrid se distinguen
dos dependencias en la Empresa de las Diligencias del Poniente. Por una parte
la dirección general de toda la compañía y por otra la administración y
despacho de billetes. Una la tripula Santiago Franco Alonso, mientras que la
postrera está al cargo de Lino Llamas.
Ansótegui, el 31 de diciembre pasó mal día. Hubo de
acercarse a las Navas de San Antón para colocar una rueda de uno de los coches
estancados. Se gastó un pan y medio azumbre de vino para enjugar la invernía o
mejor para quitar el frío, mientras los dos tiros de mulas se pimparon bien de
cebada. Los mozos de Montoya, el fundidor, debían andar remolones, porque les
dio su propina, a la par que pidió un farol al coche de Salamanca.
![[Img #7912]](upload/img/periodico/img_7912.jpg)
Como andamos en el mes de diciembre tuvo que satisfacer
diversos pagos de ‘recibos de puerta’. Casi todos provienen de Astorga y son
cajas de mantecadas. Enormes cajones, que llegaron desde Astorga, de sus
fábricas de mantecadas, hasta el Duque de osuna y los señores de Barca, de San
Tirso, y a Don Tomás Corral y Ocaña.
Para buscar una rueda solían tomar coche de alquiler, si
era dentro de Madrid. Al menos eso se deduce de una cuenta del mes de enero de
1852. P. Botellas, por orden del director usa otro carruaje.
Se está colocando papel en las habitaciones de la
administración y dirección, que se llenan de pequeños detalles, como salvaderas
de bronce, tinteros de china y todo un mes de publicidad –el de enero en el
‘Diario de los Avisos’-.
La litografía de Santiago Alonso, en Atocha, confecciona
un sello para documentar correspondencia de la empresa. El depósito de papel
continuo y tinta de la calle Carretas 35 ‘La Navarra’, instala los rollos de
fondo, de techo, friso, zócalo, mármol y cenefa. Cuarenta rollos de papel para
cubrir las paredes, que quedaron elegantes y con el signo de la época.
En la imprenta de Pedro Montero, le imprimen 7600
billetes. A la hora de colocar la dirección de la factura, confunden a Santiago
Franco con su tío y le colocan el segundo apellido en primer término. Montoya
es el constructor de los carruajes de ‘su majestad’, según asegura el membrete.
Construye en Vitoria y repara en Madrid. Como no ha entregado el fajo de
herramientas que ha de llevar cualquier mayoral: abrazadera, grillete, cabestrillos
de rueda y de muelle, martillo, llave de untar y llave abierta.
![[Img #7913]](upload/img/periodico/img_7913.jpg)
Por otra parte sabemos que con Montoya, constructor de
carruajes, habían firmado contrato, de manera que la reparación de los coches
no costaba tanto, ya que cobraba cinco reales, como tanto por ciento de
participación, por cada legua recorrida.
En los principios del mes de enero, aún la administración
de Madrid está en trance de transformación y de puesta de largo. Irá
adquiriendo a través de los días nuevo moblaje. Ahora, el 11 de febrero de 1852
termina de colocar el maestro vidriero seis cristales en los escaparates de la
administración, otros en los montantes de las puertas, cuatro vidrieras y hasta
una larga moldura dorada. Francisco Cordero ha confeccionado un mostrador de
madera de pino de cuatro varas de largo, también ha entarimado el interior del
mostrador. Se han comprado, aparte de las doce sillas que ya había de antes,
tres asientos henchidos con badanas y telas. Para que no haya consecuencias ni
defectos en el cuarto de los equipajes se divide con unas verjas de madera. Y
como la afluencia de viajeros es notable, se les proporciona desde este momento
cuatro bancos henchidos y forrados de tela.
Cobra el director, y cobran otros, que en forma de
extraordinaria prestan servicios, como los de los tiros que durante algunos
días de febrero sacan el coche hasta las Rozas. Se utilizan parejas de bueyes.
En Guadarrama se le proporcionan tiros, como también de la otra parte viniendo
desde San Rafael. Tal es el caso de Antonio Hernández el 29 de febrero de 1852.
Las contribuciones no les son perdonadas. Y de esta
manera se le asigna un subsidio industrial y de comercio de 5449 reales, que
pagan por trimestres vencidos a Juan Antonio Barrie, quien recibe poderes de
cobro de Don Nazario Carriquirri.
Durante el mes de
Febrero, la administración decide actualizarse y así instala 46 pies de cañería
interior, con una espita bien nivelada para contador de tres luces. Comienza a
lucir una lámpara con pantallas y flameros y un farol también de gas, que da
luz para la calle. El primer mes, en el bajo de la calle de Correo se gastan 1900
pies cúbicos, poco más de 114 reales. La póliza firmada con alumbrado de gas
era la 1.41. Bajo esta luz relumbra más roja la portada pintada de color guinda
charolada y el tablero de muestra en azul en letras de oro. Y los tarjetones
con letras de azul y en las vidrieras las letras blancas del Poniente. La
rinconera donde está el gas se pinta imitando madera; el mostrador imita la
caoba, variando con barniz de charol.
Los intentos de ampliación ‘del Poniente’ hacia Victoria
![[Img #7911]](upload/img/periodico/img_7911.jpg)
Propietarios de 'Diligencias del Norte y Mediodía'. El maragato Cordero es el tercero por la izquierda de la primera fila. (Cortesía de Francisco Quirós. Argutorio nº 26)
En Valladolid, en 1851, aún están en obras. Debe de adecentarse más la oficina y el despacho de billetes, ya que se comparten las mismas oficinas con ‘La Burgalesa’. Si bien, hasta el día aún no ha recaído para la inspección de la misma, Placido Francisco Quintana. Los coches son adornados con sus correspondientes felpas. Nada menos que ocho. Los portazgos es capítulo invariable y para lo minucioso y pintoresco contamos a lo largo de los puentes de Castilla, ya sea en Rioseco, ya en Mayorga, dos veces en Valladolid, uno en Boecillo y otro de Puente Mediana. Por Valladolid pasan las Postas Generales. Y en ellas reserva Placido Francisco Quintana tres asientos de interior y uno de rotonda para el 27 de diciembre.
Manuel Llamas ordena que se adecente más el local de la calle de Santiago y con este motivo, el carpintero presenta unas cuentas anchas que comparten a partes iguales con la ‘Sociedad Burgalesa’. Es posible reconstruir esas dos mesas guarnecidas de molduras y en su vacío los entrepaños. Don Plácido ha colocado los pupitres barnizados de color nogal, cuyas tapas se hallan guarecidas de paño verde. Dentro tres cajoncitos con cerradura. En el centro de ambas mesas una trampita las une. A todo el alrededor corren unas ‘verjecitas’. Y allí, calado de antiparras, con la chistera en la percha, Don Plácido, el cerebro de esta Delegación de Diligencias del Poniente.
Cuando va a salir tiene que mover una verja de cinco pies y medio de altura, con zócalos al lado de la puerta de tablón de Soria. Sobre la mesa, a sus espaldas, las torcidas para el quinqué.
En virtud del contrato celebrado con el maestro de coches, en Valladolid, ha de hacer el pago a José Villar. Son cerca de 3000 reales. Sobre él carga una de las mayores responsabilidades de la empresa. Tampoco sería justo olvidar que Sinforoso Gil y Manuel Llamas están dándole vueltas a la nueva empresa, es decir la ampliación del ‘Poniente’ hacia Victoria. Ya los primeros indicios de este intento aparecen en diciembre de 1851. José Villar da cumplido el contrato firmado el tres de diciembre por el que se obligaba a construir “un coche de diligencia con los huecos correspondientes de tres asientos de berlina, seis en interior, cuatro en rotonda y cuatro en cupé, en todo igual a los construidos por Don José Abad, en su taller de Madrid para la empresa de ‘Mediodía de España’, con la sola diferencia de que la delantera era baja, en precio ajustado de 18 mil reales que recibiré al entregar el carruaje concluido”. Los últimos dineros no los percibió hasta el 6 de Mayo. Seguramente que hasta finales de abril no los terminó. El tiempo oportuno para reforzar la nueva empresa unificada, que por entonces comienza, con mucho mayor brío, perspicacia y tesón.
![[Img #7914]](upload/img/periodico/img_7914.jpg)
La aduana y las casas de diligencias en la calle de Alcalá.
Podemos dar otro paso y saltar de nuevo a Madrid. Si escudriñamos en las cuentas, hay mucho movimiento de caja, que en el mes de junio está al cargo de Luis Franco Alonso y que luego durante los meses de julio y agosto pasará a manos del Director de Diligencias del Poniente, Santiago, su hermano. No menos de 58 mil reales, comprenden algunos de los gastos de instalación. Los desembolsos continúan a partir del 22 de agosto, fecha de la inauguración de la empresa. Por los primeros días de septiembre, hasta diciembre incluido, es otra vez Luis Franco quien mueve y obtiene dineros de la caja del Poniente.
Los reclamos publicitarios para incitar a los viajeros al uso de la empresa de diligencias tienen su auge por el mes de noviembre. Se incluirá publicidad en los diarios madrileños, como el ‘Diario de los Avisos’, el ‘Observador’, ‘El Diario oficial’ y ‘El Clamor’. Además se han suscrito al ‘Diario de los Avisos’. Sobre una de las mesas de la dirección hay una caja de plumas de metal, con dos cuadradillos y una libra de perdigones, para conservación de las plumas.
En la calle de Correos continúa haciéndose la nómina de los mayorales Quintín Ansotegui, Julián Gell, José Martínez, Felipe Villagarcía. Algunos de estos ejercen de delanteros. En Madrid se distinguen dos dependencias en la Empresa de las Diligencias del Poniente. Por una parte la dirección general de toda la compañía y por otra la administración y despacho de billetes. Una la tripula Santiago Franco Alonso, mientras que la postrera está al cargo de Lino Llamas.
Ansótegui, el 31 de diciembre pasó mal día. Hubo de acercarse a las Navas de San Antón para colocar una rueda de uno de los coches estancados. Se gastó un pan y medio azumbre de vino para enjugar la invernía o mejor para quitar el frío, mientras los dos tiros de mulas se pimparon bien de cebada. Los mozos de Montoya, el fundidor, debían andar remolones, porque les dio su propina, a la par que pidió un farol al coche de Salamanca.
![[Img #7912]](upload/img/periodico/img_7912.jpg)
Como andamos en el mes de diciembre tuvo que satisfacer diversos pagos de ‘recibos de puerta’. Casi todos provienen de Astorga y son cajas de mantecadas. Enormes cajones, que llegaron desde Astorga, de sus fábricas de mantecadas, hasta el Duque de osuna y los señores de Barca, de San Tirso, y a Don Tomás Corral y Ocaña.
Para buscar una rueda solían tomar coche de alquiler, si era dentro de Madrid. Al menos eso se deduce de una cuenta del mes de enero de 1852. P. Botellas, por orden del director usa otro carruaje.
Se está colocando papel en las habitaciones de la administración y dirección, que se llenan de pequeños detalles, como salvaderas de bronce, tinteros de china y todo un mes de publicidad –el de enero en el ‘Diario de los Avisos’-.
La litografía de Santiago Alonso, en Atocha, confecciona un sello para documentar correspondencia de la empresa. El depósito de papel continuo y tinta de la calle Carretas 35 ‘La Navarra’, instala los rollos de fondo, de techo, friso, zócalo, mármol y cenefa. Cuarenta rollos de papel para cubrir las paredes, que quedaron elegantes y con el signo de la época.
En la imprenta de Pedro Montero, le imprimen 7600 billetes. A la hora de colocar la dirección de la factura, confunden a Santiago Franco con su tío y le colocan el segundo apellido en primer término. Montoya es el constructor de los carruajes de ‘su majestad’, según asegura el membrete. Construye en Vitoria y repara en Madrid. Como no ha entregado el fajo de herramientas que ha de llevar cualquier mayoral: abrazadera, grillete, cabestrillos de rueda y de muelle, martillo, llave de untar y llave abierta.
![[Img #7913]](upload/img/periodico/img_7913.jpg)
Por otra parte sabemos que con Montoya, constructor de carruajes, habían firmado contrato, de manera que la reparación de los coches no costaba tanto, ya que cobraba cinco reales, como tanto por ciento de participación, por cada legua recorrida.
En los principios del mes de enero, aún la administración de Madrid está en trance de transformación y de puesta de largo. Irá adquiriendo a través de los días nuevo moblaje. Ahora, el 11 de febrero de 1852 termina de colocar el maestro vidriero seis cristales en los escaparates de la administración, otros en los montantes de las puertas, cuatro vidrieras y hasta una larga moldura dorada. Francisco Cordero ha confeccionado un mostrador de madera de pino de cuatro varas de largo, también ha entarimado el interior del mostrador. Se han comprado, aparte de las doce sillas que ya había de antes, tres asientos henchidos con badanas y telas. Para que no haya consecuencias ni defectos en el cuarto de los equipajes se divide con unas verjas de madera. Y como la afluencia de viajeros es notable, se les proporciona desde este momento cuatro bancos henchidos y forrados de tela.
Cobra el director, y cobran otros, que en forma de extraordinaria prestan servicios, como los de los tiros que durante algunos días de febrero sacan el coche hasta las Rozas. Se utilizan parejas de bueyes. En Guadarrama se le proporcionan tiros, como también de la otra parte viniendo desde San Rafael. Tal es el caso de Antonio Hernández el 29 de febrero de 1852.
Las contribuciones no les son perdonadas. Y de esta manera se le asigna un subsidio industrial y de comercio de 5449 reales, que pagan por trimestres vencidos a Juan Antonio Barrie, quien recibe poderes de cobro de Don Nazario Carriquirri.
Durante el mes de Febrero, la administración decide actualizarse y así instala 46 pies de cañería interior, con una espita bien nivelada para contador de tres luces. Comienza a lucir una lámpara con pantallas y flameros y un farol también de gas, que da luz para la calle. El primer mes, en el bajo de la calle de Correo se gastan 1900 pies cúbicos, poco más de 114 reales. La póliza firmada con alumbrado de gas era la 1.41. Bajo esta luz relumbra más roja la portada pintada de color guinda charolada y el tablero de muestra en azul en letras de oro. Y los tarjetones con letras de azul y en las vidrieras las letras blancas del Poniente. La rinconera donde está el gas se pinta imitando madera; el mostrador imita la caoba, variando con barniz de charol.






